10. Rescatando hermanas y pateando traseros: Parte 1 (sin editar)

El actor de Dante en Multimedia

***

¿Qué tan difícil puede ser rescatar a una chica que está en manos de un demonio? No creo que nos la ponga fácil. Yo pienso que el demonio se quiere desayunar a la hermana del pequeño. Así como el puma lo quería hacer con nosotros. Va a ser medio divertido, tengo que admitirlo. No todos los días uno tiende que rescatar a hermanas de niños asustados que han sido raptadas por demonios. Por eso le doy un punto positivo. Luego, no sabíamos cómo era el demonio ni porqué estaba en ese sitio raptando o matando a las personas o seres. Eso nos daría un punto en contra. Teníamos en cuenta que este demonio es rápido, por lo que los niños nos dijeron. Ahí tenemos otro punto positivo.

Lo positivo estaba a nuestro favor. O tal vez estamos a una trampa o una misión suicida. Lo último era lo más probable.

Vamos a morir a penas pongamos nuestros pies en la entrada del pueblo. Voy a morir, tengo una misión que cumplir y todavía soy muy joven.

Suspiré pesadamente.

«No seas exagerada, mujer. Ustedes son tres, sin contar al niño, y él es solo uno. Tienen bastantes probabilidades de vivir y rescatar a la hermana del pequeño rubio».

Eso espero, Amara. Eso espero.

El chico castaño, que insistió en venir con nosotros en vez que lo haga el rubio, caminaba frente a nosotros con paso decidido, guiándonos. Su cara denotaba determinación.

Caminé más rápido para estar a su lado y al de un callado Rule. Se veía tan confiado, tan determinado, de sí mismo. Ya no se encontraba asustado como lo había estado cuando lo vimos.

—Nunca les pregunte sus nombres —hablé torpemente. Tenía que hablar más firme, así que eso hice—. Así que dime, uhm...

—Dante.

—Dante —repetí para mí misma—. ¿Cómo se llaman tus amigos?

—El pelirrojo es Nicoláis y el rubio es Flavinus o Flavio para acortarlo. Nic tiene doce y Flavio va a cumplirlos pronto. Yo soy el mayor, tengo trece. Pero como si eso importara. Oriana, la hermana de Flavio, es algo así como nuestra niñera. No es que queramos una. Ella simplemente está ahí, a dónde sea que vayamos. Es como un molesto mosquito. Sigo sin entender cómo tiene "vida social" si siempre está tras nosotros.

—Tal vez tiene una vida nocturna, ya sabes, está con ustedes en el día y cuando su hermano de va a dormir, se va por ahí con sus amigos —dijo Rule bromeando.

—Probablemente —concordó Dante con el castaño—. Y a pesar de que sé que lo has dicho bromeando, puede ser que tenga algo de verdad. Oriana debe de estar pasándola mal.

Miré a Dante de reojo y parecía realmente preocupado. Escuché un suspiro de su parte y luego volteó hacia mí.

—Tú qué dices, ¿tenemos alguna chance de poder rescatarla o estamos yendo a una trampa mortal? —en sus ojos había esperanzas de que íbamos a rescatarla. No tenía la suficiente fuerza para decirle al chico que nos dirigíamos a una trampa mortal.

Voy a ayudarlo, aunque sea lo último que haga. No voy a decepcionarlo. Vamos a lograrlo.

—La rescataremos y haremos pagar al demonio de Fügwest para que no vuelva a hacerle daño a ninguna otra persona más. Se metió con las personas equivocadas —contesté dándole una sonrisa confiada.

Vamo a lograrlo.

«Cal, suenas más confiada. Gracias a los dioses y a los dragones. Ahora no me preocuparé tanto de morir. Cambiando de tema, ¿te has dado cuenta que Rule tiene un cuerpo para morirse y que tiene un sexy trasero?».

Me sonrojé y me sorprendí del atrevimiento de Amara.

¿¡Cómo se te ocurre decir cosas así en momentos como este!? No ves que tengo que prepararme mentalmente para la batalla y lo que dices no me ayuda.

«Eso significa que también ha pasado por tu cabeza antes ¿verdad? A mí no me engañas. A parte, no has intentado negar nada de lo que te he dicho. Al parecer ha salido pervertida la niña».

¡No soy una pervertida! Le grité.

—¿A qué se debió eso? —preguntó Dante con una sonrisa divertida.

—¿Lo dije en voz alta? —él asintió y yo gemí avergonzada—. No puedo creerlo. De todas formas, por lo menos eso es verdad.

—Ya quisieras, linda. Pero tienes que admitir que con este cuerpo caliente que tengo, te es difícil apartar la vista

—Tú, idiota cabrón, deja de decir estupideces. Que el pervertido eres tú.

—Ella tiene razón —intervino Aránzazu—. Aunque tienes que admitir que tiene un cuerpo por el cual muchas chicas babean.

—Gracias, Aranza —le guiñó un ojo y luego volvió a mirarme—. Nunca negaste que no tenía un buen cuerpo, por lo que sé que este cuerpo te pone loca.

—Cállense los dos —gruñó Shawn—. Callie no es una pervertida y es obvio que no piensa lo mismo que piensan las chicas sobre ti. De todas formas, no deberíamos estar hablando de tu cuerpo, sino, de lo que se supone tenemos que hacer cuando lleguemos.

Shawn agarró mi mano y me llevó lejos de ellos.

—Gracias, gracias, gracias, gracias y gracias —lo abracé fuerte—. Eso se estaba saliendo de mi control. Te debo una.

«No se estaba saliendo de control. Me estaba divirtiendo y lo arruinaste».

Entonces, solidifícate y vete a hablar con ellos. ¿Solidifícate? No sé cómo tú lo llamarás, pero hazlo.

La vi aparecer a mi costado, desplegar sus alas, volar hacia ellos y posarse en el hombro de Rule.

Desde que salimos de la academia, no he tenido ni un momento de paz. ¿Qué tan difícil puede ser no romper el hermoso silencio del que estoy acostumbrada? Al parecer es bastante, ya que no se callan ni un solo momento. Tal vez puedo amordazarlos o buscar alguna forma de hacer que guarden silencio. Creo que luego hablaré con Aranza para preguntarle si tiene algún hechizo que les haga cerrar la boca. Sí, eso haré. Si es que no me olvido. Debería apuntarlo en alguna parte, así es más probable que no me olvide. Creo que dentro de mi mochila tengo un lapicero y una libretita. Pero tendría que detenerme para sacarla y no tengo tiempo para hacer eso. Tenemos que llegar ahí cuanto antes.

Chasqueo la lengua.

Me rindo, no podré hacer que se callen. Mi destino es sufrir sus constantes peleas, bromas despectivas, perversiones, gritos y muchas más cosas. Aunque si tal vez... No, no funcionaría. La mejor forma de viajar tranquila sería deshaciéndome de ellos. Si pudiera. Si no fueran mis amigos y mi hermana, lo haría sin pensarlo dos veces.

—¿Qué tanto murmuras? —me pregunta Shawn curioso.

¡Rayos! Se dio cuenta. Debo huir. Hacia donde voy. No puede saber que pensé en deshacerme de él. Voy a herir sus sentimientos, y es mi mejor amigo. No podría hacerle algo. Tengo que despistarlo.

—¿Yo? Ya sabes, incoherencias, como siempre. No es que haya pensado deshacerme de ti ni nada por el estilo. Tú me conoces, nunca haría algo así. Soy una muy buena amiga. Jamás de los jamases pensaría si quiera algo así. Y si lo hago estoy segurísima de que me perdonarías porque me adoras y soy tu mejor amiga. No te arriesgarías a perder la hermosa amistad que tenemos ¿verdad? ¿¡Verdad!? —hice una mueca graciosa y Shawn no pudo evitar reírse y le sonreí—. ¡Hey! No deberías reírte. Hieres mis sentimientos. Tú sabes lo sensible y frágil que soy. Muy mal, Shawn. Muy mal. Perro malo, perro malo. Eso no se hace.

Mi amigo terminó rodando los ojos.

—Estás loca.

Puse una mano en mi pecho y me hice la ofendida.

—Y sigues haciéndolo. Vas a hacer que me deprima, Doggie.

Él sólo negó con la cabeza divertido por las tonterías que se me ocurrían.

—Eso lo confirma, voy a tener que mandarte a un donde un psicólogo. Aunque no creo que sea capaz de arreglarte —me guiñó un ojo y yo lo golpeé en el brazo—. Será mejor que los esperemos, no queremos llegar primero y que nos arranquen la cabeza.

Paramos a esperarlos y cuando miré hacia atrás, me di cuenta que nos encontrábamos a unos cuantos pares de metros de ellos.

—¿Cuánto falta para llegar? —preguntó Rule cuándo nos alcanzó.

—¿Qué, no sabes hacer cálculos? —se burló mi mejor amigo.

—¿Por qué mejor no te callas...? —no terminó de hablar porque lo interrumpí.

—¿Van a hacer esto todo el maldito viaje? Me están aburriendo con sus inútiles discusiones.

—Pe...

—Cállate —le amenacé.

—¿O qué?

—Te castraría y te enviaría a un zoológico, pero me dan pena las cascabeles, los tigres, los elefantes, los rinocerontes y todos los animales que se encuentran ahí —me dirigí a Rule—. Aunque tal vez puedo castrarte y enviarlos al zoológico para dárselos a los animales si es que sigues irritando la limitada paciencia que tengo contigo.

—Malvada.

***

POV Peyton

Duele un montón. Estúpida caída. Estúpida mi hermana por haber escapado de la academia. Estúpido tobillo ¿Cómo es posible que se le haya ocurrido en estos momentos hacerse un esguince?

Saery me estaba curando el tobillo, pero como todavía no puede controlar muy bien su magia, ella prefiere hacer hechizos más simples y que se demoran un poco más. A este paso, no llegaremos a ver la pelea. Con el esguince solo sería un estorbo pero si ese demonio es tan fuerte, mientras más manos mejor.

¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer? ¿Qué es lo que debo hacer? Podría usar tele-transportación, nadie sabe que tengo ese poder pero todavía se me hace complicado emplearlo. Podría intentarlo cuando Saery termine. Ya no le falta mucho y el dolor ya está cesando. Voy a decirle a Saery eso. Sí. Eso puede ayudar. Solo tengo que tener en mente el lugar o puedo también utilizar algo de la propiedad de la persona que quiero encontrar o algo del lugar de a donde quiero ir.

—Saery, ¿sabes si hay otro mapa? Ellos se llevaron el de nosotros.

—Creo que está en la mochila de Callie. En uno de los bolsillos del costado izquierdo –hizo una mueca—. Creo.

—Después que termines de curar el maldito esquince de mi tobillo, buscamos el mapa y vamos a donde ellos se han ido. Este... ¿Cómo se llamaba el pueblo ese?

—¿Fügwest?

—Fügwest. Exacto —miré mi pie y suspiré—. Más o menos, ¿cuánto te falta para terminar?

—Unos cinco minutos más y tu tobillo va a estar como nuevo —me sonrió y volvió su cabeza a mi pie para concentrarse de nuevo.

Miré a la derecha y el niño pelirrojo estaba sentado en un tronco. Giré mi cabeza a la izquierda y el niño rubio no se encontraba ahí. Luego miré atrás y delante de mí y tampoco estaba. No deben asustarme así, me va a dar de seguro un infarto, si es posible.

Esperé pacientemente un minuto para que salga y diga "te engañé, caíste" pero nada. Eso significaba que me falta un niño. ¡Cielo santo! Si mi hermana se llega a enterar de eso me mata.

No puedo creer que se haya escapado uno de ellos gemí dentro de mi cabeza.

—Tú, el pelirrojo, ¿dónde está tu amigo? —le interrogué.

—Eto... —se sobó el cuello—. No sé.

Él estaba nervioso. Era completamente obvio que sí lo sabía pero no me quería decir. Su mano se encontraba en su cuello, desviaba la mirada y no tenía ni idea de que excusa dar. Ese pequeño rubio se iba a encontrar en problemas si es que se escapaba. Podría encontrarse con el puma que nos había atacado o los bandidos que nos encontramos cuando nos adentramos al bosque a buscar a mi hermana o si llega al pueblo y el demonio deja de lado a los demás para atacar a la carne más fresca o joven.

—Tu amigo estaría en problemas si no me lo dices. ¿Es que acaso quieres que le pase algo parecido a lo que le pasó su hermana?

—No pero él...

—Pero nada. Ahora abre esa boca que te dieron tus padres y habla, niño, habla. ¿Dónde está tu amigo?

—Se fue por allá —apuntó con su mano hacia la derecha—, pero solo lo hizo para despistarlos si se daban cuenta. Hace diez minutos que él se fue. Tal vez puedan alcanzarlo. Está de camino al pueblo Fügwest para buscar a su hermana. No podía decirle que no. Al final y al cabo es su hermana o ¿tú no harías eso por la tuya? Si es que tienes una, obvio.

—Será mejor que lo alcancemos. Cada uno agárrese de una de mis manos.

—¿Qué eres? ¿Súper rápida? ¿Speedy Gonzales? ¿El correcaminos? ¿Flash? ¿Nos piensas llevar a todos corriendo? —preguntó Saery burlona.

—Tele-transportación, cariño —respondí sencillamente—. Si quieres quedarte aquí, bien por mí. No hago tanto esfuerzo. De todos modos no está perfeccionado.

Esto será duro pensé. Aquí voy.

Tele-transportarse era fácil, lo difícil era llegar al lugar al que quería ir.

—Voy. Pero intenta transportarme completa, no en partes, por favor. No quiero morir prematuramente en tus manos.

—¿Cómo te llamas? —le preguntó al pelirrojo.

—Nicoláis, pero dime Nick o Nico. No me gusta mucho mi nombre.

—Está bien, Nick. Bueno, denme sus manos —cada uno se agarró de una de mis manos—, y procuren no marearse, por favor.

—¿Marear...?

Antes de que Saery terminara de hablar ya nos encontrábamos moviéndonos por aquel raro vórtex que veía cada vez que hacia esto.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top