Capítulo 7: Contratos
Apenas eran las diez de la noche cuando Bakugo, sentado sobre el mullido colchón de su nuevo y amplio cuarto, afinaba su guitarra. Con la televisión encendida frente a él por ver algunas noticias y enterarse de la actualidad, prestaba mucha más atención al instrumento entre sus manos.
Los cojines a su espalda eran realmente cómodos. Por un instante, recordó su época en el conservatorio de música. Hacía ya años de aquello, pero una sonrisa se dibujó en su rostro. Desde esa etapa de su vida, no había vuelto a sostener su guitarra por las noches, ni a afinarla desde su cómoda cama. Hoy sentía como si hubiera vuelto a esa época que le habría gustado vivir hasta el final, pero sólo duró un par de años.
Unos acordes llegaron a sus oídos cuando él dejó de afinar. No eran suyos, sino que venían de la habitación contigua. Apenas eran audibles debido a la insonorización de las paredes, pero desvió la mirada a su ventana. Estaba abierta y seguramente, Shoto también tenía la suya abierta. Esos acordes los reconocía del primer día que estuvo allí y vio al bastardo practicar: eran suyos. Apenas se escuchaban, pero Bakugo dejó de afinar para intentar escuchar mejor el sonido que traía el viento. Ese chico era realmente bueno y aunque le costase admitirlo y jamás fuera a hacerlo en voz alta, muy posiblemente, era mejor que él incluso; pero, claro, ¡él había acabado los cinco años de estudios avanzados que él no pudo! Posiblemente, también había asistido a conservatorios desde niño para mejorar sus dotes musicales y la forma en que componía las canciones.
¡Era el vocalista! Pero ahora que Bakugo se paraba a pensar un momento, la realidad era... que no le había escuchado todavía cantar. El último ensayo estuvo más enfocado a armonizar los instrumentos que a ensayar alguna canción en concreto del repertorio del grupo y había terminado en una discusión con Midoriya. Por un instante, se preguntó cómo sería su voz. Si cantaba tan bien como tocaba, no le extrañaba que su banda estuviera en una posición tan alta en el ranking.
— Terminamos con los deportes para dar paso a otra noticia de actualidad, la banda "One for All" ya es líder de ventas en el país. – Bakugo giró la cabeza hacia la televisión al escuchar el nombre de la banda a la que ahora pertenecía. Dejó la guitarra a un lado y agarró el mando para darle más volumen –. Las entradas de su próximo concierto se han vendido por completo pese a que todavía queda más de un mes para su actuación. Se rumorea además que para esa fecha, podremos ver al nuevo integrante de la banda – decía la comentarista hacia otro de sus compañeros.
— Así es, Sora. La noticia del nuevo integrante que han contratado ha llenado las redes sociales de preguntas e incógnitas.
— ¿Crees que ha sido una decisión acertada de la banda recurrir a un nuevo integrante ahora que su carrera está lanzada?
— No lo sé, Sora, habrá que esperar al comunicado y verlos en acción con la nueva incorporación para saberlo. Mientras tanto, aquí os dejamos unas imágenes de su último concierto en directo.
Bakugo, que pese a haber apartado la guitarra todavía sujetaba el mástil, la dejó con suavidad en el suelo y gateó por el colchón hasta tumbarse bocabajo en él y acercar su rostro a la pantalla. Ver a los fans eufóricos en el concierto le hizo darse cuenta de lo famosa que se estaba volviendo la banda.
Desde fuera, no se veía todo lo que había tras la banda, pero, Bakugo sabía que la compañía AKS estaba tras sus contratos. Como ídolos, la compañía disponía de un poder sin precedentes y al ver a Shoto vestido con esa sudadera con capucha, cantando frente al público, le dejó claro lo que querían hacer con su imagen pública. Era un chico atractivo y quería sacarle el mayor rendimiento dándole una imagen mucho más rockera pese a que su carácter era tranquilo y apacible. No le extrañaba que Shoto estuviera teniendo dificultades con su contrato.
Bakugo odiaba que pudieran decidir todo de ellos: cómo vestir, con quién mantener una relación, cómo actuar en el escenario... pero así eran los contratos en el país y si quería dedicarse a la música, debía aceptar esas condiciones. Para ser plenamente realista, estudiar música en Japón no era complicado. Podías ver a adolescentes e incluso niños con sus guitarras u otros instrumentos a la espalda. Desde la escuela fomentaban la música y era todo un sueño para cualquiera poder llegar a lo más alto, sin embargo, los adolescentes tenían prohibido salir de fiesta por las noches, por lo que tocar en público, acababa llevándose a cabo por las actuaciones en los colegios o institutos. Acceder a una discográfica no era fácil, para ello debías acudir a los castings y, sobre todo, vender una imagen de la banda. Shoto la había vendido muy bien. Al menos, fue lo que pensó Bakugo al verle sobre el escenario en la pantalla de su televisión.
Moviendo las piernas que mantenía elevadas, se fijó en su tono de voz: era increíble. No le extrañaba que hubiera conseguido firmar el contrato para su banda. Tenía un buen físico, exótico y diferente a todo lo visto hasta ahora, su tono de voz era alucinante y además de tocar el bajo, componía. Esa compañía se había llevado un diamante prácticamente pulido y, aun así, Bakugo sonrió con incredulidad sabiendo que todavía le presionaban más para cambiar su imagen de chico bueno a una más rebelde y rockera, sólo para llegar a más fans.
El sonido de alguien tocando a la puerta le hizo apartar la mirada de la pantalla e indicar a la persona que pasase. Era Kirishima.
— ¿Te molesto? – preguntó abriendo un poco la puerta y colando sólo su cabeza para no interrumpir a su amigo.
— No. Pasa.
— Veo que estás mirando nuestra última actuación.
— Ha salido en las noticias. Todavía no saben demasiado del nuevo integrante – sonrió Bakugo hablando de sí mismo.
— Se ha filtrado alguna información, pero no se ha hecho público todavía tu perfil. Imagino que los representantes están estudiando cómo hacerlo.
— Ya, están estudiando qué imagen darme para las fans, ¿no? Como hacen con Shoto.
— Lo hacen con todos, Bakugo. No te preocupes.
— ¿Te acertaron?
— Supongo. Soy el batería, mi imagen es más... extrovertida. A Izuku, le buscaron una más tímida e inocente, le queda bastante bien.
— Ya... y a Shoto le buscaron una demasiado rockera para lo que él es.
— Sí. Quieren que cambie un poco su forma de ser. Le está costando, pero lo logrará. Si estamos aquí es por él, supo vender a la banda en aquel casting y conseguimos el contrato.
— Le están ahogando – susurró Bakugo al ver a Shoto en el escenario – mira su cara, ni siquiera disfruta, sólo piensa en cómo debe comportarse ahí arriba. Supongo que si a mí me dijeran que tengo que ser una persona amable y tímida como le han etiquetado a Deku – soltó Bakugo el apodo que le había puesto a su compañero – tampoco me sentiría yo mismo. Seguramente les habría mandado al infierno. Pero toda la banda depende de su imagen, supongo que por eso está aguantando.
— Shoto siempre ha sido bastante misterioso para mí. Izuku le conoce mejor. Cambiando de tema. Me ha comentado Shoto que querías practicar conmigo mañana.
— Si es posible. Prefiero empezar coordinando mi ritmo a la batería y, a partir de ahí, trataré de coordinarme con la guitarra de Iida y el teclado de Deku.
— ¿Y el bajo de Shoto?
— Él es un genio como yo, ¿no? – sonrió Bakugo – seguro que se adaptará a mi estilo rápido en cuanto consiga coordinarme con el resto de la banda.
Kirishima miró la pantalla de televisión donde finalmente, quitaban su último concierto y volvían a otros temas de actualidad. Algo cabizbajo, no se atrevía a hacer la pregunta que durante esos pocos días, se había estado haciendo una y otra vez. Bakugo le observó en silencio antes de echar la espalda hacia atrás y estirar el brazo para agarrar la guitarra de nuevo.
— ¿Vas a contarme qué te preocupa? – preguntó Bakugo al tener la guitarra de nuevo en sus manos y regresar hacia atrás para apoyar la espalda en los cojines.
— ¿Te... gusta... estar aquí?
— Aún no lo sé – se sinceró Bakugo –. Pero la cama es más cómoda que la mía antigua.
Kirishima sonrió al escuchar eso. Sólo era una broma con tintes de realidad, pero, aun así, se preguntaba si había sido correcto arrastrar a Bakugo a ese mundo. No quería que le ocurriera lo mismo que a Shoto.
— ¿Qué es lo que realmente te preocupa? – preguntó a su amigo directamente. Kirishima se tensó.
— Antes, en el conservatorio, Shoto no era así. Bueno... de actitud sí, era silencioso, reservado y un genio sin apenas amigos, pero... tenía un brillo especial en sus ojos cuando tocaba. Desde que firmamos el contrato, ya no lo tiene. No quiero que te ocurra a ti lo mismo y que llegue el día en que sientas que la música es una obligación.
— No creo que Shoto sienta que la música es una obligación – susurró Bakugo – es diferente a eso. Dudo que la música le haya desilusionado. Debe de ser otra cosa u otras circunstancias.
— ¿Como qué?
— Y yo que sé... no le conozco apenas – se quejó Bakugo –. Kirishima, te prometo que si llega el día en que no disfruto con la música, yo mismo abandonaría la banda – le aseguró – así que deja de preocuparte por esas cosas.
— Vale. Lo siento, ha sido una estupidez, supongo. Te veo mañana en el ensayo.
***
El reloj todavía no había sonado y era extraño, sin embargo, sus ojos se abrieron al no poder seguir durmiendo. Sentía su cuerpo algo cansado, pero sus ojos se negaban a volver a cerrarse. La luz solar entraba ligeramente por la ventana entreabierta y cuando Bakugo se giró hacia su reloj, se dio cuenta de que todavía eran las siete de la mañana.
Él siempre había sido un buen estudiante pese a lo que la gente creyese de él por su carácter. En sus épocas como estudiante, se iba a dormir a las ocho y se preocupaba siempre por tener todo listo y recogido.
Agarró el despertador y lo apagó para evitar que, a las ocho, empezase a sonar la alarma. Quizá los demás miembros de la banda durmieran más rato al ser un día sin ensayo. Arrugó el ceño. ¿Realmente no tenían ensayo o era simplemente que Shoto no acudiría? No estaba seguro. Era muy posible que igual que él le había pedido a Kirishima ensayar, el resto también lo hiciera individualmente.
Con su pantalón corto negro y su camiseta del mismo color de manga corta, bajó a desayunar. ¡Shoto estaba allí para su sorpresa! Ningún día había bajado a desayunar con los demás y pese a que no había nadie, él terminaba de tomarse un tazón de sopa de miso.
— Buenos días – susurró Shoto al verle.
— Buenos días. Creí que hoy no te vería.
— Me voy ya, pero te prometí que bajaría a desayunar todos los días.
— Vaya, veo que cumples tus promesas.
— ¿Por qué no la cumpliría?
Bakugo se quedó sin palabras. No le conocía tanto como para tener una respuesta a eso.
— No lo sé.
— ¿Te parece bien que te ayude con tu afinación cuando regrese esta noche? – preguntó Shoto.
— Sí... claro. Cuando tengas tiempo.
— Esta noche estará bien. Aún tengo que componer un par de cosas, pero me llevaré las partituras y trataré de trabajar en algo mientras estoy fuera.
— ¿Es que nunca dejas de trabajar? – preguntó Bakugo viendo cómo incluso desayunando, las partituras seguían sobre la mesa. Había estado ya trabajando en ellas a primera hora de la mañana. ¡Ese chico era un no parar!
— Tengo demasiado trabajo pendiente. Nos vemos luego – le vio Bakugo recoger las cosas y meter todo en una mochila para marcharse.
Notas del capítulo:
Para saber más sobre la industria musical en Japón acudir al link:
https://promocionmusical.es/industria-musical/japon/
Fans: Japón es reconocido por tener fans de música muy apasionados. Este fenómeno tiene sus raíces en la cultura colectivista y competitiva de Japón. El fan japonés siempre se esfuerza en ser el mejor fan de todos: se sienten mal si no obtienen un lanzamiento de edición limitada del último sencillo de su artista favorito, son capaces de esperar en una fila por horas en las sesiones de encuentros, de pasar toda la noche de un viernes en el bar de Karaoke con sus amigos del club de fans, además de brindarle un gran valor a sus relaciones con los artistas – no es raro ver, por ejemplo, que los artistas japoneses obtengan donaciones monetarias en los correos de sus fans, a pesar de que nunca hubieran pedido dichas donaciones en primer lugar.
Contratos de artista: Un concepto fundamental de la industria en este país (Japón) es su versión de la industria de música popular y el sistema de ídolos. Una gran mayoría de los artistas populares de Japón están contratados en compañías de gestión como AKS, Johnny & Associates y Amuse Inc. Tales compañías operan en base a estrictas relaciones de empleado-empleado, lo cual significa que cuando los artistas firman un acuerdo con la compañía, se convierten en un empleado regular, cediendo todo el poder en torno a su imagen pública. Eso significa que los ejecutivos de música disponen de un poder sin precedentes sobre los artistas, pudiendo dictaminar cualquier decisión que deban tomar, desde su apariencia hasta su vida sentimental. Por ejemplo, las prohibiciones contractuales en torno a las relaciones románticas son muy comunes entre los ídolos. Este particular entorno es la esencia del sistema de los ídolos.
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