PRIMER DÍA:
Esperé paciente junto al portal. Esa misma semana Lydia me había avisado de que iba a ir con unos amigos a una casa junto al lago y creyó que me vendría bien despejarme un poco. En un principio no había accedido pero me insistió mucho y finalemente hice la maleta. Lydia era mi mejor amiga desde que tenía memoria y fue ella quien me presentó a Daniel. Lydia llevaba un par de años saliendo con Patrick y un día me invitaron al cine para presentarme a un amigo. Ese amigo se acabó convirtiendo en mi novio durante unos meses. Pero Daniel y yo decidimos dejarlo. A pesar de eso, seguíamos siendo amigos y en las quedadas de grupo siempre estábamos.
Lydia era completamente opuesta a mí. Ella tenía la piel oscura, pelo negro y ojos oscuros mientras que mi piel era blanca, mi pelo de un castaño cobrizo y mis ojos color avellana. Lydia era todo curvas y estilo mientras que yo apenas destacaba a su lado.
- Me alegra que al final vengas - dijo Daniel aparcando el coche frente a mí.
A modo de respuesta sonreí. Entré en la parte de atrás donde me esperaba Lydia. En la parte delantera junto a Daniel se encontraba Patrick. Patrick era un chico de pelo y ojos castaños. Estudiaba en la facultad de medicina y era un chico aplicado y responsable aunque no le hacía ascos a pasar unos días en una casa sin vigilancia de ningún tipo. Una camioneta se colocó a nuestra altura e hizo sonar el claxon. Dana se asomó y saludó enérgicamente. Llevaba un top rosa chillón que dejaba ver una tripa plana fácil de envidiar. Los padres de Brenn, su novio, eran los dueños de la casa a la que ibamos y habían accedido a regañadientes a que Brenn nos invitara. El camino fue largo así que aproveché para sacar mi bloc de dibujo y hacer algunos bocetos. Lydia hablaba emocionada con Daniel y Patrick, e intentaba que colaborara en la conversación pero prefería mantenerme al margen y contestar con sonrisas. Siempre había sido tímida y la única razón por la que tenía amigos era porque un día Lydia decidió irrumpir en mi vida para ponerla patas arriba.
Tras varias horas en coche, llegamos a unos serpenteantes caminos de guijarros que nos conducieron a una magnífica cabaña de madera y cristal junto a un lago de agua tan cristalina que reflejaba el cielo y el bosque que lo rodeaba. Aparcamos junto al porche y ayudamos a bajar todo el equipaje entre el que se encontraban varias minineveras con cervezas y refrescos, bolsas de comida y de alcohol, y la ropa de cada uno. Brenn nos enseñó la casa y nos llevó a nuestras habitaciones. Dejé las cosas en el que sería mi cuarto los próximos días y abrí la ventana para dejar entrar el aire.
- Pensé que no vendrías - dijo Dana apoyándose en el marco de la puerta.
No me caía nada bien y ella a mí tampoco me aguantaba. Le psrecía demasiado sosa y aburrida y la única razón por la que estábamos juntas era por Lydia. En vista de que no contestaba decidió darse la vuelta e irse meneando suavemente las caderas. Daniel se asomó para avisarme de que en un rato bajarían al lago por lo que si quería bañarme debía ponerme el bañador. Cuando terminó de decirlo no se marchó y presentí que quería decirme algo.
- ¿Quieres algo más? - pregunté alzando las cejas.
- Es solo que... cuando me dejaste dijiste que querías algo de tiempo y no se cuanto es eso exactamente.
Eso le dije pero no era exactamente lo que pensaba. Daniel era el novio ideal. Guapo, con el pelo castaño, los ojos de un azul intenso, con cuerpo atlético, simpático, divertido, detallista, comprensivo... pero en mi opinión, podría estar con chicas de la talla de Dana y no con una cualquiera con problemas para socializar como yo. Me sentía mal privándole de disfrutar algo que realmente mereciese así que le pedí un tiempo.
- Necesito pensarlo - le contesté.
Sonrió con melancolía y se marchó a su habitación. Deshice la maleta y miré los tres bañadores que había elegido. Me puse uno pero nada más mirarme al espejo decidí colocarme un vestido por encima. Iba a encontrarme con Dana y Lydia en unos biquinis que apenas cubrirían unos cuerpos dignos de revistas por lo que no quería ponerme muy cerca cuando eso ocurriera. Bajé a la planta principal donde había un espacioso salón con montones de ventanas que permitían observar el paisaje. Brenn y Dana se habían adelantado para sacar la pequeña lancha que tenían los padres de Brenn así que los demás bajamos después. Cruzamos un tramo de bosque hasta llegar a la orilla del lago cubierto por una arena grisácea llena de piedrecitas. Colocamos las toallas en circulo y dejamos las minineveras a la sombra. Brenn apareció en la lancha mientras Dana gritaba emocionada sentada en la parte delantera. Dejó la lancha en la orilla y saltaron al agua animándonos a los demás a seguirles. Lydia corrió en dirección al lago arrastrando a Patrick con ella. Yo sin embargo, opté por sentarme en mi toalla y abrir el bloc de dibujos.
- ¿Piensas quedarte a un lado todo el finde? - me preguntó Daniel sentándose a mi lado.
- Me parece una buena opción - dije repasando algunas líneas de dibujos ya terminados.
- No pienso permitir que desperdicies unos fantásticos días de vacaciones.
No le miré por lo que cuando se levantó pensé que se iría. Por el contrario, me agarró de la cintura, me subió a su hombro y corrió hacia el agua. No me dio tiempo a gritar antes de notar como me lanzaba al agua. Lydia me abrazó emocionada de que participara en alguna actividad. Dana no pareció tan emocionada así que decidió robar la atención de todos desabrochándole el biquini a Lydia. Todos rieron aunque a mí no me pareció tan divertido. Lydia persiguió a Dana intentando devolverle la jugarreta hasta que se cansó y se dio por vencida. El agua no estaba fría y el viento no era muy fuerte pero al estar quieta noté como el frío se apoderaba de mi cuerpo. Me fui apartando poco a poco hasta asegurarme de que nadie notaba que me iba y poder salir sin problemas. Tuve que quitarme el vestido para dejarlo al sol y que se secara antes. Oí un ruido a mi espalda y me levanté asustada. Me acerqué esperando ver la sombra de algún animal cuando una niña corrió de un lado a otro. Intenté seguirla pero se desvaneció como la espuma al llegar a la orilla y volví a la toalla fingiendo no haber visto nada.
La noche no tardó en caer, lo que nos obligó a ir a buscar algo de madera al bosque. Daniel se ofreció a ir conmigo pero preferí ir sola. Lydia tampoco me hacía mucho caso porque estaba ocupada con Patrick. Mientras recogía unas ramas secas oí un crujido unos metros más adelante y levanté la vista de golpe, asustada.
- ¿Hola? - pregunté para ver si alguien del grupo andaba cerca.
Nadie respondió y me dio miedo volver a ver a la niña de antes. Mi imaginación me estaba jugando una broma pesada. Seguí hacia delante cuando algo se me echó encima. Caí al suelo golpeándome fuertemente un brazo y soltando un grito que me desgarró la garganta. Incluso cuando oí las risas, el mundo pareció dar vueltas al ritmo de mi corazón que acelerado me golpeaba el pecho. La risa de Dana me produjo especial mareo y sentí que me faltaba el aire. Intenté llenar los pulmones pero no me parecía suficiente aire y cada vez necesitaba más.
- Venga Arianne, que no ha sido para tanto - dijo Brenn.
- No seas llorica. ¿Acaso se te ha olvidado respirar? - se burló Dana.
- Ari, ¿estás bien? - me preguntó Lydia agachándose a mi lado.
Las voces sonaban distantes y nada parecía tener importancia. Seguí intentado respirar pero parecía como si una piedra me aplastara el pecho y no me dejara coger aire suficiente. Oí una risa nueva pero no era ni la de Dana ni la de Brenn. Era una risa infantil acompañada del vuelo de un vestido blanco. Seguí la figura con los ojos y la niña corrió de un lado a otro. Iba de lado con el pelo tapándole el rostro por lo que no pude verle la cara.
- Arianne, mírame - me dijo Patrick arrodillándose a mi lado.
Aparté la vista de la niña para fijarla en Patrick.
- Venga, intenta respirar despacio - me animó.
Cogí aire despacio pero la respiración se volvió a cortar obligándome a respirar repetidas veces.
- Despacio - dice Patrick agarrándome las manos para consolarme.
- ¿Qué pasa aquí? - pregunta Daniel entrando en escena.
- Dana la ha asustado y le ha dado un ataque de ansiedad.
- ¿Por qué no miras las estrellas? - me preguntó Daniel sentándose a mi lado.
Le hice caso y levanté la vista. Las estrellas parecieron girar y dar vueltas a mi alrededor.
- Fíjate en aquella que brilla tanto.
Busqué la estrella que me indicaba, lo cual me llevó un tiempo pues todas se movían como estrellas fugaces. Cuando la encontré, fijé la vista para que las demás se pararan y pareció funcionar.
- Eso es, respira - me dijo Daniel con voz tranquila.
Brenn, Dana y Patrick recogieron las cosas mientras Daniel y Lydia me acompañaban a mi cuarto.
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