Capítulo 31: Osaka
Sentado en la oficina de los representantes, Bakugo observaba esos labios moverse con cierta agresividad. Las palabras no eran bonitas y evidentemente, sabía de sobra que le caería una buena por haber hecho aquello, más cuando nadie allí quería saber nada sobre Shoto Todoroki. Bakugo sonrió haciendo oídos sordos a las quejas de los representantes. Él no era Izuku Midoriya ni Shoto Todoroki, él no iba a ser ese corderito obediente que tanto deseaban.
‒ ¿Por qué sonríes? Esto es serio y...
‒ Puedes buscar otro vocalista si no estás contento conmigo – dijo abiertamente Bakugo apoyando descaradamente la planta de la bota sobre el asiento donde estaba sentado – pero sinceramente, creo que los únicos que perdéis aquí sois vosotros. De hecho no tenéis mucha visión de negocios, habéis cancelado el contrato de Shoto sólo porque no puede cantar – sonrió con arrogancia - ¡Cómo si Shoto sólo pudiera cantar! – dejó caer.
El representante pareció darse cuenta de esas palabras aunque él también sonrió.
‒ Fue Shoto quién prescindió su contrato – dijo el representante –. Yo quería que se quedase bajo nómina para componer las canciones del grupo.
‒ Ya... ¿Y crees que es suficiente? Estar tras el telón, él solito en un cuarto escribiendo. Vamos, Shoto es mucho más que un vocalista o un compositor, sabe tocar el bajo eléctrico como nadie, podría estar ahí arriba en el escenario con la guitarra, no necesita su voz para seguir siendo músico.
‒ Fue la decisión de Shoto y...
‒ ¿Quieres otra decisión? O me dejas ir a hablar con Shoto de este tema para que regrese a la banda o seré yo el que prescinda mi contrato, y buena suerte buscando un vocalista que encaje en el grupo, porque no hay muchos que puedan llegar a las notas que componía Shoto. Tendrás que cambiar toda la composición.
El representante estaba enfadado, odiaba las amenazas pero debía admitir que ese chico tenía ese carácter que tanto deseaba para la banda, Shoto tuvo razón con él, era el que mejor encajaba en la visión que querían crear del grupo.
‒ Ve a buscarle – dijo finalmente el representante – pero si vuelve, tú empezarás a comportarte mejor o no dudaré en echaros a los dos. ¿Queda claro?
Bakugo sonrió.
‒ Clarísimo.
Se levantó del asiento con una sonrisa arrogante en su rostro. Quería ver a Shoto y traerlo de vuelta. Ese chico fue a buscarle, le devolvió su sueño de trabajar en la música y ahora... él no iba a dejar que renunciase así como así. Al llegar a la puerta, ya con la mano en el pomo, Bakugo se giró de golpe, esta vez mucho más serio.
‒ Por cierto, voy a pedirle salir – dijo sin más evitando que así pudieran controlar su vida amorosa también.
‒ De eso nada, sabes perfectamente que...
‒ Entonces renuncio. O tengo a Shoto o no me quedaré aquí. No voy a renunciar a él. Siempre podremos crear otra banda o cambiar de representantes. Vosotros decidís.
¡Hasta las narices de Bakugo Katsuki! Así estaba el representante, así que debía encontrar otra forma.
‒ De acuerdo, podréis salir juntos pero las noticias sobre vuestro noviazgo las controlaremos nosotros en la prensa y tenéis que acudir a todas las entrevistas y anuncios que programemos – dijo el representante por afianzar un poco y controlar la expansión de esa noticia – nosotros diremos cuando podéis dar a conocer la noticia en caso de que salgáis juntos.
‒ Menos de tres meses, no me vale que lo retraséis porque no queráis decirlo – sentenció Bakugo.
‒ De acuerdo, antes de tres meses.
¡Contento! Así es como se iba Bakugo, sin embargo, en cuanto éste cerró la puerta, el propio representante sonrió antes de agarrar el teléfono para llamar a sus superiores.
‒ Tal y como dijiste. Va a ir a por Shoto, estoy seguro de que él lo convencerá para que regrese, ya tenemos compositor de nuevo. Prepara los nuevos contratos, ha accedido a los comerciales. Tenías razón, a veces hay que dejarle ganar en algo para obtener otros beneficios.
***
Sentado a no mucha distancia de la ventana, Shoto desviaba la vista de la pizarra donde el profesor explicaba la lección al frondoso árbol de cerezo del patio interior. El bolígrafo daba vueltas entre sus dedos y por mucho que quisiera atender, le era imposible concentrarse. Todavía tenía en su mente esa última canción. La banda llegaría lejos, lo haría sin él.
Tan absorto estaba, que no se dio cuenta de que la clase acababa de finalizar hasta que escuchó a todos los alumnos a su alrededor cerrar los libros. Recogían y se levantaban de sus asientos para marcharse. Shoto recogió con rapidez también y llevando los libros en sus manos apoyados contra el pecho, salió del aula para ir de vuelta a la residencia donde se hospedaba junto al resto de sus compañeros.
Bajó las escaleras de salida del edificio y llegó al gran jardín. Debía cruzarlo para llegar hasta el edificio de su dormitorio pero entonces, escuchó una frase, una que le hizo paralizarse en el acto.
‒ Ey principito, te reconocería en cualquier lado, incluso con lentillas.
La voz áspera y casi agresiva sólo podía pertenecer a una persona: Bakugo Katsuki. Por un momento, Shoto se paralizó creyendo que había escuchado mal, que le estaba confundiendo. Bakugo no podía estar allí en Osaka pero... era el único que le llamaba "principito".
‒ ¿Qué te has hecho en el pelo? – preguntó de nuevo al verlo todo de color negro - ¿Intentabas huir de mí o de los fans? – sonrió sabiendo claramente que era para que nadie le reconociese después de haber sido famoso, pero a él, no le engañaría con algo tan simple.
Shoto se volteó entonces. Le habría gustado responderle pero... su voz no saldría. Le miró, apoyado contra el muro de las escaleras, con su chaqueta de cuero y no estaba solo, Izuku estaba allí también al lado de unas canoas y sosteniendo los remos.
Bakugo apartó la espalda del muro donde la apoyaba y empezó a caminar hacia Shoto sacando del bolsillo trasero de su pantalón un papel blanco que Shoto reconoció al instante: su lista.
‒ Aprender a cocinar; hecho – sonrió Bakugo – hacer surf; pendiente. Crear algo propio; hecho. Dormir Bajo las estrellas; hecho. Decirle a la persona que amas que la amas pese a que tu orgullo lo impida... - Bakugo dudó – medio hecho, lo hiciste en una grabación y prefiero escucharlo en directo. Montar en canoa... - Bakugo señaló con la cabeza las canoas que Izuku había apoyado contra el muro mientras sonreía – vamos a ello ahora mismo y no hay excusas. Tener una mascota... - Bakugo bajó un poco la cremallera de su chaqueta de cuero para dejar ver el rostro juguetón de un gatito, lo que provocó que Shoto sonriera al verlo aparecer – hecho. Sembrar un árbol...
Bakugo empezó a buscar por sus bolsillos hasta encontrar un par de cerezas que había comprado antes en una de las tiendas mientras llegaba a la universidad. Dio un bocado a una para comérsela y sacó la simiente para enseñársela a Shoto.
‒ Lo haremos ahora mismo. ¿Dónde quieres el árbol? Te dejo elegir aunque debería ser en Tokio para que puedas verlo todos los días puesto que te vienes conmigo para poder cumplir este... "perseguir tus sueños". Ya he hablado con los representantes y prepararán tu contrato, serás el compositor y bajista en la banda, yo cantaré por ti. Y... lo último de la lista... "Tener sexo del bueno"; ¿Cuándo empezamos? – sonrió con descaro Bakugo.
¡Sorprendido! Así es como se había quedado Shoto, sin embargo, sonrió antes de agachar el rostro y dar un par de pasos hacia él. Estiró el brazo y agarró la lista. Estaba llena de colores, seguramente Bakugo había ido poniendo esos colores para saber lo que ya estaba hecho y lo que haría, pero sin duda alguna, había terminado la lista.
‒ Tendrás que hacer otra lista, esta ha sido fácil.
Shoto alzó la vista del papel para ver la cabeza del gato asomando por el borde de la chaqueta de Bakugo. Sonrió al instante. Se revolvía como queriendo salir de allí.
‒ Creo que no le gusto demasiado, quizá quiere ir contigo – susurró Bakugo.
Shoto agarró su teléfono y escribió algo que Bakugo no pudo ver hasta que le dio la vuelta para que lo leyese.
‒ "Deberías volver a Tokio, te reñirán por estar aquí conmigo".
‒ De eso nada, no me voy a ir sin ti. Además ya te he dicho que lo he hablado todo. Tú fingiste tener algo con Izuku para que yo me quedase, bueno... yo me he comprometido a hacer unos cuantos comerciales con tal de que tu vuelvas y... esperar a que ellos decidan cuando decir que tú y yo estamos saliendo oficialmente, porque tampoco me voy a ir de aquí hasta que confieses que me amas.
Izuku observó la escena en silencio pero sabía, que Shoto dudaba de aquello. Ahora estaba rehaciendo su vida y seguramente le costó lo suyo tener que pensar en algo que hacer. Estaba en la universidad, en una nueva ciudad pero...
‒ Shoto, tú lo dijiste, persigue tu sueño. Tú no quieres estar en un despacho haciendo finanzas, eres un artista, compositor, músico... tú creas arte y sobre todo, le quieres. No dejes escapar esta oportunidad de volver a lo que siempre has querido – comentó Izuku.
Shoto pensó en ello. Izuku era su mejor amigo, lo había sido desde el conservatorio de música, con él creó el grupo y luego fueron añadiendo a los demás. Volvió a escribir en el teléfono.
‒ "¿Y sí regresa el cáncer?" – escribió hacia ambos.
‒ Pues pelearás y yo lo haré a tu lado, pero no puedes preocuparte por algo que ahora mismo no está. Te han operado, te hacen revisiones continuas, por ahora estás bien, piensa en eso y no te adelantes a los hechos. Puede que nunca regrese y si lo hace, nos preocuparemos en ese momento – comentó Bakugo – pero no quiero perder el tiempo contigo. Te quiero a mi lado y te quiero desde hoy mismo. Vamos... vuelve con nosotros a Tokio.
Sus ojos volvieron a desviarse a ese gato que salía de la chaqueta de Bakugo y no podía evitar sonreír. Le gustaban los animales y siempre había deseado tener una mascota pero en su casa estaba totalmente prohibido tenerlas. Al ser consciente Bakugo de cómo miraba al gato, decidió tomarlo como rehén.
‒ Si sigo soltero dentro de tres segundos, devolveré al gato – sonrió Bakugo mientras alzaba el brazo para mirar el reloj de su muñeca – tres... dos...
Al último segundo es cuando sintió el abrazo de Shoto sobre él demostrándole que aceptaba aquella propuesta. Bakugo sonrió viendo cómo Shoto se agarraba a él y a la vez, el gato trataba de escapar de aquel apretón.
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