SEGUNDO DÍA:
Desperté de golpe y lo primero que pensé fue que aún era de noche. Segundos después noté el calor pegarse a mi piel y al mirar a mi alrededor comprobé que las persianas estaban bajadas y de ahí la oscuridad. Dejé que la luz entrara y al mirar la hora comprobé que eran las dos de la tarde. Varias figuras se movían en el lago aunque desde esa distancia no las distinguía. Me puse a rebuscar entre la ropa cuando observé que la punta de mis dedos estaba manchada de carboncillo. No recordaba haber pintado después de... de lo del bosque. Busqué mi bloc y lo encontré bajo la almohada. Tampoco recordaba haberlo gurdado ahí. Pase las páginas rápidamente y vi un dibujo que no recordaba haber pintado. Tuve que retroceder unas páginas para volver a encontrarlo. Estaba dibujado a carboncillo lo que quería decir que posiblemente lo hubiera hecho yo, aunque no fuera consciente de ello. El dibujo dejaba ver el bosque posiblemente de noche y un cuerpo en el suelo. Estaba de espaldas por lo que no podía ver quien era. Tal vez no fuera nadie, al fin y al cabo solo era un dibujo. Me fije que también había algo en el suelo, junto a la pierna de esa persona. No distinguí muy bien que era por lo que no le di importancia.
- Veo que estás despierta - dijo Daniel a mi espalda.
La sorpresa me hizo girarme bruscamente y cerrar el bloc a toda prisa.
- Perdona, no quería asustarte. ¿Estabas dibujando algo? - me preguntó.
- Más o menos - contesté gurdando el bloc bajo la almohada.
- Vamos a comer junto al lago. Llevate un saco de dormir porque esta noche nos quedaremos allí.
Asentí a modo de respuesta y Daniel se dio media vuelta para irse. El lago no estaba lejos de la casa pero si lo suficiente como para que el camino al ser cuesta y a través del bosque cansara. La ida era sencilla porque era cuesta abajo pero subir de vuelta era otro tema. Cuando llegué a la orilla dejé las cosas junto a las de los demás y me acerqué a una pila de madera que intentaban encender.
- ¿Necesitáis ayuda con algo? - me ofrecí.
- Sí, necesito que vayas a buscar algo - me dijo Dana.
- Claro.
- Un vestido que no sea de hace trescientos años porque pareces sacada de una peli en blanco y negro - se rió Dana.
Patrick y Brenn rieron la gracia aunque Lydia le dio un codazo a su novio, lo cual no sirvió de mucho.
- A mi me gusta - me defendió Daniel -. Además si no te gusta, no mires.
- Ya ha venido el caballero de brillante armadura a salvar a su damisela en apuros - contestó Brenn.
- No sabía que los príncipes también rescataban ogros - se rió Dana.
- Ya basta - dijo Daniel tranquilamente.
- ¿Qué? Solo es una broma - contestó Dana.
- No te lo tomes tan en serio - dijo Brenn.
- Déjales, no les hagas caso - me dijo Lydia separándome del grupo.
Paseamos cogidas del brazo por la orilla.
- ¿Estás bien? Por lo de anoche - me pregunta Lydia.
- Sí, tranquila. Solo fue el susto.
- Dana es así. No piensa lo que dice.
- Ya lo sé.
En el fondo me molestaba un poco que Lydia siempre la defendiera pero como era mi amiga no se lo tenía en cuenta. Volvimos cuando apartaban las salchichas del fuego para ponerlas en los panes y echarles ketchup y mostaza. Abrieron varias cervezas aunque yo preferí beber agua. Vi que Dana quería hacer un comentario al respecto pero Daniel la mandó callar con la mirada antes de que abriera la boca. El resto de la tarde fue tranquila gracias a que Dana y Brenn se dedicaron a enrollarse en el lago, y Lydia y Patrick iban y venían entre paseo y paseo. Daniel me hizo compañía y supo cuando hablar y cuando no, lo cual fue todo un detalle.
Por la noche me aparté a un rincón e hice algunos bocetos con la linterna del móvil mientras los demás bebían junto a la hoguera. Me fui a dormir cuando los demás seguían bebiendo pero desperté en mitad de la noche y a mi alrededor todo estaba calmado.
La hoguera practicamente se había apagado y solo se apreciaban unas chispas entre el humo. Daniel dormía a mi lado en una postura que parecía bastante incómoda y Lydia y Patrick estaban al otro lado abrazados. De Brenn y Dana no había ni rastro por lo que supuse que habían ido a la casa para entretenerse a su manera.
- ¿Tienes frío? - me preguntó Daniel.
- Pensaba que dormías - contesté.
- Hasta hace un segundo sí. Toma - me dijo tendiéndome una manta.
Fui a cogerla pero se acercó y me la colocó sobre los hombros de modo que su rostro quedó a solo unos centímetros del mío. Se acercó un poco más y supe que si me besaba no se lo impediría pero algo más interrumpió el momento. Un grito. Concretamente de mujer por lo que posiblemente fuera de Dana. Lydia se despertó de golpe y Patrick la siguió.
- ¿Qué ha sido eso? - preguntó Lydia aún somnolienta.
- Un grito. Era Dana - contesté.
Daniel se puso en pie y me ayudó a levantarme. Lydia y Patrick también se pusieron en pie y nos dirigimos hacia donde habíamos oído el grito. Oí un ruido, un suave susurro que llegaba como un frío soplo de aire. Me detuve para mirar a mi alrededor y un escalofrío me recorrió la espalda cundo vi a una niña en camisón blanco correr entre los árboles. Sin pensarlo salí corriendo tras ella ignorando los gritos de los demás para que me detuviera. A medido que me acercaba a la chica oí otros gritos, parecía Brenn.
- Chicos, traed un móvil. Hay que llamar a emergencias - gritó a pleno pulmón.
- Lydia, trae tu móvil - grité a mi espalda - ... y el botiquín - añadí siguiendo mi intuición.
Lydia me oyó y se dio la vuelta para ir de vuelta a la orilla del lago. La niña había desaparecido pero ya veía la linterna de Brenn dar vueltas entre los árboles. Corrí hasta llegar junto a un cuerpo de espaldas con algo en la pierna. Mi dibujo cobró más sentido que nunca pero la imagen ante mi me hizo girarme para vomitar. Daniel no tardó en apartar la mirada cuando vio lo mismo que yo. La pierna de Dana estaba aprisionada en una trampa de oso que parecía completamente oxidada. Sin embargo, la peor parte era el estado de su pierna. El hueso se había astillado y sobresalía de la piel. La sangre brotaba oscura al ritmo del latido del corazón y caía entre las hojas secas. El hueso extrañamente libre de sangre brillaba con un color nacar a la luz de la luna y dejaba la pierna en una posición que sería digna de un cuadro cubista de Picasso. Aparté la mirada sintiendo que lo poco que me quedaba en el estómago también lo vomitaría. Daniel me agarrró el pelo mientras las arcadas me hacían perder la respiración y Lydia a unos centímetros de mí se había encogido y miraba petrificada la escena. Patrick le quitó el móvil y el botiquín entregándole el primero a Brenn y abriendo el segundo junto a la pierna de Dana que parecía haberse desmayado.
- Venga tío, haz algo. Tu estudias medicina - le dijo Brenn a Patrick marcando el número de emergencias.
- Estoy en el primer año. Eso es lo mismo que nada.
- Mierda. No hay cobertura.
- Pues que alguien suba más arriba a llamar. Pero necesito tu ayuda y la de Daniel para quitarle esto.
- Yo llamaré - dije cogiendo el móvil.
- Llévate a Lydia - me ordenó Patrick.
Me acerqué a Lydia y tiré suavemente de ella para que me siguiera. Mientras me alejaba oía como Patrick les daba órdenes.
- Dame tu cinturón Brenn. Primero tengo que hacerle un torniquete. Daniel tu busca algo resistente para abrir la trampa pero que no se rompa porque no podemos dejar que se vuelva a cerrar.
Intenté marcar varias veces pero seguía sin dejarme llamar. Incluso cuando llegué a la cabaña y me subí a la camioneta de Brenn el móvil seguía sin dar señal. Oí otro grito de Dana que me paralizó por completo. Un grito desgarrador lleno de dolor y sufrimiento. Volví a marcar sin éxito alzando la mano como si esos pocos centímetros pudieran marcar la diferencia. En la lejanía vi como volvían con Dana en brazos. Entré corriendo a la cabaña y cogí las llaves de la camioneta.
- El móvil no da señal. Aquí están las llaves - dije dándoselas a Brenn.
- Será mejor que vaya yo. Hay que ajustar el torniquete cada diez minutos y controlar cuanta sangre pierde - dijo Patrick.
Brenn le dio las llaves sin discutir y ayudaron a subir a Dana al coche que temblaba del miedo o tal vez del dolor. Les vimos marchar pero nos quedamos unos minutos esperando, mirando a la nada sin sentido. No sé cunto tiempo pasó hasta que poco a poco todos nos fuimos retirando.
- Arianne, ¿por qué corriste? - me preguntó Daniel.
- Vi a alguien - contesté sin pensar.
- ¿A quién? - preguntó Brenn poniéndose a la defensiva.
- No lo sé. No lo vi bien - en cierto modo no era mentira. Había visto una niña y no le había visto la cara aún.
- ¿Estás segura? - contestó Lydia aparentemente preocupada, posiblemente por mi salud mental.
- Sí. Soy la única que no ha bebido aquí.
- De todas formas, ¿qué hacíais en el bosque? - preguntó Daniel a Brenn.
- Dana quería coger una chaqueta y a la vuelta estabamos corriendo para ver quien llegaba antes cuando ha pisado la trampa.
- ¿Pero qué demonios hacía la trampa ahí? - preguntó Lydia con los ojos llorosos.
- No lo sé. Supongo que estaría en el cobertizo. Ahí hay muchas cosas viejas pero ni idea de como llegó al boque.
- Alguien ha tenido que colocarla. Pero, ¿quién? - pregunté mirando a todos los presentes.
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