4. Detrás.
Promps: Pe**tración an*l y con dedos. dominación, noviazgo, collar.
779 palabras.
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Claro que antes de realizar alguna maniobra, todo era hablando entre ellos primero y permitido por ambos.
En tal momento, en donde su novia se había preguntando si había hecho lo correcto, ella estaba por completo desnuda, haciendo una curva con su cuerpo, pues su cabeza estaba recargada sobre la cama y su trasero se levantaba hacia arriba, mostrando todo a su amado.
Su cara ardía de calor. Al rededor de su cuello también existía un bonito collar rosa con una cadena que recorría su espalda hasta llegar a las manos de Kuroba, quién, distraído, vaciaba lo poco que sobraba de una botella de lubricante sobre su ano contraído. Deseaba probar nuevamente situaciones diferentes.
El hombre masajeaba las zonas aledañas y finalmente sacó su erecta verga de sus pantalones, subiéndose a la cama junto a ella y manteniéndola en su misma posición.
—Voy a entrar.
La por completo ajena experiencia, le hizo a la joven soltar un doloroso quejido. Era incómodo y muy grande para la zona, pero, el dolor era placentero, su vagina palpitaba de deseo cuando llegó la primera y suave embestida. Agarró un cojín cercano y lo mordió, pues no podía callarse con tal sentimiento recorriendo su columna. Pero fue cuando Kaito penetró más fuerte unas cuantas veces, que ella empezaba a disfrutar, no porque le gustará el sexo anal, más bien porque, le encantaba que él la dominará.
Sus tetas restregandose contra la sabana cada que se movían sobre sí y el sentimiento de dolor, lograron que su coño se humedeciera.
Continuaba ahogando sus gemidos hasta que Kaito se detuvo, bajando por completo de ella y volviendo segundos después para atar sus delicadas muñecas por arriba de su espalda. La fémina respiraba con dificultad.
Volvió a ser profanada tan rápido el chico se aseguró de atarla. No podía explicar bien la sensación raspososa y ardiente que sucedía, y que aumentaba de velocidad nuevamente.
Estaba inmóvil de brazos, pero cuando intento girarse a decirle algo a su novio, él tomó la cadena, jalandola e impidiendo su respiración correcta.
—¡Mhmmmm! —gimió temblorosa. Sus piernas escurrían fluidos. —¡T-te lo ruego, Kai! —imploró.
Kuroba creía que le pediría detenerse, pero no.
—¡M-más duro! —exclamó, casi llorando de placer.
Sus chillidos inudaban la habitación, porque ya no quería morder la almohada.
—¡K-ka-ito...! —balbuceó. —¡Necesito que..! ¡Agh! —no quería dejarla hablar al menos, pues sus interiores apretaban su falo con tanta fuerza que quería volverse adicto a ello. —¡Tócame abajo también! —exclamó ardiendo de vergüenza.
—¡Je...! —rió. —Mírate, suplicando por más. —se burló mientras bajaba una mano a su coño y lo masajeaba.
—¡Agh...! ¡Kai...! ¡Sigue!
Kuroba metió dos dedos en ella e inició a entrar y salir rápidamente, su cavidad totalmente húmeda lagrimeaba líquidos a la vez que él seguía trabajando en su trasero.
—Eres una maldita pervertida. —dijo divertido, acercándose a su oído mientras jalaba la cadena que parecía ahogarla en cualquier instante. —La próxima vez me encargaré de meterte un dildo por el coño mientras penetro tu pequeño trasero. —aseguró, dichas palabras casi hacer perder el aliento a la joven.
Kaito levantó a su novia con la correa, quedando en una posición donde él estaba sentado sobre la cama aún en su interior mientras la chica, a su vez, estaba sentada sobre él.
Seguía dando estocadas, solo que ahora, ella movía las caderas para ayudar. Kaito, complacido, desamarró sus manos, cuáles fueron directamente a su ya abandonada vulva, masturbándose mientras él seguía penetrando. Gracias a eso, Kaito la dejó dar sentones por si sola, quitando la mano que hacía trabajo de autoplacer para hacer él lo mismo. Empezó a tallar su clítoris con sus dedos, llevándolos de un lado a otro y con la otra mano, masajeaba una de sus tetas. El control del collar no era requerido en aquel momento. Salió un chorro de fluidos desde su vagina al momento que temblaba.
Queriendo todavía más, Kuroba la regreso a su posición anterior, con cabeza en cama y trasero arriba. Ahora, por mero capricho, posó su mano sobre su cabeza para intentar cortar su respiración un segundo, sin dejar de entrar y salir de su cuenca.
Podía escuchar su lucha por respirar, y también podía ver perfectamente su coño chorrear de placer, pero decidió liberarla y optar por solo usar su correa en lo que terminaba.
Afirmó sus caderas, rasguñandola con las uñas, cuando llenó su interior con su semilla. Se había ganado un cream pie que escurría desde arriba hasta sus pies, temblaba y su ano se contraía.
Tiempo antes, ella ya se había corrido unas tres veces y en este momento respiraba como un animal que corrió largos caminos.
Tuvo que verla ahí, tirada y destrozada, hasta que ella misma recuperó el sentido después de un rato.
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