Capítulo 16: Dragona y caballero.






Magnolia, una ciudad que se caracteriza por su ambiente animado y a veces tranquilo, por donde sea que uno mirara, se quedaba encantado por su belleza y la amabilidad de sus habitantes. Un lugar alegre y colorido, y más cuando el sol se levantaba en su punto máximo... No... No este día, no cuando una despedida se llevaba a cabo...

El cielo por completo gris, las nubes rompiendo en llanto, las calles casi desiertas, gente corriendo para resguardarse, evitar una posible pulmonía, la ciudad no podía verse más deprimente, un grupo de magos compartían el mismo sentimiento.

-Viniste a nosotros, a la casa de Fairy Tail, te convertiste en nuestro compañero y aunque no todo lo notaran, en un hada más de nuestra gran familia - Frente a aquella lapida, aquel monumento con forma de un dragón acorzado, el pequeño anciano recitó con mucho pesar, una expresión apagada, al igual que los magos a su espalda- Dragón cubierto de metal pesado, que caminaste a través de la oscuridad en busca de luz... - Se interrumpió, sus ojos cerrándose con lentitud- Ningún padre debería presenciar el entierro de uno de sus hijos- Ningún padre tenía ese derecho, sin embargo, soltó aquellas palabras mientras el ataúd iniciaba el descenso.

Un par de albinas se apoyaban la una a la otra, tomadas de la mano, llorando en silencio, la imagen de un caballero entrando por la puerta del gremio, un saludo seco, pero que siempre las hacia sonreír, recordando el día que él salvo a su familia. El albino tras de ellas sosteniendo sus hombros, reteniendo una lágrima al ver que perdía a su amigo y rival de por vida.

Un pelinegro con la mirada gacha, apretando sus puños con impotencia, no pudo hacer nada más después de quedarse sin energía en esa torre. No pudo devolver el favor que un pelirrosa le había hecho a raíz de una misión en cierta isla maldita.

Casi en las mismas condiciones una rubia, sosteniendo un ramo de flores, se culpaba por ser débil. Y aunque sus demás compañeros le dijeron que no era así, que se equivocaba, se culpaba al llevarlos a ese lugar, acercar al pelirrosa a su muerte.

A la distancia, dos sombras observaban en silencio, de un hombre y una mujer, el primero de cabello largo y alborotado, cruzado de brazos, no quería acercarse, no había forma de hacerlo, después de todo, no hace mucho fueron enemigos. La segunda sombra lloraba en silencio, no pudo estar más tiempo con él, conocerlo, no tuvo oportunidad, y aun así, se sentía triste, vacía, se culpaba de que la lluvia no terminara.

Por último, delante de todo el grupo, una pelirroja con una expresión seria, escuchando como el ataúd tocaba fondo, su cabellera roja y vestido negro por completo empapados. No lo parecía, pero por dentro estaba destrozada. Fueron dos veces las que fue salvada por ese pelirrosa, la primera cuando eran niños, él llego con su sonrisa para sacarla de la oscuridad, a ella y a sus amigos, y la segunda vez que ocurrió, lo último que pudo ver antes de caer al vacío, fue esa sonrisa, esa sonrisa con el que dijo tantas cosas; "todo va a salir bien", "déjame el resto a mí"," voy a salvarlos a todos" ... Pero... ¿A qué precio?

Un grupo de ancianos se hicieron paso entre las hadas, estos se hicieron a un lado, su presencia no era más que una invasión.

-El consejo de Era a decidido ceder a Demon Natsu uno de los lugares de descanso destinado para los diez magos santos, además de darle el título como el Décimo Mago Santo- Declaró el anciano de en medio, báculo en mano, parche en el ojo izquierdo, una larga barba blanca.

Los vieron con algo de molestia, eso estaba de más, fuera de lugar.

Makarov no se molestó en verlos, cerró los ojos, recordó una de las pocas conversaciones que sostuvo con su hijo caído.

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- ¿Mago santo? - Su tono denotaba una sola cosa: desprecio. Le dio la espalda al anciano- No se ofenda maestro, pero para mí, un título como ese no vale ni una mierda – Palabras frías mientras se dirigía a la puerta- No vine a este gremio para obtener un título vacío... A donde voy no necesito algo como eso – Agregó sin voltear, salió de la oficina, dejando al anciano algo confundido.

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- "¿Acaso sabías que este día llegaría pronto?"- Pensó apagado, al salir de sus recuerdos –"Mocoso insolente" – Un último reproche, mientras recordaba el día en que se unió al gremio.

Y aunque no todos habían congeniado con él, no pudieron evitar la tristeza, los más adultos compartían el mismo sentimiento que el viejo, ver a uno de los más jóvenes partir, eran los gajes de ser mago, uno con tanto renombre como lo era Natsu, algunos incluso se sintieron mal, aun si se trataban de sus compañeros, nunca se imaginaron que el oscuro Slayer se sacrificaría para salvarlos.

- ¡Deténganse! - Gritó, mientras se hacía paso entre los sorprendidos magos.

- ¿Wendy?- Erza la miró, se sorprendió, la peliazul paso de ella, había empleado un tono agresivo, nada acorde a su personalidad, su mirada ensombrecida por completo.

-Dejen de actuar como si él hubiera muerto... ¡Dejen de hacer esto! – Gritó frente a la lápida, a ojos de un grupo de magos perplejos. La piedra fue derribada por el pie de la pequeña. Su respiración se volvió pesada, su fuerza era grande, su dolor aún más- Natsu-san no ésta muerto... Él no... ¡Él me lo prometió!

-Wendy, detente por favor– Pidió preocupado el maestro, viendo a la pequeña pisotear la lápida, intentar romperla, ella no quería ver el nombre grabado en esta.

Una pelirroja se adelantó a los demás, la abrazó, impidiéndole seguir profanar la tumba.

- ¿Por qué...? ¿Por qué... Erza-san? ... Ahí no hay nada... Eso está vacío – Dijo, refiriéndose a la tumba- ¿Por qué están haciendo esto? – Preguntó, sus ojos cristalizándose, acrecentando el ambiente deprimente, la mayoría de hadas no pudo contener más sus lágrimas.

-Por favor, Wendy. No sigas – Pidió Erza, con un tono suave y afligido, podía sentir el dolor de la pequeña, su cuerpo temblar y ponerse frío, tampoco aceptaba nada de esto, se negaba a creer que Natsu había muerto, pero no había nada que hacer, ni rezos ni la magia más poderosa lo traería de vuelta.

-Eso... Eso es - Wendy habló, como si se le hubiera ocurrido algo, forcejeó un poco para liberarse, se giró lentamente. La expresión de Erza impactada al ver los ojos de la pequeña, vacíos, sin rastro de vida. Esto hizo que todos se preocuparan – Natsu-san debe haber ido a otra misión... Seguro volvió a salir sin decirme jeje- Dijo para luego reír de forma apagada, Erza no pudo soportarlo más.

- ¡Ya es suficiente! –Gritó, ayudando a la pequeña a regresar a la realidad, darse cuenta de lo que había hecho – Natsu... - Se mordió el labio al dudar- Natsu se fue... Ya no está aquí... No más.

Sus ojos se cristalizaron de inmediato, lágrimas de tristeza brotaron de estos a la vez que recuperaron su brillo. Cayó de rodillas sin más.

-N-Natsu... Natsu-san... Nat...

-Puedes llorar todo lo que quieras, hazlo, pero ya no sigas abriendo más tus heridas- Le dijo a la pequeña... Y para sí misma. Con sus brazos la rodeó, compartió su calor, su dolor. Wendy asimiló las palabras de Erza, dejo de contenerse, rompió en llanto, palideciendo las gotas cayendo.

La escena terminó, un grupo de hadas viendo a una caballero tratando de consolar a la pequeña dragona herida.

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Eso paso hace un mes. Actualmente en Fairy Tail, todos actúan como suelen hacerlo, algunos de ellos comiendo y bebiendo, otros teniendo una pequeña riña y en el caso de algunos, apresurándose para salir a una misión, como era el caso de una albina y su hermano, acompañados de su felino alado.

-Nos vemos, Mira-nee – Desde la puerta, Lisanna se despidió de su hermana.

-Que les vaya bien- Despidió a sus hermanos, mientras seguía atendiendo la barra. Una expresión apagada en su rostro justo cuando el grupo salió del edificio.

Con el tiempo, las heridas estaban sanando. Las palabras del maestro ayudaron a subir los ánimos de la mayoría: "vivir una vida plena y sin arrepentimientos, vivir de una forma en la que se sientan orgullosos, hacerlo por los que ya no pueden".

Mira apoyó al maestro, diciéndole a los demás que sigan adelante... Aun cuando ella no sabía cómo hacerlo.

Volteó de inmediato al escuchar la puerta abrirse, aunque había pasado un mes, seguía viendo lo mismo, la imagen de un caballero de armadura gastada acercarse a su dirección, ya sea para reportar su éxito o para tomar otra misión rango S. Su sonrisa se apagó, sólo para volver a sonreír, pero no como solía hacerlo.

-Hola, Mira – Saludo la recién llegada, mientras se acercaba a la barra.

-Buenas tardes, Erza- Correspondió al saludo, viendo a la pelirroja tomar asiento - ¿Cómo te fue en la misión? – Preguntó, mientras pulía un cristal... El mismo vaso, por décima vez en este día.

-Me fue bien... Mmmm... No fue difícil jeje – Respondió, con una sonrisa forzada, recordando todos los errores que cometió durante la misión de captura, como casi deforesta un bosque entero con sus espadas y por poco convierte la captura en una ejecución, al final, los propios rufianes se entregaron a las autoridades, una sabia decisión si querían salvar sus vidas – Me puedes servir lo de siempre, por favor– Pidió amablemente.

-Por supuesto- Mira de inmediato se dirigió a la cocina- Ah – Recordó algo- Pero primero, debes ir a la oficina del maestro, esta mañana me dijo que quiere hablar contigo- Informó para luego ingresar a la cocina.

-De acuerdo- Dijo Erza, sin perder ni un segundo.

Subió las escaleras, tocó la puerta que tenía enfrente.

-Adelante- Fue la respuesta del anciano.

-Buenas tardes maestro- Ingresó a la oficina, sin darse cuenta aun - ¿Qué es lo que...? – No pudo terminar, al ver a sus compañeros reunidos, un pelinegro y una rubia.

-Acércate, Erza- La invitó a reunirse con los demás jóvenes, frente a su escritorio.

- ¿Qué es lo que sucede? – El ambiente serio era evidente, se podía ver en la expresión del anciano, y las expresiones algo nerviosas de Gray y Lucy.

-Tenemos un problema- Mencionó, dos de los presentes se tensaron- Y ustedes tienen que ver en esto- Agregó, una rubia se adelantó a los hechos.

-Lo siento, lo siento mucho, maestro – Dio un paso al frente, para luego apuntar al pelinegro – Le dije que no lo hiciera, pero no me hizo caso... Al final tuvimos que huir de los guardias y escapar de la ciudad un par de días – Dijo con una expresión nerviosa.

- ¡Oye! – Reclamó Gray- Prometiste que no dirías nada de cuando me desnude frente a la iglesia – Habló de más, no hizo más que ponerse la soga al cuello.

-¿Eh?... ¿D-De verdad hiciste eso? –El anciano quedó estupefacto, imaginándose todo el papeleo que tendría hacer cuando las autoridades descubran lo que hizo el pelinegro –Como sea... - Se calmó de inmediato- No es por eso que los mande a llamar- Aclaró.

- ¿De qué se trata entonces? – Erza preguntó.

- Se trata de Wendy – De inmediato, la expresión de todos se tornó preocupada, más que nunca.

-¿Acaso le sucedió algo?- Preguntó Lucy.

-No, nada malo... Nada peor por lo que está pasando- Un comentario obvio.

Una pelirroja dio un paso al frente- Sí se trata sobre quién puede hacerse cargo de ella, yo puedo... - La mano del maestro la interrumpió

-Como saben, ella no se ha presentado al gremio desde ese día, si quiera sabemos si ha salido del bosque o siquiera de su cabaña.

Bajaron la mirada, desde el funeral, decidieron darle espacio a la pequeña para recuperarse, para pensar qué es lo que haría a futuro, le dieron tiempo para estar sola y reflexionar, tomaron la decisión aun sin estar convencidos.

-Le pedí a Mira que fuera de vez en cuando a ver cómo se encuentra, pero no hay respuesta, ni siquiera ha podido verla, se ha cerrado por completo-Explicó, con una expresión apagada, esto al no saber cómo ayudar a una de sus hijas- Después de Natsu, ustedes son los más cercanos a ella, por eso quiero que la acompañen y la apoyen con todo lo que pueden.

-No necesita pedirlo, maestro- Declaró Erza, con una expresión decidida- Lo haremos.

-Sí, haremos lo que podamos para animarla- Apoyó Lucy, Gray asintió con una sonrisa confiada.

-Se los agradezco, hijos- Profirió Makarov, orgulloso de la amabilidad que mostraban sus hijos- Y Erza... - Volvió a llamarla, esta lo volteó a ver- Te agradezco que quieras ofrecerte para cuidar de ella, pero no será necesario- Hurgó en uno de sus cajones, una pequeña caja negra y un sobre fueron colocados en el escritorio, un sello de cera roja de un dragón con dos espadas cruzadas.

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Caminaban sin perder tiempo, dentro de ese bosque a las afueras de Magnolia, el grupo compuesto por una pelirroja, una rubia y un pelinegro.

-Me sorprende que Wendy pueda vivir sola en un lugar como este- Dijo Gray, el sendero que recorrían era sombrío, lúgubre, aun siendo de día, los árboles eran lo suficientemente frondosos para mantener el cielo oculto, su paseo dentro de un túnel natural.

-Ella hacía este camino de ida y vuelta todos los días, no creo que tenga problemas con eso- Lucy comentó – Sobre todo porque Natsu siempre la acompañaba – Agregó en voz baja, devolviendo su vista al frente, recordando la primera vez que los vio adentrarse en aquel camino.

Como líder de estos, una pelirroja, su mirada al frente, una expresión pensativa, recordando las palabras que sostuvieron con el maestro.

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-Natsu me pidió esto cuando se hizo mago S. No abrir esta carta hasta después de unos días de que algo le sucediera-Sus palabras sorprendieron al grupo- Ese mocoso, actuando tan frio y distante... ¿Cómo no me di cuenta? – Soltó con algo de culpa.

-¿A qué se refiere, maestro?- Preguntó confundida Erza. Al igual que los demás en la oficina.

-¿Aun no se han dado cuenta? – El viejo cerró los ojos, como si estuviera haciendo memoria- Ñas misiones peligrosas, cuando comenzó a salir solo, además de que la mayor parte del dinero de las recompensas nunca iban a sus bolsillos, lo dejaba todo a nombre de una persona, ya se imaginaran quién.

-"¡No puede ser!" – Erza fue la primera en entender, le resultaba difícil, pero al final lo hizo.

-Es como si Natsu... - Hasta Makorov tuvo problemas para entenderlo al principio- Como si Natsu se preparara para irse muy lejos, dejar todo atrás... Incluso a Wendy- Sus palabras causaron un gran impacto.

-Jii-san, ¿acaso está diciendo que...

-N-Natsu...- ¿Natsu sabía que algo malo le ocurriría? – Lucy completó las palabras del pelinegro. Las manos de Erza temblaban, su mirada ensombrecida mientras asimilaba las palabras del maestro.

-No sabría decirlo- Contestó el maestro- Natsu era un joven lleno de misterios, llegó a nosotros con sólo un nombre y acompañado de Wendy, nunca quiso compartir su historia, al principio era como un desconocido, no parecía miembro del gremio.

Aunque eso cambio con el tiempo, haciéndole ver al anciano que aquel peirrosa era alguien noble y bondadoso, como le había contado una pequeña pelirroja y unos hermanos albinos.

-Erza- Llamó a su hija, esta se acercó al escritorio- Sí te lo permite Wendy, tal vez con esto encuentres las respuestas que buscabas.

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Salió de sus recuerdos, la carta que ahora estaba en su mano blindada, era breve, directa y algo confusa: "Entregar al portador de mis espadas".

Con esto en mente, llegaron al lugar, el hogar de los dragones, a diferencia de todo el recorrido, el claro era inmenso y hermoso, una gran cabaña en el centro, de aspecto humilde, pero bien hecha.

-Ahí esta- Señalo Lucy mientras se acercaban a la puerta. Tocaron, pero no hubo respuesta alguna, las 3 veces que lo hicieron. Gray se acercó para mirar por la ventana.

-No parece que alguien esté en casa, mmm No en mucho tiempo- Dijo, refiriéndose a la oscuridad interior, y las telarañas y polvo cubriendo el cristal.

-Tal vez salió – Comentó Lucy- ¿Deberíamos esperar a que vuelva? – Preguntó a la pelirroja.

Erza observó el terreno, había llovido en los últimos días, dejando un leve rastro de barro, este estaba intacto, sobre todo cerca de la puerta de madera, no había posibilidad de que Wendy haya salido, tenía que estar en casa sí o sí. Además de que...

- ¡chicas! – Gray gritó. Las féminas dirigieron la mirada a un lado de la cabaña, donde Gray asomaba su cabeza y brazo - ¡Vengan! – Les pidió, estas se apresuraron a ir a la parte trasera.

-Gray, ¿qué sucede? – Preguntó la pelirrosa.

-Miren- Señaló el pelinegro, una puerta metálica, de acero negro, una joya roja en el centro.

-¿Qué es esto? – Lucy se agacho para observarlo mejor.

-Probablemente un sótano- Dijo Erza, al verlo bien, se dio cuenta de los rastros de pisadas, estas no tenían mucho tiempo, eran recientes – Wendy tiene que estar adentro.

- ¿De verdad? - Lucy preguntó.

-Genial – Expresó el pelinegro –Pero ¿Qué hacemos? - Preguntó mientras se agachaba y tocaba el metal – La puerta es muy gruesa para tocar o llamar, el sonido no pasará, además de que está muy reforzada, no podremos abrir...

De un momento a otro, el sonido del metal los sorprendió, la puerta se abrió de par en par, como una especie de bóveda.

-No es cierto – Gray quedo perplejo.

- ¿Cómo lo hiciste, Gray? - Preguntó Lucy.

-Yo no hice nada, tal vez fue...- Voltearon hacia la pelirroja, está todavía más sorprendida, viendo la pequeña caja parpadear en rojo, de manera sincronizada con la joya en la puerta.

- "Es una especie de llave, ¿Acaso Natsu sabría que vendríamos?"- Se preguntó a sí misma, observó el interior del supuesto "sótano", escaleras que daban a la oscuridad- Entremos- Dijo, para ser la primera en bajar.

Se encontraron recorriendo una caverna, unos cristales incrustados en las paredes les brindaban luz, estas se prendían cada vez que pasaban, si de por si el camino les dejó impresionados, lo que tenían al frente todavía más, una gran puerta, al igual que afuera, esta era negra, completamente reforzada, no había forma de abrirla a la fuerza, sólo podía ser abierta con llave, "llave" en manos de una pelirroja.

-Pensar que todo esto está debajo del bosque- Comentó Gray, mientras la puerta se abría- ¿Cómo hizo para construir todo esto?

-Esto no fue construido, al parecer esta caverna estuvo aquí desde hace mucho tiempo- Comentó Erza.

El pasaje, la puerta, lo que vino después los dejo sin habla. Una gran habitación, a diferencia de del camino, esta no era natural, las paredes de roca perfectamente lisas, al igual que el suelo. Cuadros blancos cubrían el techo, estas emanaban luz blanca, y en toda la amplia habitación, lo más llamativo de todo, un gran número de vitrinas, formadas en varias filas y columnas.

- ¿Qué diablos es esto? - Expresó Gray.

-Parece alguna especie de bodega- Lucy se acercó para mirar una de las vitrinas, el cristal era negro, por lo que no pudo distinguir nada del interior – Pero ¿qué será lo que guarda en este lugar? – Regresó con sus compañeros, querían curiosear, sin embargo, no vinieron por eso.

Erza miró a su alrededor, buscó hasta donde la vista se lo permitió, después, caminó entre las vitrinas, sus compañeros la siguieron, aunque después siguieron observando y explorando por su cuenta, había algunas vitrinas de cristal claro.

-Esto es una armería- Dijo, mientras veía las armas colocadas en el interior, algunas espadas, dagas, lazas y una que otra arma de fuego, ahora sólo quedaba una incógnita, qué se escondía detrás del cristal negro.

- ¡Muchachos! – Lucy gritó con angustia, de inmediato todos se pusieron en alerta, temían que hubieran activado alguna especie de sistema de seguridad- ¡Vengan rápido! – Volvió a gritar, supieron que no era eso.

Gray y Erza corrieron de inmediato, hacia uno de los rincones de la habitación.

-¡Wendy! – Ahí fue donde la vieron – ¿Qué es lo que tiene? – Erza se agachó donde Lucy, a la de Wendy.

La pequeña no lucía bien, estaba pálida, ligeramente desnutrida y a pesar de estar inconsciente, abrazaba con fuerza una pieza de metal deteriorado, uno de los yelmos que solía usar Natsu.

-pronto, llevémosla arriba- Indicó Erza. Sin perder tiempo, Gray se la llevó en sus brazos, salieron de ese lugar frio y solitario.

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-Hmm- Abrió sus ojos, lo primero que vio fue la madera del techo - ¿D-Dónde...?- Reconoció la habitación, removió un poco las sabanas..

-Wendy- Alguien la llamó, a la vez que abría la puerta.

-Erza-san...- Vio a la pelirroja ingresar- ¿Qué... ¿Qué hace usted aquí? – Preguntó con un tono débil, casando, al igual que la expresión en su rostro, como si hubiera pasado muchas noches sin dormir, todas estas reemplazadas por llantos. Intentó ponerse de pie.

-No te levantes – Se acercó, evitando que la peliazul pusiera un pie fuera de la cama- Los chicos y yo te encontramos inconsciente en aquella habitación, después te trajimos aquí – Respondió mientras tomaba asiento en un banquillo.

-Ya veo... Con que fue así- Bajó la mirada, sus ojos por completo apagados – Perdón por preocuparlos... Gracias por todo, Erza-san – Dijo con una sonrisa. Erza sintió eso, la tristeza de la peliazul podía ser percibida, su expresión como la de una muñeca, era la de alguien que había perdido todo, no pudo evitarse versa a sí misma, su yo de hace ocho años, antes de conocer a Natsu.

Debía hacer algo, ese algo lo llevaba consigo, dentro de una pequeña caja negra.

-Wendy – Hizo que la pequeña alzara la vista.

- Eso es... - Lentamente, sus ojos recuperaron brillo, reconoció el metal del que estaba hecha la caja.

-El maestro nos pidió entregártelo – Respondió Erza- Es algo que Natsu dejo para ti – Agregó.

-N-Natsu-san... - Lágrimas se amotinaron en los ojos castaños de la pequeña- Él... ¿D-De verdad? – Dijo con voz quebrada, como si no lo pudiera creer, extendió su mano hacia la pieza en manos de Erza, y entonces, ambas se sorprendieron, cuando una luz roja las cegó por unos segundos.

- ¿Qué es lo que... ¿Uh? – Erza fue la primera en recuperar la visión. Un segundo después, Wendy también lo hizo, limpió sus lágrimas, se sorprendieron, frente a ellas la imagen de un caballero, la mitad del yelmo cortado, como si estuviera fuera del rango de grabación, aun así, sabían bien de quien se trataba.

-Nat...

-Wendy- La interrumpió – Sí estas viendo esto, posiblemente te estés preguntando dónde estoy... No necesita saberlo, no tienes porque... - Además del tono frío, sus palabras eran desconcertantes.

Erza estaba tan sorprendida como confundida, mientras que Wendy trataba de hacer a un lado su tristeza para asimilar lo que escuchaba, el último mensaje de su mentor, su compañero y algo más que ella quería que fuera.

-Viajaste conmigo, fuiste testigo de lo que hacía, las criaturas que cace, los lugares que destruí, y a pesar de que aun no habían sido transformados en monstruos, las personas que asesine – Reveló.

La pelirroja se vio impactada, mientras que Wendy... Ella ya lo sabía, sabía lo que Natsu hizo antes de que llegaran a Magnolia, y pese a todo eso, lo acompañó, lo siguió sin siquiera vacilar.

-Aunque se tratara de un nido de demonios, yo destruí tú hogar, hice arder ese pueblo, junto con las personas que considerabas tú familia – Wendy recordó eso, esa noche de luna roja y llamas oscuras – Es por eso decidí hacer esto... - Removió su yelmo. Sus ojos ensombrecidos, no había manera de ver que expresión tenía en ese momento – Cuando llegamos a Magnolia... Cuando nos unimos a Fairy Tail... Supe que nunca podría encajar... No había forma... - Su tono se volvió apagado, triste.

-Natsu-san... - Habló desesperada, como si quisiera que Natsu le contestara, pero no había forma- ¿Qué ésta diciendo?... ¿Por qué ésta diciéndome es...? - Volvió a ser interrumpida, pero no por la voz, si no por lo que vio, se sorprendió, la pelirroja aún más.

-Pero... - Una lágrima resbaló sobre su mejilla, una gota roja – Hubo momentos en los que me agrado estar con ellos... Magos ruidosos, molestos, que se pelean por cualquier razón y ninguna, sin embargo, muy unidos, una familia que se apoyan los unos a los otros... Eso es algo que respeto – Dijo, con una pequeña sonrisa – Wendy...

Bajó la mirada, sus lágrimas encontraron fin en las sabanas, esas que sujetaba con fuerza. Podía verlo, todas esas veces que Natsu se dejaba llevar, que parecía disfrutar de la compañía de los demás, las veces que parecía estar sonriendo debajo de su yelmo, como una llama se prendía en sus ojos, aunque fuera breve, sabía que fue así, estaba cambiando, o más bien, recuperando algo que había olvidado.

-Yo te quite tú hogar... Es justo que te devuelva otro... Y aunque no esté, has lo que puedas para ser feliz... Sé que lo harás... Espero que puedas entender... Entender porque no puedo quedarme, después de todo... Sólo soy un cazador sanguinario... Un loco obsesionado con masacrar demonios.

-Eso no... Eso no es cierto... Natsu-san... - Comenzó a llorar- Lo único que quería era estar con usted... Era mi único deseo- Erza tomó su mano, en un intento de consolarla, pero sabía que no podría hacerlo, el mensaje era claro, Natsu planeaba dejarla. Supo en ese momento, por qué Natsu no le ofreció llevarla cuando la recató hace ocho años, el por qué se comportaba tan distante con todos en el gremio.

-Había dos cosas que evitaban me perdiera en la oscuridad, lo primero era un vago recuerdo y tú... Wendy... Mi querida compañera – Dijo con un tono cálido, una sonrisa que demostraba lo sincero de sus palabras, pese a esto, la pequeña siguió llorando, asimilando el hecho de que Natsu, en algún momento iba a dejarla... Todo por qué él no se consideraba digno de tanta alegría - Erza

- ¿Uh? – Ella abrió sus ojos por completo, al escuchar su nombre. Miró la imagen de Natsu, parecía que la miraba a los ojos.

-Por favor... Te lo pido... - Dijo, para luego hacer una reverencia. Erza quedó sin habla, verlo tomar esa postura, como si pidiera algo, como si rogara- Muy en mi interior escucho la voz de un niño... No sé quién sea... Pero esa voz me dice que puedo confiar en ti... En todos... - Su tono se volvió amable – Cuiden de Wendy... Sean su familia... La familia que no puedo ser para ella... Por favor.

Erza extendió la mano, como si quisiera llegar a Natsu.

-Yo... Lo haré... Cuidare de ella, Natsu – Declaró, mientras abrazaba a Wendy, esta correspondió al gesto, después miraron la imagen del Slayer erguirse, mirarlas a las dos.

-Gracias – Dijo con una sonrisa, sonrisa que sólo una la había visto hacer- Se feliz Wendy... Hazlo por mí... - Se colocó el yelmo, antes de que su imagen desapareciera por completo, el brillo dentro de la caja cesó, un pequeño cristal rojo, una herramienta mágica muy común, pero con un mecanismo único, seguramente diseñado por Natsu.

-Erza- Convenientemente, Lucy llamó, para después abrir la puerta, detrás de ella un pelinegro -Volvimos -Anunció- ¿Cómo esta Wendy? ¿Ya ha...? – Calló al ver a sus compañeras, una recuperándose del llanto y la otra abrazándola – ¿... Despertado? – Completó, mientras ingresaba un pelinegro.

-Hemos traído a Poliusyka ¿Hm?... ¿Qué sucede? – Preguntó, un tanto extrañado. Ambos aliviados de ver que Wendy estaba despierta - ¿Están bien? – Eso fue para ambas.

-Sí – Fue la peliazul quien confirmó. Secó sus lágrimas, sorprendió a la pelirroja mientras esta dejaba de abrazarla – Estamos bien... Gracias por preocuparse por mí, Lucy-san, Gray-san- Les sonrió a sus compañeros, su familia, ya había llorado lo suficiente, ya no quería seguir preocupando a nadie, no quería que nadie sufriera por ella.

Erza la miró seria, después sonrió, entendió lo que estaba intentando hacer, seguir adelante, lo que Natsu quería para la peliazul, ella también pondría de su parte.

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Paso un tiempo, después de ser atendida por la maga pelirrosa y recuperarse de una leve inanición, Wendy por fin salió de casa, de ese bosque, decidió seguir adelante, porque es lo que Natsu deseaba para ella.

El día en que volvió a presentarse en el gremio, las lágrimas de una camarera se derramaron, la abrazo con fuerza, estaba feliz de volver a verla, al igual que sus hermanos. El maestro se presentó a disculparse con la pequeña por dejarla sola, Wendy le dijo que no tenía porque hacerlo, ella se disculpó por haberlos preocupado, les sonrió, todos en el gremio estaban impresionados de que ella pudiera hacerlo de esa forma, una sonrisa alegre y sincera, a pesar de todo lo que estaba pasando. Lloraron, y al final celebraron como era costumbre, Wendy no podía estar más feliz de pertenecer a Fairy Tail.

Y aunque aún se sentía herida, siguió así, sin rendirse, porque ese dolor era la prueba de que recordaría a Natsu por siempre, y con el tiempo, con ayuda de sus amigos, sus heridas sanarían, ellos eran su nueva familia... Una familia peculiar y unida, como la que perdió cuando era niña, no había un día en que no rezara por el bienestar de aquellos niños que fueron sus amigos, sus hermanos.

Otro mes paso desde eso, ahora se preparaba para un cambio, algo que decidió a raíz del mensaje del Slayer, su amado dragón protector.

-Natsu-san... - Se agachó, frente a esa lápida de piedra, una que ella misma tallo, el bosque sería su refugio, y la cabaña el símbolo de que alguna vez vivió ahí- Todos en el gremio son muy amables, gracias por traerme aquí, por cuidarme todo este tiempo – Sonrió, mientras colocaba una corona de flores sobre la piedra, todas de pétalos rosas – Yo lo recordaré por siempre, nunca olvidare lo que hizo por mí... Natsu-san– Se puso de pie, la pequeña lágrima murió en el dorso de su mano, antes de dar media vuelta, y reunirse con sus compañeros.

- ¿Estás segura de esto, Wendy? – Preguntó Erza.

-Sí... - Respondió, mientras observaba la cabaña– Quiero que este sea su lugar de descanso... - Sus compañeros la miraron un poco preocupados, tristes- Pero, vendré a visitarlo todos los días, no quiero que Natsu-san se sienta solo – Sonrió. Ellos lo hicieron también, por que al final, sabían que ese sería un gran paso para la peliazul, para poder recuperarse.

-Entonces... ¿Qué harás ahora? – Preguntó Lucy.

-Wendy dijo que tenía que comprar algunas cosas para instalarse en Fairy Hills- Erza respondió por ella.

- ¿Eso es verdad?

-Si- Confirmó Wendy - ¿Me ayudarían a elegir algunas cosas? – Dijo un poco tímida, mientras jugaba con sus dedos.

-¡Por supuesto!- Confirmaron sonrientes Lucy y Erza.

-Gray, tú también vendrás – Erza habló.

-¿Eh? ¿Yo?

-Sí, tú – Dijo Lucy- ¿Quién crees que cargara todo? -Comenzaron a caminar juntas, Gray se quedó atrás.

-Oigan, eso es abusar – Dijo resignado, suspiró y luego corrió para alcanzarlas, sabía que no podría escaparse de esta.

Con el tiempo, las heridas de una dragona y una caballero sanarían por completo, se apoyarían, como lo deseaba un pelirrosa, el dragón de las hadas.


_____________________________________________________________






























Era pleno día, un lugar desconocido, en cualquier bosque y ninguno, el viento soplaba tranquilo, las hojas cayendo, tapizando el camino, pasando de verde a café en un instante.


-Todavía... Este no pude ser tu final... Aún no... Hermanito.


Ojos rojos y un aura oscura apuntaron hacia el horizonte.









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Hasta aquí el capitulo.


Volveré a actualizar esta historia pronto, je.


Gracias por leer.

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