Capítulo 7: Habilidosa

* Opción ganadora: ir a la forja a ver a Toyohisa y a los enanos.

--------------------------------------------------------------------

 - Bueno, Haruakira me ha dicho que Toyohisa no confiará en mí hasta que le demuestre que soy útil y fuerte - se dijo para sí poniéndose las manos tras la cabeza y estirándose - No es mala idea, una forja es un taller de reparación relativamente antiguo, es mi elemento.

Y tras caminar unos pasos en la dirección en la que se marchó Toyohisa, escuchó uno de los sonidos que empezaba a asimilar que eran propios de ese mundo: los cascos de los caballos y las ruedas en marcha. Al apartarse un poco y mirar hacia atrás, los dos forajidos pararon el carro a su lado.

 - ¿Os marcháis de nuevo? - preguntó ella - Pero si apenas os ha dado tiempo a comer...

 - Aunque no lo parezca, no paramos quietos - aclaró Butch con una sonrisa - Nuestra vida no gira en torno a lo que nos de tiempo a nosotros, si no a los caballos. Dependemos de ellos.

Beretta suspiró internamente. Por lo menos a ellos no se los comerían.

 - Ahora nos vamos a ir a cazar, antes de que haga más calor - Kid se puso el sombrero bien - ¿Quieres venir?

 - Oh, sinceramente no me hace ilusión ir de caza, pero lo agradezco - dijo con una pequeña sonrisa - Iba a la forja, ¿en qué edificio es?

 - Aquel del portón - señaló Kid con la mirada - Haz el favor de revisar que nuestra Gatling esté en buenas manos, como esos enanos estén tratando mal a mi pequeña me voy a enfadar de maneras que no conoce nadie aún, salvo él - dijo señalando a Butch con el pulgar, a lo que el moreno asintió.

 - Oh, por supuesto - dijo ella ampliando su sonrisa, sintiéndose bien de que el forajido le confiara a su "pequeña" - Cuenta con ello.

Tras un gesto de cabeza, sacudieron las riendas y se marcharon por la calle en dirección a la puerta amurallada. A Beretta se le hacía difícil imaginarse a un hombre de temperamento tan tranquilo como Kid enfadado a tal punto, pues él era con diferencia, el más tranquilo y relajado de los dos. Continuó caminando sin apartar la vista del edificio con el gran portón de madera, que tenía una chimenea de la que empezaba a salir el humo que calentaba la forja. Se escuchaba desde la calle la voz ronca y ruda de los enanos conversar.

Al asomarse, Toyohisa estaba de espaldas a la puerta, enfrente de una gran mesa, y todos los enanos reunidos enfrente de él. Al golpear el portón con los nudillos con algo de fuerza, algunos se giraron a verla, pero rápidamente la ignoraron. Entró silenciosamente mientras Toyohisa hablaba, mirando alrededor con una sonrisa. 

Todo era tal y como se lo imaginaba, el suelo estaba hecho de piedra, con algo de paja, pero no demasiada para impedir un incendio, todas las herramientas estaban en la pared, pero a baja altura para que pudiesen llegar los enanos, los grandes hornos desprendían un calor abrasador, y eso que aún ni habían alcanzado la temperatura que necesitaban...

Vio en una esquina olvidada las ruedas de la Gatling, tapada con una manta algo sucia y suspiró. Kid no se enteraría de que su pequeña estaba olvidada en una esquina, pero por lo menos, parecía entera. Se colocó al lado de Toyohisa, mirando el antiguo mosquete que estaba en la mesa. Todos los enanos la habían visto, pues ella caminaba alrededor, pero Toyohisa parecía que no.

 - No importa si no podéis hacer una enorme cantidad - admitió - Pero lo importante es que sean de buena calidad, y todos iguales. Entiendo que es algo muy nuevo para vosotros y aunque tengamos algo de prisa, prefiero 20 mosquetes buenos que 50 que me estallen en la mano al disparar.

 - El que te estalle en las manos se debe más a la cantidad de pólvora que le eches que a la fabricación del arma - dijo Beretta a su lado sin levantar la vista del mosquete - Sí, también influye la calidad del arma, pero si no está bien hecha, los disparos salen desviados o directamente no dispara si los percutores están mal.

Toyohisa tenía los brazos cruzados, y aunque no la había visto ni oído aparecer, no se sorprendió en absoluto. La miró alzando una ceja, mientras ella se balanceaba sobre sus pies.

 - ¿Qué haces aquí? - preguntó él - No creo que este sea tu lugar.

 - Eso lo dices por lo poco que me conoces - contestó ella sin mirarle.

 - Que sepas disparar no quiere decir que sepas fabricar un arma - le dijo con voz un poco cortante.

 - El que tengas cerebro no significa que sepas usarlo - contestó ella con una voz un poco de burla tomando el mosquete de la mesa - Has visto que tengo armas y munición, pero podrías preguntar en vez de dar por hecho - dijo mirándole con algo de seriedad, y luego se señaló el tatuaje de su cara, el que indicaba que era de la Brigada de Reparadores - Esto demuestra que sé reparar armas.

 - Ah, ¿no es suciedad? - preguntó acercándose.

 - ¿Cómo suciedad? - repitió ella con un tono ofendido.

Toyohisa se inclinó un poco y le acercó la cara, frotando sus mejillas con los pulgares con fuerza para ver si se borraban. Ella se quejó por la brusquedad y cerró los ojos agarrando sus muñecas para apartarle.

 - Vaya, tampoco es un dibujo... - admitió el samurái con curiosidad.

 - ¡Ni suciedad ni dibujo! ¡Es un tatuaje honorario! - dijo abriendo los ojos con un gesto de enfado que parecía adorable - Tienes los dedos ásperos como la lija, Toyohisa...

 - Claro, para que no se escurra el mango de la katana - admitió soltando su cara - Y ese tatuaje es suave.

Ella se frotó las mejillas después, con un pequeño gesto digno y malhumorado y volvió a tomar el mosquete.

 - Es una de las primeras armas de infantería, y además de mecha, es el primer modelo - dijo observándolo y se lo puso como si estuviese apuntando - Cañón de metro y medio, con prototipo de arcabuz europeo. No es muy complicado hacerlo, tiene un mecanismo sencillo.

Y tras esas declaraciones, volvió a dejar el arma sobre la mesa. Los enanos la miraron a ella completamente callados y en silencio, y con una coordinación casi perfecta, se giraron hacia Toyohisa. Él no se había movido, y sólo su cabeza se había torcido un poco hacia un lado, mirándola a ella y al arma alternativamente. Luego descruzó un brazo levantando el dedo índice con la que la señaló despacio.

 - Dices que tú conoces las armas... - dijo haciendo una pausa, y luego señaló el mosquete - Y que conoces bien un mosquete...

 - En realidad prefiero las armas un poco más modernas... - dijo acariciando su pequeña metralleta en la cintura.

 - ¿Y sabes hacerlas?

Esa era la mejor pregunta hasta el momento, pues todos los enanos pasaron de mirar a Toyohisa a mirarla a ella.

 - En mi época me encargaba de hacerlas, arreglarlas y restaurarlas. No sé manejar una forja, pero puedo enseñaros bien si sois capaces de seguirme - luego, con su sonrisa tranquila, miró a los enanos - ¿Sabéis desmontarla?

Los enanos se miraron, y uno tomó la iniciativa de tomar el mosquete. Analizándolo y probando, separó el cañón de la culata, y le quitó la mecha, además de un par de piezas más. Al dejarlo sobre la mesa, Beretta retomó el trabajo, moviendo las manos con gran velocidad ajustando maña y fuerza sobre varias piezas para separarlas, hasta dejar todas las piezas sobre la mesa.

 - Así está bien para que empecéis a ver todas las piezas y elijáis la mejor manera de desarrollarlas y fabricarlas. Los cañones al ser tan largos pueden ser complicados que se queden rectos, pero todo es practicar.

 Los enanos se atrevieron a coger algunas piezas para mirarlas de cerca, intentando ver cómo hacerlas y que tipo de acero sería bueno para ellas. Toyohisa se inclinó, agarrando una minúscula pieza perteneciente al gatillo. La mesa estaba muy baja, pues era para que trabajasen los enanos, no un humano.

 - Hacer y fabricar todas las piezas por separado es una buena idea... - admitió - Luego sólo hay que montarlo todo.

Beretta agarró los cañones y con ligeros movimientos, sonidos metálicos con pequeños chasquidos, empezó a montar de nuevo el arma. Los hombres miraban sus manos moverse con una velocidad y un ritmo calculado, demostrando la habilidad que tenía. Al enganchar finalmente la culata al resto del cuerpo, le quitó el percutor y disparó sin munición, demostrando que funcionaba.

 - Que manos tan habilidosas y rápidas... - murmuró un enano a su lado.

 - Son muchos años haciendo esto, pero no quiero pecar de soberbia. Los maestros sois vosotros - dijo con una sonrisa cariñosa.

 - ¿Muchos años? Pero chiquilla, ¿Cuántos años tienes tú? - preguntó el enano.

 - 21 - contestó tranquilamente.

Beretta sonrió, y se impresionó un poco cuando notó que alguien había agarrado su muñeca y levantaba su brazo. Toyohisa observó su mano, mirándola del derecho y del revés. Tenía un guante que dejaba los dedos al descubierto, y ella podía elegir esconder o mostrar las marcas moradas que tenía en ellos, tal y como hacía Juana con las cicatrices de su cara. Tras analizar su mano, la puso contra la suya comparándola en tamaño. Beretta parpadeó confusa mirándolo, pues él de verdad parecía concentrado en algo tan simple.

 - Realmente tus manos son pequeñas... - admitió - Pequeñas como las de una mujer.

 - Oye, soy una mujer, por si no te has dado cuenta...

 - ¡Pero son habilidosas como las del mismo Date Masamune! - exclamó con una enorme sonrisa en el rostro - Dime, ¿con qué más eres habilidosa?

La pregunta era muy tentadora para Beretta, que en seguida relajó su rostro entrecerrando suavemente los ojos con una leve sonrisa ladina dedicada al samurái.

 - Con la lengua - dijo con esa sonrisa abriendo la boca un poco, dejando salir su lengua fina rosada.

 - ¿Con la lengua? - repitió Toyohisa sorprendido, aún sin separar la mano de la suya.

El ambiente había cambiado, ahora había algo de incomodidad. Es lo que tiene que los enanos si hubiesen captado la situación y ahora parecieran algo distantes con ellos, queriendo dejarlos solos. Sin embargo, Toyohisa parecía emocionado.

 - ¿Y qué puedes hacer? ¿Puedes hacer nudos con un pequeño hilo con la lengua? ¿O tal vez limpiar entero un muslo de pollo si te lo metes en la boca? Aunque no son habilidades muy útiles, realmente...

Los dos ejemplos habían sacado a Beretta completamente del tema, haciendo que pusiera un rostro algo incómodo alzando una ceja. No sabía si se estaba quedando con ella, o de verdad había entendido su indirecta y ahora quisiera molestarla.

 - Eh... no exactamente esas... - se limitó a contestar con incomodidad.

 - Bueno, ¡no importa! - contestó con ánimo.

Cerró su mano alrededor de la de ella y tiró suavemente, haciendo que se acercara. Luego rodeó con su gran brazo su cabeza poniéndola contra su pecho y le revolvió el cabello con fuerza.

 - ¡Pero tu habilidad con el armamento será muy útil, de eso no cabe duda!

Beretta levantó la cabeza un poco a verle con confusión entre los mechones despeinados de su cabello. Toyohisa sonreía enseñando todos los dientes, realmente parecía contento de tener ese avance en su equipo. Luego la soltó y caminó hacia el portón.

 - Bien, ahora que esto queda solucionado por Beretta, debería ir a la reunión, tal vez un poco - dijo para sí mirando al cielo - Después de todo como dijo el viejo, es mi obligación como líder.

Y sin despedirse ni con un gesto, terminó de salir caminando de la forja. Beretta se peinó con los dedos mirando en la dirección en la que se había marchado. Parecía que se había ganado su confianza con más facilidad de la que pensaba, pero tal vez no fuese suficiente. Caminó despacio hasta el portón, mirando la calle mientras se apoyaba en la pared, arreglándose el cabello. Le había sorprendido ese gesto de frotarle la cabeza hasta despeinarla, pues aunque fuese brusco y algo descontrolado, era una aprobación de su parte, y en su época ningún líder, jefe o superior haría eso con nadie.

 - Toyo, Toyo... - le mencionó en voz baja - No sé si no captas mis indirectas porque eres un alma inocente sin conocimiento de la mujer... o simplemente has hecho caso omiso y me has ignorado. Hum... creo decantarme por la primera opción... - dijo pensativamente, jugando con un mechón, y luego se relamió el labio superior - Si de verdad eres tan inocente en ese sentido... me gustaría corromperte...

Luego miró al resto de enanos, que dieron un respingo al ser descubiertos mientras la observaban tan detenidamente.

 - ¿Acaso he sido demasiado sutil y por eso no me ha captado? - les preguntó.

Ellos se miraron, sin saber qué responderle. Ella negó con una sonrisa.

 - No os preocupéis, son mundos y épocas distintas, lo comprendo - dijo soltando su mechón de cabello - Os dejo trabajar, estaré por aquí dando un paseo si necesitáis algo o tenéis alguna duda, ¿de acuerdo?

Y tras una sonrisa, comenzó a caminar alejándose de la forja con tranquilidad, con las manos tras la cabeza, yendo a que le diese un poco el aire.

*

Tras dar un paseo alrededor y conocer dónde estaban las instalaciones más importantes o que ella debiese conocer, salió por la puerta amurallada. Había unas preciosas vistas desde ahí sobre el bosque y praderas. Inspiró profundamente con felicidad, e intentó visualizar el camino para ver si venía venir a alguien, o el carro de sus amigos forajidos.

Entrada la tarde, el sol pegaba fuerte, y pensó que tal vez era una buena idea pasar estas horas de calor a la sombra de un buen árbol, tal y como había querido hacer desde que llegó a este mundo, y de paso, pasar un rato haciendo su pasatiempo favorito: hacer el vago. 

Al caminar a un árbol cercano y acariciar su tronco suavemente con la mano, su instinto la puso tensa. Había algo, una presencia dentro del bosque, escondido entre las sombras y el follaje espeso. Se puso contra la espalda el tronco del árbol para protegerse, y buscó atentamente con la mirada.

 - Ya estás con tus amados Drifters... que alegría, ¿no? - se escuchó decir de alguna parte - Seguros que ellos también están encantados de tenerte.

Ella frunció el ceño suavemente. Reconocía la voz, pero lo que no sabía, es qué hacía ese personaje arriesgándose tanto y acercándose tanto a la base de los Drifters a plena luz del día... para hablar con ella.

-----------------------------------------------------
Yo toda cursi imaginándome la escena de la mano con Toyo :3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top