DRAMA

Tal vez está de más mencionarlo, pero si el texto está en cursiva, significa que es una analepsis
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⚠️Contenido explícito⚠️




















Cada que cierro los ojos recuerdo las cuerdas rasgando mi piel. La visión borrosa. La boca seca. El dolor en mi cuerpo. El miedo.



























—Namjoon ¿recuerdas cuál es la palabra de seguridad?

—Sí, amo.

—Muy bien bebé. Ven aquí.

Gateé hasta sus pies, donde Taehyung me recibió con una muestra de afecto. Suspiré cuando hundió sus largos dedos entre mi cabello y acarició de forma dulce el lóbulo de mi oreja. Me carcomían las ganas de mirarlo directo a los ojos y besarlo una y otra vez, pero sabía que lo tenía prohibido, y un castigo a esas alturas no convenía mucho.

Cerré los ojos, sintiendo como el castaño pasaba los dedos por mi nuca, sin hacer presión.

Eran pocas las veces que Taehyung era dulce conmigo. Casi siempre solo me daba órdenes y me satisfacía en todos los aspectos. Pero esta vez acarició mi cabello y tocó una de mis orejas.

—Eres tan precioso, Namjoon —Sonreí en respuesta, acercándome a su pierna —¿Ya quieres que te ponga las cuerdas?

Asentí. Pero mi cara pocos segundos después se volteó de una fuerte bofetada.

—Voy a preguntar de nuevo —Su voz salió entre dientes al tiempo que se agachaba para quedar a mi altura. Miré hacia el piso, temeroso —¿Ya quieres que te ponga las cuerdas?

—Sí, amo.

Por el rabillo del ojo supe que sonrió.

—Mírate. Tan necesitado de mí —Dijo con burla —Súbete a la cama, ya sabes que hacer.


























Sentí un escalofrío por toda la columna y por inercia tomé con un poco más de fuerza la copa de alcohol que llevaba entre mis dedos.

Sabía que Taehyung me estaba mirando, la mandíbula tensada de Jungkook a mi lado lo decía todo. Tragué en seco y en lugar de decirle algo, preferí darle un gran sorbo a la copa de vino.

La reunión estaba tranquila. Todos llevábamos traje y bebíamos vino tinto como si no hubiera mañana. El jefe de Jungkook había ofrecido una fiesta para celebrar el aniversario de la empresa en donde Jungkook trabajaba como vicepresidente.

Cuando le di un sorbo a mi copa, y sin querer, lo miré.






























Junté las muñecas sobre mi cabeza y separé las piernas.

Traté de regularizar mi respiración mientras sentía la textura de la cuerda rasgando lentamente mi piel.

Dolía, pero no me podía quejar ni soltar algún jadeo. Mucho menos decirlo en voz alta.

Primero fueron las manos, que las juntó con una cuerda roja y la aseguró al respaldo de la cama. Dejó un beso en ellas y con su lengua llegó hasta mi cuello, donde lamió con desesperación en lo que yo gemía por lo bajo.

Se separó, y caminó hasta la orilla de la cama, donde amarró cada uno de mis pies a las esquinas de la cama.

Taehyung se aseguró que las cuerdas estuvieran firmes y me dio dos leves palmadas en el muslo, indicándome que ya había terminado.

—Me encanta cuando eres tan dócil. Tan débil —Dijo observando cada parte de mi cuerpo.

Pasó dos dedos por mis piernas hasta llegar a mi rostro, donde juntó sus labios con los míos con un simple y sencillo beso.

Solté un jadeo cuando llevó una tela a mis ojos y quedé ciego de inmediato.

Escuché los pasos de Taehyung a mi derecha y por el sonido del encendedor y el olor del lugar, me di cuenta que estaba encendiendo un cigarro.

Intenté moverme pero fue inútil. Estaba completamente desnudo y expuesto para él.

—¿Estás listo, Nam?

—Sí, amo.

—Muy bien, putita.

































No quería mirarlo. Me pegué más a Jungkook, prácticamente juntando nuestros hombros y evité soltar un suspiro de alivio cuando me rodeó con su brazo.

Había personas a nuestro alrededor y su mirada se sentía más pesada que nunca, pero el contacto físico de Jungkook, a pesar de que no me aseguraba nada, me hizo sentir protegido por segundos. Sonreí a su lado y me acerqué a su oreja.

—¿Me acompañas al baño?

Jungkook notó que mi brazo tembló, pero me tomó por la cintura y asintió.

—Claro.




























Sentí como el colchón se hundía a mi lado y comencé a sentirme ansioso, porque cada juego siempre era diferente. Respiré hondo y esperé a que Taehyung me diera un beso, como siempre lo hacía una vez que empezaba el juego, pero en lugar de hacer eso, me quemó en el pecho, enterrando su cigarro en mi piel.

Me moví en automático al sentir el ardor del cigarrillo, pero no sirvió de mucho.

—Amarillo —Advertí.

Me tensé y apreté mi quijada cuando por segunda vez me quemó, abajo del ombligo.

—Amarillo —Repetí fuerte y con la mandíbula tensada, ahogando un jadeo o cualquier muestra de dolor.

Taehyung sabía que estaba prohibido quemarme. Nuestras reglas eran lo suficientemente claras como para que ese detalle se le hubiera pasado.

Él sabía lo que estaba haciendo, y aún sabiendo perfectamente que odiaba las quemaduras en el juego, no le importó.

Volvió a enterrarme el cigarro, pero esta vez en la ingle.

Traté de moverme, de cerrar las piernas o acercar mis rodillas al torso pero las ataduras me lo impidieron. Enterró más el cigarro, y ya no lo soporté.

—¡Rojo! ¡Rojo! —Grité.

Quería que el juego terminara y que Taehyung me soltara de una vez por todas, pero en lugar de eso sentí como tomó uno de mis pezones en su boca.

Mordió y lamió la zona para después de golpe meter tres dedos en mi entrada, haciéndome jadear por la inesperada intromisión. No dolió demasiado porque seguía un poco dilatado por el sexo de la noche anterior, pero aún así dolió.

Traté de zafarme, de quitarlo de encima, pero las cuerdas estaban demasiado fuertes como para aflojarlas. Mis muñecas empezaron a punzar y el dolor en mi trasero aumentó cuando sus dedos entraron más y se curvaron en mi interior.

La ansiedad me comenzó a carcomer por dentro y las quemaduras ardían como el infierno.

—¡Taehyung! ¡Para!

Recibí una bofetada tan fuerte que me callé.




































Me miré en el espejo del baño y puse un poco de cocaína en mis dedos y los pasé por mis encías una y otra vez.

—¿Seguro? —Preguntó Jungkook a mi lado, con los brazos cruzados y recargado casi por completo en la puerta.

No respondí. Con la tarjeta de crédito entre mis dedos separé el polvo blanco sobre mi teléfono y con ayuda de un billete la esnifé.

Necesitaba eso. Drogas. Olvidar aquella noche que tanto me atormentaba.

—Namjoon —Jungkook habló en tono de reprimenda, pero no le hice caso.

Recordé la mirada pesada de Taehyung y negué repetidas veces.

—Necesito esto, Kook. Realmente lo necesito.








































Me sentía débil, cansado. Pero no me rendí. Taehyung rodeó mi cuello con una de sus manos y no me dejó ni suspirar por el alivio de sentir como quitaba sus dedos de mi interior.

Aún así el alivio no duró mucho, porque con brusquedad me penetró, lo cual se sintió mucho peor. Taehyung era grande y siempre el juego previo era un poco largo, porque prepararme tomaba más tiempo del normal.

Siempre me gustó la sensación de sentirme llenado por él, pero hoy no. No estaba cómodo y mucho menos excitado. Quería que me soltara y golpearlo, definitivamente no lo quería encima de mí, mucho menos dentro.

—¡Rojo! — Volví a gritar, desesperado y con mi entrada ardiendo del dolor.

Pero Taehyung no se detuvo.

Soltó mi cuello y clavó sus dientes en él, haciéndome enojar. Traté de mover mi cabeza pero me jaló con su mano enorme para que no pudiera hacerlo. Maldecí por lo bajo pero me detuve cuando se volvió a enterrar en mí, duro y sin compasión.

Todo mi cuerpo dolía. Mis manos por tanto jalar las cuerdas, mi entrada por las bruscas estocadas de Taehyung y la garganta por tanto jadear.

—¡Rojo Taehyung! ¡Suéltame!

Sus manos volvieron a mi cuello y comenzó a asfixiarme cada vez más fuerte. Sentí mi cabeza arder y como las venas de mi frente comenzaban a saltarse, pero aún así Taehyung no me soltaba.

—T-Tae —Traté de hablar, pero mi voz no salía.

Tomé grandes bocanadas de aire apenas me soltó. Traté de zafarme del agarre de mis manos, pero, de nuevo, fue inútil.

Moví mi cuerpo como pude, arqueando mi espalda lo más que podía, pero Taehyung no lo permitió.










































Quería irme. Pero en lugar de acercarme a Jungkook y decirle lo mucho que odiaba estar bajo el mismo techo que Taehyung, preferí sonreír.

Sonreí en la cena, en el salón principal y frente a las amistades de Jungkook.

Ignoré la ansiedad que sentía en mis adentros y me repetí a mí mismo que no debía sentir miedo,no tenía por qué.

Me crucé de hombros, sonriendo nuevamente frente a Jimin y Seokjin, quienes hablaban de algo de uno de sus tantos viajes.

Veía perfectamente a Taehyung tras la pareja y a pesar de no querer volver a ver sus penetrantes ojos, lo hice.

Primer error.

Sentí mis piernas temblar, pero no borré mi sonrisa, y sosteniendo la mirada, me pegué a Jungkook.













































La tela de mis ojos desapareció. Miré a Taehyung con los ojos acuosos y él me regresó la mirada con lujuria.

—Suéltam-

No me dejó terminar. Tapó mi boca con la mano izquierda y sin salirse de mí, me ahorcó con su otra mano.

Sus ojos no se veían igual que siempre. Se veían oscuros, llenos de odio con cada estocada.

Mis piernas, mis muslos y mi entrada ardían de dolor.

—Rojo —Traté de decir, pero mi voz no se escuchaba.

—Eres mi puta Namjoon, eres mío —Acercó su cara a la mía, clavó sus dientes en mi mejilla y me tomó fuerte de la quijada —Que no se te olvide.

Sin decir más, volvió a las estocadas, que cada vez dolían más.

































Sentía la ansiedad de Jungkook, quien me tenía a su lado posesivamente.

—Tranquilo —Murmuró antes de darle un sorbo a su copa de vino.

Imité de acto, ignorando la mirada penetrante a mi derecha. Sonreí, y sabiendo que me estaba mirando, besé los labios de Jungkook, quien me correspondió de inmediato.

—¿Nos vamos en un ratito más?

Asentí.


































Grité, pero nadie me podía ayudar. Estaba amarrado en una cama, expuesto ante mi dominante, que por primera vez no respetó el contrato que teníamos.

Tenía miedo. Más cuando me ahorcaba y me miraba a los ojos como si me quisiera matar.

Volví a luchar, jalando las cuerdas que rodeaban mis muñecas pero parecía que cada vez que trataba de zafarme, más se apretaban.

Traté de mover las piernas, más cuando Taehyung se separó de mí y se acercó con un dildo tan grueso que ya sentía el ardor en mi entrada de tan solo verlo.

—¡Rojo!

—Di rojo las veces que quieras, porque aun así no voy a parar.































—Entonces, no sabemos si escoger el color rojo o el azul —Habló Jimin, pareciendo harto.

—A mí me gusta el azul —Respondí con una pequeña sonrisa.

—Yo prefiero el rosa, pero a Jimin no le parece la idea.

—¿No han pensado en un verde?

Dejé de respirar cuando escuché su voz.

Jungkook me acercó más a él y yo no hice otra cosa más que mirar al suelo, como un cobarde.

—Oh chicos, él es Taehyung, uno de mis mejores amigos.

Habló Jimin con su deslumbrante sonrisa, tomando a Taehyung por los hombros.

—Un gusto —Dijo Jungkook con hostilidad.

—El gusto es mío —Respondió sin mirarlo, luciendo hasta grosero —Si me disculpan, Namjoon ¿Puedo hablar contigo?

El agarre en mi cintura se intensificó y comencé a sentir los nervios a flor de piel.

—Oh, ¿ya se conocen? —Jimin levantó las cejas y nos miró.

—Somos... —Musitó Taehyung, mirándome con sus malditos ojos penetrantes —...viejos amigos.

Y sonrió, como la hipócrita que siempre había sido.

La verdad es que no sabía qué hacer. Si negarme y esperar que sucediese lo mejor o ir y confrontarlo de una vez por todas.

Jungkook no me soltó. Lo miré a los ojos y mentalmente le dije que estaría bien. Parecía querer tomarme más fuerte, pero sin estar completamente satisfecho o feliz, me soltó. Taehyung extendió su brazo, indicándome el camino a seguir, y antes de que yo pudiera actuar grosero, me tomó del saco y de manera despistada me llevó a un lugar más privado.




























Grité. Taehyung metió el dildo en mi interior por cuarta vez, pero por más que intentaba, no entraba por completo.

—¡Por favor para! —Grité una y otra vez, pero eso parecía encantarle.

Volvió a sonreír y rodeó mi cuello con su gran mano.

—Di que eres mío.

—¡Suéltame! ¡Por favor!

El dildo volvió a mi entrada a la par de mi grito. Me dolía tanto que mi rostro ya estaba repleto de lágrimas secas y las que seguían saliendo.

—¡Para Taehyung!

—Di que eres mío.

—¡Soy tuyo! ¡Soy tuyo!

—Muy bien bebé.

Amaba que me dijera apodos cariñosos, pero esta vez lo odié. Miré sus ojos negros por la lujuria y volví a luchar contra las cuerdas.

—Entre más luches, más se aprietan, Namjoonie.

Dijo, y volvió a enterrar el dildo por completo. Volví a gritar y llorar, pero Taehyung solo sonreía viendo el espectáculo.

—Buen chico.

—¡Suéltame hijo de puta!

Metía y sacaba el dildo de mi ano una y otra vez, haciéndome jadear y llorar cada vez más.

—¡Por favor!

Quise decir otra cosa, pero Taehyung me escupió y colocó su pene en mi cara. Con ambas manos abrió mi boca y se clavó en mi garganta una y otra vez. Traté de morderlo, pero su agarre me lo impedía.

Había dejado el dildo en mi entrada y cada vez se me dificultaba más respirar por las estocadas en mi boca.

Parecía que Taehyung amaba que llorara. Su sonrisa en el rostro me lo demostraba.

Sacó el dildo de mi interior y cuando suspiré de alivio lo metió con más fuerza que antes.

—¡No!

Esta vez no fue una bofetada, fue un puñetazo.
Luego fueron tres, después cinco.

Taehyung me golpeaba donde anteriormente me había quemado, me nalgueaba y golpeaba, me escupía y jugueteaba con mi pene como si se tratara de un juguete.

Cuando pareció aburrirse me soltó. Se bajó de la cama y caminó hacia el hueco entre mis piernas de nuevo y Volví a tensarme. Sentía la vista cansada, la quijada dolida y mi garganta seca. Cerré los ojos por un segundo pero los abrí de inmediato cuando el dildo entró por completo en mí, mucho más fuerte que antes y lo mantuvo ahí hasta que mi garganta se desgarró por los gritos. Lloré y lloré, soltando jadeos de dolor.

Cerré los ojos con fuerza. No sentí su presencia cerca y el colchón no estaba hundido en ninguna parte. No me moví ni un milímetro y de la nada sentí mis muñecas sueltas.




























—¿Qué quieres? —Hablé de inmediato.

Jungkook me observaba de lejos, pendiente de mí. Pero aun así no me sentía seguro.

Taehyung siempre me hacía sentirme menos, débil. Su grave voz y sus facciones rectas y masculinas me recordaban una y otra vez lo que pasó aquella noche. Especialmente por la mirada que me dio, la misma que me estaba dando ahora.




























Taehyung soltó el nudo de mis manos y se alejó de mí. Traté de agarrarlo, pero no pude. Fue lo suficientemente rápido para alejarse de la cama.

—Perdóname —Murmuró casi inaudible saliendo por la puerta del hotel.

Lloré, y con los brazos adoloridos y las muñecas marcadas, saqué lentamente el dildo. Tardé varios segundos por el terrible ardor y me asusté más cuando vi sangre en las sábanas. Arrojé el consolador lo más lejos que pude y descansé varios segundos antes de tener que sentarme para desatarme los pies. No se cuento tiempo pasó, pero cuando lo hice, el dolor no paraba y el sentarme se volvió un martirio. Me acosté en posición fetal, sabiendo que no podía pararme.

Odié a Taehyung y lo maldecí una y otra vez, acostado en la cama sin ninguna prenda que me cubriera.

Quería salir de la habitación, buscar a Taehyung y golpearlo hasta el cansancio, pero no estaba seguro si mis piernas responderían.



































—Solo quiero pedirte perdón —Dijo serio.

Sonreí incrédulo. ¿Pedirme perdón? ¿Después de haberme violado y golpeado por horas?

—Lárgate.

—Es en serio.

—Me violaste Taehyung —El pelinegro desvió la mirada —No, mírame.

No sabía si era por las drogas o por el coraje, pero lo tomé del mentón y le levanté la cabeza para que me mirara a los ojos de nuevo.

—No seas cobarde, no después de todo lo que me hiciste.

Lo solté para no llamar la atención. Por el rabillo del ojo me percaté que Jungkook parecía querer intervenir pero negué en su dirección.

—Namjonnie —Soltó de la nada.

—No me digas así —Respondí rápido, haciéndolo parpadear sorprendido.  Me sentí asqueado al escuchar ese apodo, el mismo por el que me llamaba cuando hacía las cosas bien —Dije la palabra de seguridad una y otra vez y me ignoraste. No solo me violaste a mí, sino también a nuestro contrato de años.

—No sé qué pasaba por mi cabeza cuando te hice todo eso.

—Pues yo sí. A partir de hoy tú y yo no nos conocemos. Así que lárgate de una vez.

—Namjoon —Dijo, ya no en el tono calmado que había usado antes, sino con uno de reprimenda.

Me aterré por un segundo pero antes de girarme para regresar con mi nuevo dominante, le arrojé una mirada de pena.

—Existe el karma, Taehyung. Y no importa cuántas veces reces y te arrepientas. Estás tan condenado al infierno como yo.

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