TRES
Los viernes eran los mejores día de la semana sin ninguna duda.
La semana transcurrió sin ningún problema y rápidamente. A lo largo de la semana, conocí a varias personas y entablé conversación con algunos compañeros de clase, sobre todo hablé con mis compañeros de Literatura y de la optativa de periodismo. Incluso empezamos a seguirnos en Redes Sociales. La semana fue bien, con sus altibajos de comenzar de cero y verme sin amigos con los que charlar en los periodos libres. Pero tenía mis libros, así que no me importaba estar sola, ya que estaba acompañada de mis personajes literarios favoritos.
Me encontraba en mi habitación, haciendo los deberes que habían dejado para el fin de semana, cuando recibí una notificación de una compañera de la clase de Periodismo diciendo que esa noche irían a una fiesta para celebrar el comienzo del curso y que debería ir. Qué me invitasen a una fiesta la primera semana de instituto no era algo que planease, pero no iba a desaprovechar una oportunidad para conocer gente y salir de mi cascarón un rato, por mucho que me incomodase y me diese pánico, pero debía hacerlo.
Aun así me tomé mi tiempo en contestar ya que no era fan de las fiestas, no soportaba las multitudes. Finalmente decidí que tenía que ir si quería que ese año fuese mi año, porque a pesar de no tener a mis amigos de toda la vida conmigo que, por cierto, solo me hablaron una vez esa semana, no suponía no poder disfrutar del último año de instituto. Antes de responderle nada, bajé al salón, donde mis padres se encontraban viendo una película, y les pregunté, ya que no quería aceptar y que luego me denegasen la propuesta.
—Mamá, papá—mi padre siguió con la mirada en la pantalla, aunque le bajó el volumen a la televisión, mi madre, en cambio, me prestó toda su atención—. ¿Puedo ir mañana a una fiesta? Me han invitado unos compañeros de clase.
—¿Tan pronto hacen fiestas? ¿Quién hace la hace? —me preguntó mi padre, dejando a un lado la película. Sacó su lado de papá oso y protector.
—No conozco a quien la hace, solo me han invitado algunos compañeros que sí lo o la conoce—mi padre asintió lentamente, sin prestarme mucha atención en realidad, mi madre decidió hablar entonces.
—¿A qué hora es? Bueno, no importa a la hora que empiece, sabes que tu toque de queda es a las nueve y media de la noche, pero esta vez te lo vamos a dejar hasta las diez y media.
Mi padre le miró con una ceja alzada y con falsa indignación por no haber sido partícipe de esa decisión, pero sabía que estaba de coña y que también iba a aceptar mi pregunta.
—¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! —me tiré encima de ellos para seguir agradeciéndolos, pero, más importante, para molestarlos.
Le escribí a Rachel diciéndole que sí iba a ir, ella me respondió alegremente y me pasó la dirección y la hora a la que empezaba la fiesta. Miré la dirección y no se encontraba muy lejos de mi casa, quizás podría ir andando y no tener que hacer llevarme a mis padres. Necesitaba sacarme el carné del coche urgentemente, pero llevaba meses posponiéndolo y cada vez me daba más pereza hacerlo.
Intenté volver a ponerme a terminar los deberes, pero estaba bastante emocionada. No era una fanática de las fiestas ni de su ambiente, pero esta me hacía ilusión. Creía que necesitaba algo de fiesta para hacer de ese año el mejor de todos. Además, con mi mente de escritora necesitaba vivir nuevas experiencias para ser capaz de plasmar las ideas con más certeza.
No fui capaz de concentrarme, así que abrí el documento que tenía empezado en mi ordenador y comencé a escribir.
El libro no se iba a escribir solo.
***
La casa por fin estaba ordenada y limpia. Ya no había cajas de cartón por todos los rincones y todas nuestras pertenencias estaban colocadas a lo largo de todas las habitaciones. Mi teléfono sonó mientras estaba en la cocina con mi madre, así que dejé de cortar las verduras de manera irregular y miré el mensaje. Se trataba de Rachel, mi compañera de clases.
Rachel: ¿Preparada para tu primera fiesta? ¿Cómo vas para allá?
April: Síiii, me lleva mi madre, ¿por? por cierto, no hay que ir muy arreglados ¿no?
R: no, por nada. Noo, yo voy en vaqueros y en camiseta. ¡Luego nos vemos!
A: ¡Hasta luego!
Solté el teléfono y seguí ayudando a mi madre, escuché todas sus quejas y riñas sobre lo mal que estaba cortando las verduras. Tuvo que venir mi padre a ayudarme y terminar él de cortarlas y arreglarlas. Ambos estaban a su rollo, se contaban cosas y me metían en la conversación. Mi madre nos contaba sobre cómo había conocido a los nuevos vecinos y lo amables que eran. Al parecer había hecho buenas migas con la vecina de la casa de la calle de enfrente. Nos estuvo contando un poco sobre ella y su familia y cómo habían quedado un día para tomar un café. Cuando sentí que ya no formaba parte en la conversación, subí a mi habitación. Todavía tenía un par de horas más para arreglarme y prepararme, ya que las fiestas comenzaban a una hora pero, en realidad, no comenzaban de verdad hasta un par de horas más tarde. Además, si me duchaba y vestía antes de cenar, corría la alta probabilidad de mancharme con la comida, ya que era algo muy típico de mí. Parecía que tenía tres años comiendo.
Así que esperé media hora y bajé a cenar junto a mis padres. Cenamos charlando, incluso me tuve que tragar un par de charlas sobre seguridad y sobre como pasarlo bien en fiestas sin tener la necesidad de beber. Me dieron la típica charla que estaba harta de escuchar, pero que ellos sentían la necesidad de repetir una y otra vez. Una vez terminamos de cenar, recogimos nuestros platos y subí al baño de la planta superior a prepararme.
Opté por unos vaqueros negros rotos por las rodillas, una camiseta de rayas blancas y negras y de calzado, mis clásicas Vans negras. Me puse un par de pulseras y me maquillé un poco, pero solo lo más básico, ya que no tenía ni idea de cómo maquillarme. Iba cómoda y sencilla, el estilo que más me gustaba utilizar.
Antes de salir, me miré en el espejo y me pasé las manos por el cabello para alisármelo un poco más e intentar disimular la electricidad estática que tenía sobre el cogote. Cortarme el pelo a la altura de los hombros fue la mejor decisión que tomé en la vida, junto a la de empezar a leer. También, cogí una chaqueta vaquera por si hiciese frío, aunque no creía que hiciese dentro de la casa. Pero no quería escuchar a mi madre diciéndome que iba a refrescar y no quería que me resfriase.
Bajé a la cocina donde mis padres estaban charlando mientras terminaban de recoger. Me quedé en la puerta y metí las manos en los bolsillos de la chaqueta.
—¿Quién me va a llevar?
—Yo —habló mi padre, le dio un beso a mi madre en la frente y salió de la cocina después de mí. Me despedí de mi madre y escuché una última vez una serie de advertencias.
Salimos y nos montamos en el coche, que estaba aparcando en la entrada. Arrancamos y, al cabo de cinco minutos, estábamos en la casa. Sabía que debería haber venido andando, pero mi padre sacó de nuevo sus instintos protectores y quería saber donde iba a ser la fiesta llena de adolescentes hormonados y alcohol.
—Antes de que te bajes, ¿llevas las llaves de repuesto? —asentí y se las enseñé—. Bien, ahora ten cuidado y no vayas a beber, por lo menos no mucho. Llámame cuando haya que recogerte o si pasa algo. Ten cuidado y no aceptes bebidas abiertas ni de nadie.
—Sí, papá. Lo sé.
—Confío en ti. ¿Dónde está tu amiga?
—Me ha dicho que en la puerta. ¿Puedo irme ya?
—Ajá —me dio un beso en la frente—. Ten cuidado.
—Adiós.
Me despedí de él y me bajé del coche, seguí el camino hasta la entrada, donde estaba Rachel y un par más de chicas. Las saludé a todas con un pequeño abrazo cuando llegué. Entramos todas a la vez a la casa. Las tres iban vestidas de manera informal, pero cada una con un estilo que le favorecía.
El interior de la casa estaba lleno de adolescentes bebiendo y fumando. Había una pequeña barra improvisada en el salón, todavía más llena de adolescentes, eran como polillas hacia la luz. Solo que en lugar de polillas eran humanos y, la luz, era cerveza. Las chicas que venían con Rachel acabaron desapareciendo al cabo de unos minutos. Yo me llevé la mayoría de la noche pegada a Rachel porque era la única persona que conocía en esa fiesta. Solo esperaba no quedarme sola.
Mi mayor miedo en ese momento se hizo realidad a los pocos minutos.
—Voy a saludar a unos amigos—me dijo señalando a un grupo que nos miraban y sonreían—. Quédate aquí, ahora vuelvo.
—No, espera —pero fue demasiado tarde, ya se había alejado demasiado y no me escuchó a causa del alto volumen de la música.
Suspiré resignada y me apoyé en una pared para esperarla. Sabía que debía haberme quedado pegada a ella. Como estaba tardando, decidí ir a por un refresco, ya que hacía mucho calor, asimismo me quité la chaqueta. Una vez tuve mi refresco, opté por salir al patio y respirar algo de aire fresco. Me estaba agobiando con la cantidad de gente que había.
La situación fuera era similar a la de dentro, llena de adolescentes bebidos y fumados, incluso vi a alguien dormido en el césped, también vi a un par de parejas que necesitaban una habitación urgentemente. Me llevé el vaso de plástico a la boca mientras fruncía el ceño al ver esa escena. ¿Tan desesperados estaban? Joder, que se buscasen una puta habitación.
Me senté en un banco que encontré vacío y saqué mi teléfono. Me disponía a llamar a mi padre para que viniese a por mí, ya que estaba sola y no tenía ganas de estarlo, cuando alguien se sentó al lado mía. Esa persona era la chica antipática del pasillo del instituto. Su pelo rubio ceniza se veía completamente diferente debido a la oscuridad, además lo llevaba tapado con un gorro negro.
—¿Te importa si me siento? —vaya, ahora sí que tenía modales. Negué—. ¿Harta de la fiesta? El imbécil de Kane siempre se empeña en hacer fiestas, pero acaban siendo un muermo.
—Yo no la encuentro tan aburrida.
—¿Entonces qué haces aquí?
—La chica con la que venía, Rachel, me ha dejado sola y se ha ido con otros amigos —la miré.
—Keynes tiene tela, a mí me hizo lo mismo en mi primer año de instituto. Le gusta llevarse bien con todo el mundo, ten cuidado—sacó un paquete de cigarros y cogió uno, no sin antes ofrecerme, pero me negué—. Por cierto, soy Sophie, creo que tenemos un par de clases juntas y creo que nuestras taquillas están al lado —encendió el cigarro y le dio una calada, tuvo la decencia de echar el humo al lado contrario al mío.
—Además, me volviste la cara el primer día de instituto cuando necesitaba ayuda para encontrar la taquilla.
Me miró con el entrecejo fruncido durante un par de segundos y, posteriormente abrió los ojos. Le dio otra calada a su cigarro.
—Cierto —dijo alargando la "e"—. No me tengas eso en cuenta, por favor, empecé el día con mal pie. Empecemos de nuevo. Hola, chica nueva, ¿necesitas ayuda? Pareces perdida. Soy Sophie, por cierto —me ofreció su mano libre y se la estreché soltando una leve risa.
—Hola, Sophie, soy April. ¿Crees que podrías ayudarme a encontrar mi taquilla? Se lo pregunté antes a una chica, pero fue una borde conmigo.
Sophie soltó una gran carcajada.
—¿Sabes, chica nueva? Me caes bien, tú y yo vamos a ser buenas amigas.
Me reí con ella porque esperaba que fuese verdad y no se convirtiese en un recuerdo efímero como lo habían sido mis amistades de la antigua ciudad.
Seguimos charlando sobre su vida y las clases hasta que una discusión nos hizo callar. Vimos a un chico, no supe muy bien quien era porque ya había oscurecido completamente, y a una chica correr detrás de él. Ella iba llorando y gritándole que se parara. De repente, dejó de chillar y se volvió hacia la multitud que la estaba mirando, iba a volver a entrar en la fiesta, pero un chico se puso en su camino y le prohibió el paso.
—¿Qué haces, Mason? —la chica intentó esquivarlo, pero el otro no la dejó—. ¡Quítate!
—Esa es Carla —me dijo Sophie para poder situarme. Se lo agradecí porque estaba muy perdida ante el nuevo drama—. Está mal que lo diga porque es una chica y tenemos que apoyarnos unas a otras, pero es una hija de puta.
—¿Por qué? —pregunté mientras la discusión seguía, pues el tal Mason no la dejaba pasar a la casa.
—En varios meses de relación con el chico que se ha ido, Adam, le ha puesto los cuernos millones de veces. Pobrecito. Ya cortaron, pero tiene que ser duro ver a tu ex comiéndose la boca con otro delante tuya. Bueno, o creo yo que cortaron. Creo que dependen mucho del otro.
—Si lo sabías, ¿por qué no se lo has dicho? —le pregunté intrigada. Si a mí me hiciesen algo así me gustaría saberlo.
—Apenas lo conozco, no quería meterme donde no me llamaban.
Un chico intentó pasarle el brazo por los hombros, pero esta se retorció y empezó a gritarle, las amigas de esta salieron y se la llevaron. Toda la fiesta miraba la situación, un corrillo se formó delante de la chica.
—¡Qué no te vea acercarte a Adam, Carla! —el tal Mason se giró a los demás y gritó— ¡Vamos! ¿¡Qué estáis mirando!? ¡Todo el mundo fuera! ¡Se acabó la fiesta!
Todo el mundo le abucheó, pero le hicieron caso. El pelirrojo hacía aspavientos con los brazos debido al cabreo que tenía encima. Debía ser alguien importante para el tal Adam ya que había negado la entrada de la chica y había sacado a todo el mundo.
—¡Bonita fiesta, Kane! —le gritó Sophie cuando nos estábamos yendo, él le respondió con un delicado corte de mangas y una petición para irse a un lugar nada bonito; Sophie solamente rio, yo sonreí tímidamente porque parecían no llevarse bien—. ¿Te acompaño a casa? —asentí, pasaba de llamar a mi padre y más cuando ella se había ofrecido.
—No vivo muy lejos de aquí, creo que a unos 10 minutos.
—Genial. ¿Hacia dónde vamos? ¿hacia la derecha o a la izquierda?
—Izquierda.
Me puse la chaqueta, pues se notaba que estábamos a mediados de septiembre. Ya se notaba la llegada del otoño, pues las noches eran más frescas y el paisaje más anaranjado. Los árboles de las aceras se estaban quedando sin hojas, la mayoría de los árboles se encontraban secos. Me encantaba esta estación, podía quedarme escribiendo mientras veía la lluvia caer y me tomaba una humeante taza de café con caramelo en la butaca de mi habitación. Me daba mucha paz el otoño, además tenía una estética muy bonita, con los tonos marrones y anaranjados.
Sophie y yo estuvimos todo el camino hablando de tonterías, intentando conocernos mejor. Cuando llegamos a mi casa, las luces del salón seguían encendidas, lo que significaba que mis padres seguían despiertos, pero no me era ningún problema ya que había llegado antes del toque de queda y no había bebido.
—Es aquí —señalé con mi cabeza la casa—. Gracias por acompañarme.
—No es nada, ¿nos vemos el lunes? —asentí—. Oh, sígueme en Instagram para seguir hablando.
—Hecho.
Ella siguió su camino hacia su casa y yo entré en la mía. Me dirigí al salón donde mis padres estaban tirados en el sofá dormidos, pero con el televisor todavía encendido. Lo apagué y les di un beso de buenas noches. Mi madre se despertó un poco cuando se lo di, pero volvió a dormirse cuando vio que era yo.
—Buenas noches, mamá.
—Buenas noches, cariño.
Desmaquillarme después de una fiesta era lo peor del mundo, aunque no hubiese bebido, pero acababa muy cansada. Me tiré en la cama y comencé a seguir a la rubia en las redes sociales. Unos minutos después me aceptó la solicitud y me siguió de vuelta. Estuve un rato cotilleando su perfil y las historias que había subido. Su foto de perfil era ella con un gran y marcado delineado negro, sus labios estaban pintados de un rosa pálido y sonreía mirando a la cámara con una sonrisa discreta.
Iba a hablarle, pero me saltó una notificación en el teléfono. Habían actualizado una de mis historias favoritas y que llevaba al día leyendo en una plataforma gratuita para compartir historias, todo el mundo podía compartir sus escritos. Me puse a leer la actualización de cabeza, dejé mis comentarios y mis gritos de fan a la par que leía.
Esa noche soñé que mis historias tenían esa fama y reconocimiento en dicha plataforma y en físico.
Pero los sueños, sueños son.
Nunca iba a llegar a ese nivel. Lo tenía asumido.
***
¡Hola! ¡Habemus drama!
Por fin conocemos a uno de los siguientes personajes, Sophie (además de otros más, pero que se han mantenido un poco al margen, ya irán saliendo jejeje).
Me encantan las ideas que tengo preparadas para Sophie, pienso que va a ser un personajazo.
¡Espero que os guste!
Editado: 13/10/2021
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