Capítulo 23: Se terminó

Admiren a la hermosa Beretta dibujada por NoesisBlueV en su propio estilo y aprovecho para invitaros a que vayáis a su perfil donde tiene una hermosa historia llamada Art donde cuelga dibujos suyos.

Aquí apreciáis lo bien que dibuja :3

Es más linda que la de su propia creadora...

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Toyohisa miraba a la chica que tenía a escasos metros de distancia de ella, mientras su brazo izquierdo estaba dejado caer, mientras la sangre escurría hasta el suelo, adolorido por las balas, y sus piernas empezaban a empaparse por los disparos en su vientre. Aún notaba por su cuerpo el remanente de la electricidad cuando ella se liberó de él, y ahora observaba como esa chica de apariencia alegre y sonrisa macabramente excitada se quitaba sus botas y remangaba los pantalones, revelando sus piernas de metal, ahora también conductoras de su electricidad.

Ella, con una mirada lasciva y una enorme sonrisa, se dejaba llevar por los efectos de su inyección, provocándole risas, hiperactividad y sobreexcitación, a simple vista.

 - ¡Toyo, Toyo! - le llamó dando pequeños saltitos de lado a lado - ¿Aún puedes jugar conmigo? ¿Quieres que te ponga los cabellos de punta?

Él frunció el ceño en silencio, sin gustarle un pelo lo que tenía delante. No sabía qué clase de poción o brebaje se había metido en el cuerpo para hacerla delirar tanto, pero eso no debía ser sano, sobre todo cuando le afectaba tanto mentalmente, cambiando completamente a la persona contra la que estaba peleando. Él la apuntó con la katana partida con enfado.

 - Pocos actos más cobardes que ese he visto en mi vida - le dijo muy molesto - ¿Tienes que recurrir a inyectarte esas sustancias mágicas para que te den más fuerza renunciando a tu propio ser para derrotarme? Eso es ser muy débil, Beretta. Ya veo que clase de calaña son las chicas del Rey Negro.

 - Hey, hey, Toyohisa, deja a las mujeres en paz - advirtió ella con un dedo y esa sonrisa loca.

 Toyohisa se puso en posición de combate, ignorando el dolor de sus heridas completamente, notando la rabia y el odio que tenía dentro de él al pelear contra alguien tan cobarde.

 - Ni siquiera tengo ahora claro si deseo cortar tu cabeza, por no te lo mereces - gruñó enfadado - Te mereces un peor destino.

 - ¿Y tú? ¿Mereces ser electrocutado? - preguntó ella, y luego contestó ella misma asintiendo con la cabeza pronunciadamente - ¡Beretta dice que sí!

Y un instante antes de que Toyohisa se lanzase a por ella, Beretta ya había saltado por los aires, acumulando electricidad en sus piernas para provocar una pequeña explosión que aumentara sus saltos, mientras los pequeños rayos la rodeaban, aprendiendo a manejarlos con la figurilla que tenía en las manos.

Al caer sobre Toyohisa haciendo fuerza con las piernas, él se protegió con su katana rota, que al tocar sus piernas, condujo la electricidad por el arma, sin llegar a hacerle nada a Toyohisa salvo darle un pequeño susto. Beretta retrocedió, incapaz de dejar de moverse.

 - ¿No funciona? - preguntó con voz infantil - Oh, ya veo... tienes el mango de madera, que asquerosa suerte la mía...

Él dio una sonrisa ladina, más confiado.

 - Parece que no vas a tener suerte esta vez - dijo empuñando el arma con más fuerza.

 - Entonces te romperé lo que te queda de la katana - contestó ella aumentando su sonrisa - Y luego te romperé los huesos uno a uno... estaré muy entretenida.

Mientras tanto, alejados en otra calle y viendo el enfrentamiento desde lejos, el resto de Drifters y demás parecían muy impresionados. Nobunaga dio una pequeña risa poniéndose las manos en las caderas.

 - Al final nuestra pequeña Beretta tan dulce y con unos pechos tan esponjosos como nubes ha provocado una tormenta. Realmente la necesitamos con nosotros, pero también a Toyo...

 - Ya veo... - Haruakira miraba seriamente - el trío de chicas elementales del Rey Negro... Juana, la que maneja el fuego; Anastasia, que provoca las nieves; y Beretta, la que lleva la tormenta. Sin embargo, la tormenta nunca se sintió en casa estando allí...

 - Si Beretta está en ese estado y no se controla... - Olmine les miraba preocupada - Realmente puede matar a Toyohisa con uno de esos rayos...

 - ¡Demonios, abuelo! - Nobunaga comenzó a sacudir a Aníbal tal y como lo hizo Toyohisa el día anterior - ¡Mira cuánto control sobre su poder le has dado a Beretta con ese regalo tuyo! ¡Ya no solo ataca con esas piernas de metal, sino que ahora puede controlarlo con las manos!

 - ¡Oh, rey Mucro*! - empezó a delirar el anciano - Por mucho que quiera a su hija, no puedo permitir que ella me acompañe a la guerra, ella debe quedarse...

* - Mucro era el padre de Himilce, y por lo cual, suegro de Aníbal.

Mientras, Yoichi miraba la escena con tristeza, de pie y sin hablar con nadie, sintiendo algo bastante extraño en su pecho de lo que podría definir como un dolor agobiante, y no pudo evitar llevarse la mano a donde le dolía. Shala, a su lado, le miró preocupado.

Mientras Naoshi miraba la escena casi boquiabierto de cómo peleaba esa chica saltando por los aires con esas explosiones y rayos, Escipión, a su lado, comentó:

 - La diosa Belona hace honor a su hombre, realmente sirve la guerra... - entonces fue cuando miró de reojo a Naoshi - Ella sí que parece realmente un Dios del Cielo...

Naoshi le miró enfadado, pero Escipión ya no le estaba mirando, simplemente, aprovechó para lanzar ese ataque hacia su maltratador.

En el combate, Toyohisa se dio cuenta de la magnitud del poder que podría alcanzar Beretta en ese estado, y que además se dio cuenta de que internamente, sufría en esa condición. Guardó su katana rota para sacar la otra que tenía, en perfecto estado, mientras la sangre goteaba por su barbilla.

 - Se acabaron los juegos - indicó - Todo ser que sufre sin poder ser salvado debe morir y encontrar su paz. Lo has estropeado todo al meterte eso en el cuerpo... yo que quería conservar de ti el recuerdo de una buena lucha por tu futuro y dignidad, es una decepción.

Ella simplemente sonreía, dando saltos de un lado para otro, dejando pequeños remanentes de electricidad allá por donde pisaba. No sentía dolor, no sentía cansancio, estaba siempre alerta y parecía que su energía no se acabaría nunca. Eso era un super soldado... salvo que los efectos en Beretta estaban siendo más fuertes y descontrolados de lo normal.

Así que, sacando el samurái ambas katanas, una rota y otra entera y agarrando la empuñadura del revés de forma que quede el mango en posición de ataque, se lanzó a por la chica. Él necesitaba una mano para defenderse de sus piernas y otra de sus brazos, por lo que llevaba la desventaja en ese momento... pero eso no le importaba. En el momento en que Beretta cayese al suelo, él habría ganado. Ese era su propósito: tumbarla.

Aprovechó sus risas y sus momentos de pérdida de cordura para asestar un fuerte golpe con el mango sobre la anterior herida de su frente, haciéndola dar una risa mayor al notar su vista teñirse de rojo y tambaleándose, cosa que aprovechó Toyohisa para dar una patada a su vientre y finalmente derribarla. No perdió tiempo y se puso de pie encima de ella, presionando con una sandalia su pecho.

 - Eso fue un golpe bien dado, Toyohisa... - dijo ella viendo rodar su exvoto por el suelo.

Al querer cargar su cuerpo de electricidad y apartarlo de encima, vio que no surtía efecto. La electricidad no llegaba al chico que tenía encima.

 - Oh... - dijo sonriendo y buscando la respuesta.

 - No has contado con que el mango no es lo único de madera o de fibras vegetales que tengo en mi cuerpo - Toyohisa sonreía con esa mirada vacía, que sobresalía entre sus mechones de cabello y la sangre de su cara.

Beretta levantó un poco el cuello para ver, que en efecto, la suela de su tabi* estaba hecha con fibras vegetales muy muy trenzadas.

* - El calcetín samurái que divide el pulgar del resto de los dedos.

Ella dio un resoplido resignándose y mirando al cielo, sin dejar de jadear ni de quitar esa sonrisa, a veces macabra. Toyohisa apuntó con su katana hacia la cara de la chica, advirtiéndole de que no se moviera.

 - Mírate... ¿era necesario hacer esto? Ni siquiera eres tú misma segundos antes de que te mate - indicó él.

 - Nunca supe quién era yo exactamente hasta antes de venir a este mundo... - dijo con voz más relajada, pero aún en su estado de éxtasis.

Toyohisa la miraba, sin ver nada de lo que compadecerse. Su sonrisa y la risa ronca de la garganta, sus pupilas titilantes, teniendo la izquierda esa apariencia de rayo, su cuerpo tembloroso de los nervios y sus jadeos hiperactivos... pero detrás de todo eso, había una chica que tenía mucho, muchísimo miedo, pero no podía expresarlo.

 - ¿Y ahora lo sabes? - preguntó sin dejar de apuntarla.

 - Quiero ser una Drifter - le contestó, con algo que parecía una sonrisa sincera, dentro de esa aura de locura.

 - Entonces has fracasado - contestó con seriedad - Ni siquiera siento piedad ni empatía por ver lo que has causado con tu cuerpo y mente. Quieres llorar, pero no puedes... - dijo mirando sus pupilas fijamente, buscando la chica que estaba detrás - Quieres gritar y sólo salen risas... quieres despedirte... y no encuentras las palabras porque tu mente está llena de estupideces de esa magia que te has metido.

 - No estás diciendo nada que no sea verdad - ella dio una pequeña risita, que en verdad ahogaba el querer llorar.

Luego hubo un silencio entre ambos, en el que Beretta podía notar sus heridas sangrar, el escozor y la presión del pie de Toyohisa en el valle de sus pechos, haciéndole daño en su esternón. Un leve momento de lucidez donde notó cómo su fuerza eléctrica la abandonaba y volvía a dormir en las yemas de sus dedos. Toyohisa movió su katana lentamente sin dejar de mirarla, listo para dar el golpe final.

Los espectadores miraban en completo silencio, con los ojos y las bocas abiertas. Olmine se escondió tras su Maestro, que apretaba los dientes tembloroso. Escipión mantenía su postura alabante, y Aníbal no apartaba su ojo de ella, mientras que el Conde se había incorporado de su silla y acercado un poco. Naoshi apretaba los puños enfadado, haciendo crujir el cuero de ellos, mientras que Butch y Kid estaban apoyados en la pared, el primero sentado en el suelo con la capucha sobre su cabeza sin mirar, y el segundo de pie a su lado, con la visera del sombrero bajada. Shala se llevaba a sus hermanos menores del lugar acompañado por un Doug de orejas bajas, y Yoichi miraba la escena inmóvil con los ojos muy abiertos, mientras le temblaba el labio inferior. En un instante, su temor se convirtió en valentía y dobló las rodillas para empezar a correr hacia ellos.

 - ¡Ni se te ocurra! - Nobunaga lo atrapó del brazo cuando pasó por su lado.

 - ¡Suéltame, viejo! - gritó Yoichi.

Pero todo el mundo pudo escuchar con claridad el sonido del acero cortando primero el aire con una gran velocidad en un corte limpio, manchando de sangre la pared de al lado con las salpicaduras. El cuello de Beretta comenzaba a sangrar a borbotones, habiendo cortado incluso el hueso e incluso rozando el asfalto con la punta, dejando un corte limpio.

Su pelo blanquecino y su chaqueta de camuflaje se empapaban de la sangre roja y espesa, mientras la vida se marchaba de los ojos de la chica, quedándose mirando fijamente al hombre que finalmente cumplió su cometido de tomar su cabeza.

 - Se terminó, Beretta - dijo él mientras sacudía su katana para limpiarla de su sangre.

La chica apenas escuchó esas palabras cuando ya tenía su vista nublada, quedando sus ojos escondidos en su flequillo, con una expresión de serenidad al exhalar su último suspiro, dejando un enorme vacío en los corazones y en las vidas de todos los que estaban ahí.

Tan concentrados todos y tan impactados de la muerte de la chica, que no se dieron cuenta de que al final de esa misma calle, un hombre vestido elegantemente de negro con otra hermosa katana en las manos caminaba despacio hacia ellos, con la vista fija en Shimazu Toyohisa.



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