Capítulo 6: Ajustes

Mientras Iida y Kirishima se ponían en medio tratando de separar a ambos chicos, Shoto resoplaba. ¡No funcionaba! Era el primer ensayo juntos, le había pasado la partitura a Bakugo, pero el teclado y la guitarra eléctrica no se ajustaban al mismo ritmo. Tras comerse el sonido mutuamente una y otra vez, al final, ambos chicos habían estallado en gritos pese a que Izuku había tratado de mantener la paciencia frente al carácter explosivo de Bakugo.

¡No funcionaba! Era lo único que Shoto podía pensar y él tenía que arreglarlo. Era el compositor, pero ahora mismo, no se le ocurría nada. Eran dos instrumentos polifónicos y se hacía evidente que la guitarra de Bakugo se estaba comiendo el sonido del teclado de Izuku. Quizá era su actitud de querer remarcarse del resto o puede que su inexperiencia al tocar en grupo. Fuera como fuera, Shoto no podía permitir que acallase el teclado de Izuku.

Los gritos se escuchaban por todo el pasillo, pero Shoto mantenía el silencio tratando de pensar una solución.

— Cálmate, Bakugo – le insistía Kirishima frente a él, colocando sus manos en sus hombros para empujarle hacia atrás y que no se acercase tanto a Izuku.

— Muérete – gritó Bakugo a Izuku, sujetado por Iida frente a ellos.

— ¿Que me muera? ¿Por qué no aprendes a tocar el grupo? – le gritó Izuku – tu maldito sonido está ahogando el mío.

— Parad los dos. Necesito silencio para pensar – se quejó finalmente Shoto.

Izuku se detuvo al instante al ver al chico acuclillado, con la espalda apoyada contra una de las paredes del lugar, con la cabeza cabizbaja y las manos formando un triángulo mientras tocaba su frente. Permanecía con los párpados cerrados. Pensaba en cómo arreglarlo.

— ¿Que necesitas silencio? Es tu puta culpa. Tú eres el compositor – se quejó Bakugo hacia Shoto al sentirse ofendido porque le hubiera mandado callar.

Shoto abrió los ojos y todos se tensaron. Los de la banda conocían el carácter tranquilo y sereno del chico, pero también habían conocido sus duras palabras cuando se enfadaba, así que preferían no hacerlo. Era un chico realmente opuesto a Bakugo. Él habría gritado e insultado, pero Shoto no lo haría, sin embargo, cuando hablaba y soltaba esas verdades, llegaba a herir mucho más que si hubiera gritado. Por eso mismo, todos le temían.

Al verle caminar hacia ellos, todos se tensaron y no fue diferente para Bakugo. No le conocía, pero al fijarse en su dura mirada, se dio cuenta de que era un chico al que temer. Cuando Shoto llegó a su lado, Bakugo sintió que su corazón se saldría del pecho por los nervios. Esperaba sus palabras, esperaba un grito, una reprimenda o incluso... que quisiera echarle de la banda. Un sudor frío resbaló por su nuca sin poder dejar de mirar fijamente la extraña heterocromía de los ojos del chico.

— Tienes razón. Lo siento. Ajustaré la composición – sentenció Shoto antes de salir del lugar con su calma habitual, pero dejando completamente frío el ambiente y quitando las ganas de todos por seguir discutiendo.

Por un instante, Bakugo sintió que la presión que había sentido disminuía, pero dejaba otra sensación que odiaba: culpabilidad. Apretó la dentadura y chasqueó los labios con frustración. Sabía de sobra que no había sido el problema de la composición, pero ese chico había preferido echarse la culpa a sí mismo con tal de detener la discusión. Por alguna razón, recordó el día en que los altos dirigentes reñían una y otra vez a ese chico por no sacar la actitud que deseaban ver. Sintió la presión que Shoto debía estar cargando al tener que tirar de toda la banda.

Los demás integrantes de la banda suspiraron aliviados como si se hubieran librado de una buena, todos... excepto Izuku Midoriya, que se quedó estático mirando la espalda de su compañero con tristeza.

***

Ensimismado en el cuenco de sopa de miso, Izuku daba vueltas al caldo con la cuchara. Había perdido el apetito. Iida, Kirishima y Bakugo estaban sentados a la mesa con él para comer, pero Shoto no había hecho acto de presencia y le preocupaba. Últimamente apenas comía. Estaba siempre preocupado con temas de la banda, componiendo, ensayando todo lo que le exigían... se sentía culpable de que Shoto no estuviera allí hoy.

— Midoriya, come – ordenó Iida al verle tan deprimido.

— No tengo hambre – susurró.

— No es tu culpa – dijo finalmente Iida entendiendo el motivo por el que el hambre se le había ido.

— Claro que es mi culpa. Shoto apenas está comiendo estos días y hoy que sólo era un ensayo y podría estar aquí, se ha encerrado de nuevo en su cuarto para arreglar el desastre que he ocasionado.

— No has ocasionado ningún desastre – intervino Kirishima – es el primer ensayo. Estaba claro que no podíamos sincronizarnos a la primera. Esto llevará un tiempo hasta que nuestros sonidos se adapten a los demás. Shoto lo ajustará.

— Sé que lo ajustará – se quejó Izuku – pero... no quiero que repercuta en su salud. Ayer apenas probó bocado. Desayunó un vaso de leche, no comió y sólo cenó una mísera taza de caldo caliente sin nada más. Y hoy... ni siquiera ha bajado a desayunar y ahora se salta la comida. Va a caer enfermo si sigue a este ritmo.

Bakugo escuchaba en silencio. Apenas llevaba un día allí y no entendía demasiado la situación, pero por lo que Izuku contaba y las caras que ponían los demás, se daba cuenta de que estaban preocupados. Saber que Shoto apenas estaba comiendo, que caería enfermo y que hoy, no estaba allí con ellos en la mesa por la discusión de esa mañana, sólo agravaba su sentimiento de culpabilidad.

— ¡Maldita sea! – se levantó de golpe Bakugo, desplazando la silla con sus piernas hacia atrás con brusquedad. Todos le observaron atónitos ante sus insultos –. Yo me ocuparé de que ese idiota coma.

El silencio reinó, pero todos observaban a Bakugo dirigirse a la cocina a la vez que se remangaba la fina camiseta de manga larga que llevaba puesta. Bakugo se giró al sentir las miradas de todos sobre él.

— ¿Qué os pasa? Dejad de mirarme y a comer. ¡Joder!

Atónitos como estaban al ver que pensaba cocinar, devolvieron la mirada a sus cuencos de comida y hundieron las cucharas en los cuencos.

Al terminar de comer, Izuku se quedó a lavar los platos de sus compañeros. A él no se le daba demasiado bien la cocina, pero podía lavar los utensilios para compensarles. Se mantuvo en silencio porque no quería entrar en otra discusión con su nuevo compañero. No habían empezado nada bien, pero esperaba que eso mejorase. Resopló.

— Oye... lamento haberme puesto así antes. Supongo que tampoco es fácil para ti entrar en una banda que ya estaba formada. Debí ser más comprensivo.

— Déjame en paz, nerd – se quejó el chico, echando el curry en la sartén donde estaba cocinando.

— Quería agradecerte que hagas esto por Shoto. Espero que coma algo.

— Claro que comerá, porque si no lo hace, le meteré la cuchara hasta la campanilla si es necesario.

Pese a lo bruto que era para expresarse, al ver cómo preparaba la comida con esmero, Izuku supo que se preocupaba también por su compañero pese a que acababan de conocerse. No era un mal chico, sólo estaba un poco perdido. Izuku sonrió; olía bien. La ternera con la zanahoria mezclada con la salsa de curry y el arroz tenía una pinta deliciosa.

Bakugo lo puso en un plato y se marchó. Aunque todos le vieron caminar por el pasillo, mantuvieron el silencio. Al llegar al cuarto de Shoto, se detuvo un segundo dudando si tocar o no a la puerta, pero él no había cocinado adrede para volverse atrás. Golpeó la puerta con los nudillos y abrió en cuanto escuchó a Shoto dar permiso para entrar.

Al entrar al cuarto, Bakugo se quedó atónito. Su habitación estaba muy ordenada y limpia, pero era muy sencilla. Su bajo eléctrico estaba guardado en la funda y apoyado contra una esquina. Sentado en la silla frente al escritorio, Shoto reescribía la composición.

— ¿Necesitas algo, Bakugo? – preguntó Shoto tras haber echado una mirada rápida para saber que era él, aunque volvió con rapidez a la composición.

Bakugo entró en el cuarto y cerró la puerta. Caminó con decisión pero con una cara gruñona hasta dejar el plato sobre la mesa junto a la mano de Shoto.

— Come.

— Luego – dijo sin más – tengo que acabar est...

El papel resbaló de entre sus dedos y finalmente, Bakugo lo apartó de él y le quitó el lápiz también.

— Come, ahora. Ya tendrás tiempo para terminar la composición.

— No lo entiendes, tengo que terminarlo ahora.

— Están preocupados por ti – dijo finalmente Bakugo – no les hagas preocuparse más. Lo he preparado para ti.

Shoto observó el plato. El arroz con curry olía muy bien. No es que fuera su plato favorito, pero con esa pinta y el hambre que tenía hoy, no lo desperdiciaría.

— Gracias – susurró Shoto.

— Ya. No sabía cuál era tu plato favorito y...

— Soba frío – dijo sin dilación, pero al ver la cara de desaprobación que puso su compañero, Shoto sonrió – pero arroz al curry también me gusta mucho. Gracias por prepararlo. Huele muy bien.

Mientras Shoto agarraba la cuchara para empezar a comer, Bakugo observó la composición. A él nunca se le dio bien la composición, pero sí se le daba bien leer las líneas y las notas. ¡Estaba creando un solo en un tramo de canción! Sonrió al entender lo que intentaba ese chico.

— ¿Crees que por darme un par de segundos de solo me quedaré contento?

— Creo que puede ser un inicio. Te gusta lucirte y puedes hacerlo, pero no lo harás si compites contra tus compañeros. El teclado es importante también y no puedes tocar más alto que él.

— Quieres que me adapte a los del grupo, que baje un poco mi tono, lo ajuste y a cambio... me dejas lucirme durante unos segundos.

— Es la idea. Sé que es complicado para ti entrar en una banda que ya estaba formada y lamento no dar con tu tono concreto todavía, pero... dame un poco de tiempo a que acostumbre mi oído a tu ritmo. Ellos también deben adaptarse a ti y tú a ellos. No podemos tocar genial en el primer ensayo, nos falta coordinarnos, pero conseguiré que tu estilo diferente al de todos los demás encaje perfecto. Sólo necesito un poco de tiempo.

Bakugo se alegró de escuchar esas palabras, aunque no lo demostró. En parte, se alegraba de que tuvieran en cuenta su estilo y no quisieran cambiarlo como le ocurrió en la academia.

— Mañana me esforzaré más por encajar – susurró finalmente Bakugo.

— Mañana no hay ensayo grupal. Lo siento.

— Pero... es martes.

— Sí, lo sé. Asuntos personales. Los martes y los viernes no tocamos en conjunto, pero si quieres, puedes quedar con los demás y ensayar por tu cuenta con ellos, si es que quieren.

Eso sí sorprendió a Bakugo, pero no dijo nada. No quería involucrarse en temas que no eran suyos, pero por otra parte, tenía cierta curiosidad. Fingió no tenerla.

— Convenceré a Kirishima para practicar juntos. Un día querría practicar contigo un par de notas. Te escuché el otro día algunas que me gustaría aprender.

— Vale. Podría hacerte un hueco. ¿Lo hablamos mañana cuando regrese?

— Sí. Me parece bien. Por cierto, también escuché que intentan moldear tu actitud frente al público en los conciertos en vivo.

— Creo que no tengo carácter de rockero – sonrió Shoto –. Creen que no soy suficiente descarado, que soy más tímido y reservado, pero... no sé hacer eso.

— Hagamos un trato – se aproximó Bakugo a él, apoyando las manos en el borde de la mesa de escritorio y acercando su rostro al de Shoto – tú me ayudas con mi música y eso de la coordinación y el ajuste con los demás, y yo te ayudo con esa actitud que buscan de ti. Pero... tienes que bajar todos los días a desayunar con nosotros. ¿Te parece bien?

— ¿Estás seguro? No se me da bien lo de la actitud.

— Eso lo decidiré yo.

— Vale. Trato hecho entonces – le tendió la mano Shoto. Bakugo la estrechó con una sonrisa arrogante.

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