Capítulo 11: Ensayos

¡Tres horas! Era el tiempo que llevaban allí encerrados en la gran sala de baile aprendiendo los pasos que les enseñaban y que, evidentemente, querían que pusieran en práctica en sus próximos conciertos. Bakugo se giró inevitablemente hacia Shoto; sudaba.

Las gotas perladas de sudor resbalaban por su rostro y se perdían en su nuca. Por extraño que sonase, le resultaba realmente atrayente pese a que Shoto seguía sentado en el suelo tratando de recuperar el aliento. Todos estaban agotados. No les habían dejado ni un momento de descanso y ahora, se encontraban en esa situación. En unos minutos deberían volver a los pasos de baile.

— Toma – susurró Shoto tendiéndole una botella a Izuku que se encontraba a su lado.

— Gracias.

Izuku sudaba también y se notaba que estaba agotado, pero aun así, siempre sacaba fuerzas de algún lado para sonreír con esa inocencia suya habitual. Las piernas de Izuku temblaban y Bakugo estaba convencido de que no se ponía en pie en ese instante porque no podía sostenerse más.

Al lado de Kirishima, que daba sorbos a una botella de bebida isotónica, Bakugo observaba la escena de esos dos. Desde que llegó allí, le habían dicho y repetido que eran amigos, grandes amigos desde el conservatorio y, sin embargo, tras haber echado un ojo a algunos foros de Internet, últimamente dudaba que no hubiera algo más entre ellos.

La realidad era que no había visto ninguna interacción extraña que pasase el límite de la amistad. No los veía enamorados, no tenían muestras de afecto ni dentro ni fuera de esa casa; de hecho, las relaciones amorosas estaban estrictamente controladas por la empresa, así que era imposible que ellos pusieran en riesgo todo por lo que habían luchado por algo así. Pasaba algo, pero no estaba seguro de qué era.

Cuando llegó a la banda vio una complicidad entre ellos, pero en estos días, algo había cambiado. Izuku se esforzaba por sonreírle y Shoto parecía estar esforzándose más de la cuenta en mostrar una normalidad que antes tenían y ahora parecía forzada.

Kirishima, al ver a su amigo mirar en la dirección de ambos chicos, miró también queriendo saber qué le resultaba tan interesante. Él sólo veía a Izuku y a Shoto agotados tomando un breve descanso del ensayo. Ni siquiera se habían sentado demasiado cerca como de costumbre, mantenían una cierta distancia.

— ¿Qué ocurre? – preguntó Kirishima.

— ¿No los notas un poco más raros que de costumbre?

— ¿Sinceramente? No he notado nada.

— Míralos bien, se sientan a más distancia el uno del otro pese a estar próximos, apenas se hablan y las sonrisas del nerd han cambiado con él. Es como si se estuviera esforzando más de la cuenta en tratar de que Shoto esté más calmado. Está ocurriendo algo.

— Es posible, pero será alguna tontería. Ya te digo que llevan siendo mejores amigos desde hace muchos años. Si ocurre algo, lo arreglarán.

— He leído en Internet algunos blogs de fans donde... – Bakugo se calló a la vez que se sonrojó ligeramente. Desvió la mirada al suelo en un intento por ocultarlo.

— ¿Qué, qué? – preguntó Kirishima con curiosidad.

— He leído que piensan que tienen una relación.

— ¿Eso? Llevan años con ese tema – sonrió Kirishima como si le quitase importancia, lo cual provocó que Bakugo alzase la mirada hacia él y se calmase –. Son rumores sin fundamento, siempre les ha ocurrido, sobre todo, a Shoto. "Que si está al lado de tal persona", "que si le echó una miradita a no se quién", "que si caminan juntos". Haga lo que haga Shoto, los fans siempre verán lo que quieran ver de él aunque no tenga nada que ver. Lo más posible es que simplemente caminase al lado de esa persona porque sí, o mirase algún punto porque se ha quedado embobado – sonrió Kirishima – a Shoto le pasa constantemente, apenas duerme y muchas veces se queda completamente absorto mirando un punto que no le llama la atención. Pero así son los fans, ya te acostumbrarás, también te pasará cuando te den a conocer como nuevo integrante del grupo.

— Ya veo.

— Quizá tienes razón y los rumores que se han vuelto un poco más... – Kirishima buscó la palabra en su mente – más escandalosos estén pasando factura en ellos y quizá, se sientan algo raros estando juntos. Pero te aseguro que de todo lo que hayas leído, probablemente casi en su totalidad sean rumores infundados. Desde que les conozco sé que son grandes amigos, casi como hermanos, nada más. ¿Te preocupaba la idea de que fueran homosexuales? – preguntó Kirishima con una sonrisa.

Bakugo no respondió, pero sonrió fingiendo que era ése el tema que le preocupaba cuando, en realidad, no era así. Siempre era mejor que la gente creyese algo semejante a que descubrieran más de él. En el fondo, por alguna razón de la que aún no estaba seguro, le atraía Shoto, pero eso era un tema que se llevaría a la tumba antes que mostrarlo.

— No me preocupaba esa idea de la homosexualidad, sólo me sorprendía un poco. Nada más.

— Para ser sincero, nunca les he preguntado por sus gustos sexuales. De hecho, Izuku es muy vergonzoso con las chicas, es posible que sea heterosexual, pero de Shoto no sabría qué decirte, nunca le he visto mostrar interés en nadie.

— Se acabó el descanso. Volvemos al ensayo.

El grito del profesor de baile les hizo dar por finalizada toda conversación. Bakugo observó a Shoto levantarse y entonces, sin siquiera mirar a Izuku, le tendió la mano para ayudarle a incorporarse. ¡Era raro! Ese simple gesto de ayuda que antes no le suponía un problema, ahora parecía serlo. Izuku no se quedaba atrás. Se pensaba si agarrar su mano o no. Desde luego, entre esos dos estaba ocurriendo algo muy extraño.

***

Desde que de cara al público debían fingir ciertas miradas y comportamientos, Izuku había notado el cambio en Shoto. Dentro de la casa intentaba que todo aparentase la mayor normalidad posible, pero en el fondo, le estaba costando. La idea de fingir que había algo entre ellos le estaba distanciando un poco de él dentro de la casa. Cuanto mayor eran los rumores, más se alejaba Shoto de él.

Cubierto de sudor y con las piernas temblando, Izuku aceleró el paso hasta alcanzar a Shoto. Quería hablar con él o más bien... lo necesitaba. Le conocía de tantos años que estaba convencido de que Shoto se estaba alejando allí dentro por él, por no hacerle sentir incómodo con todo ese asunto, pero la realidad era que le hacía sentir mucho más incómodo al no comportarse con total normalidad y naturalidad.

— Shoto... Shoto, espera – le llamó Izuku, abriéndose camino entre los otros integrantes y agarrando su brazo para que se detuviera. Shoto se giró al instante hacia él y frenó el paso.

— ¿Ocurre algo? – preguntó Shoto con confusión.

— ¿Podemos hablar un momento? Por favor.

Todos se habían detenido a mirarles como si eso sonase demasiado raro, sin embargo, cuando Izuku sonrió con su inocencia habitual y soltó el brazo de su mejor amigo para rascarse la parte de atrás de la cabeza todo se calmó. Ese gesto lo conocían bien en Izuku, le daba algo de vergüenza pedirle eso a Shoto.

— Es que tengo unos problemas con la parte de mi composición – susurró Izuku como si fuera todavía más vergonzoso tener problemas en la partitura que el hecho de querer hablar en privado con ese chico por cualquier otro tema.

Funcionó. El resto siguió caminando al creer que sólo se trataba de un tema sobre la partitura.

— Sí, claro – susurró Shoto – te acompaño.

Ambos esperaron a que el resto se marchase y entonces, Izuku le comentó de ir a una de las salas de grabación. Allí podrían hablar con mayor tranquilidad. En cuanto entraron, Izuku cerró la puerta tras él y apoyó la espalda contra la robusta puerta de madera. Estaba nervioso, pero... Shoto era su mejor amigo. Nunca había tenido secretos con él y no quería empezar ahora mismo.

— ¿Dónde tienes problemas? Si he compuesto algo demasiado complicado puedo cambiarlo y...

— No es eso, Shoto. En realidad quería hablar contigo a solas. Sólo era una excusa para alejarte sin levantar sospechas.

Shoto miró a Izuku apoyado contra la puerta y algo cabizbajo. Su mano a la espalda todavía sujetaba el pomo de la puerta como si fuera imperante tener que proteger su vía de escape.

— Tú dirás entonces – comentó Shoto mientras tomaba asiento en una de las banquetas frente al micrófono apagado.

— Quería saber si estabas bien, porque desde que nos dijeron eso de fingir frente a los medios, te he notado mucho más distante conmigo estando aquí dentro.

Shoto suspiró. No podía negarle absolutamente ni una de sus palabras. Era cierto que había tratado de distanciarse un poco, pero sólo lo hacía por Izuku creyendo que podrían molestarle los murmullos y los rumores.

— No quería que te afectase demasiado – susurró finalmente Shoto –. Sé que estás haciendo esto o aceptaste hacerlo para que Bakugo se quedase en la banda porque yo quería que estuviera aquí, pero... no es fácil para ti tener que hacer esto. Por momentos, creí que te molestaría tener que verme más de la cuenta y traté de darte un poco de espacio aquí dentro ya que fuera no podré hacerlo.

— Estoy bien, Shoto. Somos amigos, eres mi mejor amigo y no quiero perder esto porque ellos digan que tenemos que fingir algo que no existe entre nosotros.

— Lo siento – susurró Shoto con una triste sonrisa en su rostro –. No volverá a pasar. Me comportaré como siempre. Te lo prometo.

— Vale – sonrió Izuku con su inocencia habitual.

***

De pie tras la gran mesa del representante, Bakugo terminaba de leer los documentos que le habían pasado. Una firma significaba que sería contratado. Mucha gente pagaría por convertirse en un ídolo, pero él tenía sus dudas. Veía a Shoto trabajando para la compañía. Siempre estaba exhausto y aunque quería creer que era por la simple razón de que era el compositor, otra idea rondaba en su mente. No era sólo el compositor. Shoto tocaba el bajo, cantaba y bailaba bien, era un genio o eso decían todos, pero él no lo había comprobado.

Sabía lo bueno que era Shoto, pero ser bueno no lo convertía en un genio. Levemente inclinado sobre el papel y con el bolígrafo en su mano, Bakugo se detuvo.

— ¿Por qué dudas? – preguntó el representante –. ¿Sabes cuánta gente desea un contrato con nosotros?

— Supongo, pero... he visto lo agotado que se encuentra Shoto.

— Shoto es un genio, de esos que ya apenas quedan.

— Ya... – susurró Bakugo –. Desde que he llegado, no dejan de decirme eso, pero...

— Nunca has visto el don de Shoto – sonrió el representante – bien, te lo mostraré si firmas.

— Para ser sincero, yo no quiero trabajar a ese extremo en el que le tenéis a él.

— No deberías preocuparte tanto por eso, Shoto ya dijo que él respondía por ti. Ahora firma y te enseñaré el don de ese chico.

Esa frase de que Shoto respondía por él le hizo fruncir el ceño y endurecer la mirada. No la entendía del todo, pero estaba claro que Shoto había prometido algo con tal de permitirle quedarse. Por alguna razón, pensar en que no firmar ahora podía echar por tierra lo que Shoto hubiera hecho le hizo firmar.

— Vamos, acompáñame.

Bakugo dejó el documento ya firmado en la mesa y siguió al representante. Ese hombre se detuvo sólo unos segundos a buscar unos papeles entre uno de los cajones y tras sacarlo, salió del despacho seguido por Bakugo. No se detuvo hasta llegar al comedor donde todos descansaban.

— Todoroki, tu instrumento.

Aquella frase paralizó a todos. Estaban en su rato libre y ninguno esperaba que les fueran a pedir más trabajo después de todo lo que habían hecho hoy. Todos estaban demasiado cansados.

— No creo que... – intentó hablar Izuku frente al asombro de todo.

— Agarra tu instrumento, Todoroki.

Poniéndose en pie y bajo el abrumador silencio que se hizo en la sala, Shoto agarró de una de las esquinas el bajo y colocó la cinta cruzando su pecho.

— Mira bien la partitura y memorízala.

— Pero... – intentó quejarse al ver el documento.

— 8...7...6...5...4...3...2...1... – apartó el representante el papel de sus curiosos ojos y entonces... –. Tócala.

— Necesito más tiempo...

— Tócala – ordenó de nuevo el representante. Shoto comenzó a tocarla.

Para asombro de Bakugo y el resto de presentes, las notas eran claras y precisas. No parecía haber ningún fallo en ellas.

— A un músico normal le costaría al menos cinco horas aprenderse una partitura como ésta – dijo el representante hacia Bakugo – a él le ha costado ocho segundos. Ése es su mayor don.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top