extra 4: de jennie, para rosé.

nomás escribo para decir que habrá lenguaje vulgar. ah y para decir que decidí subir esto porque alguien me dejó sin smut y no me iba a quedar con las ganas.

fin del comunicado.

...

jen: rosie, podrías venir? estoy aburrida:(

rosie: seguro, linda. qué tienes en mente?

jen: netflix mientras nos relajamos?

rosie: suena bien, espérame:))

Jennie bloqueó el celular y se mordió el labio. Había estado planeado esto desde hace semanas y hoy por fin se llenó de valentía para poner su plan en marcha.

—Reconozco esa carita de felicidad. —Escuchó a su mejor amiga hablar mientras se sentaba a su lado. —¿Al fin le darás el regalito a hotsé?

Jennie rodó sus ojos y mirándola con reproche dijo: —¿podrías dejar de decirle así?

—¿Por qué? le queda bien el apodo; es muy caliente. —Respondió restándole importancia.

—Ya sé, pero no le digas así que me pongo celosa. —Dijo riéndose. Sabía que todo era un juego, siempre solían bromear de esa manera cuando se trataba de la conquista de la otra, lo habían tomado como una costumbre.

Jisoo rio con ella y luego bostezó, estaba empezando a acomodarse en el sofá pero sintió a Jennie agarrarla del brazo para pararla.

—Te vas, Rosie está a nada de llegar y quiero mi apartamento únicamente para la dos. —Se había hecho detrás de ella para empujarla con la intención de sacarla de su hogar. —Ya sé que tu roomie no te quiere pero por esta vez pórtate bien con ella y quédate allá hasta dentro de una semana.

Jisoo empezó a reír y entre empujones dijo con sorna: —Pobre topsé, la dejarás seca.

—Es la intención. —Le guiñó el ojo y rieron juntas. Jisoo se despidió y antes de que Jennie pudiese cerrar la puerta escuchó un "te traeré una silla de ruedas" por parte de su mejor amiga.

Tras cerrar la puerta suspiró y se recargó en ella recordando cómo fue que se le había ocurrido este gran plan desde la vez que vio a Rosé y Lisa practicar una de las coreografías de la hermanastra de la mujer más alta. Ambas se veían demasiado sexy y se movían muy bien. Supo que la mujer del fleco era bailarina y que solía enseñar en una academia en sus tiempos libres. Sus movimientos eran hipnotizantes y lo hacía ver tan fácil cuando en realidad no lo era, no dudaba que fuese la mejor que había visto en su vida, pero por obvias razones su atención estuvo más tiempo en la mujer a la que le dedicaba cada suspiro y, porqué no, orgasmo.

Aún recuerda perfectamente ese día, cómo se movía y su vestimenta. Llevaba una camisa negra tres talles más grandes y un pantalón de chándal gris claro. En su cabeza tenía un beanie negro y su cabello estaba agarrado de un solo lado. También cuando se levantó la camisa, por un segundo creyó que se la quitaría, pero no fue así ya que solo sacó uno de sus brazos de las mangas dejando a la vista parte del top negro deportivo y su abdomen.

Y luego sus movimientos, Dios casi se desmaya al verla bailar. Lo hacía tan bien y supo que su muerte estaba cerca al ver la manera tan fluida en que movía su pelvis. ¿Acaso esa era una buena excusa para haber comprado aquello? No lo sabía, pero lo averiguaría hoy mismo. Y es que fue inevitable, su hormonal mente había proyectado cada uno de los pensamientos más soeces que se le pudo haber ocurrido.

Por ejemplo, su cadena. Sí, el simple accesorio había hecho que su subconsciente viajara al panel de "pensamientos pervertidos de Jennie" y se imaginara cómo se sentiría tener ese bonito e inocente objeto colgando sobre su rostro mientras la embestía fuertemente. ¿Era posible excitarse con algo así? Al menos para ella lo era.

Se llevó un dedo hacía su boca y lo mordió levemente. Iba a seguir con sus fantasías hasta que escuchó el timbre de la puerta. ¡Era Rosé! Había llegado y ella no se había arreglado un poco por estar pensando en todo lo que le gustaría que le hiciera.

Se reprochó mentalmente por haberse perdido en sus pensamientos como siempre y no haberse arreglado. Miró hacía abajo viendo la vestimenta que consistía en un pantalón de chándal que tenía subido hasta las rodillas dejando a la vista sus medias del pato Donald y una camisa grande de AC/DC que le había robado a Rosé. Ay no, ahora vería que llevaba la blusa que SÍ fue robada y seguro se la arrancaría de un tirón- no como le gustaba. -, la insultaría y luego dejaría de verla.

Jennie frunció el ceño ante tal pensamiento porque sabía que Rosé no haría algo así nunca, tal vez dejar de hablarle, pero lastimarla no. También sabía que tampoco le interesaba cómo estuviese vestida y que seguramente le daría igual que haya tomado sin permiso -robado. -su camisa, después de todo era la mismísima Roseanne Park, una chica tan dulce que le gustaba concederle cada uno de sus caprichos. Pero aún así a ella le gustaba verse bien y ahora no se sentía la persona más sexy del mundo.

¿Y si iba rápido hasta su habitación y se cambiaba? pero se supone que Rosé ya estaba en la entrada, ¿no? le molestaría esperarla un po-

—¿Jen? —Escuchó la voz del otro lado y un leve golpe en la puerta. Rápidamente, sin importarle su ropa y que Rosé la insultara por haberse robado su camisa, abrió la puerta viendo a la sonriente mujer alta del otro lado.

—Hola Rosie. —Saludó animadamente. Vio que llevaba consigo unas bolsas en su mano y las llaves del auto en la otra. —Ven, pasa. Déjame te ayudo.

—No, tranquila. —Respondió rápidamente y se adentró al apartamento caminando hacía la cocina, dejando las bolsas y las llaves sobre la encimera. —Hola, Jen. —Se volteó hacía la mujer más baja saludándola con una gran sonrisa y se acercó hacía ella, posando una mano en su cintura e inclinándose para dejarle un pequeño beso en la mejilla.

Jennie salió de su pequeño trance y sonrió con ternura. Aunque llevaban tiempo conociéndose Rosé aún le pedía permiso para besarla o hacer algún tipo de movimiento que la más alta encontraba invasivo. De hecho el tema de agarrarla de la cintura era uno que solía dudar, en el pasado no la hubiera agarrado de ahí al haberla saludado a no ser que estén en el momento adecuado, pero con el tiempo la mujer más baja le hizo saber que estaba bien. El tema de los besos aún le costaba, pero conseguiría que dejara de pregúntale y simplemente le comiera la boca, sí.

Jennie no pensaba lo mismo, así que sin previo aviso la agarró del cuello y la atrajo hacía sí, regalándole ese tipo de besos que a Rosé le encantaba recibir de ella. Obviamente fue correspondida por la mujer más alta, quien la agarró de la cintura para acariciarla y tenerla más cerca a ella.

Al separarse del beso, Jennie la tomó de la mano y se acercaron hacía la encimera para mirar qué había traído. Se sorprendió y quiso reír al mirar un six pack de cerveza y dos hamburguesas, se había tomado en serio lo de la película al final. Mientras la mujer más baja miraba el contenido, Rosé había decidido dejar de lado su timidez y la abrazó por la cintura desde atrás, besándole la cabeza cariñosamente. Jennie se dio la vuelta al sentir el gesto cariñoso y le dio un leve beso, volvió a su posición inicial y sacó las cosas para luego guiarlas hacía el sofá y sentarse cómodamente en éste.

Luego de haber estado buscando qué mirar decidieron colocar un episodio random de Brooklyn 99 y se acomodaron en el gran sofá. Jennie había decidido que quería estar sobre Rosé, así que llevándola hacía el rincón, hizo que la mujer más alta se recostara para así ella colocarse en medio de las piernas abiertas, apoyando su espalda sobre el pecho de la más alta.

—Me encanta Amy. —Mencionó Rosé haciendo que Jennie mirara hacia arriba buscando los ojos de la mujer detrás de ella.

—¿Y yo? —Preguntó haciendo que la mas alta dejara de mirar la pantalla y se centrara en ella. Frunció el ceño levemente sin entender la pregunta. —¿Yo te encanto? —Aclaró.

Rosé rio y respondió: —Claro que sí y mucho más. —Satisfecha por la respuesta que le dio, Jennie volvió a acomodarse.

Luego de dos capítulos, de haberse comido una parte de su comida y beber una lata de cerveza cada una, Jennie empezó a colocar su plan en marcha.

—Rosie, necesito bajar una caja que está arriba en el armario pero no alcanzo. —Hizo un puchero y se sentó sobre el sofá para voltear hasta la mujer más alta. —Me ayudas, por fi.

Rosé asintió y miró como Jennie se levantaba de un salto, agarrándola de una mano para ayudarla a ponerse de pies y así ir juntas hacía la habitación de la mujer más baja.

Al entrar, le indicó dónde se hallaba la caja y fue hacía donde señaló para bajarla. La mujer más baja por otro lado se deleitó con la vista de Rosé, repasando su cuerpo entero. Ese día se había decidido por un short de jean azul claro y una camisa blanca holgada de mangas cortas, una de las cadenas que la volvía loca, traía unos tenis blancos pero se los había quitado al entrar así que ahora estaba descalza y tenía el cabello recogido en un moño desordenado.

Al haber alzado los brazos, la camisa también se subió en el proceso dejando a la vista la parte baja de su espalda. Jennie se mordió el labio mirando los dos hoyuelos que se encontraban ahí y el tatuaje que recorría parte de su costado. Cuando logró bajarla, se la tendió a Jennie.

—Oh, no, no. Es un regalo para ti. —La señaló. Tomó su antebrazo y la guio hacía la cama. —Ven, siéntate y ábrelo. —Le indicó con emoción.

Rosé se sorprendió y volteó a mirarla. —Pero yo no te he dado nada. —Volvió su vista a la caja que descansaba en su regazo.

Jennie sonrió con ternura, se hizo detrás de ella arrodillada sobre la cama, la abrazó por el cuello y le dio un beso en la mejilla. —No te preocupes, no te doy cosas para que me des algo a cambio. —Se acercó hacía su oído y le susurró: —Además, eso podemos usarlo juntas.

Llena de curiosidad Rosé procedió a abrir la caja y cuando miró el contenido de esta de paró rápidamente y volteó hacía Jennie, quién la veía con una sonrisa inocente en sus labios.

—Vale, esto sí me sorprendió. —Admitió Rosé sonrojada hasta la orejas. No era la primera vez que veía un strap on y ya había usado algunos en el pasado pero no esperaba que Jennie consiguiera uno. Cosa que no debería asombrarle ya que sabía lo que la chica es capaz de hacer. A ver, que es la misma que le confesó que sus gemidos eran a causa de ella cogiéndosela en su imaginación.

—¿No te gustó? —Preguntó con cierto temor. Obvio que quería que tuvieran sexo con eso, pero era más importante la comodidad de su compañera. ¿Qué si debió preguntar antes de comprarlo? pues sí, pero es Jennie, en esas situaciones ella actúa y luego piensa.

Rosé al ver la cara de preocupación de la otra mujer rápidamente respondió: —No es eso, sólo es sorpresivo. —Aclaró con cierta gracias.

Jennie al notar que Rosé no se mostraba a la defensiva, decidió bajar de la cama para acercarse a ella, abrazarle el torso, apoyar el mentón sobre su pecho y decirle lo más tierno posible: —Es que quiero que me cojas con uno. —Finalizó con un puchero.

Rosé negó con la cabeza mientras se reía levemente y le dio un beso sobre la nariz. La abrazó con un brazo, aún sosteniendo la caja con la otra mano y preguntó: —¿Desde cuándo? —Cerró los ojos al sentir los suaves besos en su cuello y mandíbula.

—Desde que te conocí. —Respondió bajito. —Pero haberte visto bailar ese día hizo que me motivara a comprar uno para las dos. —Siguió besándola levemente. —Tienes un movimiento de caderas delicioso. —Admitió finalmente. —¿Acaso tú no quieres cogerme con eso? —Preguntó mirándola a los ojos. Ambas estaban ardiendo ya.

Rosé gruñó soltando su cintura y llevó la mano hacía el rostro de la más baja, agarrándola del cuello y acariciándolo con el pulgar. —Te voy a coger de todas las formas que se me ocurran, Jennie. —Y la besó bruscamente.

Tras acabar el beso, volvieron hacía la cama para arrodillarse sobre ella. Jennie empezó a subirle la camisa para quitársela mientras besaba la piel que iba quedando descubierta. Al sacarla, procedió a desabrocharle el short y sacarlo seguido de la bragas con ayuda de Rosé. Le ayudó a colocarse el arnés y cuando se alejó para mirarla, sintió que se correría con tan solo mirarla.

—¿Te gusta lo que ves? —Preguntó sonriendo lascivamente. Jennie asintió tontamente y cuando iba a sacarle el sostén, Rosé la detuvo. —Eso lo hacemos luego, déjame desvestirte.

La agarró de la cintura y la volteó para pegarla a ella. La mujer más baja se mordió el labio al sentir el juguete en su trasero, provocando que empezara a moverse queriendo sentirlo más. Rosé quiso ayudarla bajando sus manos hacía las caderas y moviendo las suyas despacio. Jennie al sentir que los movimientos iban incrementando bajó el torso hasta apoyarse sobre la cama.

—Sácalo, por favor. -Rogó en voz baja. Rosé se separó levemente para agarrar el pantalón y quitárselo. En el proceso iba repartiendo besos y mordiscos, provocando que Jennie empezara a gemir.

Al tenerla solo en bragas, se volvió a acomodar detrás de ella de rodillas. Empezó a acariciarle el trasero con ambas manos suavemente, dándole apretones que iban incrementando hasta que decidió darle una nalgada.

Jennie en ese momento quiso rezarle a todos los santos por haber hecho que Rosé se dejara llevar y simplemente haya decido hacer lo que le nacía. Por lo general solía preguntarle si algo estaba bien y le parecía muy dulce, pero vamos que ella es del tipo que todo lo parece bien cuando se trataba de sexo. Si algún día llegaba con unas cuerdas diciéndole que quería amarrarla en la cama ella le diría que sí sin titubear.

Rosé escuchó el sonido placentero que salió de lo más profundo de la garganta de Jennie y volvió a darle otra nalgada, esta vez haciéndolo con más fuerza mientras se acercaba más a ella y así hacer que la punta del juguete se posicionara entre las piernas de la mujer baja, quién al sentirlo empezó a moverse de atrás hacía adelante buscando desesperadamente algún tipo de roce.

—Tanto deseas que te llene el coño. —Escuchó la voz ronca de Rosé a su espalda. -Relájate, nena. Si te portas bien serás recompensada. —Jennie agarró las sábanas y las apretó, amaba cuando le hablaba así.

Rosé volvió a acariciarle el culo pero esta vez con más fuerza, agarrando ambas nalgas y separándolas para ver cómo sus bragas estaban empapadas. Agarró la tela con los dedos y la llevó hacía arriba, haciendo que esta se metiera entre sus labios vaginales y que Jennie gimiera alto.

—Dios, estás empapada y apenas y te he tocado. —Musitó. Con una mano volvió a separarle las nalgas mientras que con la otra, utilizando sus dedos, empezó a tocarle el sexo y acariciarlo. Metió sus dedos superficialmente escuchando un gruñido en respuesta de Jennie, luego repitió la acción esta vez llevando sus dedos hasta el necesitado clítoris de la mujer.

—Rosie... —Su nombre salió entre un pequeño gemido. Sabía lo necesitaba que estaba y no le avergonzaba que lo supiera.

—Mantén el culo bien elevado para mí. —Y tras decir eso, Rosé se agachó a la altura de su coño y, agarrando nuevamente sus nalgas con las manos, empezó a comérsela. Jennie al sentir la cálida y húmeda lengua en su intimidad chilló de satisfacción.

Sintió las fuertes manos de la mujer más alta dándole una nalgada y agarrándole el culo con más fuerza, ella por otro lado tenía la cara contra el colchón gimiendo y sus manos estaban empuñando la suave sábana.

—Me encanta comerte el coño, nena. —Tras decir esto se levantó y agarró las bragas de Jennie para bajarlas hasta las rodillas, cogió sus muslos abriéndola más y volvió a comerla con ganas.  

—Rosé. —Empezó a llamarla entre jadeos con más ganas. —Rosie, voy a-. —Y gimió fuertemente al sentir el dildo dentro de ella.

Se agarró del borde de la cama al sentir como se arrastraba en esta a causa de las fuertes embestidas que Rosé le daba. La mujer más alta la tenía agarrada de las caderas firmemente mientras se la cogía con ímpetu.

El nombre de Rosé salía entre gimidos y gritos de la boca de Jennie mientras las penetraciones iban aumentando. La mujer más baja abrió los ojos al sentirla moverse para apoyar sus brazos a los lados de su cabeza. Se mordió el labio al verlos, la fuerza que hacía generaba que éstos se tensaran, se veían tan apetitosos que quiso morderlos. Sintió el cuerpo sudoroso y caliente sobre el suyo y el aliento sobre su cuello haciendo que su excitación subiera cada rato más, si es que eso era posible.

—Te gusta como te estoy cogiendo, ¿no? —Escuchó la profunda voz en su oreja. Gimió como respuesta. —Te encanta como te estoy abriendo este coño tan delicioso que tienes. —Jennie apretó los ojos con fuerza al escucharla. Le encantaba esta faceta de Rosé y su deber era hacer que saliera a relucir más seguido.

—Me encanta. —Respondió con dificultad. —Me llenas tan bien. —Entre gemidos y jadeos empezó a sentir el típico cosquilleo en su vientre bajo. —Rosie, voy a correrme. —Musitó.

—No, aún no. —Sintió a Rosé levantarse nuevamente y luego agarrarla del cabello halándolo hacía atrás. —Colócate en cuatro y cógete tú misma. —Le ordenó.

Jennie rápidamente apoyo ambas manos sobre la cama y empezó a moverse para retomar las embestidas. Su cabello aún estaba siendo agarrado en un puño por Rosé, quién la miraba con deseo desde su posición. Le encantaba lo entregada que era Jennie y las ganas con las que siempre hacía las cosas, como ahora por ejemplo. Queriendo ayudarla, movió con parsimonia sus caderas, agarrando con una mano su cintura y con la otra halando levemente el cabello.

—Te ves increíble desde acá. —Jennie al escuchar la voz de Rosé echó la cabeza hacía un lado para mirarla. Su cabello había sido suelto y en algún momento se había sacado el top, tenía el torso totalmente desnudo. Se deleitó con la vista de los tatuajes y los bonitos pechos al aire que se movían levemente a causa de los movimientos. —Ya no aguanto más. —Gruñó.

Tras escuchar a Rosé, Jennie sintió como volvió a ser ella quién la embestía. El agarre del cabello incremento seguida de una fuerte nalgada. Gimió sin parar, amando la fuerza con la que se la estaba cogiendo. Quiso volver apoyar el torso sobre la cama pero un fuerte halón en su pelo lo impidió. Sonrió lujuriosa ante el acto y, apoyándose sólo en un brazo, llevó su mano hacía atrás para tomar la de la mujer más alta y guiarla hacía su clítoris.

Soltándole el cabello e inclinándose hacía ella, Rosé empezó a estimularla con fuerza, mordiendo y lamiendo su espalda y hombros. Jennie volvió a sentir el cosquilleo en su vientre bajo y entre gemidos y el nombre de Rosé junto a maldiciones, se corrió. La mujer más alta se reincorporó y siguió moviéndose dentro de ella ayudándola a sobrellevar el orgasmo, dejó que se acostara sobre la cama y sacó el dildo húmedo, sonrió al verlo así.

Jennie sonrió con satisfacción al sentir el juguete pasar perezosamente entre su labios vaginales y cerró los ojos, largando un suspiro. No duraron mucho así ya que los abrió al sentir un peso a su lado, sabiendo que era Rosé quién se había acostado. La genuina sonrisa que adornaba su rostro hizo que Jennie también lo hiciera y elevara sus labios para que la otra mujer le diera un leve beso.

Estuvieron un rato dándose mimos mutuamente hasta que Jennie miró a Rosé querer quitarse el arnés creyendo que ya habían acabado. Qué equivocada estaba.

—Espera. —La detuvo rápidamente. Se colocó sobre ella, sentándose sobre su abdomen. —Quiero montarte, ¿puedo? —Hizo un puchero que provocó que Rosé sonriera y asistiera. Jennie aplaudiendo se paró sobre la cama y extendió sus manos hacía la más alta, quién las tomó y se paró también riendo. Le dio un beso y le indicó que se sentara con la espalda apoyada a la cabecera de la cama.

Jennie se sentó sobre ella sin meterse el dildo aún y se empezaron a besar un rato. Rosé pasaba sus manos desde su abdomen hasta la espalda, el trasero y sus muslos, apretándolos. Jennie por otro lado le acariciaba el cuello, los hombros, el rostro o metía sus manos entre su cabello.

Sintiéndose lista, con una mano agarró el dildo y empezó a pasarlo por su húmedo coño, mojándolo. Se lo acomodó en la entrada y empezó a bajar sobre él, sintiéndose llena nuevamente.

Rosé se relamió los labios al ver su cara de excitación mientras iba metiéndose el juguete. Empezó a besarle el cuello y acariciarle el cuerpo. Cuando sintió que Jennie empezaba a moverse la tomó de las caderas y se alejó para mirarla mientras lo hacía.

A los ojos de Rosé, Jennie era una diosa. Y verla en este estado hacía que está imagen se intensificara. Tenía el cabello desordenado dándole un aire aún más sexy, su piel brillaba por el sudor, su boca estaba entreabierta mientras gemía y aún llevaba la camisa puesta. Se rio porque hasta ahora se dio cuenta que se trataba de la misma que estuvo como loca buscando hace unos días. La levantó con la intención de sacarla para poder mirar los pechos que tanto le gustan saltar con cada rebote que daba sobre su regazo. Jennie dejó de sostenerse de sus hombros para alzar los brazos y así permitir que la camisa fuese quitada.

Cuando tuvo el torso desnudo, Rosé se alejó para mirar sus pechos moverse. Los tomó entre sus manos y los empezó a masajear, tomando sus pezones duros entre sus dedos y apretándolos. Jennie empezó a moverse con más rapidez y fuerza al sentir las caricias. Al notar esto, la más alta se los llevó hasta la boca y empezó a comérselos como tanto les gustaba a ambas.

—Me encanta montarte, Rosie. —Dijo entre gemidos. Sentándose totalmente sobre el dildo y dando vueltas a sus caderas, haciendo que más gemidos salieran de su boca. Rosé rápidamente se acostó sobre la cama aún con Jennie sobre ella, apoyó sus pies sobre el colchón, la agarró de las caderas y empezó a penetrarla con fuerza. —Oh, Dios. —Lloriqueó la mayor. Se echó hacía adelante apoyando sus manos sobre el duro abdomen de la mujer más alta.

Ambas se miraban a los ojos fijamente, retándose en silencio. La que primero los cerrara perdía. Y fue Jennie quién cedió y los cerró echando la cabeza hacía atrás y abriendo la boca entre gemidos, comenzando a acompañar las embestidas de Rosé con sus propias penetración montándola con más fuerza.

—Uy, perdón. —Ambas escucharon la voz de Jisoo seguida de la puerta cerrándose pero ninguna tuvo la intención de parar.

—Te odio, Kim Jisoo. —Gritó Jennie entre gemidos, abriendo sus ojos y apoyando la manos en la cabecera de la cama, incrementando los movimientos de sus caderas invitando a Rosé a que lo hiciera también. Miró a la mujer debajo de ella a los ojos, estaban encendidos y llenos de lujuria. —Tú, cuando Lisa se la esté cogiendo, haz lo mismo. —Le ordenó. Rosé rio y de un movimiento rápido la colocó debajo de ella. Jennie no tardó en enrollar sus piernas al rededor de la cintura y sus brazos en el cuello. Rosé empezó a penetrarla nuevamente con fuerza.

Y recordando el pequeño detalle de la cadena, Jennie abrió los ojos, encontrando el accesorio sobre su rostro que de vez en cuando lo tocaba. Extasiada, llevo ambas manos a la espalda definida y fuerte de Rosé acariciándola. Sus manos pasaban desde los hombros hasta el trasero.

—Rosie. —Dijo con dificultad entre jadeos. —Rosie, qué rico me coges.

Empezando besarle el cuello, respondió: —¿Sí? ¿te gusta sentir como te dejo de abierta? Lo bien cogida que quedarás, ¿ah? Me encantas, Jennie. Qué delicia es cogerte. Qué rica te veías montándome. Qué bien te ves debajo de mí. —Mientras iba hablando sus embestidas iban en aumento, haciendo que Jennie echara la cabeza hacía atrás y abriera la boca para gemir con más fuerza.

—Sí, sí, sí. Dios. Rosie, sigue así, no pares por favor. —Rogó entre lloriqueos.

Luego de unas cuantas penetraciones más volvió a sentir el delicioso cosquilleo y se corrió con fuerza.

Rosé sintió las uñas de la mujer debajo de ella pasarle por toda la espalda, enterrándolas con fuerza. Definitivamente le había dejado bien marcada. Y las piernas que estaban enredadas en sus caderas empezaron a perder fuerzas. Se reincorporó sin sacar el dildo y miró a Jennie, maravillándose ante la vista.

Tenía los brazos extendidos, su cabello estaba tapando un poco su rostro, la respiración estaba tan agitada que provocaba que el pecho subiera y bajara lentamente. Sonrió con suficiencia, la había dejado agotada. Con una mano le acomodó el pelo para poder mirar su cara mejor y sacó el dildo, haciendo que Jennie suspirara debido a la pérdida del objeto dentro de ella.

Le dio un beso en la frente y se bajó de la cama para sacarle el arnés tirándolo a uno de los sillones que tenía Jennie dentro de su habitación, luego se volvió a acostar a su lado, acariciándole el abdomen.

—Quiero comerte. —Escuchó la voz cansa de Jennie.

Rosé negó con la cabeza mientras se reía y respondió: —¿Qué te parece si descansamos un poquito y seguimos al rato?

Jennie asintió y se acercó a ella para abrazarla, dándole un beso en la mandíbula y acomodando su rostro entre el cuello y el hombro de la mujer más alta.

Rosé agarró el edredón y las tapó, no quería que Jisoo volviera a interrumpir y las viera totalmente desnudas. Sonrió porque en su mente ya tenía pensado el regalo que le daría a Jennie como agradecimiento.

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