C A P I T U L O 18.
El hospital de Saint Marie estaba en el mundo muggle, era una construcción antigua y de paredes amarillentas. Las enfermeras caminaban de un lado a otro con expresiones diferentes en el rostro.
Habíamos llegado en uno de los buses de dos pisos que circulaban por Londres, yo nunca había usado uno, por lo que nos subimos para ver que se sentía. No fue nada emocionante.
Eva sólo quería llegar y nada la relajaría.
Yo la observaba y honestamente no hallaba qué palabras decirle para que se sintiera mejor. Por lo que decidí simplemente tomar su mano y darle apoyo de esa manera.
Estuvimos unos diez minutos sentados en una banca en las afueras del hospital.
— Creo que deberíamos entrar — dijo al cabo de un rato.
— Vamos. — le sonreí para darle valor.
Entramos y nos dirigimos a la recepción. Kingsley le había dado todas las indicaciones por lo que no tendríamos que tener ningún problema.
— Buenos días. — saludó. — Vengo a ver a Olivia Steinner.
Tragué saliva. Esto no sería fácil para ella.
— ¿Tienes tu identificación? ¿Eres familiar de ella?
— Sí — contestó entregándole una tarjeta desconocida para mí.
La mujer la observó por unos segundos y anotó algo en unos papeles. Realizó otras preguntas más y volvió a anotar en el formulario.
— Firma la visita. — le indicó — es raro que alguien venga a verla, hace años que nadie viene.
Mierda ¿Acaso la mujer no podía reservarse esos comentarios? Yo sabía que Eva se sentiría culpable por eso.
— Vengan por aquí. — dijo saliendo del mostrador y nos condujo por unos pasillos estrechos y nada agraciados. Había allí otra enfermera y le dió otras indicaciones, nos observó y volvió a dirigirnos la palabra.
— Esperen un momento, mi colega les dará indicaciones — dicho esto se fue.
Yo me quedé observando a Eva que había empezado a morderse el labio inferior de puro nerviosismo.
—¿De verdad quieres haré lo? — pregunté sobandole los hombros.
— Ya estamos aquí, creo que ya no hay marcha atrás.
La enfermera nos interrumpió.
— ¿Tú eres Evanna?
— Sí.
— Bueno, la paciente ha estado de cuidado por varios meses. Llegó aquí con una infección bastante fuerte y ahora tiene un cuadro grave de Neumonia. Su estado es delicado por lo que les informo que no puede alterarse.
— No se preocupe, será breve. — comentó ella. — ¿Entrarás conmigo? — se volvió a mí.
— Sí, pero me quedaré al lado de la puerta. Creo que es mejor que tú estés cerca y que sólo te divise a ti o podría incomodarse.
Ella asintió. Suspiró y luego tomó aliento.
Entramos en la habitación, ví a una mujer de unos 40 años, con vías conectadas a sus brazos y con una naricera por la que debía de pasar oxígeno. Era rubia y de tez clara, sin duda que Eva se parecía a ella. Se notaba demacrada pero aún así saltaba a la vista que era muy joven, debió de tener a Evanna cuando era apenas una adolescente o a lo sumo a los veinte años.
Evanna la observó, sólo la observó en los primeros instantes, como familiarizandose con la imagen de aquella mujer, que durante toda su vida había sido un fantasma para ella. Pasaron varios minutos en que la mujer no notó nuestra presencia hasta que la voz de Eva resonó en la habitación.
—¿Olivia? — le llamó.
Yo estaba atento a todo, por eso me percaté cuando la mujer abrió los ojos, tenía los mismos ojos color miel de Eva. Por unos instantes la mujer se vió desconcertada, no sabía que pasaba, quizás era el mismo efecto de los sedantes o porque estaba en una especie de trance, pero poco a poco empezó a observar a Evanna y a entornar los ojos, las lágrimas empezaron a caer de sus ojos y los volvió a cerrar.
—¿Quién eres tú? — dijo con una voz débil.
— Soy Evanna, tu hija. — sentí su voz llena de valor.
— Yo.. Yo no tengo ninguna hija. — susurró entre lágrimas.
— Claro que la tuviste, sólo que me abandonaste a mi suerte.
Por primera vez pude notar resentimiento en Evanna, ella siempre se mostraba dulce y tranquila. Pero claramente este sería el momento más tenso y triste de su vida. Encontrarse con su madre después de toda una vida sin saber de ella era sumamente duro.
— Lo siento, lo siento — empezó a susurrar la mujer. — lo siento, en serio lo siento.
— No hagas eso, yo no te odio — le contestó Eva. — sólo he venido a saber quién eras.
— Yo no sabía que hacer, mis padres me corrieron de la casa en cuanto se enteraron que estaba embarazada, yo acababa de terminar la secundaria —comentó débil — el hombre que fue tu padre, me dejó en cuanto se enteró, tenía cualidades diferentes.
Eva no contestó nada y sólo escuchó.
— Cuando te tuve, recuerdo que olías delicioso, yo no quería dejarte, nunca quise hacerlo. Pero llevaba una mala vida y no quería arrastrarte conmigo. — hizo una pausa — No sabía que hacer ni a quién acudir, por lo que te dejé un día en ese orfanato, sabía que allí estarías mejor que conmigo.
La mujer estiró el brazo para rozar el de Eva y ella no lo quitó.
— Te coloqué Evanna porque mi abuela se llamaba así, siempre me quiso, siempre fue cariñosa conmigo. Y por lo que veo tu también eres como ella, eres buena.
Pasaron minutos de silencio hasta que Eva volvió a cortar el ambiente.
—¿Quién es mi padre?
— No deberías acercarte a ese hombre. — contestó — Yo tampoco sé qué será de él. — Thorfinn Rowle no era un buen hombre. No cometas los mismos errores que yo.
Thorfinn, mortifago. Estaba grave en un hospital de Austria. Kingsley no había querido revelar esa información antes de tiempo. Luego de la guerra él había intentado huír, más los aurores lo hallaron allá y está recluído en el hospital de dicho país.
Ví como las lágrimas comenzaron a deslizarse por las mejillas de Evanna, demasiada información en muy poco tiempo.
— Él no quería que yo te tuviera. Él tenía si familia y yo me dejé embaucar por él..
— Charlie, quiero irme.— me dijo con la voz triste.
Me acerqué y la cogí de la mano, la mujer pudo notar mi presencia en ese momento y sonrió con pesar.
— No dejes sola a mi niña, no como yo lo hice — susurró después de que Evanna hubiera salido corriendo de la habitación.
La observé por unos instantes y también salí. Yo no era quién para juzgarla, pero yo sí sentía resentimiento en su contra. Ella escogió esa vida y todas las cosas, ya tenía razocinio y se escudaba en su juventud por el hecho de dejar a Eva, algo que yo encontraba ilógico y egoísta.
Abracé a Evanna y la tuve así durante el tiempo que quisiera para que se calmara. Caminé con ella hasta la parte trasera del hospital e hicimos una aparición conjunta. La madriguera estaba caliente y olía delicioso, pero me preocupe de aparecer en la habitación de Ginny para que pudiera llorar todo lo que quisiera.
— No digas nada Eva, lo que sucedió con ella no es tu culpa.
— No puedo quererla Charlie, y eso me hace sentir mala persona, ella está enferma.
— Nadie va a juzgarte. Tranquila, intenta descansar.
Pasó otro rato en que Eva hipó y sollozó, más luego de una hora se pudo dormir. La tapé y bajé las escaleras. Mamá me veía con preocupación.
— Veo que ya fueron a su trámite.
— Eva conoció a su madre biológica y le reveló la identidad de su padre.
— Y no es algo que ella quería escuchar. — terminó mi madre.
— Sí, al fin se durmió. Puse un encantamiento para que pueda dormir al menos unas horas.
— Eso está bien querido, debes estar con ella en este momento, está siendo muy duro para ella.
Asentí y cogí mi chaqueta.
—¿Vas a salir?
— Sí, aprovecharé que Eva dormirá unas horas y volveré dentro de un rato.
Mi mamá no pareció muy convencida con mi respuesta pero a la larga no podía hacer nada al respecto, yo ya era demasiado mayor para que me estuviera controlando. Salí de casa y habían un montón de gnomos que peleaban por quedarse con una calabaza, más no les presté atención.
Desaparecí y aparecí en Hogsmeade.
Hace años literal, años que no pisaba el pueblo que estaba continuo a Hogwarts. Me traía un montón de recuerdos.
Caminé y observé las casitas de colores tan características del lugar. Y sonreí.
Me coloqué la capucha de mi abrigo ya que la verdad no tenía ánimo de que alguien me reconociera y quisiera entablar una charla. Si estaba aquí era por un sólo motivo.
Dora.
Conocía de memoria el camino hasta su sepultura.
Venía a verla cada vez que estaba en Londres y esta no sería la excepción, su lápida estaba decorada con flores rosas.
Tal como su cabello.
Suspiré.
Remus Lupin y Nynphadora Tonks.
No dolía eso ya.
Dolía el que ella no estuviera aquí y que no pudiera ser feliz junto a Remus y su hijo Teddy.
Me senté sobre el mármol.
— Sé que me molestarás y dirás que ya estoy aquí lloriqueando otra vez. —dije con ironía, casi podía oír su respuesta.
— Pues en eso tienes razón chico dragón.
— Te extraño Dora.
— Mierda, sigues siendo un maldito sentimental.
Pensé por unos momentos, si estaba aquí era porque sabía que me podía desahogar completamente. Aunque fuera platicandole a su sepultura.
— Vine aquí porque estoy confundido.
— ¿Evanna se llama no es así?
— Sí —afirmé. — Ella es una buena chica, lista y entrometida — reí.
— ¿El problema es el pasado no es así?
Asentí.
— Me aterra hacerle daño, ya ha sufrido demasiado, su infancia y su familia biológica...
— Charles, tu vives amarrado al pasado, y hasta que no lo enfrentes y lo sueltes la culpa seguirá consumiendote, en algún momento ella va a enterarse, ya sea por ti o por algún hecho desafortunado y será mucho peor.
— No me atrevo a enfrentarlo, de verdad que quiero hacerlo, soltarlo todo, dejarlo atrás.
— ¿No será que aún tienes sentimientos por ella? Sentimientos que no quieres dejar ir.
— No lo sé.
— Si quieres a Evanna vé a por ella con todo, no eres una mala persona, sólo has vivido cosas y te has refugiado en cosas que debiste, decidiste cosas a la rápida.
— ¿Qué pasa si no logro quererla como te quise a tí y como la quise a ella?
— Si no lo dejas libre, jamás podrás quererla completamente.
Respiré profundo, estar aquí siempre me aclaraba las ideas.
Me quedé un rato en silencio.
— Charlie.
Me volví, era Evanna que había logrado dar conmigo.
— Supuse que ibas a venir para acá.
¿No te molesta que allá venido?
Negué con la cabeza y le hice una seña para que se acercara.
— Siento mucho lo de Tonks — dijo después de un largo rato en silencio.
— Sé que ella era especial.
— Me duele que no esté aquí, pero sé que está en un buen sitio.
— Charlie, siento las cosas que dije sobre ella en la escuela, sé que por eso te ofendiste conmigo y nunca nuestra relación volvió a ser la misma.
Eso me sorprendió.
Cuando yo era novio de Tonks en Hogwarts, eramos muy cercanos y pasábamos casi todo el tiempo juntos. Y Evanna no sé porque razón la detestaba, un día dijo que a Dora le gustaba llamar la atención de todos y eso a mí me enfadó por completo.
— Eva.
— Yo le tenía celos, jamás hubiera hecho algo en su contra. Pero tu sólo tenías ojos para ella, y yo te quería.
No supe que responder. Me dejó sin palabras.
— Siento que se hayan separado, si no lo hubieran hecho quizás ella aún estaría con vida.
— No tienes que disculparte, ambos eramos unos insensatos.
Se acurrucó junto a mí e hizo aparecer más rosas.
— Gracias. — susurré en su oído.
— No hay de qué. — me contestó Evanna.
— De nada chico dragón. — pude volver a oír a Dora en mi mente.
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