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-Jennie te juro que si no dejas de mirarla hablaré yo misma con el gerente del gimnasio y lo amenazaré hasta que coloque una pared de concreto justo ahí. -Jisoo señaló el enorme ventanal que separaba la sala de pilates a la de boxing. -Por Dios, Kim. Sólo es que vayas a hablarle así como yo lo hice con Lisa, no es tan difícil. -Siguió quejándose. Jennie ignoró a su mejor amiga y siguió mirando hacía el salón que estaba justo en frente suyo, observando al par de chicas que estaban entrenando juntas.

Rosé Park y Lisa Manoban; 23 años cada una, estudiante de medicina e ingeniería química respectivamente, hermanastras, estusiastas del gimnasio y amantes de los tatuajes.

Las había visto desde el mes pasado cuando, después de la insistencia de su mejor amiga y un "Vamos Jennie, allá podrías conocer a alguien." que la terminó por convencer, se inscribió. Las primeras dos semanas habían transcurrido con tranquilidad, uno que otro chico se le acercaba para coquetearle y dependiendo su estado de ánimo les seguía el juego o los rechazaba amablemente.

Un suspiro cansado salió de sus labios y dejando de mirar al par de chicas, volteó hacía su mejor amiga, mirándola con aburrimiento respondió: -Cállate, sí es difícil. Te recuerdo que acabo de salir del clóset y que no sé cómo coquetear con una mujer. -Sé sentó en el suelo, estiró sus piernas y brazos, agarrando sus pies con las manos. -Además, no sabemos si a ella le gusten las chicas. ¿Y si tiene novio?

Jennie hace apenas tres meses había logrado aceptar que también le gustaban las chicas tanto como los chicos. Tardó 24 años de su vida darse cuenta de que los elogios que daba a las mujeres no eran porque simplemente le parecieran bonitas y ya, sino que, además de eso, también las quería encima suyo.

Jisoo soltó una carcaja tan fuerte que logró sobresaltar a las demás personas que estaban dentro de la misma sala y a la misma Jennie, quien la miró de mala gana. -¿Cómo vas a decir que esa chica es hetero? -La cuestionó con gracias. -Se nota de acá a la casa de mis abuelos, que en paz descanse, que puede gustarle cualquier cosa menos los hombres.

Jennie rodó los ojos y la miró seriamente. -Perdón por no tener tu superpoder de "logro saber quién se la come doblada y quién no." -Intentó imitar la voz de Jisoo mientras se acomodaba nuevamente para retomar la rutina que su entrenador le había hecho y se vio interrumpida por la mujer alta y con tatuajes que la desconcentraba sin siquiera intentarlo.

Su mejor amiga negó con la cabeza. Al ver la intención de Jennie para pararse dijo: -Ven, te ayudo. -La tomó de las manos para levantarla del suelo y luego se acomodó para seguir también con su rutina. -Para tú información, se llama "gaydar" no superpoder y no es por eso. ¿No haz visto la cara de desagrado que pone cuando un hombre se le acerca más de lo normal? Estoy empezando a pensar que no es algo que haga a propósito sino que hace parte de su naturaleza, ¿sabes? -Divagó. -En fin, la cuestión acá es que esa chica es más lesbiana que tú y yo juntas.

-No somos lesbianas, boba. -Rio divertida.

-Ya lo sé, pero sabes a lo que me refiero. -Jisoo le dio un pequeño empujón, riendo también. -Hablo en serio, Jen. Sólo es que llegues hasta allá, la agarres del brazo tocando esos músculos tan ricos que se le ven y le digas: Jennie Kim, mucho gusto. Y tú eres quien me dará la cogida de mi vida.

Jennie paró lo que estaba haciendo para, nuevamente, dedicarle una mala mirada a quien ella llamaba mejor amiga y a la misma a la que estaba empezando a cuestionarle ese título. Jisoo la miró riéndose.

-Qué graciosa, Jisoo. No habrás comido verga de payaso, ¿o sí? -Cuestionó con sorna, a lo que Jisoo respondió sin titubear.

-No, pero sí me comí a Lisa que es equivalente a eso; es divertida. -Jennie abrió la boca sorprendida y empezó a darle palmaditas en el brazo.

-¿Por qué no me dijiste nada? -Se quejó, poniendo la voz aguda y luego se detuvo. -¿Cuándo fue? Ahora debes contarme.

-Creí que ya lo sabías. -Dijo pensativa. -La semana pasada, el miércoles. ¿Recuerdas que te dije que me acercaría a decirle lo mismo que te estoy diciendo que le digas a Rosé?

Jennie sorprendida le respondió: -Creí que era joda. Por Dios tiene que ser joda, Jisoo. -Frunció el ceño. Sabía que su mejor amiga podía llegar a ser atrevida, pero hasta qué punto. Sinceramente no lo sabía.

-No es joda, reina. Caminé hacia ella, mirando esos deliciosos muslos en lo que por fin pude montarme, le toque ese lindo, delgado pero fuerte brazo tatuado y le dije: Soy Kim Jisoo, la próxima persona que estará gimiendo tu nombre. -La miró con tal seriedad que Jennie supo que no estaba mintiendo. -Por favor, Jennie. Me conoces hace diez años, sabes cómo soy.

Jennie asintió. -Sí y por eso mismo creí que estabas bromeando. -Jisoo se encogió de hombros, restándole importancia. -¿Cómo?

-Bueno, a diferencia de Rosé, Lisa sí suele mirara su alrededor y, oh sorpresa, la pillé mirándome el culo cuando estaba haciendo sentadillas. -Contó. Jennie la miró curiosa, esperando a que prosiguiera. -Cuando me le acerqué pensó que iba a reclamarle, debiste ver su carita. La cosa es que, ¿recuerdas que te dije que debía irme? -Su compañera asintió. -Bueno, ella salió al mismo tiempo que yo, haciendo que mágicamente mis planes se cancelaran y me llevará a su apartamento para darme lo que fue la mejor cogida de mi vida. -Finalizó con un suspiro de satisfacción. -Está tan fuerte y coge riquísimo. -Murmuró.

Jennie hizo una mueca de desagrado fingida. -No te vayas a correr acá, zorra. -Dijo con gracia.

-Para correrme tengo a Lisa. -Le guiñó un ojo juguetonamente. -Hemos estado saliendo. De hecho, hablé con Rosé, es una chica bastante agradable y dulce; curioso con la pinta que se carga. Estereotipos, supongo. Pero siento que vive en su mundo, capaz por eso no te ha volteado a mirar. Y lo digo porque hasta Lisa pensó en coquetearte también y como buena fuckgirl que es, le preguntó a alguien, en este caso Rosé, qué tal le parecías y le dijo que eres preciosa pero... -Elevó levemente la voz y subió su dedo índice, queriendo recalcar lo que diría a continuación. -Le dijo que mejor no se metiera contigo. No supe realmente cómo interpretarlo, tampoco Lisa, de paso no le dijo nada más. En fin, yo soy fiel creyente en que sí le interesas pero es tímida. -Le dio un pequeño empujón en el brazo y dijo para finalizar: -La atracción existe, por algo te digo que vayas por ella.

Jennie suspiró intrigada y miro nuevamente hacía la sala de boxing. Ahí se encontraba la mujer por la que había estado suspirando las últimas semanas. Se mordió el labio mientras la analizaba nuevamente de pies a cabeza, como si fuese la primera vez la veía y entre más la miraba, más le atraía. Alta, delgada pero de piernas y brazos marcados demostrando las horas que suele estar metida en el gimnasio entrenando. Tal vez también solía salir a correr o jugaba baloncesto.

Se fijó en sus manos cerradas, formando puños y la vio acomodarse delante de su hermanastra, haciendo lo que a Jennie le pareció un movimiento propio del deporte que estaban entrenando. Sus manos se veían fuertes, tenía una banda blanca rodeándolas cubriendo sus nudillos, notaba las venas más marcadas de lo habitual debido a la fuerza que empleaba para empuñarlas. Subió la mirada para toparse con sus brazos; a diferencia de Lisa, ella no estaba totalmente tatuada en ellos, tenía una buena cantidad pero no le cubría como lo hacía con la chica que estaba a su lado. Vio como su músculo se tensaba a causa de los movimientos que hacía, provocando que éste mismo sobresaliera un poco más. Siguió recorriéndola hasta llegar al cuello, donde pudo distinguir una vena marcada, luego a su mandíbula tensa, su perfil y por último a su cabello rosa recogido en una coleta alta, con uno que otro pelo rebelde pegado a su nuca a causa del sudor.

Al acabar de examinar detalladamente desde su torso hacia arriba, prosiguió con lo demás: bajó su mirada hasta sus piernas descubiertas, estaba usando un short. Miro sus músculos gemelos marcados y luego sus muslos que también lo estaban, además de uno que otro tatuaje. Jennie inclinó la cabeza hacía un lado preguntándose cuántos tendría, le encantaría contarlos y lamerlos.

Pero, a pesar de que sus piernas le encantaba y se veían provocativas, los brazos era su parte favorita. Y es que cómo no serlo cuando se ven tan marcados y fuertes, al igual que sus hombros. Pero a pesar de verse así, también podía notar la suavidad de su piel, ¿acaso era posible saberlo con tan solo una mirada? sí y al que no le parezca, que se joda diría Jennie.

Dejó que su mente siguiera viajando, imaginando cómo sería tener esos brazos alrededor suyo, tomándola con sus fuertes manos de la cintura. Qué se sentiría agarrarse de sus hombros mientras la montaba, acariciarle la marcada espalda y clavarle las uñas, que después se le colocara encima, sintiendo su cuerpo tenso y sudoroso sobre ella, su respiración agitada y caliente en su cuello, rodearle las caderas con sus piernas y agarrarle el culo mientras se la cogía con un str-

-¡Jennie! -Sintió un fuerte empujón que la sacó de la fantasía erótica que estaba teniendo con Rosé. -Acabo de escucharte gemir, la que se correrá acá será otra. Ahora sí ve donde ella, porque a diferencia tuya, yo sí tengo quién me haga venir.

En un abrir y cerrar de ojos se dio cuenta que se encontraba siendo arrastrada por su mejor amiga de un brazo hacía la sala de boxing. Sabía que estaba vez no estaba bromeando pero ella tampoco quería enfrentarla. Bueno, en realidad sí pero su temor superaba con creces su deseo sexual y era lo que le impedía ir hasta allá y plantearle cara por sí sola. Así que, aunque haya empezando a gruñir e insultar a Jisoo por obligarla a hablar con la belleza tatuada, internamente estaba construyéndole un altar y creando una nueva religión, agradecida de que la esté forzando a ir hasta Rosé.

Cuando llegaron hasta la puerta de cristal, Jennie se soltó con fuerza del agarre y se apoyó en el brazo de su mejor amiga, respirando profundo. Miró sus tenis deportivos un segundo, pensando en lo que podría decir, porque ella obviamente no haría lo que hizo Jisoo. Lo último que quería era un golpe de esa deliciosa mano -al menos no se esa forma- y una orden de alejamiento.

-Tú puedes, dale. -Escuchó la voz de Jisoo animándola, dándole un breve apretón de apoyo en su hombro. Dejó de mirar su zapatos y volteó a verla, tenía una sonrisa que logró transmitirle seguridad y, soltando el aire que tenía retenido, empezó a caminar con confianza hacía Rosé y Lisa.

Jisoo aplaudió entusiasmada y sonrió grande, orgullosa de la valentía que había crecido dentro de su mejor amiga. Pero se detuvo cuando la vio voltearse y correr hacía ella nuevamente.

-¿Y si es pasiva? No puedo estar con una pasiva, ¿Qué harían dos pasivas en una habitación? ¿Y si me toca ser activa a mí? Yo no sé hacer eso, es qué ni sé que es eso, ¿Es un país? Sí. -Se calló al sentir un zape en su frente.

-Cállate, boba. No es pasiva. Recuerda, nadie es más pasiva que tú. Ahora ver por ella. -Se burló Jisoo mientras la agarraba de los brazos y la volteaba a de nuevo, dándole un pequeño empujón.

Jennie caminó de nuevo, empezando a idear distintas maneras de comenzar una conversación con la mujer de cabello rosa. Todas y cada una de ellas le parecía peor que la anterior. Y si pretendía que se desmayaba y caía dramáticamente sobre sus brazos, podría ser. Luego despertaría y lo primero que se encontraría sería el hermoso y perfecto rostro de Rosé. La chica más alta se enamoraría perdidamente de ella y cogerían todo el día todos los días. El plan perfecto si le preguntaban.

Y hubiese seguido divagando si tan solo no se hubiera estrellado contra la espalda de la mujer de sus fantasías, provocando que se tambaleara hacía atrás. Jennie cerró los ojos esperando a que su trasero se estampara contra el suelo, pero el golpe nunca llegó. Lo que sí llegaron a ella fueron un par de fuertes y suaves brazos rodeando su cintura rápidamente y un perfecto rostro con expresión asustada que estaba a su altura debido al movimiento que tuvo que hacer para agarrar antes de que cayera.

Rosé tenía la boca entreabierta, respirando profundamente debido al cansancio del ejercicio y el susto que le dio la pequeña chica que estaba entre sus brazos. Antes del incidente, se encontraban haciendo lagartijas y se había puesto de pies para estirarse hasta que sintió un golpe en su espalda, que la alarmó e hizo que volteara rápido, agradecida de tener sus reflejos agudizados para poder reaccionar deprisa y agarrar a Jennie, impidiendo que ésta cayese.

-Hey, ¿estás bien? -Preguntó con notable preocupación Rosé, sin cambiar la posición.

Jennie asintió repetidas veces con la cabeza, quiso hablar pero el único sonido que salió de sus labios fue un balbuceo.

-Vale, vale. Ahora te soltaré, ¿bien? -Volvió a hablar la chica de cabello rosa.

Al escuchar esto, Jennie entró en pánico. Acaba de aterrizar en sus brazos, no puede simplemente apartarla de ellos sin más. Sí, son suyos pero ¿y qué? ellas los tiene todo el tiempo, que no sea egoísta. Y fue ahí cuando decidió seguir con el plan: fingió desmayarse.

Rosé al ver como el cuerpo caía en peso muerto se alarmó y miró hacía los lados buscando con la mirada asustada a su hermanastra. No la halló y estaba empezando a desesperarse, hasta que escuchó la característica risa de Lisa que usaba cuando se ligaba a alguna chica. Miro hacía el frente y frunció el ceño enojada cuando la vio junto a Jisoo, el nuevo culo que se había conseguido la semana pasada y por la cual la había abandonado. No la malinterpren, de hecho le cae bien la chica, pero tenía planes ese día y tuvo que posponerlos porque lo último que quería era estar en el apartamento que compartían escuchando los gemidos de ambas.

Suspirando con indignación, agarró a la chica más baja al estilo nupcial sin ningún esfuerzo, tenía la fuerza suficiente para cargarla y tampoco era que pesara mucho. Empezó a caminar hacía Jisoo y Lisa, quién estaba casi encima de la más baja, acariciando su cintura con una mano mientras la otra la tenía apoyada en la pared. Se aclaró la garganta con fuerza, llamando la atención de ambas.

Jisoo al ver a su mejor amiga inconsciente en los brazos de Rosé, empujó sin cuidado a Lisa apartándola de ella ignorando el quejido de la chica más alta y se acercó preocupada.

-¿Qué le pasó? ¿Qué le hiciste? -Preguntó enojada mirándola. Lo último que había visto de ella fue cómo se estrellaba contra su espalda y Rosé la agarraba en brazos. Luego llegó Lisa para distraerla y no supo que había pasado a continuación.

-Yo no le hice nada. -Respondió rápidamente con indignación. -Se había tropezado conmigo y la agarré. Después se desmayó, pero te juro que no hice nada. -Volvió a aclararlo.

Jisoo la miró entrecerrados sus ojos, de manera acusatoria. Iba a protestar nuevamente hasta que escuchó la voz de Lisa a sus espaldas.

-Es cierto. Rosé no lastimaría ni a una mosca y en caso de hacerlo primero se desgastaría disculpándose. -Aseguró la chica de cabello negro, pasándole un brazo por los hombros a Jisoo y atrayéndola a su cuerpo. -Además vi cómo se desmayaba en sus brazos.

Rosé y Jisoo voltearon a verla indignadas. La más baja le dio un golpe fuerte en el abdomen, provocando que se echara hacía atrás levemente y se quejara. Aunque estaba pequeña pegaba con fuerza.

-Y si viste que se había desmayado, ¿por qué no me ayudaste? -Preguntó enojada.

Lisa señaló a Jisoo como si fuese la respuesta más obvia y respondió: -Tú tienes la suficiente fuerza para alzar a una persona, más a alguien de su tamaño. Además la futura doctora serás tú, no yo.

Suspirando y tratando de calmarse para no poner a Jennie en su hombro, dejando su otra mano libre y poder golpear fuertemente a su hermanastra, Rosé negó con la cabeza y empezó a caminar hacía la enfermería del gimnasio, seguida de Jisoo y Lisa, quienes estaban discutiendo por lo idiota que podía resultar ésta última según la mujer más baja.

Jennie, quién seguía "inconsciente" en los brazos de Rosé, estaba haciendo un baile de victoria dentro de su cabeza por haber logrado su cometido, festejo que se detuvo cuando escucho lo siguiente de la boca de la chica de cabello rosa: -Enfermera, necesito una camilla, por favor. -Provocando que el pánico volviera a invadir su cuerpo.

Estaban en la enfermería, podrían saber que estaba fingiendo y cómo miraría a la cara a Rosé cuando lo supiera, qué le diría como excusa, se moriría de vergüenza. O peor: la odiaría, le pondría una denuncia y su final feliz se vería culminado de la peor manera.

-Por acá, Rosie. -Escuchó una voz joven, suponiendo que era de la enfermera. ¿Rosie? ¿Por qué esa mujer le llama así la futura dueña de sus orgasmos? Quién se creía que era. Sino estuviese desmayada le habría dedicado una de sus tenaces miradas, esa que es capaz de intimidar al mismísimo Satanás.

-Gracias Hyeri. -Escuchó la voz de su futura mujer. Ah y la llama por su nombre, bien. -Deja yo me encargo, no te preocupes. Sigue con lo tuyo. -Volvió a escuchar su linda voz y Jennie agradeció a todos los santos por aquello.

-¿Y si murió? -Quiso reír al escuchar otro quejido por parte de Lisa, sabiendo que seguramente su mejor amiga le había propinado otro golpe.

Bueno, al final era cierto lo que había dicho Jisoo y Lisa sí tenía su gracia. Por otro lado, recuerda perfectamente la mirada preocupa de Rosé cuando la había agarrado evitando que cayera. Le generó tanta seguridad y ternura que quiso comerle la boca ahí mismo. Sí, se calentó pero acá nadie es quien para juzgarla.

-¿Está bien? -Preguntó con notable preocupación Jisoo al notar que Rosé no decía nada y se dedicaba a mirar curiosa a la mujer acostada en la camilla.

La chica alta volteó a mirarla y sonrió, queriendo trasmitirle tranquilidad. -Sí, sí. No te preocupes por ella. Lo más seguro es que haya entrado en estrés, sabes cómo suele ser de ruidoso este lugar. Eso provocó que el fluido sanguíneo disminuyera y perdiera la consciencia.

Jennie estaba preguntándose seriamente si era posible excitarse con tan sólo escucharla hablar así. Esta chica era un plus; no sólo estaba buena, sino que también era inteligente y eso la hacía mucho más sexy.

-Uh, corran antes de que aparezca docsé y empiece a diagnosticarnos a todas. -Se burló Lisa. Y es que Jennie quiso plantarle un golpe en toda la cara para que se callara y que Rosé siguiera diagnosticándola todo lo que ella quisiera.

Ahora que lo analizaba detalladamente, ella sería una buena ayuda para sus clases de anatomía porque se dejaría revisar lo que quisiera, contribuirá al aprendizaje de una futura salvavidas y Rosé la tocaría como tanto lo desea. Jennie se dio ya palmadita en el hombro como gesto de orgullo hacía sí misma por las ideas tan maravillosas que rodeaban su cabeza.

Ahora tenía otra fantasía: Rosé con su uniforme de médico, con la bata blanca puesta y el estetoscopio alrededor de su cuello. Ella sobre su escritorio porque debido a la pandemia no habían más camillas, con las piernas abiertas lista para su chequeo. La pequeña Jennie de su subconsciente frunció el ceño, preguntándose en qué se especializaría Rosé cuando culminara con su carrera. Bueno, eso era lo de menos ahora mismo, porque en su fantasía, suya y de nadie más, Rosé era ginecóloga, aunque eso significaba que también revisaría a otras mujeres, ¿no? No, su fantasía, sus reglas. Era su ginecóloga personal, de nadie más. Como decía, tenía sus piernas abiertas esperando a que Rosé la revisara, hasta que dejase de lado su profesionalismo y se la cogieran ahí mismo. Ella tendría sus manos enterradas en su espalda, agarrando su bata con fuerza mientras la mujer tatuada le comía la boca con ganas, luego vería como se aparta de ella y se empezaba a desvestir, mostrándole el torso y los brazos tatuados, dejando que le pase las manos por ellos, excitándose cada vez más.

-Sé que no estás desmayada. -El susurró de Rosé sobre su oreja la sacó de su fantasía, provocando que se sobresaltara. -Es normal, no te preocupes, Jisoo. A veces estando inconsciente se suele tener este tipo de espasmos. Despreocúpate, por favor. -La escucho nuevamente, esta vez alejada de su oreja. -Lisa, ¿por qué no llevas a Jisoo a que se distraiga?

-Tiene razón, preciosa. -Estuvo de acuerdo Lisa, rodeando su cintura con un brazo. -Estará en buenas manos, te lo juro. Rosé ya va a prácticas y es muy buena en lo que hace. Ella nos llamará apenas despierte.

Jisoo suspiró tranquila y asintió, dejándose guiar por Lisa fuera de la enfermería. Escuchó otros pasos acercándose hacía ella, Jennie suponiendo que se trataba de la enfermera.

-Sabes que esos espasmos no son normales, Rosie. -Dijo divertida Hyeri, mirando a la chica tendida en la camilla.

Rosé asintió con la cabeza y dijo: -Abre los ojos, sabemos que no estás inconsciente.

Jennie, sin más remedio, abrió los ojos encontrándose con la sonrisa ladeada y la mirada divertida pero calidad de Rosé. Miró hacia su derecha y se encontró con la enfermera, sonriendo también con gracia.

Se aclaró la garganta, sintiéndola reseca y preguntó con curiosidad: -Si sabías que no lo estaba, ¿por qué me seguiste la corriente? -Rosé se encogió de hombros mientras le pedía a Hyeri un vaso con agua para ella. Cuando se lo trajo, con ayuda de la mujer tatuada, se sentó en la cama y murmurando un gracias, se la tomó.

-Supongo que se sentía bien tenerte entre mis brazos. -Respondió Rosé con tranquilidad, mirándola fijamente.

-Bueno chicas, las dejo. -Escuchó a Hyeri decir. Miró como la mujer le pasó una mano por el hombro cariñosamente a Rosé y salió de la habitación. Jennie volvió a fruncir el ceño con disgusto.

Rosé rio. -Es amiga de la infancia, de mi infancia, de hecho. Yo tenía nueve años cuando la conocí y ella 20; es mi madrina.

Jennie se sorprendió al escucharla, primero porque la mujer se veía mucho más joven y segundo y más importante porque estaba dándole explicaciones cuando no tenía porque hacerlo.

-Sé lo que piensas. -Aseguró Rosé. -Y sí, se ve más joven de lo que realmente es y ya sé, no tengo porque tarde explicaciones pero. -Se encogió de hombros restándole importancia y completando su frase con este gesto.

-¿Cómo supiste que estaba fingiendo? -Preguntó curiosa Jennie mientras se acomodaba en la camilla, sentándose de lado y dejando sus piernas colgando de esta. El movimiento hizo que Rosé de echara un poco hacía atrás y se apoyara en el escritorio.

-Soy estudiante de medicina y estoy en mis prácticas, he tratado con gente que se ha desmayado realmente. -Explicó. -Además... -Jennie vio como su mano subió hasta su nuca y la rascó con cierto nerviosismo. -Te escuché gemir. Y no era un gemido de dolor precisamente.

El rostro de Jennie se tornó rojo al igual que el de Rosé. Dios, qué vergüenza. No que la escuchara gemir, eso lo deseaba. Sino la situación en la que la oyó, mientras tenía una fantasía sexual con ella. Al menos ella no sabía esa parte.

Se mantuvieron en silencio mientras tanto. Rosé levantó su vista que había estado en el suelo cuando le había confesado aquello y la miró fijamente, dándose el tiempo de analizarla. Era una chica linda, muy linda. Demasiado linda. Bueno, en realidad era muy sexy. Tenía esta aura sensual que se notaba con tan solo una mirada, sus ojos rasgados y el lunar sobre el párpado le daba un aire aún más caliente. Le gustaba su mirada, era fuerte y retadora, pero luego veía sus mejillas y le provocaba darle besitos en ellas. Su cabello era largo y castaño oscuro, era delgada y más baja que ella. Perfectamente su tipo.

Lisa tenía razón, si ella no hacía algo, alguien más tomaría esa oportunidad. Y lo había notado cuando en más de una ocasión había visto a varios hombres acercarse a ella con todo tipo de intenciones menos amistosas. Sí, ella solía observarla también, incluso había notado la mira de Jennie sobre ella varias veces. Imposible no darse cuenta cuando la veía con esos ojos tan penetrantes, sentía como si miles de espadas se clavaran en ella cuando sentía la mirada sobre su cuerpo. También admitía que no se había acercado porque de cierta manera la intimidaba. Que ella fuese la mujer alta, de cuerpo marcado y tatuado, no significaba que no pudiese sentirse así, no es su culpa que su mirada fuese capaz hacer eso.

Suspiró sonoramente, llamando la atención de Jennie y se acercó con decisión a ella, extendió su mano cuando estuvo enfrete.

-Roseanne Park, tengo veintitrés años, estudio medicina, voy en el séptimo semestre, me faltan dos para acabar. Me gusta la música, sé tocar la guitarra, el piano y la batería. Lisa es mi hermanastra por parte de papá, tengo un perrito al que adopté llamado Hank y un pez llamado Joohwang; hace un mes lloré mucho porque se murió mi otro pececito. Me gusta tatuarme, tengo 26 tatuajes en total, algunos con significados importantes y otros los hice porque quise. Eres hermosa y me gustaría llevarte a una cita porque quisiera conocerte mejor... si deseas, claro. -Finalizó con una sonrisa segura y mirándola con intensidad.

Jennie se quedó muda delante de ella e hizo lo que su muy impulsivo lado le demandó: tomarla de su camisa deportiva y besarla.

Rosé rápidamente correspondió, agarrándola de la cintura con firmeza y atrayéndola hacía su cuerpo, pegándola a ella y déjala al borde de la camilla. Jennie se separó y la empujó por el pecho para alejarse de ella y dejarse caer de la cama, parándose y tomando de la nuca con una mano a la chica más alta mientras que con la otra se agarraba del antebrazo. Se emocionó al sentirlo duro pero suave contra sus dedos.

La mujer de cabello rosa envolvió con un brazo su cintura volviendo a pegarla a ella mientras se sostenía de la camilla con la otra mano. Se separó de su boca y empezó a besarle con fervor el cuello, ganándose un gemido sonoro de la más baja. Jennie no perdía el tiempo y le pasaba emocionada las manos por los brazos, amando lo suaves y fuertes que se sentían.

-Así se hace tigre, sabía que podrías. -Se separaron rápidamente al escuchar la voz de Jisoo. Sus respiraciones estaban aceleradas, sus ropas y cabello desordenados.

-Si no llegábamos a tiempo hubiesen profanado la oficina de Hyeri, estoy segura que el escritorio sería el primer lugar. -Rio divertida Lisa, que se encontraba detrás de Jisoo.

-Cállate, Lalisa. -Rosé se sonrojó ante lo dicho por su hermanastra. No, no era virgen ni le tenía miedo al sexo. De hecho le encantaba y era sexualmente activa, pero sabía cómo era Lisa y si no la callaba ahora, la boca sin filtro de la chica de cabello negro se desataría.

Jisoo y Lisa rieron, sabían cómo era Rosé. Jennie por otro lado volvió a perderse en su mente. Imaginando cómo agarraba a su mejor amiga y su nuevo culo del cuello y las ahorcaba por interrumpir la caliente sesión de besos que estaba teniendo con la ahora sí dueña de sus gemidos.

-Uh, conozco esa mirada. Vámonos Lisa, que la loca nos quiere matar porque le cortamos la fiesta. -Dicho esto, agarró a Lisa del brazo y salieron rápidamente.

Salió del trance cuando sintió las manos de Rosé en su cintura, acariciando sus costados con cariño. Volteándose, tomó a la chica nuevamente del cuello para hacer que se inclinara hacía ella y la besó lentamente.

Rosé se separó y le sonrió: -Besas muy bien.

Jennie le sonrió con coquetería y, colocándose sobre la punta de sus pies, se acercó a su oído para susurrarle: -No imaginas que más puedo hacer con la boca. -Escuchó un gruñido bajo salir de la boca de Rosé y sus manos intensificaron el agarre en su cintura, haciendo que empezara a calentarse por la repentina acción.

-Hoy lo averiguaremos, preciosa. Te paso a recoger a las ocho a tu apartamento, colócate más sexy de lo normal. -Dejó otro beso en sus labios y la tomó de la mano, guiándola fuera de la habitación.

Al final Jennie sí logró su deseo de ser agarrada por los brazos de Rosé. Pudo hablar con ella, no como le hubiese gustado, pero lo hizo y eso es lo que vale. Y ahora tendría una cita con la atractiva chica alta de cabello rosa, brazos fuertes, tatuados y deliciosos, y muy seguramente terminaría la noche con una buena cogida. Sonrió satisfecha y se aferró con ambos brazos al de su nueva cita, amándolo.

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