7. Escapadas, planes y fiestas (sin editar)

POV CALLIE

No me podían tener todo el día encerrada. Tenía y podía ir a clases. Ni que estuviera inválida y hasta así igual iría. Callie murió y revivió, no puede ir a clases mañana. ¿Quieren que desapruebe el curso o qué? Es injusto. Muy injusto. No pueden privarme de ir a clases. No ahora que tenía que aprender mucho sobre lo que soy. El dolor de cabeza todavía no había cesado. Puedo soportar un dolor de cabeza con tal de aprender sobre la historia de los drakens. Pero no, no puedo por puras tonterías y escusas. No me merezco esto. Yo me merezco estar en clases y hablar con mis pocos amigos.

Iba y venía de una pared a otra. Tocaba la primera, me dirigía a la segunda, la tocaba y volvía a repetir el proceso. No sé cuánto tiempo lo estuve haciendo pero salí de mi locura mental o el remolino que me tenían sumida mis pensamientos cuando me hablaron.

—Qué bueno que todavía estás aquí —dijo aliviado la voz de la persona que quiero matar.

—¿Qué haces aquí? —hablé cortante y fría.

—Vine a acompañarte a clases. Coincidimos en todas, linda —me guiñó un ojo.

—Muy mala idea de tu parte venir aquí. Te das cuenta que quiero matarte desde ayer ¿no? Y tú solito has venido hasta mí, entregándote. Tal vez por eso perdonaré tu vida y solo te haré daño o torturaré. Por cierto, te pido disculpas de antemano.

—¿Disculpas? —preguntó confundido.

—Por esto —dije propinándole un puñetazo en el brazo—, y por no poder acompañarte. Quiero, realmente quiero acompañarte y salir de estas cuatro paredes. Pero para tu mala suerte y la mía, estoy encerrada. O algo así. No me quieren dejar salir. Dicen que todavía estoy débil y me puede pasar cualquier cosa y bla, bla, bla. Luego de 'cualquier cosa', deje de prestar atención. Están locos si creen que me pueden mantener cautiva y sentada sin hacer nada. Se equivocan.

—Ya entendí porque hay un guardia fuera de tu habitación —murmuró para sí mismo—. Meadow dijo que teníamos que hacer un viaje para encontrar a Nolan. En otras palabras, salir de este lugar.

Le miré atónita.

—Primero ¿Cómo demonios sabes sobre Meadow y Nolan? Y segundo, si hay un guardia al otro lado de la puerta ¿Cómo hiciste para salir? —me miró avergonzado—. Venga, habla.

—Yo, uhm... Como que noqueé al guardia. Pero eso es lo de menos —agregó rápidamente—. Y lo de la diosa lo sé porque ella se metió en mi cabeza colándose a mis sueños. Quién lo pensaría ¿no? En resumen me dijo que tú eres su descendiente, yo soy descendiente de su guardián, Rufus y que por algún raro motivo que desconozco, Nolan te quiere ver muerta. Creo que mencionó algo sobre el destino y que si no seguía su curso iban a haber graves consecuencias. No recuerdo muy bien lo que pasó. También dijo que había una historia y que tenías que contármela pero no te preocupes, puedes hacerlo luego. En estos momentos tenemos que ir a clase. No puedo creer que haya dicho eso. Que importa. El punto es que puedas ir a clases para que aprendas lo poco que te van a enseñar en esas clase antes de irnos.

—¡Perfecto! ¿Qué esperas? Vamos —agarré su mano y lo jalé hacia el pasillo. Ya podía sentir el olor a libertad—. Por lo menos ya no tengo que deshacerme del guardia. No creo que haya podido vencerlo. Mira, es todo grandote y musculoso. Todo lo contrario a mí. ¿Qué clase tenemos primero? Al parecer tú tienes mi horario. No sé como lo conseguiste pero qué bueno que lo hiciste. Me estás haciendo creer que sí tienes cerebro. Entonces ¿cuál es la primera clase?

Me entregó el pequeño papel.

—No lo necesito. Tienes las mismas clases que yo. Así que nuestra primera clase es Defensa III.

—Siempre quise ir a esa clase —lo arrastré por todos los pasillos hasta que llegamos a la puerta que daba al patio—. Me encanta. Hasta incluso había algunas veces que me escapa de clases para venir a ver lo que hacían. Era tan divertida. No me quedaba mucho tiempo y cada vez que regresaba tenía la escusa perfecta para que no me mandaran a detención o me hagan hacer trabajos extras.

Me sentía feliz recordando esos momentos. Era gracioso ver cómo le pateaban el trasero a Victoria. Y cómo caían cuando el profesor Parker los hacía hacer diferentes pruebas físicas de resistencia. El profesor Parker hace unos cinco años se graduó aquí y se especializó en la universidad como profesor de deportes pero sabía karate, boxing, taekwondo y artes marciales. Y gracias aquello decidió enseñar Defensas en la academia. Era estricto pero también gracioso. Había momentos en los que le gustaba bromear y otros en los que se ponía serio. Era uno de los mejores profesores y yo no tenía clases con él. Viva mi mala suerte. Aunque ahora está cambiando y tengo clases con él. He practicado karate y boxing cada verano y vacaciones que iba a la casa de mis padres. Nadie sabe, obvio. No podía revelar mi secreto.

Pillé a Rule mirándome con una sonrisa en su rostro esperando a que mis expresiones le dijeran en que pensaba.

—¿Qué? —le pregunté divertida.

—Estás sonriendo. No te había visto sonreír o por lo menos no había visto una sonrisa sincera en tu cara y también porque sigues cogiéndome de la mano —me dio una sonrisa torcida. Apareció un rubor en mis mejillas—. Y ahora te está sonrojando. Me sorprendes, Callie.

Solté su mano rápidamente cómo sí quemara.

—¿Porqué te sorprendo? —regresé a mi yo normal. A la que odia al chico a mi lado.

—Olvídalo, ya regresaste a tu faceta de 'odiar a Rule'.

—Ja, ja, ja me pareces tan gracioso —dije sarcásticamente.

—Gracias, mi linda doncella. Pero dejemos mis grandes cualidades para después. Tenemos que entrar a clases —abrió la puerta y se puso a un lado—. Primero las damas.

Yo lo ahorcaba. Le dije que no era una damisela o doncella en apuros y que dejara de llamarme linda. Si antes creía que tenía un poco de cerebro ahora ese pensamiento se esfumó. Rule es un idiota con "i" mayúscula.

—Rule ¿qué haces llegando a estas horas a clase? Estás bien tarde.

—Vengo de traer a Callie Newton. Me disculpa si he llegado tarde.

—Bienvenida a mi clase señorita Newton. Pensé que iba a venir mañana a clases. Según me informaron usted no se encontraba muy bien y por eso no podía venir.

—Puras mentiras. Me encuentro en perfectas condiciones físicas y mentales. Ellos solo están exagerando como siempre. No podía salir de mi cuarto hasta que llegó Rule y me trajo mi horario y también me acompañó hasta acá.

—Muy bien. No te preocupes. Hoy puedes ponerte a un lado y mirar lo que hacemos para que puedas memorizarlo.

—Eso no es necesario —le dije sonriente—. Puedo todo lo que hacen, créame. Al igual que entrenar con los demás.

—Está bien. Colócate al costado de Rule, el va a ser tu pareja de combate en lo que resta del semestre.

Empezamos a hacer esos movimientos ridículos, cosa que nunca iba a decir en voz alta. Luego de una larga sesión de aburridos movimientos buenos para nada, recién nos dejaron hacer combate cuerpo a cuerpo. Rule se sorprendió cuando esquivé unos de sus golpes y luego lo tumbé al suelo. Seguimos hasta que terminó la clase.

—Señorita Newton, la felicito. Ha hecho un gran trabajo. La espero mañana.

Me despedí del profesor y salí de ahí feliz.

—Te pateé el trasero, idiota.

—Dejé que lo hicieras. Me dabas pena —gruñó. Él solito se delataba—. Apresúrate que tenemos clase con la profesora Ginger. Nos va a matar si llegamos tarde.

Ahora era él quien me arrastraba por todos lados.

El día la pasamos así, de un lado a otro. Pero pasó bien rápido. Salimos del aula de nuestra última clase Transformación II.

—Sobreviví. ¿Ahora qué es lo que vamos hacer para salir de aquí?

—No tengo idea pero no podemos faltar a la fiesta que tu hermana te está organizando. Van a sospechar y eso es lo que menos queremos. Tenemos que salir después de eso.

—¡¿Mi hermana me está organizando una fiesta sorpresa?! —pregunté asombrada. No le había dicho que no a esa estúpida idea—. Pensé que le había dicho que no. Esa chica no se rinde tan fácilmente cuando se trata de fiestas y ropa.

Rule rodó los ojos. Nos quedamos en silencio pensando ¿qué es lo que íbamos a hacer?

—¡Eso es! —exclamé chasqueando los dedos y haciendo que Rule se sobresaltara—. La supuesta fiesta 'sorpresa' que mi hermana está organizándome, puede servirnos de tapadera. De algo tenía que servir esa ridícula idea que se le cruzó a mi hermana por su pequeño cerebro.

—Alista una maleta y la dejas al lado de tu puerta. Vamos a necesitar cosas para el viaje como comida, agua, algún tipo de botiquín, pero de eso me ocupo yo.

—En la cocina dile a las chicas que yo te estoy enviando a pedir la comida porque tengo que hacer unas cosas con ellas. Procura llevar comida que no se malogre y también pídeles galletas, ella siempre me las compran cuando salen a comprar pero ayer olvidé pedírselas.

—Ahora entiendo porqué eres la primera en todos los cursos que haces. Eres una maldita cerebrito.

—Lo sé, pero de todas formas gracias. En comparación de ti, yo sí utilizo mi cerebro para cosas productivas. No lo utilizo para flirtear con cada persona que se me cruza en frente. De verdad, ¿qué tienen los hombres con querer ir detrás de cada chica con linda cara, buen cuerpo y rubias? Esas son las más brutas. No digo que todas lo sean. A veces me pregunto si son huecas o se hacen las huecas. Como esa película o libro "Los hombres las prefieren brutas".

—Yo no voy y persigo cualquier cosa con piernas y faldas —dijo Rule indignado.

—Victoria es una perra con falda. Sin mencionar que es rubia, hueca y más plástica que las muñecas barbie. Y se me hace que has estado con ella. Aunque creo que en tu caso es lo contrario, las chicas te persiguen a ti. No entiendo que te ven. Bueno hay que admitir que eres caliente hasta morir pero cuando abres la boca todo el atractivo se te va. Deberías usar ese cerebro que te dio Dios para pensar las cosas que dices y haces.

—¿Dijiste que estoy caliente? —preguntó.

—De todo lo que te dije ¿solo eso es lo que retuviste? —gemí—. Te vuelvo a repetir, cuando abres la boca todo tu atractivo se va o por lo menos eso es lo que yo pienso.

—Entonces ¿piensas que soy caliente? —volvió a preguntar.

—Eres un idiota. Eres el  Sr. Idiota. Eres el idiota más grande de todos. Nos vemos en la fiesta —le cerré la puerta en la cara.

—Tomaré eso como un sí —creo que podía sentir como sonreía al otro lado de la puerta.

—Ya lárgate, idiota descerebrado —le grité tirando una de mis almohadas, que estaban colocadas de la más grande a la más pequeña en la cabecera de mi cama, a la puerta.

Escuché su risa y luego sus pasos alejándose.

***

—Hermanis, despierta. ¡Callie Florence Newton levanta tu perezoso y gigantesco trasero de la cama!

—No me moleste, Pey. Estoy cansada, tengo sueño y quiero dormir —la aparté de un manotazo y se escuchó un estruendo.

—¡Auch! No había la necesidad de botarme de la cama. Ya que ayer tuvimos problemas gracias a ti, no pudimos salir con mamá y papá para celebrar tu cumpleaños. Ahora te vas a levantar de la cama, voy a elegir tu ropa, te vas a vestir y vamos a salir. Y sin peros. Vamos, vamos, vamos, vamos. Tienes una hora y media. Tenemos que estar allá a las nueve en punto y son las siete de la noche. Dale, dale, dale apúrate que si no te levantas tú, lo hago yo.

A regañadientes me levanté y me dirigí al baño para darme una rápida ducha. Ya lista, salí de la bañera y envolví una toalla en mi cabeza y otra en mi cuerpo.

—¿Cómo es que no tienes ningún vestido dentro de tu armario? —preguntó mi hermana frustrada—. Ni si quiera tienes faldas. ¿Qué mujer en su vida nunca ha tenido aunque sea un vestido o una mísera falda en su ropero?

—Esa sería yo, querida hermana.

—Eres una... Una...

—Vamos, insúltame. Tú puedes. Te puedo esperar hasta que consigas un insulto adecuado para la ocasión —le guiñe un ojo—. Y hasta que encuentres uno yo voy a elegir que ponerme.

Me dirigí a mi armario agarrando ropa que me iba a ayudar para el viaje. Saqué unas leggins negras de cuero, una camisa de cuadros, mi preciada chaqueta de cuero y unas botas de combate. Me vestí en menos de dos minutos.

—Lista para salir —le dije a mi hermana mirando mi ropa.

La leggins de cuero son flexibles y supongo que abrigarán mejor que unas normales, la camisa a cuadros solo es para que combine y mi hermana no esté molestando, las botas de combate están bien para los obstáculos y la chaqueta de cuero no me hará pasar frío.

Peyton rodó los ojos y me jaló hacia fuera de mi cuarto. Caminamos o más bien me arrastraron hacia el aparcamiento. ¿Vamos a ir en carro? Madre mía, voy a morir pensé aterrada. Cuando llegamos al coche de mi hermana ella se dirigió al asiento del piloto y por mi mala suerte iba a tener que meterme con ella pero en el asiento del copiloto.

Que dios me salve de mi desgracia y me prematura muerte gemí para mí.

«No seas exagerada».

¡¿Me estás diciendo que no sea exagerada?! Le gruñí. Ella es un peligro al volante. Tú nunca la has visto manejar. La última vez que estuve con ella, casi atropella a alguien y en ese lugar no transita mucha gente. Tienen la oportunidad de una en un millón en casi atropellar a alguien.

«Venga, no debe ser tan malo».

Ya te quiero ver gritando en mi cabeza, cosa que preferiría que no hagas. Vas a ver, te vas a arrepentir de haberme dicho eso.

«Si tú lo dices».

Mi hermana aceleró haciendo al motor rugir. Se escuchó el quemar de las llantas y luego el carro salió disparado hacia la oscuridad del camino de tierra. Peyton esquivaba los huecos del camino de una forma demasiado brusca haciéndonos ir de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Iba a llegar a la fiesta llena de moretones.

«Te doy toda la razón. Está loca. Es una maldita maniática. Tenemos suerte si llegamos vivas. Y...».

—Joder, Peyton, mira por dónde vas. Pienso llegar en una sola pieza no por partes. Si no muero por el impacto, voy a morir de un infarto así que abstente a manejar bien y no zarandear el puto coche.

—Manejo como se me da la gana. Si no te gusta, bájate del carro.

—Estoy tentada a hacerlo —murmuré.

***

Llegamos al lugar que ella me estaba llevando pero que yo ya sabía donde era. Voy a tener que poner cara de sorpresa y hacerme la enfadada con mi hermana por montarme una fiesta sorpresa. No me resultaba difícil hacer eso y no me importó en lo absoluto tener que fingir para conseguir mi propósito. Sólo me daba pena tener que herir los sentimientos de mi hermana por irme y el de mis mejores amigos por no decirles.

Salí del auto de mi hermana y todos gritaron al unísono "feliz cumpleaños". Algunos vinieron a abrazarme antes de que me ponga a gritar y me enfade y otros se quedaron en las sombras hasta que pusieron la música.

Por los parlantes sonaban "Don't stop the music" de Rihana. Cuando casi todos me habían saludado y felicitado, se fueron a bailar dejándome sola.

Busqué a los chicos porque no los había visto por ningún sitio. Los encontré en una esquina hablando entre ellos y me acerqué.

—¡Hey! —los saludé con la mano.

El primero en alcanzarme fue Shawn.

—Se que ayer en la tarde me comporté como un grandísimo idiota contigo y quiero disculparme. Estaba irritado porque me llamaron la atención y yo fui y me descargué en ti. Fue totalmente injusto. No es para nada tu culpa. ¿Me podrías perdonar? —puso su cara de perrito abandonado.

—Está bien —dije rendida. Quién no podría resistirse a él cuando ponía esa carita—. Pero para la próxima te juro que te voy a golpear y no pienso perdonarte por más cara de perrito que me hagas.

—¡Gracias! —dijo envolviéndome en sus brazos con un abrazo de oso.

—¡Eh, chico perro! Suelta a nuestra chica que nosotras también queremos saludarla —Shawn me soltó avergonzado y con la cara roja. Oculté una risilla para que piense que no lo vi.


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