—Samu, ¿Todo bien? —pregunta Rubén moviendo su mano delante de mi cara.

Vuelvo a la realidad, almorzando con mi amigo en el jardín del instituto.

No tengo mucha hambre, bueno, no tanta como mi amigo Rubén.

—Está noche he soñado con un chico. Creo haberle ya visto. —susurro mirando la mesa.

Siento su mirada confundida que me observa.

—Habrá sido una casualidad. —dice mordiendo un pedazo de su pizza.

—Son días que sueño con ese mismo chico. —digo apoyando mi cabeza en la mesa. Esos sueños me están poniendo nervioso.

Lo escucho intentar no reír mientras traga la pizza.

—No me digas que te follas ese chico en tus sueños. —dice guiñándome un ojo y dándome un codazo.
Le miro para hacerle callar pero él sigue con su mirada pervertida. Agarro una patata que supuestamente iba a comer y se la tiro en la cara, acción que le hace reír y todos se giran a mirarnos.

—Sabes, —traga el último pedazo de su pizza. —Dicen que el cerebro no es capaz de crear nuevas caras, eso quiere decir que ese chico ya le has visto. Puede que lo hayas visto aquí y él está solo esperando que lo busques.

Suspiro cerrando los ojos.

¿Y si ese chico que aparece en mis sueños fuese real?