Capítulo 15: Dragona y pasado.
Los personajes de esta historia no me pertenecen, sólo los uso con fines de diversión.
_____________________________________________________
Era una mañana fresca y luminosa, donde las mariposas y la paz reinaba. En aquella mañana dos almas inocentes, una azul y una rosa, reposaban alegres, una acostada mirando el lento movimiento de las nubes, mientras la otra juntaba pequeñas florecillas, varios colores, las suficientes para decorar el halo verde en su regazo.
-Wendy- Llamó la pelirrosa, una niña de no más de diez, mirando a su amiga desde el rabillo de sus ojos – No te aburres de hacer siempre lo mismo – Dijo mientras se giraba, quedando sobre su estómago, sosteniendo su cabeza con sus manos – Podemos jugar otra cosa si quieres.
-Me gusta hacer esto – Dijo la peliazul. Absorta en su manualidad, hasta colocar la última flor, una de pétalos rosas – Listo – Sonrió contenta, levantando la corona hasta el cielo.
-Jeee- La pelirrosa se arrastró, se trataba de pasto fresco y limpio por lo que su vestido blanco, el mismo que llevaba su amiga, no se ensució para nada– Te quedo muy bien.
-Gracias – Sonrió la peliazul.
- ¿Quién te enseño a hacer esto? – Observó la corona, esta reposando sobre las palmas de su amiga - ¿Acaso fue tú ma... ?- Tapó su boca de inmediato, antes de que se le escapara lo último.
Wendy miró su corona con un deje de tristeza, sonrió apagada, luego miró a su amiga seguir conteniendo su boca.
-No lo sé, simplemente sé hacerlas – Dijo Wendy, ocasionando que la pelirrosa desviara la mirada.
-Lo siento, no quería...
-Ésta bien – Interrumpió Wendy- No soy la única que pasa por esto... Todos en los niños en la iglesia deben haber pasado por lo mismo... - Miró hacia el pueblo, este se encontraba bajando la pequeña colina en la que estaban, un pequeño conjunto de árboles rodeándolo– Así que no puedo seguir sintiéndome triste por eso – Volvió a sonreír.
-Wendy – La pelirrosa la vio conmovida – Eres tan buena – Se lanzó para abrazarla, de manera gentil y cariñosa, como buenas hermanas- ¿Cuándo te volviste tan madura? No puede ser, a este paso seré considerada la hermana menor – Revolvió los cabellos de su amiga con su mejilla.
-No creó que pueda hacer eso – A Wendy no le molestaba en absoluto – Todas en la iglesia te consideran la hermana mayor, es imposible que alguien tome tu lugar – Otro comentario maduro, sorprendente para su edad, la pelirrosa termino su abrazo.
-Jeje – Esbozó una sonrisa, orgullosa de recibir esas palabras.
De pronto, escucharon las campanas sonar, se levantaron, era momento de volver al pueblo.
-Por cierto – Se detuvo, recogió otra corona, la primera que su amiga había terminado -¿Por qué siempre usas flores rosas cuando haces la primera? – Preguntó curiosa.
Wendy recibió la corona, se le quedo viendo, un sentimiento extraño venía cada vez que observaba el objeto, imágenes dispersas, de ella y otra presencia jugando en algún bosque bosque- "La hice para ti" – Ella colocándole el halo, y aquella presencia recibiéndola con una sonrisa dentada.
-Me gusta ese color, es un color lindo – Sonrió de manera inocente.
-¿De verdad? – Expresó algo sorprendida la pelirrosa – Pues gracias, por cierto, mi color favorito es el azul jeje – Siguió el juego, mientras regresaban a su hogar.
POV Wendy
Esa era mi vida, luego de encontrarme sola en alguna parte dentro de un bosque, luego de ser encontraba por personas muy buenas.
La aldea en la que vivía era un lugar muy grande, humilde, las casas de madera dispersas daban la sensación de ser un lugar enorme.
Mi amiga y yo siempre hacíamos un largo pero simple recorrido para llegar a la iglesia, nuestro hogar.
Los aldeanos siempre nos saludaba mientras hacíamos nuestro recorrido, la mayoría adultos o ancianos, vistiendo ropa común, aunque algo sucia, seguro por trabajar en el bosque, la mayoría de los hombres eran cazadores, aunque algunas mujeres también los acompañaban, no regresaban hasta llegado el atardecer, cuando tocaban las campanas y todos los niños tenían que volver a la iglesia.
-Muchas gracias por su gentileza – La única monja de la iglesia, una señora que daba la apariencia de una amable abuela, se llamaba Mirna.
Todas las tardes, todos los niños nos formábamos frente a la iglesia, ayudando a Mirna-san a recibír los animales que la gente cazaba en el bosque, desde patos hasta cervatillos, incluso cestos con algunos vegetales nos eran entregados, eran demasiado amables, ninguno de los huérfanos y yo podíamos estar más contentos.
-Niños ¿Cómo se dice?
- ¡Muchas gracias! – Era la misma rutina, hacíamos una reverencia mientras los aldeanos nos veían con una sonrisa, regresábamos a la iglesia, la gente aun saludando como si fuera lo más interesándote del mundo.
La enorme puerta de madera se cerraba, dos niños eran los encargados de colocar la traba, no sabíamos por qué, Mirna-san nos dijo que siempre debía ponerse, y no debíamos salir al empezar el ocaso.
-Bien ahora niños. ¿Quién me ayudara esta noche a preparar la cena? – Mirna-san era una persona amable y alegre, nos trataba bien, por lo que ninguno de nosotros podía evitar querer corresponderle, levantar la mano para ser elegido por ella- Bien, entonces Sherrya me ayudara esta noche.
-Eeehh – Las niñas se quejaban ya que ella siempre era elegida.
- ¡Muy bien! – Mientras que los niños sonrían con entusiasmo, seguro porque Sherrya era muy popular entre ellos, además de que la comida era más deliciosa cuando ella ayudaba a la hermana.
.
.
.
.
La noche llegaba, todos nos reuníamos en una gran mesa, éramos 15 niños en total, nos tomábamos de la mano, recitábamos una oración.
-Amen- Casi de inmediato nos poníamos a comer, los niños comían apresurados, mientras que las niñas se tomaban su tiempo, siempre había mucha comida en la mesa, por lo que no había necesidad de apresurarse o ser egoístas.
No había a nadie que envidiar u odiar, todos éramos iguales, huérfanos, yo había llegado hace un mes, y aun así encaje de inmediato, todo gracias a la hermana, a los niños y a Sherrya.
-Por cierto, mi pequeña-Cada noche, la hermana sacaba el tema, se preocupaba por mí- ¿has podido dormir bien? ¿No has vuelto a tener otro mal sueño? - Siempre que me preguntaba dejaba mi cuchara, sostenía fuerte el borde de mi falda, no podía evitar apenarme.
-Pues...
-Escucha, escucha, hermana Mirna – Uno de los niños siempre me interrumpía, un niño llamado Kane, no lo hacia con mala intención, es sólo que tenía una actitud muy activa – Wendy no deja dormir a nadie.
-Es cierto – Otro niño lo apoyaba, un rubio llamado Thomas – Se la pasa llorando, diciendo "Nii-san, Nii-san" todo el tiempo.
-Hey Thomas, Kane – Sherrya era la encargada de poner el orden en la mesa – Guarden silencio, y dejen de burlarse de Wendy – Era la hermana a la que todos le hacían caso.
-Lo sentimos.
-No es conmigo con quien deben disculparse.
-Lo sentimos mucho, Wendy – Al final ellos cedían ante la mirada de enojo de Sherrya.
-Wendy – La hermana era una persona muy atenta y amable, se acercaba a mí, se arrodillaba mientras yo intentaba con todas mis fuerzas contener mis lagrimas – Sí sientes que hay algo que te moleste o atormente, no dudes en llamarme, yo siempre estaré para ti... Y para todos – Siempre soltaba esas palabras, nos miraba a los ojos, sus ojos eran azules, muy lindos, deseábamos vernos reflejados en ellos por siempre, pero nada en este mundo dura para siempre.
.
.
.
.
.
-Los vamos a extrañar mucho.
-Cuídense.
Los despedíamos frente a la iglesia, la carreta era tirada, dentro de ella Kane y algunos niños más eran llevados.
-Qué suerte tienen – Una de las niñas a mi lado comentaba, un año menor que los demás- Yo también quiero ir a la ciudad para tener una mamá y un papa – No podía evitar sentirme extraña cada vez que decía eso, seguramente los demás niños también sentían lo mismo, aun así, estábamos felices por nuestros amigos.
-Descuida pequeña – La hermana Mirna se agachaba para abrazarla- Algún día te conseguiremos a una mamá y un papá que te quieran mucho, sólo ten paciencia.
-Sí... Gracias, hermana Mirna.
Regresábamos antes de que se pusiera el sol y volvíamos a nuestra rutina.
.
.
.
.
-¡Hay problemas! – Desde la colina, Sherrya y yo escuchamos aquel grito, pronto todos los aldeanos se reunieron en la entrada del bosque.
-¿Qué sucede? – La hermana Mirna fue la primera en preguntar, frente al grupo de señores quienes salían del bosque.
-Es Dither... Dither fue atacado – Fue el comentario de uno de los cazadores, ayudando a otro quien estaba muy malherido.
-Pronto, llévenlo al pueblo – Mirna-san les indicó que hacer, parecía ser la que se encargaba de todo – Wendy, Sherrya, ustedes vuelvan pronto a la iglesia, díganle a los demás que no salgan.
-Hai- Confirmamos de manera obediente.
Esa noche en la cena, la hermana Mirna nos explicó que Dither-san había sido atacado por una criatura, los niños y yo no pudimos evitar sentir miedo, nos advirtió no acercarnos al bosque, ya que esa criatura podría hacernos lo mismo que ha Dither-san, quemarnos con su aliento de fuego, esa fueron sus palabras, debíamos estar dentro de la iglesia en todo momento, cuidando a los más pequeños.
Ese había sido mi primer mes en el pueblo, pronto todo se terminó, todo acabo en un instante, esa noche de luna roja.
.
.
.
.
.
-¡AAAHHH! -La gente gritaba, corría, podíamos escucharlo perfectamente, a pesar de que estábamos ocultos en el sótano.
-¡Niños! -Mirna-san abrió la puerta.
-Hermana – Todos los niños se acercaron a ella con miedo. Seguíamos sin entender que ocurría.
-Pronto. Sherrya, tú y los demás niños, vayan al establo, tomen la carreta, obedezcan a Lucas-san y a los demás – Dijo exaltada, casi sin aliento, no podía estar más asustada y confundida, y cuando salimos de la iglesia, todo se fue a pero.
-¿Q-Qué? – Lo vi perfectamente, el pueblo, el lugar al que llamamos hogar, donde todas las personas convivían sonrientes y alegres, reduciéndose a cenizas, llamas oscuras devoraban todo a su paso.
-¡Wendy, no te detengas! – Sherrya me empujó para seguir corriendo, llegamos a la parte trasera de la iglesia, donde Lucas-san, uno de los ancianos que trabajaba en el establo, nos esperaba junto a una carreta, lo suficientemente grande para llevarnos a todos.
-Te los encargo – La hermana Mirna habló con él, verlo tomar las riendas.
-Mirna-san... Venga con nosotros... No nos deje solos... - Era la primera vez que vi a Sherrya rogar.
-No puedo mi niña – La hermana negó con la cabeza – Tengo que quedarme y ayudar a los que pueda, ustedes deben irse, son lo más valioso del pueblo – Nos dijo, justo cuando el cabello relinchó, iniciando la huida.
No pude evitarlo, sentir tanta tristeza, fui una tonta, pero no podía más, no quería quedarme sin hacer nada, decidí hacerlo, realizar ese salto.
-¡Wendy! – Sherrya fue la primera en darse cuenta, verme saltar de la carreta -¿Qué estas haciendo? ¡Vuelve!
-¡No puedo! ¡Debo ir a ayudar a Mirna-san! – Grité mientras corría con todas mis fuerzas, regresaba al pueblo, podía verlo, las llamas consumiéndolo todo.
Fue extraño, mientras corría intentaba buscar a alguien, pero nada, ni un solo aldeano, sólo el fuego terminando de consumir las casas, pequeños montículos de ceniza esparcidas por el camino, humeaban y tenían un olor extraño, algo que sólo yo podía saber desde que tengo memoria, tenía un gran olfato, y un agudo oído.
- ¿Hermana? – Pude escuchar algo, del único lugar intacto, nuestro hogar, la iglesia, me apresure a correr, llegue desesperara, pensando que algo pudo sucederle a Mirna-san, fue peor de lo que había imaginado.
- ¡No! ¡Por favor! ¡No me mates! ¡Te loAAAH! – La espada bajó, haciendose camino desde el hombro de Diether-san hasta un costado de su cuerpo, el olor del liquido que lo rodeo era muy fuerte, no podía soportarlo, apenas podía creerlo, las personas, muchos aldeanos en el centro de la iglesia, rogándole a esa sombra que los dejara ir.
El miedo me hizo temblar, caer arrodillada en medio de la entrada.
- ¡¿Q-Qué es lo que quieres? – Ahí la vi, la hermana Mirna, enfrente de todos, sosteniendo con todas sus fuerzas su rosario.
-Hermana Mirna- Habló aquel encapuchado, por su voz, supe que se trataba de un muchacho, tal vez un año más grande que cualquiera de los niños mayores – Fuiste difícil de encontrar, las montañas y el bosque los mantuvo ocultos durante mucho tiempo – Soltó con una voz seria y fría.
-¿Qué es lo que quieres?... Sí lo que buscas es dinero, no tenemos nada de eso... Aquí sólo viven campesinos y gente que vive de sus tierras... - La hermana Mirna defendió, con lagrimas a punto de escapársele.
-¿Gente que vive de su tierra?- El extraño hurgó dentro de su manto, arrojó un pequeño costal en el suelo, su olor... No... No era posible... Ese olor era.
- ¿K-Kane?
-Durante varios años, han vivido en este pueblo rodeado de montañas, encontrando y reuniendo huérfanos de todo el continente, ¿para qué? – El extraño hizo una pausa para agacharse, desenvolver el pequeño saco, varios huesos cayeron, un cráneo que, por su olor y color, aún estaba fresco – Ustedes han estado alimentándose de su carne, fue su error, cambiar el sitió donde tirar los restos- Explicó con una voz fría, para luego ponerse de pie, encarar a la hermana y al resto de aldeanos.
Luego sucedió, el shock más grande de mi corta vida.
-No teníamos opción... - La hermana se puso a llorar, a gritar - ¡Teníamos hambre! ¡La carne de los niños es exquisita! – No pude creerlo, cuando vi los ojos de la hermana brillar en rojo, el de todos los aldeanos, uno a uno se pusieron de pie, rodearon al extraño - ¡Tú deberías entendernos! ¡Eres como nosotros! – Soltó furiosa, la imagen de Mirna-san desapareció en un instante, se había transformado, una criatura escuálida y de piel oscura, garras alargadas como cuchillos, los colmillos salidos, orejas tan largas que asemejaban a los duendes, era horrible, no pude más, tape mi boca, aun así mi chillido fue escuchado.
-¿Eh?- Volteó a verme- ¿Wendy? – Sus ojos rojos me enfocaron.
-¿H-Her... Hermana Mirna? – Yo estaba temblando de miedo.
-¡Esto es genial! ¡Tú vas a convertirte en mi escudo! ¡Ven aquí, Wendy! -Gritó esa cosa, mientras se acercaba a gran velocidad, quede paralizada, ya no reconocía a esa cosa como Mirna-san, cerré los ojos esperando mi final -¡AAAGHG!
Cuando los abrí, ella estaba justo enfrente de mí, a centímetros de mi rostro, sus garras me rodeaban, más nunca pudo tocarme, varios filos la tenían empalada al suelo.
-No te atrevas a tocarla – Dijo el extraño sobre el monstruo, sosteniendo una espada que había clavado en su cabeza. La brisa entró, hondeó la capucha del joven, esa fue la primera vez que lo vi, esos ojos fríos y sin vida, un mechón de cabello con un particular color, estaba demasiado perpleja para decir algo.
- ¡MATENLO! – Los otros aldeanos pronto cambiaron de forma, se abalanzaron sobre el extraño.
-Ardan – Soltó serio, sin moverse, cuando de pronto, los monstruos se vieron envueltos en varias columnas de fuego. Las llamas no eran normales, eran oscuras, estas no se apagaron hasta hacer su trabajo, reducirlos a montículos de polvo negro -Tú... - Se dirigió a mí, yo me asuste al verlo acercarse, bajarse del cuerpo de la que antes fue Mirna-san.
-... - Mi voz se había ido, me arrastre para retroceder, fue cuando lo vi, lo escuche, esa voz carente de emociones.
- ¿Estas bien? – Preguntó mientras se agachaba.
-¿Eh? – Yo estaba confundida y aun más cuando lo vi retirar su capucha.
-Mi nombre es Natsu.... ¿Cuál es el tuyo?
Esa fue la noche que conocí a Natsu-san, aquella noche en la que hizo arder el lugar que consideraba mi hogar.
_______________________________________________________
Hasta aquí el capítulo.
Siento lo breve que ha sido este capítulo, breve flashback mientras redacto la continuación del anterior capítulo.
Apoya dando estrella, eso me motivará a actualizar esta historia más seguido. Comenta que les ha parecido hasta ahora, o hagan preguntas, responderé cualquier duda que tengan sobre la trama, o sí hay algo que no entiendan.
Gracias por leer.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top