Capítulo 24: Últimas pruebas

¡Hablar con Shoto! Sí, eso había intentado hacer todo el maldito día, pero Shoto no aparecía por ningún lado. Recostado sobre su cama, Bakugo pensaba en cómo abordaría el tema y aún no había llegado a una conclusión que le gustase. Todo le sonaba autoritario o como si fuera a darle una orden y él no quería sonar de esa manera.

Llevaba un par de horas encerrado en su cuarto y pese a que tenía el papel con la composición y la letra de la canción que Shoto había creado, sabiendo que debía practicarla para el concierto, aún no se había concentrado lo suficiente por culpa de Shoto. ¿Dónde se había metido ese chico? ¿Estaría en el hospital visitando a su hermano? ¡No! Hoy no era el día que él solía hacer la visita y era un chico de costumbres, lo que quería decir que estaba en algún otro lado.

El ruido de alguien tocando a su puerta le hizo dejar los papeles sobre la cama antes de dar acceso. Era Kirishima que le subía un plato con takoyakis.

— ¿Se puede? – preguntó desde la puerta asomando su cabeza y ligeramente el plato de los takoyakis.

— Sí, claro.

— ¿No estás ocupado ni nada así?

— Bueno... intentando centrarme para aprenderme esta canción. Apenas tengo tiempo. El concierto ya está ahí.

— ¿Al final vas a cantar? – preguntó Kirishima al ver los papeles en su cama, sin embargo, se centró en acceder a la habitación y cerrar la puerta tras él.

— Sí. Shoto es persuasivo cuando quiere.

— Sí, es una de sus muchas cualidades.

— Ya... la otra debe ser ocultar cosas. Es realmente bueno en eso.

— Es enigmático, no te lo negaré, aunque a veces, también es como un libro abierto, demasiado inocente para mentir y esas cosas. Le cuesta mucho hacer esas cosas, a veces le pillamos gracias a que no sabe disimular bien.

— Hoy no le he visto en todo el día.

— Sí, es raro, generalmente no es uno de los días en los que se ausenta. Ha debido ocurrir algo para que se ausente así de esta manera, pero seguro que está bien. Cuando vuelva le puedes preguntar.

— ¿Y crees que me responderá? Seguramente el único que se enterará será Deku – dijo con un tono casi de reproche como si no le gustase del todo esa acción.

Por algún motivo, habría preferido que Shoto confiase en él, que le contase las cosas a él y no a Deku, pero... no podía hacer nada al respecto. Deku era su amigo desde que iniciaron su carrera musical, en realidad... era su único amigo y entendía por qué Deku era tan reservado. Si Shoto sólo confiaba en él y lo perdía... entonces se quedaría solo y, por eso mismo, para evitar algo así, fue por lo que Bakugo prefirió no seguir interrogando ni poniendo entre la espada y la pared a Deku. Tenía que hablar con Shoto pero... era difícil encontrarle.

— No es fácil tampoco para Deku – dijo de golpe Kirishima – Shoto confía en él al cien por cien, son muy buenos amigos, los mejores y Deku jamás le traicionaría, eso, en parte, me alegra porque sé que Shoto necesita un amigo en quien poder descargar ciertas preocupaciones y cosas que no nos cuenta a los demás. Sé que los representantes ponen un gran peso sobre él.

— Lo supongo.

— Escuché de refilón que querían forzar a que ellos dos aparentasen ser una pareja aunque no tenían que confirmar ni negar nada, sólo dejar que creyesen lo que quisieran pero dando ciertas señales.

— No creo, ellos no aceptarían algo así. ¿Por qué lo harían?

— Quizá... porque Shoto insistió en que te unieras a la banda.

— ¿Les oíste hablar de ese tema? – preguntó Bakugo algo preocupado.

— Estaba ensayando y había ido un momento al cuarto de los instrumentos a por los productos para limpiar la batería. Ellos pasaron por uno de los pasillos hablando del tema. Creo que no sabían que yo estaba por allí.

— ¿De qué hablaron exactamente?

— No me enteré demasiado bien, pero algo de que querían hacer aparentar que Izuku y Shoto tenían una relación o algo así para ganar fans, a cambio, le habían prometido a Shoto que tú te quedarías en la banda.

— ¿Deku sabe esto?

— Supongo – dijo Kirishima – esto es cosa de dos, ¿no? Supongo que Izuku estará ayudando a Shoto en este tema. Ayer los representantes estaban bastante cabreados, llamaron a Shoto al despacho.

— Sí, sé que le llamaron. De hecho, se puso raro de golpe y prefirió volver en metro en vez de permitirme acercarle en coche.

— Creo que es por los nuevos blogs que están abriendo.

— ¿Nuevos blogs?

— ¿No has visto nada? – preguntó Kirishima –. ¿Pero en qué mundo vives? – sonrió al darse cuenta de que todo ese tema de la fama, a Bakugo le venía algo grande por ahora –. Déjame tu ordenador, te lo enseñaré.

Kirishima dejó el plato con los takoyakis encima de la mesa de estudio y agarró el portátil para volver a la cama donde estaba su amigo. Se sentó mientras el ordenador se encendía y entonces, buscó las páginas.

— Mira – susurró.

Bakugo tomó el ordenador y empezó a bajar por la página. Sin duda alguna, era él con Shoto. Eran fotos suyas de ellos por la ciudad. Shoto sonreía. Desde luego, por el ángulo de las fotografías y la complicidad entre ellos que se apreciaba, a Bakugo no le cupo duda alguna en que aquello parecía una maldita cita.

— Todas las redes están hablando ahora mismo de vosotros, otras hablan de Izuku y Shoto, estáis en el punto de mira. Creo que eso no les gustó nada a los representantes que intentaban crear una imagen de Shoto que se acercaba más a Izuku que a ti. Le han debido de llamar la atención, por eso te estará evitando o algo.

— Odio cuando juegan con la vida de las personas. Shoto no es un objeto al que puedan decirle qué hacer o por dónde moverse. No me extraña que nunca sonría. Para él, todo esto sólo es trabajo, no tiene vida propia. Su vida la están manejando extraños.

— Es lo que hay si quieres entrar en este mundo, Kacchan, todos firmamos ese contrato.

— Lo sé pero... siento como si Shoto se estuviera ahogando cada vez más profundo en un pozo del que nadie puede sacarlo. Debe sentirse así, impotente y sin fuerzas para luchar.

— Puede ser, pero él nunca nos hablará de todo esto y no quiero saber cuántas otras cosas que no sabemos le habrán pedido o exigido.

***

Tumbado en la camilla, Shoto intentaba relajarse pese a que no conseguía hacerlo. Eran sus últimas pruebas antes de la operación, antes de que todo su mundo terminase por derrumbarse. El fin de semana iría a ese concierto y entonces... se acabó. No volvería a la banda.

Miró hacia su derecha. Tras el cristal, se encontraban los médicos y su padre. Siempre había estado huyendo de la estructura fatídica de su familia y ahora, ¿qué le quedaba? Un sueño roto, una vida dedicada al estudio de la música a la que no podría volver aunque la operación saliera bien... no le quedaba nada excepto empezar de cero como un desconocido: una nueva vida desde cero.

Le dolía pensar en ello, no por todo lo que perdía, sino por esas amistades que había hecho y que perdería. Izuku, Kirishima, Iida, Bakugo... todos ellos seguirían en la banda y desde luego, los representantes tendrían sus planes para ellos, esos planes les alejarían. No volvería a tener contacto con ellos cuando pasase de ser un ídolo a alguien normal de nuevo.

¿Sobreviviría? Era una pregunta que él muchas veces se cuestionaba. La operación no era complicada, así que suponía que sí a menos que ocurriera algo extraño con su anestesia o durante la intervención, pero en principio, él estaba convencido de que sí pero... ¿al cáncer? ¿Qué ocurriría si después de la operación el cáncer volvía? Ya había visto que la medicación sólo apaleaba un poco los síntomas pero no hacía el efecto que los médicos esperaban así que... acabaría muriendo. En esas ocasiones, pensaba que si ya no tenía contacto con la banda, si sólo era un muchacho normal de nuevo... nadie lloraría por él, no se enterarían de lo sucedido y se ahorrarían ese mal trago.

— Ya puedes cambiarte.

Aquella voz masculina al otro lado del cristal hizo que Shoto mirase hacia allí. Habían terminado las últimas pruebas así que se levantó de la camilla donde estaba y caminó hacia el vestuario.

***

Era tarde, muy tarde cuando entraba por el edificio. Todo estaba a oscuras y él prefirió no encender las luces por miedo a despertar a sus compañeros. Posiblemente todos estarían ya durmiendo. Tras las pruebas del hospital, se había puesto a caminar por las calles pensativo en sus propias cosas y al final, acabó en el mismo lugar de siempre: en el templo. Allí se le hizo de noche.

Cuando la luz del pasillo se encendió súbitamente, el corazón de Shoto dio un vuelco al sentirse pillado. Se giró y miró a su espalda la figura de Bakugo con cara de cabreo. ¡Enfrentar a ese chico precisamente en un día así donde se sentía sin fuerzas era más que agotador!

— ¿De dónde vienes? – preguntó Bakugo.

— ¿Podemos hablar de esto mañana? Estoy agotado – dijo Shoto.

— Claro, por supuesto, porque el principito necesita dormir.

— No me llames así – se quejó Shoto al darse cuenta del tono despectivo con el que había sonado, casi como si le estuviera criticando que hacía lo que quería. Él no tenía ni idea de todo lo que le prohibían hacer.

— ¿Y cómo prefieres que te llame?

— Shoto – dijo de la forma más obvia que había, lo cual sorprendió un poco a Bakugo. Ese chico era raro, demasiado directo, demasiado claro cuando hablaba. No se andaba con rodeos y eso le gustaba, así que sonrió.

— Ya... pues eso tendrás que ganártelo, principito... – le repitió Bakugo algo molesto – tú y yo tenemos que hablar de unas cuantas cosas.

— ¿Tiene que ser ahora?

— Sí, porque seguro que mañana te vuelves a escapar con alguna de tus buenas excusas.

— Buenas noches – dijo sin más Shoto volviendo a girarse hacia el pasillo y terminando de recorrer los dos pasos hasta la puerta de su cuarto. Ya tenía el pomo de la puerta agarrado en su mano cuando la voz de Bakugo le detuvo de nuevo.

— Me gustas – dijo directamente paralizando así a Shoto.

¡Aquello era malo! ¿Enamorarse? No... él no podía enamorarse y nadie debería enamorarse tampoco de él. Su cuerpo tembló entonces ante esa idea. ¿Enamorarse de Bakugo? Quizá le gustaba algo ese chico... aún recordaba sus labios, sus citas, sus sonrisas egocéntricas. ¡Puede que sí fuera amor! Pero... aquello no funcionaría, nunca lo haría. Se giró hacia Bakugo y sonrió sutilmente.

— No te enamores de mí, por favor – susurró Shoto – sólo sufrirías.

— Ésa es mi elección, principito.

Sin nada más que decirle, Shoto accedió a su habitación y cerró la puerta tras él. No podía seguir enfrentando a Bakugo. Hoy ya estaba demasiado cansado para algo así.

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