6. Sueños y una extraña muerte (sin editar)
Callie. Callie...
Mi cuerpo se sentía agotado. Mis párpados pesados. Pero una voz me obligaba a seguir consiente o eso es lo que creía. Esa voz me hacía sentir bien.
—Callie, querida, tienes que levantarte para que me puedas escuchar con atención.
Sentí una mano reposar en mi mejilla y otra acariciar tiernamente mi cabello. Tal como lo hacía mi madre.
—Mamá...
—No, Callie. No soy tu madre —dijo una voz dulce—. Necesito que abras lo ojos.
Mi visión era borrosa pero ya se estaba despejando. Parpadeé un par de veces más para recuperar al cien por ciento mi visión.
—¿Dónde estoy?
—Cariño, estás soñando y yo estoy dentro de tus sueños. Tengo que avisarte que tienes que confiar en Rule. El tiene que protegerte.
—Te ayudo en todo, créeme en todo, menos confiar en ese idiota bueno para nada.
—Tienes que hacerlo. Él es tu protector. Descendiente de mi guardián. Aunque no sea de tu agrado el va a tener que defenderte y estar a tu lado. No puede dejarte sola en cuando salgas de aquí. Tienes que entenderme. Mi cuerpo todavía se está recuperando desde el destierro de mi hermano. No puedo hacerlo completamente porque cuando él se fue, se complicaron las cosas y tuve que utilizar más magia de lo debido para arreglar el desorden que ocasionó. Ya estoy mejor pero mi hermano tiene que... tiene que morir. Y va a tener que ser a manos tuyas. Nadie aparte de ti lo puede hacer. Y no es fácil decirte esto. Todavía quiero a mi hermano pero él no ha cambiado y no va a cambiar. Con el gran dolor de mi corazón espero que hagas lo que tengas que hacer. Porque si no, no va a haber paz otra vez. Nolan reinará y el caos prevalecerá.
—Y-yo no puedo ha-hacer eso.
—Si puedes. Tú puedes hacer todo. Puedes hacer la diferencia —me dio un beso en la frente y se fue.
Supongo que es hora de despertar.
***
Desperté en mi cuarto con un dolor de cabeza terrible. Probablemente va a estallar. Y las cortinas abiertas, no ayudan a disminuirlo. Al contrario, hacen que duela más.
Que considerados. Me sedan, hacen que me dé un dolor de cabeza insoportable y para colmo me dejan la jodida cortina abierta para que mi cabeza no deje de doler. Pero la gota que colmó el vaso es que están todos parados mirándome con alivio sin hacer nada para cesar mi horrible dolor de cabeza. Quietos. Perfectamente quietos. Creo que apenas están parpadeando. ¿Qué demonios le pasa a esta gente? Ni que me hubiera muerto. Cabras. Están tan chiflados como cabras. Y sin ofender a las pobres cabras pero es la verdad.
Me miran, se quedan quietos, me miran se quedan quietos. No sé qué les parece más interesante. Verme con una jaqueca del tamaño de Júpiter o jugar a quedarse como estatuas. ¡Wu-ju! Que divertido.
Intento decirles que me parece ridículo y estúpido todo esto pero las palabras no llegan a mi boca. No puedo hablar. ¿Por qué no puedo hablar? ¿Me he vuelto muda? Dios quiera que no. No puedo quedarme muda. Todavía tengo muchas que decir. Soy muy joven para quedar muda. Madre mía, ¿qué hice para merecerme esto?
Tal vez es el dolor opresivo de la cefalea tensional. Para que vean que sí estudio. Y para que no se confundan o para los que no sepan su definición, les voy a decir que es. El dolor se presenta en toda la cabeza de manera regular. La sensación es que algo aprieta el perímetro de la cabeza. Suele producirse por contracturas musculares o estrés. Mejora mucho con la actividad física y la relajación. Es un dolor opresivo en banda que abarca todo el perímetro del cráneo.
Soy súper inteligente. Envídienme.
«Puro alarde eres».
No se supone que has estado en mi mente por mucho tiempo y deberías saber que soy mega inteligente.
Reí. Las ocurrencias de esta drakiner son impresionantes. Tanto tiempo para escuchar mis comentarios graciosos y nunca se ha reído de ellos. No tengo ni la menor idea de cómo ha aguantado tanto tiempo. Yo me hubiese reído desde el principio.
Reír. ¿Acabo de reír? Por los cachorritos de Jesús, los panditas sagrados y Santa Claus. Me he reído. Es un milagro. No estoy muda. Aunque lo suponía desde un principio. Solo era el dolor de cabeza. No, no era el dolor de cabeza. Tal vez la distracción. Sí, eso ha debido de ser. Eso me ha devuelto mi hermosa voz.
Suspiré.
No sé qué haría si fuera muda.
Ahora lo que me pregunto es de ¡¿cómo demonios llegué aquí?!
«Te sedaron. ¿No te acuerdas?».
¿Me seda...?
Dejé mi pregunta a medias. Los recuerdos inundaron mi cabeza.
Yo hablándole mal a la directora. Yo en el despacho de esta misma. Yo viendo incrédula al Sr. Caffrey. Yo intentando atacar a Rule. Yo siendo detenida por todos en la habitación. Yo fingiendo calma. Yo saliendo de ese pequeño cuarto lleno de tensión. Yo siendo sedada por una de las personas en las que confío, Layla. Yo cayendo en los brazos de alguien.
Sentí como mi cara se ponía roja y mi sangre burbujeaba dentro de mí por la rabia y la cólera. No tenían, ni tienen ni tendrán el derecho de ponerme un maldito sedante. Ni que hubiese matado a alguien. Fue solo un pequeño descontrol de mi parte. Pequeñísimo. ¿Y recibía a cambio una jodida aguja en mi cuerpo? ¿Es así como se les ocurría enfrentarme? ¿No se les pasó por las cabezas que eso me podría cabrear más? No. Esa es la repuesta. Un rotundo no. Son más idiotas de lo que pensé. Debo admitir que tienen agallas para haber cometido una barbaridad como esta. Y eso hace que mi rabia aumente.
Me contuve. No podía explotar. No tengo que explotar. No debo explotar. Un ataque de rabia podría llevarme a otro castigo. Tengo que concentrarme en otra cosa.
Lo primero que se me vino en mente fue mirar las paredes de mi habitación. Las fotos de todos mis amigos y familiares estaban ahí. Posé mi vista en cada una de las fotos. Observando hasta el mínimo detalle. Había una que me llamaba más la atención que las otras, pero que a nadie le importa y para mi es una de las importantes. Es una foto de cuando mi familia y yo salimos a una excursión al lago. Y mi padre nos tomó una foto a mi mamá y a mí mientras estábamos jugando cerca al río riéndonos porque no podía hacer que la piedra rebotara sobre el agua como ella lo hacía. Ese fue uno de los mejores días. Encontré la foto de casualidad en la oficina de mi padre y la tomé prestada sin que se diera cuenta. No teníamos muchas fotos de ella porque no le gustaba que le tomaran fotos. Había cientos de fotos de mi hermana y yo e incluso de mi padre pero no ella. Por eso me la llevé. Para cuando me sentía triste o la extrañaba solo la contemplaba y mis ánimos regresaban.
Ella y yo nos parecíamos un poco. No tanto como se parece a mi hermana pero teníamos cosas en común como el mismo color de ojos, la misma forma de nuestras narices y barbilla.
Suspiré.
Como la extrañaba. Hace tantos mese que no la veo.
—Reviviste —Eso sonó más a una pregunta que a una aclaración o exclamación.
—Obvio —respondí—. Luego de la sustancia que me pusieron en el cuerpo, es obvio que iba a dormir unas buenas horas. ¿Qué tenían en la cabeza para drogarme con saber que demonios?
—No, no me refería a eso. De verdad reviviste —insistió mi hermana.
—En ese caso explícate. Porque estuve bastante tiempo dormida. Mejor dicho, saber cuánto tiempo estuve inconsciente. Realmente se pasaron esta vez. Quién lo imaginaría ¿no? —ironicé.
—Callie, moriste. Tu corazón dejó de latir. Dejaste respirar. Estabas pálida. ¿Qué quieras que te diga? No, ¿cómo quieres que te lo explique?
¿Morir? ¿Yo morí?
Esto sí que se estaba poniendo confuso. Uno no puede revivir de entre los muertos. Mueres y ya. Eso es todo. No mueres y revives. Eso va en contra de la naturaleza. Cualquier naturaleza. Inclusa la nuestra, la de los sobrenaturales. No es un juego de niños. Muy pocos han revivido. Y los que lo hicieron, fue gracias a un hechizo o a alguien que puede curarse, que pueda revivir porque es un inmortal. Y no me refiero a cualquier inmortal. Muy pocos son inmortales. Vale, los vampiros son semi inmortales. Hay un par de cosas que los mata. Pero no mueren y reviven. Su cuerpo se demora días y hasta a veces semanas. Pero lo "Inmortales" los que realmente son inmortales. Mueren y reviven al cabo de unas horas. Y yo no soy inmortal. Nunca me he curado rápido. Y lo sé porque una vez me rompí el brazó y una costilla cuando salté del tejado de un establo con mi hermoso skate.
Por eso, que haya revivido es im-po-si-ble. Así de simple como eso.
—Vamos, hermanita, no estoy para bromas. Ya estoy lo suficientemente cabreada para me vengas con payasadas como esas. Tú sabes las reglas de la naturaleza y que eso es técnicamente imposible. Necesito la verdad. ¿Por qué me sedaron y qué realmente paso?
Una parte de mí estaba convencida en que lo que dijo Peyton es cierto pero la otra parte no quería creer que morí y reviví. Y esta última es la que está hablando ahora misma. La más coherente.
—Callie, te estoy diciendo la verdad. Lo juro.
No pierdas la cordura. No pierdas la cordura. No te enfades. No te enfades. Relájate. Relájate Me decía una y otra vez esas palabras.
«Yo no recuerdo haber muerto».
¿Qué?
«Si tu mueres, yo muero un día después. Y yo estuve consiente todo el tiempo. O por lo menos todo el tiempo. Al parecer, la cosa que te inyectaron también me afecto a mí. Yo desperté unos cuantos minutos antes que tú. Así que no podría decirte con seguridad si estabas muerta o no. Para ti es imposible revivir como a la mayoría. Tú misma lo dijiste y te creo».
Pero ¿qué pasa si es verdad? Le pregunté asustada.
«No te va a pasar nada. Yo estoy aquí».
Sonreí internamente. Estaba agradecida de que me diga eso. Lo necesitaba. Necesitaba escucharlo de alguien.
Me encontraba nervioso. Parecía un niño un día antes de navidad esperando saber que le iban a regalar sus padres. Rara comparación pero me sentía así.
No me dejaban entrar a ver a Callie. Ni que fuera la gran cosa. Molestarla es divertido. Fácil se va a convertir en pasatiempos. Pero no me dejaban entrar. Ni si quiera me decían si se encontraba bien.
«Tal vez es por el hecho de que la pobre chica quiere asesinarte. Sus ojos ardían cuando te miraban. Esa chica tiene fuego dentro. Me corrijo, esa chica es fuego. Se nota que te odia».
Cierra el pico, Xander. Me pones más nervioso. No es un pecado saber cómo está. Si no quieren que la vea, pues bien por ellos. Pero no me pueden negar contarme como se encuentra.
Fruncí el ceño.
Chica del demonio. Maldigo ese par de ojos azules que atraen mi mirada a la de ella. Maldita chica por tener esa clase de poder sobre mí.
«Te gusta».
Xander, no me gusta. Me atrae. Es distinto. ¿No te dije que cerraras el pico? ¿Y cuántas tengo que decirte que dejes de forzar la entrada a mi cerebro para saber que pienso?
«Me lo podrás decir un millón de veces y no te haré caso porque no me importa. Es divertido molestarte. Si la chica no puede matarte, yo te torturaré».
Eres tan frustrante. Mejor ni peleo contigo.
Escuché la puerta del cuarto de Callie abrirse y volteé como un rayo.
—¿Y? ¿Ya despertó? ¿Cómo está? ¿Puedo entrar a verla? ¿Me va a matar si entro? Olvida lo último. Voy a entrar aunque no quiera —dije atropelladamente todas la palabras.
—Hijo, relájate. Ahora voy a responder a tus preguntas. Sí, no sabría decirte, no, tal vez y no vas a entrar.
—Pero...
—Nada de peros —me habló mi padre serio—. Necesita descansar. Ha tenido un día un poco raro. Todos los cambios y cosas que le han pasado han sido demasiado rápidos. Su cerebro necesita procesar toda la información que ha recibido. Lo qué si te puedo decir es que va a estar bien. Es una chica fuerte. Ahora anda, vuelve a tu habitación. Apúrate. Rule, no veo tus pies moverse. No te preocupes por ella y tampoco por las clases que has faltado, ya hablé con tus profesores y me dijeron que no hay ningún problema pero que vas a tener que ponerte al corriente de todo lo que han hecho.
—Está bien, padre.
Me dirigí a mi clase diciendo infinidades de maldiciones y barbaridades que ha mi padre no le gustaría que dijera.
¿Qué quieren que haga? Cuando cayó en mis brazos luego que la sedaran, cosa que no creo que han debido hacer, sentí su pulso bajar a un punto alarmante y su respiración siendo cada vez más corta. Hasta que no pude escuchar sus latidos ni su respiración. Juro que pensé que estaba muerta, que no le habían dado un calmante. Al contrario, pensé que le habían dado una de esas inyecciones para matar a los animales. No recuerdo como se llamaba. Estaba desesperado. Miré a la doctora Layla preocupado y asustado pero también molesto. ¿Cómo querían que reaccionara? Pensé que la había matado. Mi corazón latía a mil por hora. Incluso le pregunté a Xander si sentía a su drakiner, y me respondió que no.
Ella se encontraba tan pálida. Le grité a todos que vengan hacia acá para saber qué era lo que le sucedía pero no sabían que era lo que tenía. Incluso revisaron la etiqueta de la jeringa para leer el nombre del medicamento. Y no era mortal. Todo lo contrario.
La llevé casi corriendo a su cuarto y la deposité suavemente en su cama. Temía que cualquier movimiento un poco brusco la iba a romper. Lucía tan indefensa. Diría pacífica, pero no sería la palabra adecuada para describirla. Y tal vez no encuentre una.
Cuando mi padre llegó me botó de ahí y solo dejó que su hermana, la sexy pero atemorizante directora y a la doctora. A sus amigos y a mí nos dijo que regresáramos a clases. Ellos obedecieron, yo no. Ellos no sintieron lo mismo que yo. No tuvieron la sensación de cargar a una persona que parecía y se sentía muerta.
¿Saben cuánto tiempo me quedé ahí? Horas. Un motón de horas.
—¿Rule? Rule. ¡Rule! —gritó una vocecita femenina.
Me giré para enfrentarme a la chica más hipócrita y superficial de todo la academia. Nunca se lo he dicho a su cara. ¿Para qué? De todas formas. Es una pérdida de tiempo. Ella no va a cambiar. Lo intenté y no lo logré.
—¿Qué pasa, Victoria? —le di mi mejor sonrisa de 'Estoy cansado y quiero irme a dormir. Así que no me fastidies'.
—¿Dónde has estado todo el día? Te he buscado en todas partes en los cambios de hora, en la hora del almuerzo y en el de la cena. ¿Dónde te habías metido? —preguntó ¿celosa? No puedo creer que esté celándome. No somos nada. No estoy para soportar sus mierdas hoy.
—Te voy a explicar algo, Victoria. Mi tiempo y mi vida la manejo yo, no tú. Así que déjate de tonterías y deja de celarme. No estamos juntos y no lo estaremos. Espero que eso entre en esa cabecita hueca rubia que te dieron tus padres.
La miré observarme asombrada y me moví hacia un lado para seguir caminando hacia mi destino.
Tal vez me pasé un poco de la raya pero me tenía hasta las narices. Rule mira lo que hice con mi cabello, mira lo que hice con mis uñas, ¿te gusta el conjunto de ropa que me puse hoy?, somos la pareja perfecta, has visto lo que dice mi horóscopo, me rompí una uña. A mí que me importa que se haya roto una bendita uña. Me sigue como un perro faldero, siempre detrás de mí. Al principio era divertido, luego llegó a parecerme irritante su mera presencia. Utilizaba cualquier método para esquivarla.
Bufé molesto.
Iba a terminar encerrándola en algún lugar lo suficientemente lejos para que no pueda regresar nunca.
Entré a mi cuarto para encontrarme con... ¿Cómo se llamaba? Sean, Sown, Shawn, Se llamaba Shawn.
—¿Qué haces en mi dormitorio? —le pregunté evidentemente molesto.
¿Quién se creía que era? Esto es invasión de propiedad e intimidad. Muy pocos han entrado a mi cuarto.
—Responde —le ladré.
—Quiero que te alejes de ella —habló luego de unos minutos de estar en silencio.
—¿Quién ese ella?
—Tú sabes perfectamente de quién hablo —lo miré confundido. Dio un suspiro exasperado—. De Callie, idiota.
—¿Porqué lo haría? ¿Solo por qué tú me lo dices? —hablé divertido. Al ver su expresión seria mi sonrisa se borró tan rápido como llegó—. Tú no eres nadie para decirme que hacer.
—Si le llegas a hacer algo, te mato.
—¿Por qué le llegaría a hacer algo?
—Porque he visto como la miras, y también como ella te mira a ti. Aparece ese estúpido brillo en los ojos de ambos. Es estúpido, lo sé. Pero percatarme de cosas pequeñas como esas. Ella se dará cuenta tarde o temprano. Aunque quiera matarte, hay algo en ella que no quiere odiarte. Es como si se divirtiera intentado matarte. Por eso te advierto, hazle algo y mueres.
Fijé mi vista en otro sitio y cuando la regresé hacia él, ya había desaparecido.
«Lo sabía. Te lo dije. Pero no te gusta hacerme caso».
Deja de regodearte en mi cara que no sé de qué me estás hablando.
Me quité la camisa dejando mi torso desnudo y me cambié por unos pantalones cortos para hacer ejercicio.
Me tumbé en mi cama y me quedé mirando el techo. El último pensamiento que cruzó por mi cabeza ante de caer dormido fue "¿Qué es lo que me estás haciendo?"
***
¿Qué es este lugar? ¿Dónde estoy? ¿Cuándo me desperté? ¿Cómo llegué aquí? Mi cabeza daba vueltas y se formulaba una pregunta tras otra.
¡Dios! En que me he metido, gemí.
—Tranquilo.
Mi cabeza giró tan rápido que pensé que mi cuello se iba a romper.
—Tu cuello no se va a romper, relájate.
—¿Qué demonios?
—La reacción de Callie fue más... tranquila —habló otra vez esa voz, esa chica—. No te preocupes por mí. Yo lo único que he hecho es meterme a tus sueños. Necesito hablarte de algo importante.
¿Dónde la he visto?, me pregunté.
—Estoy en todas partes. Hablan de mí en todas partes.
Bingo.
—Eres la diosa Meadow ¿no? —ella asintió—. ¿A qué le debo esta sorpresiva sorpresa?
—No te voy a contar toda la historia. Callie lo hará —la miré confuso. ¿Qué tiene que ver ella?—. Eres descendiente de mi guardián.
—Rufus.
—Exacto. Y Callie es descendiente mía. Tu deber es protegerla de todo mal que se le pueda acercar. No pueden confiar en nadie. Hay personas que la quieren muerta para el beneficio de ellos y mi hermano. Y no pararán hasta que ella o Nolan, cualquiera de los dos, mueran. Sé que estás pensando que es ridículo o que alguien te está jugando una mala pasada pero esto es real. Todos los que se nieguen a seguir a Nolan, si Callie muere, serán ejecutados o peor, los torturará hasta que mueran. No puedo permitir eso —sus ojos se notaban cansados y dolidos—. Mi hermano tiene que morir me guste o no. Eso es lo que está marcado en vuestro destino. Si el destino cambia, puede haber grandes consecuencias. Tienen que irse de la academia Tienen que buscar a Nolan. Y eso no es cosa fácil. Deberán salir a más tardar mañana.
—No creo que pueda protegerla. Y menos cuando me la tiene jurada. Me odia. No creo que pueda si quiera hablar con ella.
—De eso ya me encargué yo —dijo satisfecha—. Prométeme que mañana u hoy cuando despiertes, vas a ir a buscarla y explicarle lo que te he dicho y también para que te cuente la historia completa.
—Lo prometo —y le di una sonrisa tranquilizadora.
—Eso espero. No quiero creer que me decepcionarías. Confío en ti... —su voz fue bajando hasta que fue inaudible.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top