extra: la cita.
Jisoo estaba sentada mirando a Jennie, quien estaba caminando de un lado hacía el otro en toalla, con el cabello peinado a medias y sufriendo una crisis de no saber qué vestido colocarse esa noche. A ver, el negro con escote en la espalda era hermoso, pero sentía que era demasiado y el rojo, por Dios, es rojo, no hay nada más llamativo que un vestido rojo. ¿Y si iba con un jean y una camisa? algo más fresco. Negó con la cabeza, meter mano con vestido era mucho más cómodo y quería dejarle las cosas fáciles a Rosé. Tal vez una falda...
—¿Siempre es así? —La voz de Lisa la sacó de su debate mental, miró hacía el sofá donde estaban Jisoo y su culo o Lisa, como sea.
Ambas la miraban con curiosidad mientras comían papitas que había servido la más alta en un bowl y se tomaban la cerveza que había comprado Jennie con su propio dinero, de su propio trabajo, de su propio sudor.
—La verdad sí, es una dramática exagerada la mayor parte del tiempo. —Respondió desinteresada Jisoo mientras tomaba el brazo de Lisa y lo pasaba por sus hombros para acomodarse mejor en ella. —No sé porqué te estresas tanto por el vestido cuando al final acabará en el piso de la habitación de hotsé.
Jennie rodó los ojos al escuchar el apodo que le había puesto a Rosé con el propósito de molestarla. Ahora mismo odiaba que Lisa les haya mencionado el juego de palabras que tenía con el nombre de su hermanastra y las ganas de pegarle a la mujer mas alta incrementaban a cada rato.
—Eres tan lista. —Le susurró Lisa lo suficientemente fuerte para que Jennie también escuchara, sabiendo que esto la haría molestar más. Estar con Jisoo le enseñó lo divertido que era fastidiar a la chica. —Me pones a mil, ahora quiero cogerte acá mismo.
—¿Tú no tienes casa propia que andas acá en la mía, robándote mi cerveza? —Le preguntó Jennie enojada. Lisa solamente se limitó a sonreír con inocencia y cierto temor. Jisoo se rio al ver la expresión de la mujer sentada a su lado, sabiendo que se encontraba intimidada por su mejor amiga.
—No me eches y prometo ayudarte a escoger qué vestido llevar. —Lisa se levantó del sofá de un salto y empezó a caminar alrededor de ella, observándola determinadamente.
Juntó sus manos y la señaló. —Vete desnuda.
Jisoo empezó a reír al escucharla decir aquello, luego miró como salió corriendo para resguardarse detrás del sofá donde estaba sentada antes de que Jennie pudiera hacer algo. Escuchó la risa de su mejor amiga y se alegró, sabía lo mucho que podía estresarse cuando las cosas no salían tal y como las planeaba.
—Eres una boba, Lalisa. Sólo porque me hiciste reír no te echaré. —Dijo con una sonrisa sincera en sus labios.
La susodicha se volvió a sentar en el sofá, pasando nuevamente su brazo por los hombros de Jisoo y mirando como la chica frente a ellas suspiraba con pesadez. Realmente el tema del vestido le estaba abrumando, así que decidió darle palabras de aliento. —Mira Jen, a Rosie no le importará lo que lleves, te dirá que te ves bien así aparezcas allá con el feo suéter que tiene Jisoo ahora puesto. —Escuchó la queja de la mujer a su lado y una palmada en la pierna. —Aquí no, chikistrikis. —Bromeó haciendo reír a las dos. —Pero en serio, llévate lo que creas la mejor elección y ya. Ambos vestidos están preciosos.
—Aw, sí puede salir algo inteligente de tu boca. —Jisoo la agarró de las mejillas y se dio un beso rápido en los labios tras decir aquello.
—Ustedes parecen casada. ¿Seguras que no están saliendo? —Preguntó con intriga. No era la primera vez que su mejor amiga tenía a alguien con quien simplemente se acostaba pero que era sólo eso, un acoston. No compartía ningún tipo de tiempo con esa persona ni se comportaba como lo estaba haciendo ahora mismo con Lisa.
Ambas mujeres asintieron con la cabeza y Jisoo respondió: —Segura. Únicamente nos acostamos.
—Así es. —Confirmó Lisa. —Sólo que terminamos congeniando muy bien.
—Vale. —Le restó importancia Jennie. No le interesaba lo que hacía con su vida su mejor amiga, a no ser que ésta corriera peligro. Se preocupaba cuando tenía que hacerlo y la situación que estaba pasando con Lisa no era de su incumbencia, ambas eran mujeres adultas y la chica al lado de Jisoo le agradaba, así que todo bien. —Bueno, yo ya decidí qué colocarme así que iré a vestirme porque dentro de... —Miró el reloj digital de la pared. —Ay no, me queda media hora solamente. —Corrió hacía su habitación mientras se preguntaba en qué momento había pasado el tiempo tan rápido. —Nada de coger conmigo acá. —Advirtió con un grito.
...
Después de haberse decidido por el vestido negro que se ajustaba a su cuerpo, haciéndola ver más provocativa, salió satisfecha con el resultado. Su cabello había sido peinado por Lisa mientras su mejor amiga la maquillaba, terminando con algunos accesorios y un par de tacones altos.
—No sé porqué siento que sufrirás un ataque de ansiedad, Jennie. —Escuchó la preocupada voz de Lisa a su lado.
—No te preocupes por ella, es normal. La hubieses visto cuando salió del clóset con sus padres. —Mencionó Jisoo. —Esperaba una reacción de película, donde le dijeran que era la peor hija del mundo, que qué habían hecho mal para que les hiciera eso y que la desheredarian. —Recordó con gracia cuando al día siguiente su mejor amiga había llegado a su apartamento y le había contado todo. —Pero sus padres únicamente le dijeron que no era algo de lo que tenía de que preocuparse y siguieron con su día como si nada.
Jennie rodó los ojos cuando las escuchó reírse e iba a quejarse, hasta que escuchó el timbre de la entrada principal. Se levantó rápidamente del sofá y abrió la puerta, encontrándose con la mujer que la tenía con la cabeza hecha un desastre. Y casi se desmaya- esta vez de verdad.- cuando vio el conjunto que consistía en un skinny jean negro, una camisa blanca con los dos primeros botones sueltos dejando ver el tatuaje que adornaba su pecho, su cuello adornado con una cadena, el blazer negro que supo de inmediato que se era de Yves Saint Laurent y unas botas negras de tacón alto con correas, haciéndola ver aún más alta. Su largo cabello rosa se veía un poco despeinado dándole un aire más sexy, lo traía suelto dejando que cayera sobre sus hombros y espalda.
"Oh por Dios, lo que me va a coger." Se dijo a sí misma mentalmente sin quitarle la vista de encima, cada día le encantaba más.
Dos risas detrás de ella la sacó de su ensoñación. —Qué mala costumbre tienes de perderte en tus pensamientos y decirlos en voz alta, Jendeukie. —Elevó la vista para encontrar el rostro sonrojado de Rosé frente a ella.
—Primero déjame llevarte a la cita, linda. —Dijo mirándola fijamente. El sonrojó no abandonó la cara de la mujer frente a ella pero aún así sus palabras salieron con seguridad de sus labios que mostraban una linda sonrisa.
—Eso, déjala sin caminar, Topsé. —El vitoreo de Lisa hizo que por fin prestara atención a las dos personas que estaban detrás de la bellísima mujer con la que pasaría la noche.
Frunció el ceño y le preguntó a su hermanastra: —¿Qué haces acá?
Lisa se encogió de hombros mientras se llevaba la lata de cerveza a la boca. —
Tú me echaste de nuestro apartamento—Recalcó. Dejó la lata a su lado y señaló a Rosé y luego a ella. —Tuyo y mío. Mío y tuyo. —Rosé la ignoró y volvió a mirar a Jennie, quién seguía babeando perdida en sus pensamientos.
Entendible, pues la mujer frente suyo se veía tan jodidamente bien así vestida que lo único que quería era decirle que no fueran a la cita, sacar a Lisa y Jisoo a las patadas de su apartamento y que cogieran en el mismo sofá donde estaban sentadas. Tal vez en la encimera de la cocina y sobre la mesa de billar que habían en el segundo piso. Sí, amaría llevarla arriba, sentarla en uno de los sillones de la sala de entretenimiento que su padre le montó y colocársele encima. Le comería la boca mientras le saca el blazer y pasaría sus manos por sus adorados brazos, ya había dicho lo mucho que le encantaban, ¿no? Inconscientemente Jennie posó sus ojos en el pecho descubierto de la chica más alta, mirando el hermoso y sexy tatuaje que se asomaba. Retomó su fantasía donde le desabotonaba la camisa y la sacaba de sus pantalones, dejándola abierta mostrando parte de su sostén de encaje negro y revelando la demás tinta que decoraba su blanquecina piel, pasaría sus manos manos por su pecho y repartiría besos y lamidas por él. Rosé no se aguantaría, la agarraría de las caderas para levantarla y que pudiera aferrar sus piernas en la cintura. Luego la llevaría hasta la mesa de juego y la colocaría sobre esta para finalmente empezar a cog-
—Otra vez gemiste. —El caliente aliento de Rosé la sacó de su fantasía. La mujer se había inclinado sobre ella para pegarse a su oído y hablarle, una de sus manos estaba sosteniendo delicadamente la cintura de Jennie mientras la otra la seguía manteniendo dentro del bolsillo de su blazer.
Jennie subió su mano hacía su cuello para acariciarlo y se acercó hasta sus labios, besándola lentamente. —Es tú culpa. —Le susurró cuando se apartó del beso. Una leve sonrisa apareció en los labios de Rosé antes de volver a acercarse a su boca.
—Por favor, vayan a su cita y se sacan las ganas que tienen de comerse. —Lisa volvió a interrumpir. —Dale Rosie, cógetela como si llevarás diez años de abstinencia, hasta acá puedo sentir tu excitación. Si tuvieras pene tendrías una erección que llegaría hasta donde estamos sentadas y nos sacaría un ojo a ambas. —Finalizó haciendo reír a Jisoo, gruñir a Jennie por haberlas interrumpido y ganarse que Rosé le sacara el dedo medio, pronunciando sin voz un jódete.
Jisoo, quien logró entender, dijo con sorna: —A mí es a quién va a joder. —Lisa a su lado asintió repetidas veces mientras mostraba sus dientes en una sonrisa grande.
Jennie negó levemente con la cabeza y tomó del brazo a Rosé, despidiéndose ambas de las mujeres sentadas en el sofá y finalmente salir del apartamento, no sin antes escuchar otro de los comentarios desubicados de Lisa y la risa de Jisoo.
Rosé la detuvo una vez que estuvieron frente a su auto. —Te ves hermosa. —Le dijo con una sonrisa. —No había tenido la oportunidad de decírtelo cuando llegué, perdona.
—No te preocupes. —Respondió enternecida Jennie, acariciándole el rostro. —Tú también te ves hermosa, muy sexy. —Se mordió el labio levemente con nerviosismo.
—Bueno, si nos vamos por allá. Tú sí que te ves sexy, ese vestido resalta tus curvas demasiado bien. —Le sonrió son sinceridad. —Ven, vamos. —Le abrió la puerta del auto y se aseguró de cerrarla bien, luego lo rodeó y entró a él. Cuando estuvo segura de que tenían el cinturón abrochado y que todo estaba listo, arrancó.
Jennie miraba hacía la ventana, fijándose en los carros y personas que pasaban por las calles. A pesar de estar de noche, las calles de Seúl seguían estando bastante iluminadas y concurridas. Igualmente el sector por donde vivía era uno de esos que parecían que nunca dormía. Recordó que estaba en el auto con la persona que la mantiene caliente todo el día y decidió voltear a mirarla, fijándose en lo bien que se veía manejando. Se veía increíble haciendo de todo, confirmó Jennie. Tenía una de sus manos en la palanca de cambios, la miró por unos segundos observando que llevaba unos anillos en sus dedos al igual que pequeños tatuajes y las venas marcadas. Su mirada recorrió su brazo cubierto por la tela del blazer, se detuvo en su atractivo perfil y siguió la vista hasta la otra mano que sostenía firmemente la parte superior del volante. Su semblante era tranquilo y tenía el ceño fruncido mostrando lo concentrada que estaba.
Sabía que sí seguía mirándola lo más seguro es que volviera a perderse en su mente y por consiguiente, tener otro sueño erótico despierta, así que con toda la lástima del mundo, apartó la vista de Rosé y miró hacía el frente.
—Aún me sorprende la fuerza que tiene tu mirada. —Comentó sin despegar la vista de la carretera. —Desde el primer momento la sentí.
Jennie se sorprendió ante la revelación de su acompañante, no creyó que se haya dado cuenta de que estaba todo el tiempo comiéndosela con la mirada.
—Bueno, tampoco es que fuese demasiado disimulada. —Rio con gracia Jennie. No le apenaba que supiera el interés que tuvo por ella desde un principio.
Rosé acompañó su risa y asintió. Se detuvo por el semáforo en rojo y aprovechó para mirar a Jennie. Se veía demasiado hermosa. Su perfil, el bendito lunar en el párpado la volvía loca y el vestido que se subía ligeramente al estar sentada dejando a la vista sus suaves y tonificadas piernas la volvían loca. La mujer más baja al sentir la mirada sobre ella volteó y le regaló una sonrisa que fue devuelta. La chica de cabello rosa se inclinó despacio sin soltar el volante, sacando la mano de la palanca de cambios para sostenerse del borde del asiento del copiloto y la besó.
Suspiraron cuando sus labios se tocaron y Jennie aprovechó para posar su mano sobre la de Rosé que descansaba a tan sólo unos centímetros de su pierna, subiendo la otra para colocarla sobre su cuello y acariciar con el pulgar éste.
La mujer tatuada fue quien se separó y le regaló otra sonrisa y un último besito en sus labios para luego acomodarse de nuevo, atenta al semáforo. Sintió como Jennie acariciaba su mano y, en un arranque de valentía, la subió hasta el muslo de la otra chica, dejándola ahí para ver cómo reaccionaba. Si la sacaba, no se iba a sentir mal ni nada por estilo; hasta lo entendía, pero deseó que no lo hiciera. Y no lo hizo.
Después de un rato más, llegaron al pub que había escogido Rosé. Había decidido que sería una buena idea ir a un lugar donde pudiesen hablar y beber, pero que estuviese acompañado de buena música para que creara un mejor ambiente y supo exactamente a dónde ir.
Al estacionarse, Rosé se bajó rápidamente para abrir la puerta del copiloto y tender su mano a Jennie con la intención de ayudarla. Ésta sonrió ante el gesto y la aceptó. Al bajar, la mujer más alta cerró la puerta y la soltó para llevar una mano a su espalda baja, guiándola dentro del establecimiento.
Dentro de este, localizó rápidamente a su mejor amigo. El chico al verla camino hacía ella con una sonrisa en su cara, hacía tiempo que no la veía. Extendió los brazos mientras caminaba y Rosé se acercó a él para abrazarlo cariñosamente.
—Buena noche, señoritas. —Saludó amigablemente a las dos mujeres que estaban frente suyo. Jennie hizo una pequeña reverencia como saludo.
—Sehun, ella es Jennie Kim, la chica que te comenté. Jennie, este muchacho alto y feo es mi mejor amigo de toda la vida, Oh SeHun. —Los presentó Rosé.
—Qué me dices feo, fea. —Rio el hombre alto. —Estoy bien guapo.
Jennie miraba divertida la interacción de los dos. Posó sus ojos en Sehun, era un hombre alto, de cabello corto negro y bastante atractivo. A primer vista se veía como alguien bastante serio pero con haberlo visto tratar con Rosé, se dio cuenta que también tenía un aire de jovialidad atrayente.
Fueron guiadas por Sehun, alejándolas de la zona donde solían estar los demás clientes y llevándolas a un sitio más privado. El espacio era bastante bonito, estaba decorado igual que todo el establecimiento, había una ventana grande que estaba pegada al asiento de una sola pieza de cuero negro, la mesa de madera de acacia era rectangular y había una que otra decoración que ambientaba mejor el lugar, junto a la suave música indie que salía de los parlantes.
—Bueno guapas, que tengan una linda velada. Si necesitan algo, por favor me lo hacen saber o a alguno de los chicos. Diviértanse. —El carismático chico dio una pequeña reverencia y se alejó, dejando a Rosé y Jennie solas.
—Es un lugar muy lindo. —Dijo con sinceridad Jennie, detallando parte del bar. —¿Sehun es el dueño?
Rosé asintió. —Sí. Lo abrió hace unos meses, así que es básicamente nuevo. —Contó.
—Le ha ido bien. —Comentó sorprendida al ver el sitio lleno.
—Sí, me alegro por él. Pero bueno, —Colocó sus manos sobre las de Jennie que descansaban en la mesa. —Dejemos de hablar de Sehun. Pidamos algo y cuéntame de ti. —Tomó la carta con una mano, mientras que con la otra agarró a Jennie de la cintura y la acercó a ella, para que pudiesen verla juntas. Jennie sonrió ante el gesto y se pegó más a su cita. Revisaron hasta que se decidieron por dos cervezas por el momento.
—¿Qué quieres que te cuente? —Preguntó Jennie, apoyando su codo en la mesa y la mandíbula en su mano, volteando ligeramente el torso para poder ver mejor a Rosé.
Rosé sonrió e imitó a Jennie, sólo que en vez de apoyarse en la mesa, lo hizo en el respaldo de la silla. —Cualquier cosa. —Respondió. Rio cuando vio a Jennie hacer un puchero. —Vale, te ayudo. —Entrecerró los ojos, mirándola mientras pensaba qué preguntarle. —Algo simple. ¿qué estudias?
—Creí que sabías. —La miró curiosa.
—No, apenas y me sé tu nombre. —Miró hacía un lado viendo a la camarera dejar los dos vasos de cerveza en la mesa, le agradeció con una sonrisa. —Podría decir que conozco más tus gemidos que a ti misma. —Bromeó, sintiendo como la cara se le sonrojaba levemente.
Jennie cerró los ojos y se llevó las manos al rostro, avergonzada. —Qué pena.
Rosé rio y le apartó las manos, colocándolas en su regazo y dejándolas unidas. —No te preocupes, no pasa nada. —Dijo divertida, con intenciones de relajarla.
—Bien. Estudio derecho y voy en octavo semestre. —Respondió y luego darle un sorbo a su cerveza. Degustando el sabor, definitivamente le encantaba
—Eso es genial. Sí te veo en un tribunal intimidando incluso al juez con tu mirada. —Jennie rio y le dio un pequeño golpe en el brazo.
—¿Tan intimidante te parece? —Preguntó curiosa. Sabía que lo era, ya se mi había dicho con anterioridad, ¿Pero tanto como para que diga aquello o únicamente estaba exagrando?
Rosé asintió. —Mucho. De hecho no me acerqué a ti por eso mismo, me sentía intimidada. Y no es sólo tu mirada, más bien es toda tú. —Confesó apenada, rascándose la nuca con una mano.
—¿A qué te refieres con que toda yo soy intimidante? —Preguntó con curiosidad. Al final no parecía exagerar.
—Sí, supongo que es por la vibra de sensualidad que desprenden. Eres tan sexy que intimidas.
Jennie se mordió el labio y respondió: —Bueno, si hablamos de alguien sexy acá, esa eres tú. —Rosé rio divertida mientras negaba con la cabeza. —Es cierto, no te burles. —Se quejó haciendo un puchero.
Siguieron hablando y riéndose mientras iban bebiendo. Jennie le contó más sobre ella, cómo se había conocido con Jisoo, de su cómica salida del clóset con sus padres, el gusto culposo que tenía con los videojuegos, -y no porque sea malo, sino porque se la pasa molestando a Jisoo diciéndole virgen por esto mismo. Ironico.-lo amante que era a la fotografía y el dibujo, Rosé haciéndole jurar que le mostraría sus trabajos y otros datos que le resultaron igual de interesantes. Incluso le preguntó por su signo zodiacal.
—¿Sabes rapear? —Preguntó sorprendida la mujer más alta cuando se lo mencionó, tomando el último sorbo de cerveza que había en su vaso.
—Sí, aprendí a hacerlo en mi adolescencia. Mi sueño era volverme rapera, debiste ver cómo me vestía. —Contó divertida, negando con la cabeza. —¿Quieres más? —Le ofreció de su cerveza.
—No, tranquila. Tres vasos son suficientes; tengo que manejar, ya sabes. —Le apretó gentilmente la mano. —Y debes dejarme escucharte rapear y luego mostrarme tus fotos. —La señaló con el dedo.
—Me moriré de vergüenza pero está bien. —Aceptó sin problemas. La verdad era que sentía una conexión tan grande con la mujer que estaba sentada frente a ella que no venía ningún tipo de inconveniente en mostrarle parte de su vida.
Iba a hablar nuevamente pero se vio interrumpida por Rosé que se había levantado diciendo: —Ya hace calor, mejor me sacó esto. — Y miró atenta como se sacaba el blazer. El movimiento hizo que la camisa se abriera un poco más dejando más expuesto el tatuaje de su pecho. Luego vio como se pasaba la mano por su cabello rosa acomodándolo hacía un lado y por último se arremangaba la camisa, dejando a la vista sus antebrazos tatuados, los brazaletes y el reloj gris que estaba en su muñeca.
Jennie no podía sacarle la vista de encima, se veía demasiado caliente, muchísimo. Relamiéndose los labios le dijo: —Definitivamente eres la persona más sexy de este lugar.
Rosé río divertida y se sentó de nuevo, pasando un brazo por el espaldar de la silla acercándose más a Jennie. —Eso nos haría la pareja más sexy.
La más baja se acercó a su boca, besándola con pasión. Rosé colocó su mano en la cintura, bajandola lentamente hasta su cadera. Jennie se acomodó de tal manera que la mitad de su cuerpo estaba sobre el de la otra mujer, permitiéndole a ésta que deslizara su palma hasta que se posara sobre su muslo.
Dejó que su mente volara: recordaba la escena de hace unos minutos donde Rosé se sacaba el blazer. Dios, qué bien se veía. Su camisa arremangada, mostrándole los antebrazos tatuados y el reloj. ¿Es posible calentarse a causa de cómo se le ve el reloj a una persona? Sí, Jennie lo acaba de confirmar. Imaginó como la mujer debajo de ella la agarraba de las caderas para acomodarla sobre su regazo, dejando que se sentara sobre ella para poder seguir besándola. Su cuerpo siendo recorrido por sus fuertes manos, agarrándole el culo con las palmas abiertas empezando a masajearlo a su antojo, ella empezando a moverse para causar una deliciosa fricción queriendo aliviar su centro palpitante.
—Me encantan tus gemidos, quisiera saber qué es lo que piensas para que hagas ese sonido tan hermoso. —Escuchó la voz profunda de Rosé en su oído. Esta vez no se avergonzó y le respondió:
—Podría enseñarte. —Dejó un beso en sus labios.
—¿Quieres ir a mi apartamento? —Jennie asistió eufórica, se quitó de encima rápido cuando sintió la dos palmaditas que le dio Rosé en su muslo y la agarró de la mano, halándola para que se levantará rápido. La mujer más alta tomó su blazer y siguió a su cita, quien casi la arrastraba fuera del bar.
Al pasar por el lado de Sehun tuvo la intención de detenerse para pagarle, pero lo descartó cuando vio a su mejor amigo negar con sus manos mientras se reía. Luego de agradecería por eso.
Cuando llegaron al estacionamiento Jennie la atrajo del cuello de la camisa y, apoyándose en el auto, la besó con desespero. Rosé atinó a poner sus manos en su cintura y acariciarla.
—Vámonos. —El aliento caliente de Rosé pegó en los labios de Jennie al momento de hablar. Separándose sin en realidad quererlo, se enderezó para tomar a la mujer más baja de la mano y guiarla hasta la puerta del copiloto, abriéndola para ella cuando le quitó el seguro al carro y dándole un último beso dejó que entrara en él.
Rodeó el auto y rápidamente abrió la puerta para entrar, sentándose rápido. Iba a colocarse el cinturón de seguridad pero se vio interrumpida por Jennie, quién la había tomado nuevamente del cuello de la camisa y la había atraido hacia su boca para volver a besarla. Se había vuelto adicta a sus labios y siempre que tuviese la oportunidad se los comería como lo estaba haciendo ahora mismo.
Sin perder el tiempo Jennie se estiró para agarrar la pequeña palanca que permitía alejar el asiento del volante empujandolo para darle más espacio, se sentó sobre el regazo de Rosé como había estado deseándolo desde que la había conocido.
Chilló de emoción internamente; ¡Qué bien se sentía montarla! Sintió los brazos que tanto le encantaban rodear su cintura, clavándole los dedos como si se le fuese a escapar. Por favor, si Rosé le pidiera el culo se lo daría ahí mismo sin replicarle.
Se separaron para tomar aire, Jennie la miró profundamente a los ojos, queriendo decirle todo lo que deseaba que le hiciera. La mujer más alta la entendió y, de una palmada en el culo que sobresaltó a Jennie y la hizo gemir, le pidió que se acomodara en el asiento a su lado.
—La noche será larga, linda.
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