Capítulo 3: Dragón y gremio.



La noche parecía transcurrir de manera tranquila en el interior de un bosque, no había ruido o sonido alguno, solo ecos fantasmagóricos y el sonido de algo moviéndose a toda velocidad.

-Abuelo... ¿qué sucede? ¿por qué vas tan rápido? – Hablo una niña asustada que iba en la parte trasera de una carreta.

- ¡Quédate ahí! ¡y escóndete! - Grito el anciano con riendas en mano. La niña muy asustada hizo lo que se le pidió y se ocultó entre dos cajas de madera.

El viejo agitaba las riendas para que los dos caballos apresuraran el paso, iban tan rápido al punto de perder parte de su carga en el camino, el hombre lucía desesperado y sobre todo asustado, por ratos volteaba hacía atrás como si estuviera siendo perseguido, pero no había nada, sólo la oscuridad.

Unos metros más adelante, el viejo se sintió aliviado al ver la salida del bosque, pudiendo visualizar el campo abierto, sin embargo, una de las ruedas del vehículo se hizo pedazos al igual que sus esperanzas de salir del lugar. El transporte se salió de control hasta que choco con un árbol.

-Sophi... ¿Estas bien? – Pregunto el viejo recuperándose del golpe.

-S-si... estoy bien abuelo – Contesto la niña débilmente.

-Bien... no salgas, no importa lo que escuches, no lo hagas – De inmediato tomo una espada que se encontraba dentro de la carreta al igual que una lámpara de aceite para iluminar su camino. El anciano quien lucía como un campesino, apenas y podía sostenerse así mismo, pero aun así empuño la espada como pudo, dirigió su lámpara hacia el desperfecto y, mientras sudaba frio pensó que no tenía solución.

Un sonido lo hizo girarse de golpe, no había nada delante de él, solo la oscuridad que rodeaba el lugar donde habían chocado, asustado, decidió retirarse.

Poco después, cuando estaba a punto de devolverse a su transporte, el hombre miró con terror como un gran número de entidades surgían de entre las sombras, tenían forma humana, pero no lo eran, aún con la poca luz, puedo verlos perfectamente, a estos le faltaban los ojos, como si sus pieles hubieran sido arrancadas mostraban sus cuerpos sanguinolentos y empuñaban lanzas y escudos oxidados, rápidamente se vio rodeado y sin escape alguno.

- AAARGGUAAARGAHUUUG - Eran los sonidos inhumanos que hacían las criaturas al acercarse al viejo, sus cuerpos se movían... no... más bien se retorcían con cada paso que daban hacia él.

-N-No...No se acerquen... ¡Monstruos! - El anciano agito la espada de un lado a otro, estaba aterrado. Sabía de los peligros del bosque, pero aun así decido adentrarse, todo con el fin de obtener una buena ganancia al repartir sus mercancías, cosa que le estaba saliendo muy caro.

- ¡ABUELOOO! – El anciano escucho el grito de la niña, este se giró sólo para entrar en pánico, algunas criaturas en forma de esqueletos, cubiertos por una nube pútrida color purpura, se estaban metiendo a la carreta.

-SOPHIII – Grito a la vez que corría, pero más monstruos se interpusieron en su camino, subió la mirada y se encontró con los horribles ojos huecos – N-No... Alguien – Empezó a desesperar al ver como lo rodeaban –Alguien... por favor... - Visualizo la carreta donde estaba la niña – Alguien por favor... Sálvela – Suplico viendo como una lanza se dirigía hacia él.

El viejo había cerrado los ojos esperando su inminente fin. De pronto sintió un intenso golpe de calor cerca suyo, al abrir los ojos quedo sorprendido, aquella criatura que amenazaba su vida estaba envuelta en llamas, llamas negras que lo consumían como una bestia hambrienta, y justo cuando vio el cuerpo calcinado caer, una figura misteriosa se encontraba frente a él.

-Hey, anciano... Quédese abajo – Ordeno una voz joven. El misterioso vestía un manto oscuro andrajoso y sus facciones se mantenían ocultas en una especie de yelmo negro.

-RAAWR – Varias criaturas amenazaron con sus armas, a lo cual el anciano se tiró al suelo y agacho la cabeza.

-Ruidosos – Expreso el oscuro viendo cómo se dirigían hacia él, en sus manos blindadas se formaron dos sellos mágicos, de ellos surgieron dos espadas cortas, las cuales balanceo para luego atacar a los dos enemigos que tenía enfrente, con dos cortes cruzados, los partió por la mitad. El joven, con gran agilidad, evadió una lanza que amenazaba su espalda luego giro su cuerpo para descargar un corte que partió en dos la cabeza del no muerto, sin embargo, al hacer esto, más de esos surgieron de los restos – Tch... Esto es molesto – Fastidiado soltó sus espadas, estas desaparecieron antes de tocar el suelo – Acabemos con esto de una vez – Chocando sus puños, un sello mágico negro se formó enfrente de él – ¡Rugido de fuego del dragón infernal! – De inmediato, un vórtice de fuego oscuro impacto a los cadáveres andantes y al resto que apenas salía de las sombras del suelo.

Al final, el suelo quedo completamente ennegrecido y la amenaza, aparentemente, había sido eliminada. El anciano levanto la mirada, para analizar la situación y a su salvador, no podía creerlo, que un individuo que aparentaba tener entre los 14 y 16, allá acabado con todos esos monstruos.

Quedó atónito manteniendo los ojos bien abierto. Al ver como los seres se desmoronaban y se abría el paso, no lo dudo y corrió hasta llegar a la carreta – Sophi- llamo angustiado y la niña se asomó por detrás de una caja.

- ¡Abuelo! – Entre llantos, la niña se apresuró a abrazar al anciano, este la recibió afuera y cayo arrodillado en el pasto. – Estaba asustada... pensé que no volverías... - Expreso entre lágrimas hundiendo su cabeza en su pecho.

-Toda esta bien mi niña – Tranquilizaba el anciano.

La escena era conmovedora si no fuera por...

-Aléjate de ella – la tranquila advertencia junto a la amenazadora espada colocada en su hombro, alertaron al anciano. Giro la cabeza y de nuevo entro en pánico, unos ojos color jade, fríos y sin ningún rastro de misericordia que se asomaban del yelmo, lo veían fijamente.

-N-No entiendo, por qué... por qué salvarnos y luego hacer esto... si es dinero, llévate todo lo que quieras – el viejo señalo su cargamento mientras abrazaba a la menor.

-Suéltela, pronto – Replico el joven. El anciano desesperado, la colocó detrás suyo, para luego encararlo con la espada.

-¡Aléjate!... no eres diferente a esas cosas... ¡eres un monstruo! – Las palabras del anciano de alguna manera alteraron la mente del joven, pero este no lo demostró, simplemente se le quedo observando, hasta que el sonido de carne desprendiéndose perturbo su expresión. - ¿So...phi? -

- Se lo advertí – El joven tranquilamente vio como una pequeña mano surgió del estómago del anciano, cuando este bajo la mirada vio la mano ensangrentada volviéndose adentro. Después de que cayera, un charco de sangre se formó a su alrededor.

-Con que por eso era difícil encontrarte – Dijo el joven, observando como el cuerpo de la niña se cubría de un gas negro y espeso.

Dentro de la cortina de humo, el sonido horripilante, de huesos y carne retorciéndose, fueron el preludió para mostrar la apariencia verdadera del ser que había poseído a la pequeña.

-Mis suposiciones eres ciertas... ¿Verdad? – Dijo al aire viendo como una gran masa sanguinolenta de huesos y carne pútrida salía del humo, esta tenía brazos y piernas formadas por cadáveres que gritaban y sufrían como si todavía estuvieran con vida, cientos o quizás miles de sus víctimas.

-Master – Escucho una pequeña voz a la vez que veía como aquel monstruo amenazaba con una de sus extremidades.

- ¿Hug? - Salto hacia atrás logrando esquivar a la criatura - ¿Qué sucede? – Pregunto luego de tocar el suelo.

-Master, tenga cuidado... no vaya a... – La voz se cortó justo cuando hecho su cuerpo hacia un lado logrando esquivar otro ataque que destruyo algunos árboles.

-Eso no será un problema – Dijo algo distraído no consiguiendo evitar otro golpe, esta vez su cabeza fue alcanzada, gracias a sus reflejos, pudo escapar perdiendo solo su yelmo el cual se empezó a deshacerse al ser cubierta por una especie de ácido- "Con que era eso" – Pensó mientras seguía esquivando arremetidas, el joven de cabello rosa y expresión seria, empezó su ataque, hizo aparecer sus espadas y empezó a cortarlo mientras esquivaba, sin embargo, con cada corte, la cosa regeneraba rápidamente sus extremidades. 

Al ver como la situación se volvía molesta, dió un gran salto hasta quedar sobre la criatura, de nueva cuenta, uso su rugido, las llamas negras surgieron de su boca, estas lograron impactar a aquel ser, este se retorció al estar cubierto de llamas negras, gritos de agonía es lo que se escuchaba de las extremidades, gritos que cesaron una vez que las llamas se apagaron terminando de consumir a la montaña de cadáveres andante.

Como el resto, solo quedo una pila de cadáveres calcinados, pobres almas que tuvieron la mala suerte de ser consumidos y convertidos en una abominación. De entre ellos resaltaron los cadáveres de un anciano y una pequeña niña los cuales, por una cruel coincidencia, se tomaban de las manos, todo eso frente a los ojos apagados del joven.

- ¿Master? – 

-Prepárate, nos vemos en el punto de encuentro- Sin más que hacer, el pelirrosa se adentró al espeso bosque, no sin antes usar su magia para equiparse, otra armadura.

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Esa misma noche, una pequeña figura se encontraba esperando justo en la entrada del bosque, las facciones que se asomaban de su capucha daban a entender que se trataba de una niña. Tenía el cabello suelto, largo y azul, sus ojos eran marrones, y al contrario del pelirrosa, brillaban y estaban llenos de vida.

-Uh- Escucho los arbustos sacudirse- Master... ¿Se encuentra bien? – Pregunto preocupada viendo la silueta salir entre los árboles.






- Si, ya hemos terminado aquí, con esto hemos acabado con todos los demonios de la zona- Dijo el joven saliendo de la oscuridad, esta vez llevaba una armadura diferente- Y Wendy, no vuelvas a llamarme así- Hablo serio, la peliazul bajo la mirada con algo de pena. Sin reparar en ello, el joven comenzó a caminar dejando que la pequeña lo siguiera.

Habían pasado unos pocos años, tiempo suficiente para cambiar a cualquier persona. Ciertamente, el pelirrosa había cambiado tanto física como mentalmente, al igual que la magia que ahora empleaba.

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-Ya no podemos seguir soportando esto, tenemos que hacer algo – Molesto hablo un hombre pelinegro quien tenía algunos mechones grises.

- Krein tiene razón, esta semana hemos perdido a más gente de la aldea por culpa de esas criaturas, tenemos que hacer algo anciano – Apoyo adulto de cabello negro.

Los dos hombres junto otros aldeanos estaban reunidos en una gran cabaña que fungía como sala de reuniones. En medio del lugar, iluminado por algunas antorchas, se podía ver un anciano, tenía una melena canosa, una larga barba de igual color y vestía una túnica café. El anciano era el jefe del pueblo y mientras sostenía su pipa escuchaba atentamente las quejas de su gente.

-Alguien ya se ésta encargando de ese problema – Dijo de manera apacible antes de empezar a fumar su pipa.

- ¿De verdad? – Expreso sorprendido el pelinegro.

- Si, Rain. hace una semana, un joven acompañado de una niña llegó al pueblo, él me aseguro que se encargaría de nuestro problema – Dijo tranquilo esparciendo el humo del tabaco.

- ¿Un joven y una niña? ¿Se da cuenta de lo que dice? – Exclamo Krein.

- Cierto, esas cosas no mueren por medios normales y piensa que unos niños pueden contra ellos – Esta vez fue Rain quien grito.

-Ellos no son niños, ellos son magos y sobre uno de ellos no es cualquier persona– Las palabras del anciano hicieron que todos se tensaran.

- ¿Magos? ¿Qué hacen en esta parte del continente? Pensé que no quedaba ninguno en esta zona– Expreso incrédulo otro sujeto.

La gente comenzó a discutir entre sí, el lugar se había vuelto muy bullicioso a la vez que el líder contemplaba las expresiones de duda de su gente, fue en ese momento cuando un sonido estrepitoso interrumpió la trifulca.

- ¿Cómo estuvo la cacería, Demon? – Pregunto el anciano a uno de los dos individuos parados en la entrada.

- Han sido eliminados, no quedan rastros de esas cosas... ni una sola... - Dijo el acorazado mientras se abría paso entre la gente.

-Qué alegría oírlo, le haces honor a tu nombre, Demon– Una vez que los aldeanos escucharon eso, las miradas impresionadas no se hicieron esperar, se sentían aliviados y a la vez intimidados por la presencia del hombre de armadura gastada.

Demon, es el apodo que se ganó el pelirrosa debido a la naturaleza de su trabajo, pero un sobrenombre así, uno que hacía alusión a sus mismos enemigos debía tener un trasfondo mucho más siniestro. Realmente un misterio, al no tener idea de la verdadera naturaleza del joven.

-Ya no hay rastro de los demonios en esta zona, mi compañera lo ha confirmado – Dijo mientras mirada a la pequeña a su lado- así que ahora el resto depende ustedes – agrego mientras se quitaba el yelmo frente a todos, dejando al descubierto su rostro y cabello de color particular.

-¿T-Tu...Tu eres el Demon?... No lo puedo creer – Hablo impresionado Rain al verlo.

-Realmente, apenas y es un jovencito – Dijo Krein de igual manera.

Todos no podían creerlo, y se pusieron a murmurar sobre la identidad del mago.

-Orden, por favor – Pidió el anciano a lo que todos hicieron caso. – ¿Y bien? ¿Ahora qué harán? – Interrogo a los dos jóvenes.

- Nos iremos del continente, esta parte ya está a salvo, así que no tenemos nada que hacer aquí – Respondió el pelirrosa.

-Comprendo, entonces toma... - El anciano le entrego un saco– es el pago, gracias por todo, Demon – dijo haciendo una reverencia que todos los demás imitaron.

De inmediato el joven guardo el saco y salió de ahí junto a la pequeña, dejando a todos atrás.

-Anciano, ¿de verdad está bien que se fuera? Pudimos haberlo persuadido u obligado a que se quedara a protegernos – Dijo Krein.

- ¿Acaso eres tonto?... o más bien, ¿acaso eres ciego? – Dijo el anciano provocando confusión en la expresión de Krein. – ¿qué no te diste cuenta?... Los ojos de ese chico... están vacíos, quién sabe cuánto muerte y oscuridad ha presenciado. Él no es alguien que pueda permanecer cerca de las personas... ese muchacho es todo menos humano.

A las afueras del pueblo, Natsu junto con Wendy caminaban bajo el cielo estrellado, habían terminado su trabajo en esas tierras por lo que ahora viajaban mientras planeaban su próximo destino.

-Mast... quiero decir... mh – Wendy intentaba hablar, pero callaba al no saber cómo dirigirse a él.

-Natsu... - Dijo el pelirrosa.

¿Eh? – Expreso Wendy algo confundida.

- Solo llámame así, Natsu, así es más fácil – Wendy se sorprendió de la actitud amigable de Natsu, desde que viajaba con él nunca se había comportado así.

-D-de acuerdo.... N-Nat... ¿Natsu-san está bien? –Dijo Wendy tímidamente.

-Si así lo prefieres – Dijo Natsu sin expresión alguna mientras seguían su camino.

-Mast... Natsu-san... ¿Qué haremos ahora? – Pregunto Wendy.

- Ya lo he dicho. Ya no queda ni un demonio en esta zona, nos moveremos a otra parte –

- ¿A dónde iremos? – Pregunto curiosa.

- ¿Has escuchado hablar de Magnolia? – Dijo un tanto serio

-¿Eh?... – La pequeña bajo la cabeza y puso una mirada triste – En mi pueblo solían contarme de ese lugar...

El pelirrosa la miro de reojo y se dio cuenta de la expresión triste que puso al hablar de su antiguo hogar. Los ojos de la pequeña se agrandaron  cuando sintió una mano posándose en su cabeza.

-Iremos allá, creo que es momento de un cambio de aires – Dijo el pelirrosa poniendo una pequeña sonrisa.

La pequeña se sonrojo, era la primera vez que lo veía hacer tal expresión, una sonrisa cálida muy diferente a la expresión fría que usaba en batalla.

-Hai- Wendy asintió contenta y los dos continuaron su camino.

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Magnolia, una de las tantas ciudades dentro del reino de Fiore, una ciudad tranquila y apacible. Sobre las calles de esta ciudad y a plena luz del día, dos individuos caminaban tranquilamente siendo el centro atención de todo el lugar, en especial uno de ellos.

-Natsu-san, todos nos están viendo – Dijo Wendy algo nerviosa.

Por la apertura de su yelmo, el pelirrosa observo a toda la gente y efectivamente, estaban llamando mucho la atención por su aspecto algo desalineado y oscuro. Se fijó en Wendy, quien parecía que solo vestía harapos. Al ser una ciudad bastante animada y colorida se dio cuenta, algo tarde, que tanto su apariencia como el de su compañera, no encajaba con el lugar. Meditándolo mejor, se decidió a hacer algo que quizá estaba fuera de su mentalidad, pero era necesario para mezclarse en el lugar.

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En una tienda de ropa algo grande, una mujer tarareaba alegremente mientras doblaba algunas prendas, no había gente a esa hora del día por lo que el lugar estaba muy tranquilo, al cabo de un rato, escuchó el sonido de las campanillas de la puerta.

La mujer dejo lo que hacía, preparo su mejor sonrisa y se volteó para recibir a los nuevos clientes.

-Bienveni.... ¿eh? – Su sonrisa se torció al ver a la figura intimidante parada frente a ella.

-Disculpe, ¿Puede ayudarme con algo? - Pregunto el acorazado intentando una voz amable, aunque para la mujer sonaba muy aterradora por el aspecto que tenía.

-S-si... E-En... qué... puedo ayudarlo... – Dijo la mujer temblando.

-Me gustaría comprarle algunas prendas a ella – Respondió y dirigió su mirada hacia su espalda donde una peliazul se encontraba escondida.

Al verla, la vendedora no pudo evitar pensar que era la niña más hermosa que hubiera visto, sobre todo por la expresión tímida y mirada tierna que tenía mientras se sujetaba de la pierna de Natsu.

-Que linda, nee nee ¿Cómo te llamas? – Dijo la vendedora con total entusiasmo, la pequeña peliazul se sintió algo cohibida.

-W-Wendy...- Dijo algo tímida por la reacción de la mujer.

-Wendy, que lindo nombre – Dijo mientras se agachaba a verla- Dime, Wendy, ¿qué tipo de ropa buscas?

La pequeña no supo que contestar, con la mirada busco ayuda en su protector y este la auxilió.

- ¿Puede ayudarla a buscar algo? No se preocupe por el precio – Dijo a la vendedora y a esta se le dibujo una sonrisa.

-Por supuesto, la ayudare con gusto. Por aquí Wendy, vamos a escogerte algo – Tomándola de mano, se llevó a la peliazul consigo. Wendy miro a su mentor mientras se dirigían a los probadores.

Quedándose solo, Natsu dirigió su mirada una de las vitrinas del lugar, el cual dejaba ver el exterior, le resultaba extraño estar en un lugar muy animoso, se sentía abrumado por la paz que se respiraba, incluso dudaba acaso si podía permanecer cuerdo antes de saltar a rebanar a cualquier criatura de las que estaba acostumbrado a cazar, luego de unos momentos de estar sumido en sus pensamientos, con sus agudos sentidos, escucho pequeños pasos acercándose a él.

-N-Natsu-san... - Tímidamente, una voz llamo al pelirrosa, este volteó para encontrarse con la inocente criatura – ¿Q-Qué le parece?

El pelirrosa removió su yelmo, durante unos segundos observo a Wendy, su expresión no cambio durante ese tiempo, seguía manteniendo la misma mirada seria y algo vacía

- ¿M-Me veo extraña? – Desvió la mirada, no por miedo, si no por otro sentimiento.

-Para nada, te queda muy bien, Wendy – Aun así, a pesar de su expresión y el tono de voz serio, aquellas palabras llenaron de felicidad a la peliazul, sus mejillas se enrojecieron y su corazón tuvo un sobresalto, era la primera vez que la elogiaba.

Ya habiendo conseguido lo necesario, regresaron a las calles de la ciudad, durante el camino, Natsu se las arregló para no asustar a la gente con su apariencia para tratar de conseguir información, luego de un par de horas, al fin obtuvo la información suficiente sobre un lugar en particular que le permitirá desempeñar su papel.

-Natsu-san ¿Qué hacemos aquí? – pregunto Wendy.

- Estamos aquí por lo de siempre – fue su respuesta seria, aunque esto no cambió la expresión de duda de la niña.

Fue en ese momento, cuando se encontraron frente a un edificio, este tenía una gran puerta de madera y arriba de ella, el nombre que había escuchado en todas las conversaciones que sostuvo, Fairy Tail.

Sin meditar en ello, Natsu empujo la entrada, abriéndola de par en par. Dentro del edificio, vio a varias personas platicando, riendo y otras más bebiendo, pero lo que le llamo la atención fueron otras cosas o más bien, otras personas.

-¡Por una maldita vez¡ ¡No sigas desnudándote frente de mi hermanita! ¡Maldito pervertido! – Grito molesta una albina de apariencia gótica y algo agresiva.

- ¡Ya te lo dije! ¡No lo hago porque quiero! - Se defendió el pelinegro quien solo llevaba calzoncillos.

-Mira-nee, ya detente, no es para tanto ¿sí? – Pidió amable una albina de pelo corto a espaldas de la albina mayor.

-No, este estúpido pervertido tiene que aprender a no volver a hacerlo – Dijo ella tronando sus nudillos, con una sonrisa malvada que prometía dolor.

-¿AH? Quiero ver que lo intestes – Dijo el pelinegro preparándose para luchar- Te demostrare que no soy el mismo niño débil de siempre – Sonrió confiado, con el pensamiento de ganar este enfrentamiento.

A paso lento, Natsu y Wendy caminaron hacia las escaleras, pasando de las dos albinas y el pelinegro, sin embargo, cuando estaba a punto de llegar a las escaleras...

-¡Hey¡ ¡TU¡ - una voz detuvo su andar, en poco tiempo, una albina corto su paso..

- ¿Ustedes quiénes son? – Pregunto la albina con tono exigente, esta se paró de frente a Natsu y, a diferencia de la gran mayoría que lo veía, no se intimido por su apariencia, más bien, le resulto misteriosa y algo sospechosa.

-Venimos a ver al maestro del gremio ¿Se encuentra en este lugar? – Pregunto el blindado intentando ser amable.

- ¿Y qué quieres de él? – Volvió a preguntar con exigencia y cruzada de brazos, dirigió su mirada a la pequeña peliazul haciendo que esta se protegiera detrás de Natsu.

A Natsu no le tomo mucho tiempo, después de fijarse en la albina, su apariencia y esa actitud que denotaba algo de arrogancia, solo pensó en una cosa- "molestia".

-Los asuntos que tenga solo los discutiré con tu maestro, así que, sí no te importa – Natsu reanudo su andar, pasando de la albina con expresión molesta. Justo cuando subió unos escalones, una silla voló a su dirección, esta se hizo pedazos en su cabeza, sin embargo, como una masa inamovible, Natsu no se inmuto o se quejó de dolor alguno.

- ¿Acaso esto es una forma de saludo? – Pregunto con voz neutra.

-Je, pensé que la esquivarías, pero veo que no eres un debilucho – Dijo la albina con una sonrisa malvada.

La gente no tardó en darse cuenta de lo que estaba pasando, interrumpiendo sus bebidas y sus conversaciones, las cuales volvieron a darse, pero como tema principal a los visitantes y su aura misteriosa.

-Veo que alguien hizo enojar a la demonio-

-Sin duda Mira no está de humor hoy-

-Ese tipo da miedo, pero Mira lo da más a la hora de pelear-

- ¿Esa niña estará bien? ¿Por qué esta con un sujeto como ese?

Fueron algunas palabras que resonaban en el lugar al ver una posible pelea a punto de comenzar.

varias personas dirigieron sus miradas a los individuos que habían llegado, algunos miraban en silencio y otros más susurraban sobre la apariencia y aura oscura que exhibía el hombre de la armadura.

-Wendy, cubre tus oídos – Sorprendida, la pequeña cumplió con la orden, sabiendo lo que implicaban esas palabras.

Natsu dio un paso bien marcado, el peso de la armadura resonó en el lugar, de repente el ambiente se tensó a la vez que la sonrisa de la albina empezaba a flaquear.

-"Este tipo de personas suelen entender de una manera" - Fue su pensamiento, lo que venía a continuación fue su respuesta hacía la albina- ???? - Los labios del pelirrosa se movieron, sin embargo, las palabras eran inteligibles. De inmediato, el resto de los miembros se paró de golpe, al ver como la albina había caía de rodillas mientras se abrazaba a sí misma, estaban sumamente impactados, ver como alguien, sin siquiera tocarla, había reducido a la segunda maga más fuerte de su gremio a un estado casi de shock.

- "¿Q-Qué... es esto?... Esta sensación... no hay duda, esto es..." – En el suelo, temblaba a causa de las palabras que escucho.

-Mira-nee – Preocupada, la albina de pelo corto se acercó a su hermana.

- ¡Maldito! ¡¿Qué es lo que hiciste?! – Grito molesto un pelinegro, este se paró frente a Natsu, y por más ridículo que parezca, aún seguía en calzoncillos.

-Solo le devolví el "saludo" – Fue su respuesta neutra, no había nada de provocación en ella, sin embargo, el pelinegro reacciono diferente.

-¡¿Esperas que te crea?! – Grito empezando a preparar su magia, junto su puño con su palma y densa niebla emano de ellas – ¿Quién eres? ¿A caso eres de algún gremio oscuro?

Natsu permaneció estático, sin siquiera defenderse o protestar, los recuerdos de sus viajes vinieron de golpe. En donde él, la mayoría de las veces, era tachado de villano o peor aún, de demonio.

- ¡DETENGANSE! - Un grito lleno de autoridad hizo a todos mirar a las escaleras.

Un anciano de baja estatura, que llevaba un gorrito que lo hacía parecer un duendecillo, comenzó a bajar de las escaleras, al llegar terminar de bajar, se plantó frente a los causantes del alboroto.

-Maestro, este tipo le hizo algo a Mira – Dijo el pelinegro de manera acusadora, sin embargo...

-Lo sé. Pero Gray, ¿no fue Mira quien comenzó todo? – Dijo el anciano dejando en claro quien tenía la culpa. Ante eso, Gray bajo la cabeza y Natsu se sintió extraño, era la primera vez que era defendido por algo que, claramente, parecía que tenía toda la culpa.

-Bienvenido a Fairy Tail, soy el maestro del gremio, Makarov Dreyar. - Dijo de manera animosa - Lamento los problemas causados por mis hijos – Agrego haciendo una leve reverencia, mientras veía a la albina reincorporándose con ayuda de su hermanita.

-Estoy acostumbrado – Fue la respuesta de Natsu. - Pero más importante, venimos a tratar un asunto con usted – Agrego intrigando a todos los presentes.

-Seguro, pasemos a mi oficina – Dijo Makarov invitando al acorazado y a la pequeña a subir las escaleras. Una vez que dejaron la gran sala, el lugar volvió a volverse bullicioso.

-Mira-nee, ¿estás bien? – Pregunto la albina de pelo corto viendo como su hermana se levantaba sola.

-Si. No te preocupes Liss – Dijo Mira dándole una sonrisa tranquilizadora.

-Demonios ¿quién crees que sea ese sujeto? – Dijo el pelinegro con algo de frustración.

- No lo sé, pero se veía muy aterrador – Se unió a la conversación una joven castaña quien se encontraba bebiendo.

-Oe Mira, ¿qué piensas tú? ¿Qué clase de magia uso para asustarte así? – Pregunto el pelinegro viendo que la demonio tenía una expresión pensativa.

- ¿Ah? No digas estupideces Gray, no estaba asustada – Dijo molesta por el tono condescendiente de su amigo.

- Tienes cara de asustada – Dijo el pelinegro.

-Que no – Volvió a rechazar ella.

-Sí como no, si parecía que te estabas cagando del mie!AHG¡ - Un golpe bien puesto en el estómago calló al pelinegro, este salió volando, cayendo en una mesa donde se encontraban otros magos.

- No vuelvas a decir eso idiota, o yo me encargare de que no lo vuelvas a hacer – Dijo ella amenazando con su puño y una sonrisa casi demoniaca. Aun así, Gray tenía razón y Mira lo sabía por dentro, hace unos minutos, cayó presa del miedo por el aura y las palabras del extraño, le resulto impactante y al mismo tiempo familiar, alguien que al parecer usaba la misma magia que ella, pero esta era diferente. - "No importa que, averiguare quién eres y qué escondes"

De nuevo, en las calles de Magnolia, la gente dirigía su atención hacia el centro de la calle, con gran admiración veían como una pelirroja se paseaba sobre de ella.

La pelirroja quien vestía una armadura en la parte superior de su cuerpo y en algunas partes de sus brazos y piernas, arrastraba tranquilamente un carrito en el que llevaba muchas maletas, esto era algo normal para ella y algo que la gente veía característico en ella. Mientras seguía su camino, no podía evitar escuchar como hablaban sobre ella, palabras de ánimo y de admiración hacia su persona. La gente saludaba a la pelirroja y esta devolvía el gesto con una sonrisa. Esa era su rutina al volverse una de las magas más fuertes y famosas de su gremio.

Cuando por fin llego, le resultó extraño no escuchar el alboroto que tanto caracterizaba a su querido gremio, sin más abrió la puerta y saludo a todos.

-Todos, ya llegué – Tan pronto como hablo todos le regresaron el saludo, después de todo llevaban un tiempo sin verla.

-Bienvenida, Erza – Se acercó a saludarla la albina menor, en sus brazos llevaba a un gato azul.

-Hola Lissana, hola a ti también Happy –

- Aye – Expreso el neko azul extendiendo sus alas y volando alrededor de la pelirroja.

-Vaya, sí que te extraño – Dijo la albina viendo al felino muy juguetón.

-Sí, he estado fuera mucho tiempo, pero bueno, ¿por qué todo está muy tranquilo por aquí? – Pregunto observando a todos conversando más no tan animosos como siempre lo hacían.

- Eto... bueno eso es porque... -

-Un sujeto extraño vino a ver al maestro – Interrumpió la albina mayor – Hasta que al fin llegas, cabeza de tomate – Dijo a modo de saludo con una sonrisa desafiante.

-Ya estoy de vuelta, pelo de anciana – Devolvió el saludo con la misma expresión - ¿A qué te refieres con un sujeto? ¿y eso qué tiene que ver con que todos estén así de tranquilos? – En lo pregunto, un pelinegro se integró a ellas. –Por dios Gray, ¿qué te paso? Y ya te he dicho que no te desnudes en el gremio, ¿quieres que te castigue otra vez? – Dijo Erza con tono amenazante.

-Lo siento, no me golpees, ya tuve suficiente con lo que Mira me hizo – Dijo Gray cubriéndose con los brazos.

-No lo haré, si me explicas a qué se refiere Mira con lo de ese sujeto – Dijo Erza aun con la intriga.

-Bueno, la cosa es que vino un extraño al gremio e hizo que Mira se asust!AHG! – De nueva cuenta el pelinegro recibió otro golpe, pero esta vez en la cabeza, haciendo que caiga inconsciente en el mismo lugar.

-Te lo advertí pervertido – Dijo Mira mostrando su puño con rastros de humo.

A pesar de que no pudo terminar, Erza entendió a qué se refería Gray con lo de Mira, le entro curiosidad, que un completo desconocido haya podido intimidar a su amiga y rival, sobre todo sabiendo lo agresiva y fuerte que es, era algo que no podía creer.

Luego de unos minutos más conversando con sus amigos, Erza escucho como las puertas de la oficina del maestro fueron abiertas. En seguida, todos dirigieron su mirada hacia las escaleras en donde permanecían estáticos el maestro, la pequeña pelizaul y Natsu.

- ¡Escuchen todos! – Grito Makarov recibiendo la atención de cada mago - ¡El día de hoy se nos unen dos nuevos miembros a nuestro gremio y familia!

La noticia les cayó como bomba a todos, quienes no podían creer que el maestro haya aceptado, así como si nada, a una persona tan sospechosa y misteriosa, con Wendy casi no había ningún problema, pero con Natsu, era diferente, su mera presencia les provocaba pavor.

- ¡Silencio! – Pidió el viejo al escuchar como comenzaban los murmullos.

- Viejo, ¿está bien aceptar a alguien como él? – Pregunto Gray, aun sin creer la noticia.

-Sí, ya lo he decidido – Hablo autoritario haciendo que el pelinegro desista - ¡Por lo tanto! ¡Denle la bienvenida a Wendy Marvell y a Natsu! - Soltó el maestro haciendo que todos aplaudan, aunque de manera apagada, a los nuevos integrantes.

-"Con que así se llama" – Fue el pensamiento de una albina al ver a la persona que la "derribo". – Hey Erza, tu que pien... - Se interrumpió al ver la expresión sorprendida de su amiga y rival.

-"Natsu... No puede ser" – Luego de escuchar el nombre de acorazado, el cual no era nada común en el reino, los ojos de Erza estaban notablemente abiertos mientras que con su mano cubría su boca. A su mente vinieron los recuerdos de su niñez, desde cuando fue raptada y obligada a trabajar en una torre, hasta cuando fue rescatada por cierto niño pelirrosa. Aun así, Erza tenía dudas, y esas dudas permanecían ocultas bajo el yelmo de aquel individuo.

-Muchacho, ¿podrías quitarte eso? – Pregunto el maestro haciendo que Natsu baje la mirada.

- ¿Por qué? – Pregunto Natsu.

-Es necesario, para borrar el miedo de las personas, es necesario que te conozcan y que mejor manera de empezar que mostrando tu rostro- Argumento Makarov.

Natsu reflexiono con esas palabras, sin más opción, tomo su yelmo con las dos manos y lentamente lo levanto, al hacerlo dejo caer su cabellera rosa, la cual era algo larga. Ahora más que nunca, los miembros del gremio estaban sorprendidos de ver el rostro de Natsu, un joven, casi un niño era la identidad de aquel que les había provocado tanto miedo y preocupación, pero lo que hacía que permanecieran esos sentimientos era la mirada fría y apagada que mantenía, como si esos ojos hubieran visto el mismísimo infierno.

- ¿Así está bien? – Pregunto Natsu.

- Con eso debería bastar, así que por qué no bajan y conocen a los muchachos – Invitó a la niña y al joven con una sonrisa.

Natsu acepto y junto con Wendy bajaron las escaleras, sin embargo, justo cuando llegaron al final...

-Natsu... - Una pelirroja se paró frente al mencionado. – Natsu... ¿de verdad eres tú? – En un instante, Erza atrapo al pelirrosa en un abrazo sorprendiendo a todos, no podían creerlo, que la orgullosa y fuerte Titania, abrazara a un completo desconocido mientras soltaba algunas lágrimas, era algo que estaba fuera de su imaginación, algo que no pasaría ni en cien años.- Soy yo, Erza, por fin nos volvemos a ver .... - Agrego Erza quien se aferro con más fuerza. Estaba feliz, feliz de ver a aquella persona que la salvo. A pesar de los años, a pesar de que había cambiado, ella no lo había olvidado, tenía fe en que algún día lo volvería a ver Natsu y poder abrazarlo como lo hacía en ese momento. Por su parte, la mirada del pelirrosa se vio perturbada, su expresión apagada vacilo al momento de sentir que lo abrazaban, bajo la mirada y se encontró con una cabellera roja, ese color que de alguna manera le resultaba familiar, sin embargo...

- Disculpa pero... ¿quién eres? -

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