2. Sorpresas (sin editar)

¿Ya mencioné lo mucho que quiero a Shawn? ¿No? Porque si no lo dije, lo diré ahora. Adoro a ese chico. Todavía no me creo que me haya regalado un PS4.

Acaricié, olí, observé  y aprecié a mi hermosa consola como si mi vida dependiera de ello, bueno exagero pero igual es tan hermosa. Quiero estrenarla y sé que no puedo. Maldita cosa para las pruebas de sangre pensé.

—Enana, dentro de la caja hay más cosas —No le estaba prestando atención a las palabras de mi mejor amigo—. Call, me harías el gran honor de mirar todo lo que hay dentro de la caja y no observar la consola como si alguien fuera a robártela, por favor.

A regañadientes dejé a mi segundo bebé, mi primer bebé son mis libros, a mi costado y agarré los objetos que se encontraban al fondo de la caja.

Los tiré sobre mi cama como si no fueran la gran cosa, pero sí que me equivoqué. Eran cinco juegos para mi bebé. Infamous: Second son, Killzone: Shadow fall, Need for speed: Rivals, The Order: 1886 y Deep down.

Juró que pensé que me desmayaría o lloraría de la emoción en ese instante.

No podía articular palabra alguna, gracias al pelinegro. No, mejor dicho, no sabía, ni tenía palabras para agradecerle por su hermoso obsequio.

—Estás sorprendiéndote mucho por un estúpido y no tan genial regalo —dijo la boba de mi hermana.

Le saqué la lengua.

—Sólo estás celosa porque me gustó más el regalo del payaso gruñón que el tuyo —Por la mueca que hizo Peyton, di en el blanco.

—¿Cuál fue su regalo? —preguntó Shawn confundido.

—Una fiesta —respondí sencillamente. Shawn se rió por lo bajo—. Exacto, y con lo que me encantan las fiestas —dije sarcásticamente—. A sí, también quería que me ponga un vestido. Un. Maldito. Inservible. Vestido. A veces creo que se le suelta un tornillo y no piensa con claridad.

—¡Hey! Todavía estoy acá. No pueden hablar así de mí como si no pudiera hablar. Y no estoy chiflada, solo un poquitín emocionada —Se defendió. Frunció el ceño y apretó sus labio.

Este par de locos que quiero tanto me hicieron casi olvidar que hoy hacían las pruebas de sangre. Se preguntarán por qué pruebas de sangre ¿no? Pues todos los años, o por lo menos desde que estoy en la academia nivel superior —secundaria—, nos sacan un poco de sangre para el anuncio de los diez mejores alumnos para sustituir a los dos jefes de cada casta. Se da cada veinticinco años desde los que están en primero y segundo hasta cuando llegan a sus dos últimos años o salen de la academia. Siempre han escogido a un hombre y a una mujer. Pasado el año o hasta la próxima vez que nos sacan sangre, puede variar de persona.

Yo nunca he salido elegida, ni he pertenecido a algún grupo por ser una "humana", pero después de ese raro sueño que tuve, mis creencias están por los suelos y mis nervios empezaron a aflorar por mi estómago. También sé que me han pasado cosas raras desde mi estadía en la casa de mis padres para las vacaciones.

Inhalé profundamente.

Esto de divaga lo que pienso, parece que se me está haciendo costumbre. Reí para mí por mis boberías, siempre he divagado pero nunca tanto.

—Espero que de lo que sea que te rías no sea de mí.

—No, no te preocupes... Doggie —dije carcajeándome por el repentino apodo—, antes me reía de mí, pero ahora he cambiado mi objetivo y me río de ti—. Por cierto, si te dejaron solo la ropa ¿Porqué traes puesto una peluca?

—La dejaron junto a la ropa y para que no piensen que soy ridículo o me visto ridículo, me puse la peluca. Y quien me decía o preguntaba "¿Por qué vistes así?", "pareces un payaso" o "¿A qué se debe el cambio de look?"; simplemente les respondía que me vestí así por tu cumpleaños. Aunque igual se rieron ya que los inútiles de mis amigos, le habían dicho a casi toda la academia, o por lo menos a los que estaban despiertos, el verdadero motivo de mi estúpida vestimenta.

»Incluso creo que me han grabado y tomado fotos con sus cámaras, celulares, tablets, iphone o cualquier cosa que pueda tomar fotografías. Fácil mañana van a haber rumores sobre mi ultra elgante vestimenta de hoy y todos los...

—Shawn, ya entendí tu punto —le corte. Se estaba extendiendo hasta por los codos.

Sin que se diera cuenta el moreno, agarré mi móvil que se encontraba encima de la cama y  desbloqueé la pantalla.

¡Click! Una foto. Shawn volteó aturdido por el repentino flash. ¡Click! Otra foto, pero esta vez era aún más graciosa por la mueca de mi mejor amigo.

—Suelta el celular —me ordenó Shawn.

Esta va a ser la mejor foto pensé. ¡Click! Shawn en su faceta de payaso gruñón.

—Como se te ocurra mandarlas a algún sitio, no vuelvo a hablarte jamás ¿me entiendes?

—Lo que sea. Ya terminé de tomarte fotos. Sólo van a ir al álbum de recuerdos no te preocupes —Rodé los ojos—. Y no digas cosas que no vas a cumplir.

Leí la hora en mi Samsung Galaxy S4. Ya eran las ocho y cuarenta y tres de la mañana. ¡Uf! El tiempo pasa volando cuando te diviertes.

—Shawn, cariño —Odiaba botarlo de mi cuarto y el odiaba que lo botara, pero no me quedaba de otra—, te pido amablemente que te retires de mi habitación para que pueda vestirme e intentar que mi hermana se esfume de acá.

—Claro, me botas. Luego del magnific regalo que te di, osas en hecharme de aquí —Se hizo el ofendido poniendo una mano en el pecho y la otra para secarse una lágrima falsa.

Se me ocurrió una idea para sacar a mi hermana de mi habitación.

—Necesito un favor, Shawn. Quiero que cargues a mi hermana en tu hombro y la saques de aquí inmediatamente —Mi hermana se dio por aludida y el pelinegro se quedó como estatua en el marco de la puerta—. No veo que saques o muevas tu lindo trasero y el de mi hermana. Te voy a dar tres segundos para desaparecer de mi vista. Uno, dos y...

Antes de que terminara de contar hasta tres, Shawn buscó a Peyton y cuando la agarró, la arrastró por toda la habitación como una muñeca de trapo.

Sola, por fin. Y lo que necesito es una refrescante ducha para tranquilizarme pensé.

Fui a mi armario y busqué entre mi ropa algo que ponerme. Elegí un polo de tiras azul oscuro con una blusa celeste, un short jean y unas zapatillas Vans del mismo color del polo.

Caminé en dirección al baño con mi ropa en la mano y las deposité en la encimera. Llené la bañera con agua tibia; me desvestí y hundí mi cuerpo en el agua. Los músculos de mi cuerpo se relajaron visiblemente.

Otra cosa que me amo aparte de comer y jugar con las consolas de PlayStation, es bañarme. Amo la sensación del agua sobre mi piel, es refrescante aparte de humectante y relajante.

«No puedo creer que en estos momentos te quieras relajar»

Abrí los ojos de golpe y miré por todos lados en busca de donde provenía esa voz. No había nadie. Antes ya había escuchado esa voz. El día del accidente en mi cuarto de la casa de mis padres, escuché a esa voz riéndose pero nunca me habló como ahora.

Qué demonios. Quién se cree para decirme que es lo que tengo o no que hacer y  no dejarse ver.

«No me puedes ver... Por ahora»

¿A qué te refieres con "por ahora"?

«Me refiero a que no estoy en mi forma original y no me puedes distinguir de entre tus cosas»

¿Y qué se supone que eres en estos momentos? Le pregunté mentalmente.

«Tu pulsera»

¿Cuál de todas?

«La que tiene un dije que se parece al ojo de un dragón»

Eso es estúpido. O eres mi conciencia o me estoy comenzando a volver loca. Sí, es lo último.

«No soy tu conciencia y te lo voy a demostrar. Así que déjate de payasadas»

Si tú lo dices le dije irónicamente.

«Mira atentamente la pulsera, no lo pierdas de vista y... Por favor, intenta no asustarte»

Por qué me asus...

Del collar salió una luz blanca, no muy resplandeciente pero lo suficiente para que lo pueda ver, y cambió de forma a ¿una lagartija con alas?

—Solamente por esta vez cambiaré de forma con esa estúpida luz —habló la misma voz de mi cabeza.

—Eres un dragón —aclaré más para mí que para ella.

—No, soy un perro con escamas y alas —dijo sarcásticamente.

—Quien sabe, tal vez puedes ser...

—Sí, soy un dragón —me interrumpió—. Sólo no acabes con la oración.

¡Uf! La dragoncita salió malhumorada.

—No soy malhumorada —Genial, puede escuchar lo que pienso también en su forma real pensé—. Porque tú me dejas escuchar, no es porque yo quiera.

—Está bien, lo siento —me disculpé poniendo mis manos a los lados de mi cabeza en rendición—. ¿Y cómo te llamas o no tienes nombre?

—Soy Amara —Tienes un bonito nombre pensé sonriendo—. Gracias, Callie.

—De nada —respondí cortésmente—. Cambiando de tema, yo pensé que los dragones solo se les aparecían a los drakens y resulta que me equivoqué. Aunque...

No, Callie me reproché prometiste nunca más pensar en ese día. Me dije a mi misma que lo iba dejar atrás, que iba ser otro recuerdo olvidado; por más que me atormente y mi hermana me lo recuerde, y eso haré.

—Tal vez tu hermana tenga razón —agregó Amara tomándome desprevenida y leyendo mis pensamientos otra vez.

—¡Uj! Como desearía poder controlar esto y no puedas escuchar lo que no necesitas escuchar.

Hubo un momento de silencio incómodo y decidí romperlo.

—Lo siento, de verdad. Lo que pasa es que he estado estresada gracias a lo que escuchaste de mis pensamientos ya por varios días. Necesitaba relajarme y lo estaba haciendo perfectamente hasta que llegaste y lo arruinaste.

—No te preocupes. Aunque sea de lo más aburrido ser una bendita pulsera, voy a volver a serlo por ti.

Suspiré aliviada.

—Gracias —le dije sinceramente.

—Por cierto, son casi las nueve y treinta y ocho Deberías cambiarte para la prueba de sangre, que es en... —Calculó en su mente los minutos y concluyó—. En veinte minutos.

—¡Maldición! ¡¿Y me lo dices ahora?! Tenga tan poco tiempo, Veintidós minutos no ayudan en mi causa. De mi cuarto hasta el salón principal son uno diez minutos. Esta ala y la otra son completamente opuestas. Mejor me pongo a hacer lo que tengo que hacer para no llegar tarde. Sí, sí, sí, sí, sí, eso es lo que voy a hacer.

«Tranquilízate, que en ese estado no vas a llegar a ninguna parte»

¿Uh?

«Que dejes de hablar tantas bobadas y te pongas a hacer lo que debes antes de la reunión. Apúrate»

No me había dado cuenta que la pequeña drakiner* había vuelto a convertirse en mi pulsera de la buena suerte.

Salí de la bañera, me sequé con mi toalla de delfines y me puse la ropa que había dejado encima de la encimera del baño. Cuando terminé de cambiarme, salí volando hacia la puerta que daba al pasillo.

Me apresuré en salir y caminé lo más rápido que pude por el pasillo. Todavía se encontraban algunas chicas conversando y chismoseando en las puertas de su cuarto, que al parecer es lo único que saben hacer.

Todas las puertas eran iguales, mismo color y mismo diseño, lo único que las diferenciaban era la plaquita que contenía el número de la habitación y una pizarrita debajo de esta, que cada muchacha diseñaba con su nombre, figuras, frases, etc.

¿Cómo podían estar tan tranquilas en este momento? En unos minutos comienzan las elecciones de las pruebas de sangre. Es frustrante ver...

Una pequeña luz verde me atacó. Grité. Luego una roja que también explotó, seguida por una dorada. Tapé mi cara mis manos y me agaché involuntariamente protegiéndome de cualquier peligro.

—¿Qué haces, loca? —Escuché la voz de mi mejor amiga, Aranza y la risa de su hermana gemela Say.

—¿Ustedes fueron las que me atacaron? —pregunté incrédula cuando me levanté del suelo y me estiré. Observé a las dos chicas rubias, que ya conocía varios años, mirándome confundidas.

—No te atacamos.

—Era una sorpresa —dijo Saery seguido a lo que contestó su gemela.

—Fue una sorpresa que me atacaran con... Con lo que sea que me tiraron.

—Mini fuegos artificiales —hablaron las gemelas al unísono.

—Por las barbas de Papa Noel. Ustedes dos están dementes ¿o qué? Si hubiesen fallado, hubieran incendiado la academia o peor, matado a alguien —O hasta a mí, pero no les dije eso—. ¿Y gracias a qué? Simple, mini fuegos artificiales —dije encolerizada—, y blasfemias si dicen que fue una sorpresa para mi cumpleaños, porque ya he tenido varias el día de hoy.

Se me quedaron mirando arrepentidas dándose cuenta de las posibles consecuencias de sus actos.

—Tengo que llegar al salón principal para las pruebas de sangre y luego al patio para las  elecciones que deben ya estar empezando y ustedes dos también tienen que asistir, así que andando, no nos podemos dar el lujo de llegar tarde.

—Call...

—Nada de Call, tenemos que ir ahora y punto.

—Callie Violet Newton Jensen, todavía faltan unos cuarenta minutos. Todavía son las nueve y veinte.

—Esa pequeña dragoncita me las va a pagar caro —murmuré.

—¿Quién?

—Nada, nada, olvídenlo; hablaba sola.

Las gemelas me miraron extrañadas pero no me importo mucho. Sabía que no estaba loca y Amara me dijo la hora equivocada.

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Al costado está la foto del sensual de Shawn *¬*

*Ángeles cantando y la celestial iluminando* He aquí el segundo capítulo que después de unas cuantas horas terminé de transcribirlo a mi computadora.

Creo que jamás volveré a escribir un capítulo a papel porque cada vez que pienso en pasarlo a mi laptop y/o computadore me distraigo xD Pero si voy a escribir fragmentos, ideas, entre otros que se me ocurran en mi libretita ^-^

No se olviden de votar y/o comentar, eso me hace muy feliz y me ayuda a tener ganas de seguir escribiendo. Aparte quiero ver a esos lectores fantasmas :3 Y me disculpo si esta última parte no es de su agrado. Ciao, nos vemos en el siguiente capítulo.

Hasta la próxima queridos lectores, un beso gigantesco desde donde vivo♥


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