Capítulo 15: Promesa.

Se habían cumplido los tres días, era momento de comenzar con aquella misión y así evitar esa guerra. Ya me había asegurado que la vida de Sasuke estuviera a salvo, por lo que solo tenía que concentrarme en terminar con todos los de mi clan.

Me coloqué mi máscara de Anbu, tomé una bocanada de aíre y comencé a adentrarme al distrito Uchiha; persona que veía terminaba muerta, oía sus gritos de agonía y el como suplicaban algunos que no les hiciera daño.

Mis manos se iban manchando de sangre, por el resto de mi vida viviré con aquellas manos manchadas, ya nadie podía revertir esto.

—Itachi. ¿Qué pasará tras esta masacre? —mi padre había aparecido frente a mí. Me quité mi máscara de Anbu para verlo fijamente. —Te mostré el futuro del clan, ¿Por qué no me muestras cómo cambiarán los resultados?

—Será así...

Le he mostrado como sería Konoha y el clan una vez esto haya terminado.

—Eso es lo que veo que le espera a la aldea, lo que le espera al clan...

—Ya veo. Así que Sasuke, ¿eh?

—Sí.

Mi padre desapareció, él había utilizado un clon de sombra para venir a hablar conmigo y es por lo que comencé a dirigirme rápidamente a mi hogar. Una vez he llegué, me puse alerta por si había alguna trampa.

—Estamos por aquí. —oí la voz de mi padre en una habitación. —No hay trampas. Entra.

Abrí aquella puerta encontrándome así a mi padre y madre arrodillados en el suelo mientras me daban la espalda.

—Padre...

—No quiero luchar a muerte contra mi hijo. —me dijo. He tomado mi espada con firmeza para acercarla a ellos. —Entiendo. De modo que ahora estás con ellos.

—Padre, madre, yo...

—Lo sabemos, Itachi. —dijo mi madre amablemente.

—Itachi. Haznos una última promesa. —habló mi padre. Su tono de voz era honesto, no había rastros de resentimiento. —Prométenos que cuidarás de Sasuke.

—De acuerdo.

Lágrimas comenzaron a salir por mis ojos, estas han mojado mis mejillas y entonces mis manos comenzaron a temblar.

—No temas. Este es el camino que elegiste, ¿verdad? —me preguntó mi padre con firmeza. —Nuestro dolor, al contrario que el tuyo, terminará en un instante. Aunque nuestros modos de pensar sean distintos, me siento orgulloso de ti.

—Eres un chico tan bueno, Itachi. —me dijo mi madre para verme con una sonrisa. —Asegúrate de comer bien de ahora en adelante.

—Sí, madre.

Mi madre nuevamente me dio la espalda, he tomado una bocana de aíre para levantar mi espada y entonces en unos segundos terminé con sus vidas; comencé a llorar aún más al ver los cuerpos de mis padres ahí en el suelo.

Oí unos pasos apresurados en el pasillo, la voz de Sasuke llamando desesperadamente a nuestros padres llegó a mis oídos; limpié mis lágrimas, guardé mi espada nuevamente y esperé a que mi pequeño hermano se hiciera presente.

—¡Padre, Madre! —exclamó Sasuke abriendo la puerta y encontrándose así con los cadáveres de nuestros padres. Él comenzó a retroceder asustado y entonces notó mi presencia. —Nii-san. Nuestros padres están...

Su voz a punto de quebrarse me devastaba, pero debía de mantenerme firme para completar todo lo que tenía planeado. Lancé un Shuriken y este cortó un poco el hombro de Sasuke, este comenzó a sangrar levemente.

Sasuke me miraba aterrado mientras temblaba.

—Mi pequeño y tonto hermano, casi me das lástima. —dije demostrándole la expresión más fría que pude poner. Cerré mis ojos unos segundos para luego verlo fijamente a los ojos. —Mangekyo Sharingan.

Metí a Sasuke en un Genjutsu donde le mostraba como había terminado con las vidas de todas las personas que pertenecían a este clan. Él gritaba desesperadamente mientras sostenía su cabeza, suplicaba que se terminara, que dejara de mostrarle todas esas escenas y entonces me detuve, Sasuke cayó al suelo mientras me miraba fijamente.

—¿Por qué? ¿Por qué hiciste esto?

—Para medir los límites de mi habilidad.

—¿Para medir...tu habilidad? ¿Por eso hiciste esto? —preguntaba mientras presionaba sus puños. —¿Estás diciendo que esa es la razón...por la que masacraste a todo el clan?

—Es de gran importancia.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó mientras se levantaba para luego venir corriendo hasta donde me encontraba. —¡Estás loco!

Sasuke intentó atacarme, pero simplemente le di un golpe en su estómago con mi puño y este cayó al suelo adolorido; comenzando así a soltar algunas lágrimas.

Inesperadamente él se había levantado para comenzar a huir, pude oír como gritaba desesperado que no lo matara. Miré una vez más a mis padres para luego ir con Sasuke; cuando aparecí frente a él, este retrocedió unos pasos y me pidió que no lo matara.

—Tú no vales ni que te mate insulso hermano menor. —dije con frialdad. Mis propias palabras me dolían a mi mismo. —Si algún día quieres matarme...para fomentar tu odio y tu desprecio, sobrevivir es una rara manera de lograrlo. —Sasuke seguía viéndome con terror mientras temblaba. —Así que corre, corre y aférrate a tu lastimosa vida. Y un día, cuando tengas los mismos ojos que yo, preséntate ante mí.

Sasuke se había tambaleado un poco y entonces pude ver el cambio en sus ojos, él había despertado el Sharingan. Mi pequeño hermano intentó atacarme, pero fue en vano y entonces él se desmayó.

Había terminado y ahora tan solo me faltaba hacer una cosa, y era el tener que enfrentarme a ____. Ella era en la única que podía confiar, tenía que confesarle todo lo que había hecho y pedirle que cuidara a mi pequeño hermano.

Me dirigí a su casa, pude ver unas luces prendidas y la ventana media abierta, luego de unos segundos debatiendo si ir o no, me adentré a su casa por aquella ventana y ahí la vi. Ella se sorprendió al verme, pero inmediatamente se acercó con una expresión de preocupación y tocó levemente mi rostro.

—Lo siento...—me disculpé. Nuevamente las lágrimas comenzaron por salir, tenía miedo de que después que le contara ella terminara odiándome. —Yo...

—Así que ya ha sucedido. —suspiró. Inmediatamente la he mirado confundido a lo cual ella limpió mis lágrimas con las yemas de sus dedos. —Ya lo sé todo.

—¿Cómo...? —pregunté confundido. —¿Cómo te has enterado?

—En el río Nakano...—dijo mirándome fijamente con una expresión de tristeza.—Yo me encontraba ahí...me hubiera gustado que me dijeran todo directamente antes de que tomaran esas decisiones.

—Shisui...él te amaba.—confesé sosteniendo sus manos.—No quería involucrarte. Él quería protegerte.

—Shisui en verdad no cambia...—dijo soltando unas cuantas lágrimas mientras sonreía.—Siempre se ha preocupado por mí.

—Ya no podemos revertir lo que hemos hecho.—dije soltando sus manos. —Dime, ____... ¿qué piensas sobre todo esto? ¿Me odias después de lo que he hecho?

—Nunca podría odiarte.—decía tocando mi mejilla levemente.—Has hecho esto para evitar una guerra. Tú has protegido varias vidas...me has protegido.

Lo que acababa de decir me ha hecho sentir aliviado que no pude evitar abrazarla; ella se había sorprendido, pero no tardó en corresponderme.

—Hay algo que quería pedirte.—dije aferrándome a ella aún más.—Por favor, cuida de Sasuke. Él es el único que podrá acabar con todo esto algún día.

—¿Qué quieres decir con eso?—preguntó confundida.—¿Cómo acabará él con todo esto?

— Un Uchiha solo puede ser juzgado por otro Uchiha.

—¿Eh?

—Ya lo entenderás más adelante. —dije separándome un poco para verla fijamente a los ojos. —Te agradezco por todo lo que has hecho por mí. Gracias por estar siempre a mi lado, ____.

—Siempre estaré de tu lado. —sonrió dulcemente para luego colocar una mano en mi mejilla.—Tú me gustas, Itachi. Te quiero demasiado.

Al principio me había sorprendido ante su confesión, pero el saber que tenía los mismos sentimientos que yo me ha hecho sonreír. Acorté la distancia que había entre nosotros para así besarla, aquel beso demostraba cuanto la quería y el cuanto la extrañaría.

—También me gustas.—confesé mientras me separaba notando así como ella se encontraba sonrojada.—Lamento tener que irme.

—Me hubiera gustado al menos tener una cita.      

—Volveré...te prometo que volveré por ti. —dije acariciando su mejilla con las yemas de mis dedos.—Y la próxima vez que nos volvamos a ver tendremos aquella cita.

Ella asintió con una sonrisa y entonces le di un pequeño golpecito a su frente con dos de mis dedos para así comenzar a irme, irme del lugar que fue mi hogar. El lugar donde viví varias experiencias y, sobre todo, el lugar donde conocí a la mujer que amaré por siempre.

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