Capitulo 1: Dragón y fantasma
En un bosque desconocido donde lo único que se podía ver eran los árboles frondosos, donde apenas se podían distinguir por la oscuridad de la noche, un lugar cuya tranquilidad perturbaría a cualquier asustadizo, surgió un brillo que anunciaba la llegada de cierto individuo. Como había sido decidido por una de las entidades más poderosas de otro tiempo, un muchacho yacía en medio de un claro iluminado por la luz de la luna, el infante inconsciente de apenas unos 6 años se hallaba durmiendo, había llegado de muy lejos, sin saber qué es lo que le esperaba siguió durmiendo, no tenía memorias y mucho menos conocimientos de este tiempo, lo único que llevaba era una simple ropa rasgada y una bufanda en forma de escamas que rodeaba su cuello.
Cabalgando a toda velocidad como si tratara de competir con el viento, un corcel de color negro de apariencia fantasmal era dirigido por un individuo de igual apariencia, encima un manto negro rasgado que solo dejaba ver parte de su armadura negra cubriendo sus tobillos y antebrazos, la armadura que llevaba encima lo hacía lucir realmente intimidante, una entidad que no parecía de este mundo por su aura negra y casi demoníaca, con sus dos manos dirigía al animal, el sonido que hacía al correr retumbaba en el silencioso lugar, dio un gran salto logrando cruzar un acantilado, al llegar al otro lado siguió galopando sin bajar la velocidad.
Fue solo un instante que pudo visualizar aquel claro, se detuvo de golpe y a paso lento se dirigió al centro de este. Bajo del animal el cual desapareció como si de una sombra se tratara.
-Veo que el destino nos ha reunido – dijo con una voz espectral. Sus manos cubiertas de metal oscuro tocaron suavemente el rostro del infante que tenía enfrente –hmm – el muchacho poco a poco comenzó a despertarse - ¿D-don... dónde estoy? – Se preguntó al mientras sobaba uno de sus ojos.
-Niño...- hablo el extraño. Su vista estaba algo nublado por lo que no visualizaba al que individuo que tenía enfrente, pero una vez que su vista se aclaro – ¡AAAAAAAAH! – grito de terror al ver a la entidad oscura, como no hacerlo si lo que estaba viendo no era su rostro sino más bien un metal negro lustroso que reflejaba su expresión asustadiza de niño inocente – ¡F-FA... ANTASMA! – Grito nuevamente. - ¡Calla mocoso! – Hablo en voz alta propinándole una colleja. -Eso duele, maldición – El muchacho se sobo la cabeza tras el golpe.
Tras unos minutos de llorar por el golpe, el niño se tranquilizó. - ¿Quién eres tú? – Pregunto mirando con ojos vidriosos al ente que tenía en frente. –Mi nombre... mi nombre no es importante, lo importante aquí es ¿quién eres tú y cómo llegaste aquí? – pregunto al joven que tenía una mirada confundida. –Me llamo Natsu...y...y...yo... no recuerdo – dijo con una mano en su cabeza tratando de recordar.
-No necesitas forzarte – el acorazado hablo mientras caminaba hacía los árboles, su fiel amigo se materializo enfrente de él, de inmediato se subió con facilidad.
- ¡ESPERA! – Grito el chico viendo como el jinete se preparaba para irse, este se giró su cabeza cubierta por su coraza –N-no sé qué hacer... ni siquiera recuerdo de dónde vengo...no tengo a nadie- unas lágrimas amenazaban caer de sus ojos.
El caballero subió la mirada al cielo logrando ver el astro luminoso, no quería hacerlo pero al fin y al cabo cedió -De acuerdo...- hablo con algo de amabilidad que traicionaba a su apariencia oscura. El muchacho se secó las pocas lagrimas que habían escapado, tímidamente se acercó a él.
-Escucha esto niño, puedes venir conmigo... - sus palabras hicieron que surja una sonrisa en el rostro del chico. – sin embargo, mientras estés bajo mi tutela te entrenare y moldeare para ser un verdadero "combatiente"- su sombra cubrió al pelirrosa de manera intimidante haciendo que el chico retroceda y trague duro. – Te pregunto Natsu ¿Tienes lo que se necesita para luchar contra lo que ustedes los humanos llaman destino? – Después de escucharlo, el pelirrosa cerró los ojos con fuerza, al abrirlos lo miró con ojos determinantes y contesto – No sé si tengo lo que se necesita, pero no me rendiré hasta averiguarlo – su respuesta sorprendió al jinete, pensaba que el niño cedería, lloraría o se asustaría y correría hasta que no pudiera más o llegara a algún pueblo donde algún humano lo acogería, pero no fue así.
-Entonces sígueme y veamos hasta donde te lleva tu determinación – dijo y su corcel relincho declarando así el comienzo de su viaje.
Mientras caminaban en un oscuro sendero- ¿Cómo debería llamarte? – Pregunto de manera inocente al caballero encima del corcel.
–Me conocen con muchos nombres en mi mundo, tu puedes llamarme como te parezca – su contestación carecía de sentimiento, pero a Natsu no le importaba, estaba contento, seguía al caballo y a su oscuro jinete como un polluelo persiguiendo a su madre.
-Entonces... te llamare Yurei – sonrió inocentemente cosa que no pasó desapercibida por el extraño acorazado, después de nombrarlo el jinete apresuro el paso de su corcel dejando al pequeño un poco atrás – Eh... espera... ¡vas muy de prisa! – grito esperando a que detuviera al animal pero no vio signos de ello, sus pensamientos le dijeron que se había molestado por algo que dijo o hizo, pero no sabía por qué, después de todo es un niño, un niño inocente al cual sus memorias aun no le habían regresado.
-Apresúrate chico o te dejare atrás – siguió adelante sin mirar atrás. –Espera, déjame subir contigo – exigió el niño con voz cansada. –No – fue la respuesta cortante que recibió – ¡Por favor! – empezó a suplicar – No – Otra negación abrupta – S-sé hacerlo... - Corrió lo más rápido que pudo – ¡NO! – fue la última negación del jinete antes de salir del bosque.
Fue la única escena algo cómica que crearon juntos, el pequeño dragón persiguiendo al fantasma dentro del bosque algo que tal vez solo se pueda encontrar en un libro de cuentos para niños, sin embargo, poco sabía el muchacho sobre el infernal adoctrinamiento que Yurei le daría. Con el tiempo, Natsu descubrió y desarrollo sus poderes de dragón Slayer, al igual que los recuerdos de sus poderes vinieron los de su padre dragón Igneel, Yureí quedó impresionado con el chico, entendió que era especial y que debía ser pulido para enfrentar cualquier cosa, aunque en el fondo sabía que necesitaría más que poder mágico para que fuera una pieza crucial de su misión y eso era la aniquilación de todos los seres malignos que no son de este mundo y que en él suyo eran conocidos como "apóstoles".
(3 años más tarde)
El lugar que antes era un pueblo se encontraba en llamas, todo fue reducido a cenizas, incluso la gente que lo habitaba, lo que apenas se distinguía como calles eran adornadas por estatuas negras, pobres almas que huían de las voraces llamas que hace un tiempo habían cesado su hambre.
El mismo corcel y el mismo fulgor negro se acercaron al centro del desolado lugar donde había una pila de huesos calcinados. -Natsu- dijo la voz fantasmal al muchacho que se encontraba sentado en la sima del montículo – Ah... Yurei- con una voz tranquila y ojos color jade volteó a ver a su mentor.
-Ya hemos terminado – el acorazado giró su corcel para alejarse de él. De un saltó, el muchacho bajo del montículo de muerte, al plantarse hizo un ruido metálico producto de la armadura que cubrían sus pies.
Apresuró el paso hasta quedar justo al lado de su maestro quien iba montado en el animal blindado – Yurei... ¿C-cuál será el siguiente lugar? – preguntó sin emoción alguna, pero con la voz ligeramente quebrada. Su cabeza, oculta con su yelmo, giro de lentamente hacía él, al igual que toda su coraza era de un brillo negro.
-No hables, solo camina – dijo cortante. El chico solo asintió y siguió al jinete hasta el lugar que él llamaba hogar.
En un bosque cuya neblina era tan espesa incluso durante el día, el pelirrosa se encontraba entrenando con la espada, solo que en este caso agitaba un tubo de metal que atravesaba tres rocas de dos veces su tamaño, era increíble que un niño de su complexión pudiera blandir con facilidad semejante armatoste, pero lo hacía sin tener signos de cansancio, sin quejarse estaba totalmente absorto en su tarea como si de una maquina se tratara, sus ojos color jade estaban apagados, casi sin vida, una expresión seria no propia de un niño.
-Natsu- Una voz lo llama entre la neblina. El chico soltó el "arma" haciendo que este se hunda en el suelo. – Yurei... ¿qué sucede? – pregunto serio. – Prepara tus cosas, tenemos un nuevo objetivo – solo se escuchaba su voz. Natsu miraba a una parte cubierta por la neblina donde se suponía que estaba su mentor. Sin vacilar ingreso en una cueva profunda que se encontraba cerca de su lugar de entrenamiento, al llegar al fondo se empezó a colocarse su equipo, una armadura de cuero ligera que solo protegía puntos importantes como el tórax, los antebrazos, rodillas, sólo las partes de las manos y los pies eran cubiertas por piezas de metal, al final todo se oculto debajo un manto gris rasgado cuyas orillas estaban ligeramente quemadas.
Antes de salir el pelirrosa dirigió su mirada al fondo de la cueva donde estaba su arma destinada, se encontraba clavada en el suelo, a simple vista no era más que una losa de hierro, nada más que una lámina de hierro gigante, un espadón enorme de casi 4 veces el tamaño del joven, un grosor desmesurado, de diseño simple y exageradas dimensiones, su maestro le contó una historia sobre ella pero él no le puso mucha atención en ese tiempo, solo recordaba su nombre, un nombre adecuado por su apariencia, nombre le hacía ver el arma con anhelo esperando el día en que estuviera listo para empuñarla – "MataDragones" – coloco su mano sobre ella y con un "algún día" se apresuró a salir de la cueva.
- ¿A dónde iremos? – pregunto el muchacho serio. – Ha habido rumores de personas que desparecen en cierta parte del continente, principalmente niños – Yurei salió de la neblina. - ¿Crees que sean más "apóstoles"? – Miro a su mentor preocupado. –No lo sé, de cualquier manera, debemos ir – su respuesta sorprendió al muchacho, desde que lo conoció el caballero se mostró como alguien misterioso y lleno de sabiduría, era la primera vez que lo escuchaba dudar. - R- system – fueron las palabras que dejo al aire. El pelirrosa lo escucho, pero decidió no preguntar más, sabía que cualquier cosa que debiera saber la averiguaría yendo a ese lugar.
Durante su camino, solo el pelirrosa ingreso a los poblados para reunir información, debido a su apariencia Yurei se quedaba esperándolo a las afueras siempre oculto siempre montado en el fantasmal caballo, por su parte Natsu estaba acostumbrado a lidiar con toda clase de personas inclusive con cualquier tipo de truhan, su educación no solo se baso en la fuerza sino también en la inteligencia, se metía a sitios donde ningún incauto lo haría, desde bares de mala muerte hasta callejones donde la escoria de la sociedad profesaba sus fechorías, reunía toda clase de información usando su apariencia aún infantil, pero cuando las cosas se ponían difíciles tenía que ser más sutil, después de todo no hay nada más aterrador de un niño de 9 años amenazando como si fuera la mismísima reencarnación de lucifer, sonrisa inocente y mirada demoníaca no hay combinación más aterradora y como cereza del pastel, una punta de espada colocada entre los dientes de cualquiera que podría brindarle información útil.
Después de algunos días de investigación llegaron por fin a su destino, una isla en medio de la nada, ¿qué cómo llegaron? Como parte de su entrenamiento, Natsu, aunque había logrado dominar su magia, fue instruido para no depender de ella, fue entrenado hasta el límite siendo capaz de nadar durante horas incluso días sin cansarse, en cambio Yurei aparecía de la nada como si de un fantasma en la noche se tratara, Natsu ya estaba acostumbrado a ello, después de un tiempo no le tomo importancia el modo de transportarse de su maestro o el hecho de que siempre llegaba primero al destino marcado.
-¿Este es el lugar? No se ve tan impresionante- su tono era confiado, pero frio a la vez como si nada le importara incluso la enorme estructura que asemejaba a una torre – Recuerda lo que debes hacer – Yurei hablo serio dirigiendo a su corcel hacia la enorme entrada de la torre.
-Si, si... entrar, observar, no dejar que nadie te vea... - Resumía con tono aburrido el plan que su mentor le había enseñado durante años - ¿Y una vez que sepas que son ellos? – Pregunto Yurei lejos del pelirrosa - ¡MATAR A ESOS BASTARDOS! – dijeron al unísono.
Al separarse-"Yurei siempre se queda con la parte divertida" – Pensó el chico que se encontraba en las alturas subiendo por una pared empleando unos guanteletes en forma de garra, escalaba con gran facilidad ignorando las fuertes ráfagas de viento que hondeaban su manto y su cabello, cuando por fin visualizó una grieta con el suficiente tamaño para poder entrar apresuro el paso clavando las garras con la fuerza necesaria para prenderse de ella.
Una vez en el interior el chico observo a su alrededor, el lugar parecía ser una mina que constaba de varias rutas, Natsu camino tranquilamente, confiaba en sus sentidos y sobre todo en su instinto, las grutas estaban vacías, no había ni una sola alma ni signos de estar habitada, sin embargo al adentrarse más podía escuchar voces provenientes de una entrada en particular, al abrir la reja oxidada un chirrido hizo eco en el pasaje, rápidamente ingreso y algo apresurado atravesó la oscuridad hasta llegar a la poca luz que había al final.
- "¿Qué es esto?"- Su mirada vacía por un momento se miró confundida. Llego a lo que era una gran caverna, desde lo alto que se encontraba pudo observar a varios individuos como si fueran hormigas, decidido a observar más de cerca bajó con gran agilidad, de roca en roca como si fuera un animal saltaba y caía sobre sus pies y manos, de roca en roca siguió hasta que llego al fondo, de inmediato se ocultó, apoyando su espalda, detrás de un carro minero volcado.
Siendo muy cuidadoso, asomo girando su cabeza. - ¡Muévanse, trabajen más rápido! – fue lo que grito un hombre mientras amenazaba con una espada a los indefensos niños.- ¡Qué no me escuchaste" ¡Apresúrate! – Sin miramiento alguno el hombre pateó a una niña que iba al final de la fila, la niña cayo de rodilla mientras unas lágrimas amenazaban caer de sus ojos, aun así y pese a lo mal que se veía ella, se levantó y, después de levantar la carga que dejo caer, volvió a ingresar a la fila de niños encadenados –"es fuerte"- es lo que pensó Natsu al ver a la niña de cabellos escarlata. Algo despertó en el pelirrosa al mirar a la niña, su corazón tuvo un sobresalto, algo que no era común sino se trataba de miedo o adrenalina extrema, siempre causada por el entrenamiento o misiones que le encargaba Yurei.
Ignorando la sensación anterior, rodeó el lugar siempre cuidando que no lo descubran, estaba ahí para eliminar apóstoles no para salvar a un grupo de niños fue lo que pensó, llego a una puerta de madera, muy apartado de donde estaban los esclavos trabajando, no había necesidad de abrirla pego su oído en la puerta para escuchar a quien quiera sea que estuviera detrás de ella esperando que fueran los jefes del lugar y si tenía suerte los objetivos de su maestro.
- ¿Cuál es el progreso? – escucho la voz de un hombre algo molesta – La construcción va bien, sin embargo, ha habido algunos incidentes – Después de esa respuesta se escuchó como el primer hombre chasqueo la lengua – Es lo que no me gustan de estos mocosos... mueren muy fácilmente- De nuevo se escuchó molesto, de verdad podía existir gente tan basura es lo que pensaría cualquiera con algo de moral pero a Natsu parecía no importarle ya que no era lo que esperaba escuchar – No hay de otra, tendremos que conseguir más mano de obra – Agrego. – sí, todo con el Fin de revivir a Zeref – Al escucharlo Natsu separo su cabeza de la madera, al fin tenía su respuesta, había entrado cual cazador haría antes de saltar sobre su presa y sin embargo no se trataban de apóstoles sino más bien de un grupo de magos fanáticos del mago más temible en la historia del mundo, algo sin importancia para él. – tonterías – esta vez fue el quien chasqueo la lengua, sin más que hacer decidió retirarse. Siguió sus propias huellas, ya no había nada más que investigar, se retiraría como ladrón en la noche sin que nadie lo viera o notara su existencia, pero antes de subir por la ladera observó la misma fila de niños marchar mientras cargaban materiales de construcción, solo que esta vez faltaba una cabellera roja entre ellos. Algo en su interior le gritaba que investigara a la desaparecida, sin embargo, la palabra de su maestro era ley y no desobedecería al que le dio cobijo, subió por las rocas y justo cuando empujo la misma reja oxidada - ¡POR FAVOR NO! – escucho con su agudo oído, el grito era femenino y se filtraba a través de las muchas grutas del lugar, cosa que era inaudible para cualquier pero no para un Slayer. Apretó los dientes mostrando sus afilados caninos, dejo de lado su expresión vacía y la cambio por una de furia, corrió a toda velocidad hacia una de las muchas grutas del lugar, dejando que lo guíen las suplicas de alguien, estaba desobedeciendo una orden de su mentor, lo sabía muy bien, era la primera vez que lo hacía, no tenía idea de por qué lo hacía, lo único que tenía era un dolor fuerte en el pecho cada vez que escuchaba esa voz suplicando por ayuda - ¡Maldición!- se dijo así mismo a la vez que corría frenéticamente por los estrechos y oscuros pasajes.
Afuera de la torre, la noche estaba en su máximo esplendor, extrañamente no había estrellas solo un astro iluminaba el suelo en donde yacían los cuerpos sin vida de algunos pobres diablos que se encontraron con él, algunos cuerpos cortados por la mitad de la cintura otros quienes parecían haber sido arrollados por algo descomunal - ¿qué te toma tanto tiempo? Natsu... - El caballero oscuro se bañaba con la luz de la luna mientras sus luces observaban la enorme estructura, su rostro cubierto por su yelmo no permitía ver su expresión impaciente, el eterno amo de la oscuridad, el enemigo jurado de todos los seres que no son de este mundo, aquel que ha interactuado con más de mil seres del mundo astral durante siglos. Si, aquel que se ocultaba detrás de su yelmo en forma de cráneo, el rey calavera estaba preocupado por su pupilo.
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