Capítulo 45. Interrogatorio


Slaven se había quedado ahí como había prometido, quieto como buen niño. Con sus piernas cruzadas y manos en sus rodillas cerrando sus ojos dejando que su respiración fuera lo único que pudiera escuchar. Si podía usar eso para volver a escuchar a su hermano, volver al mundo de los sueños para volver a verlo o escucharlo, intentaría todo. Recurrir a eso para escuchar a alguien fallecido, había caído muy bajo. Nunca imaginó volver a sentir ese sentimiento de añoranza hacia la persona que había jurado odiar durante todo el tiempo que le quedara de vida.

Los latidos de su corazón se mezclaron con los de su respiración sintiendo como solo eso se volvía su atención absoluta. No se sentía en la celda ya, sentía que estaba en una especie de limbo de silencio absoluto con solo él respirando.

≪ ¡Slaven! ≫ escuchó el grito de su hermano.

≪ ¿Athan? ≫ respondió, pero no salió voz alguna de su garganta, fue como si su mente fuera la que se escuchara en ese lugar. ≪ ¡Athan, háblame! ¡Athan! ≫

≪ ¡Sla...ven! ≫

—Slaven, ¡Slaven! —interrumpieron la conexión al escuchar como lo llamaban. Slaven salió de su transe haciendo una mueca de molestia.

—Es de mala educación interrumpir a alguien cuando quiere algo de paz. —contestó fastidiado.

—Oh lo siento, ¿te molesté? —Slaven abrió los ojos con molestia de cómo le habían hablado posando su mirada ante ese elfo de cabello corto.

—De hecho, sí, lo haces, Acair.

—Tu interrogatorio va a dar inicio —el elfo de inmediato ignoró el reclamo de Slaven quién cruzó sus brazos mirando con molestia al elfo. —Solo deberás de contestar lo que se te pregunta, no puedes intentar escapar si no vas a recibir una descarga eléctrica brindada por mi látigo.

—¿Enserio crees que puedes contra mí? No lo creo, soy más fuerte que tú, ¡soy un dragón!

—Con sus alas rotas.

Slaven abrió la boca sintiéndose ofendido. Golpe bajo, golpe muy bajo.

—¿Y tú vas a interrogarme? ¿Enserio? No es por romperte las ilusiones, pero ¿cómo por qué?

—¿Es mi trabajo, Slaven, o prefieres que te llame por tu otro nombre, Mecancton?

—Me da igual, de todas maneras, me vas a llamar como se te dé la gana.

—Muy bien, alado.

Slaven rodó los ojos levantando las manos dejándolas caer en sus rodillas al tener razón en sus palabras respecto a como el elfo lo llamaría. Antes de que Acair pudiera formular cualquier pregunta la puerta se abrió dejando entrar al recinto al líder de los benevolentes. El elfo al verlo inclinó su cabeza haciendo una ligera reverencia por el respeto tan grande que le tenía al dragón dorado.

Karsten se recargó en la pared cruzando sus brazos sobre su pecho posando su mirada clara en el dragón encerrado en aquella celda. Slaven tragó saliva al ver al que había sido su líder y amigo posando su mirada en él como si quisiera descifrar su alma.

—¡Karsten! —dijo con una sonrisa para romper la tensión que se había formado. —¡Qué bueno es volver a verte! Oye esa ropa que traes te sienta muy bien, como que el saco blanco te le da más brillo a tu tez y cabello, wow. —al no notar una reacción positiva por parte de su compañero dragón pausó un poco. —Y... no estás de humor.

—Hiciste que Deo se doblegara. —la suave voz de Karsten resonó como música en el viento haciendo que Slaven incluso se sintiera mal que siquiera le haya dirigido la palabra. —Él aún es menor y se sigue guiando por su corazón.

—Siempre fue así, no le eches la culpa a su edad o apariencia. Siempre pensé que era su debilidad.

—Era tu mejor amigo.

—Y aún así se lo dije. —pausó al sentir la cruda realidad de sus palabras y de lo mucho que había lastimado a Deo al momento de estarse corrompiendo poco a poco. —Creo que no debí hacerlo.

—¿Crees? Ja —bufó ligeramente. —¿Sólo lo crees?

—¿Me culpas? —se levantó para caminar por la celda. —Te recuerdo que en ese momento se dedicaban a compararme demasiado con Athan. Porque claro él era el que tenía más posibilidades de ser el líder y yo sólo compartía su cara.

—También te recuerdo que te desaparecías.

Slaven paró un momento su caminata bufando volteando a ver a su exlíder.

—¿Y acaso importaba? No recuerdo que alguno me buscara, ¿o sí? No lo creo. Intenté hacer de todo, quise mejorar e incluso hacer cosas nuevas, pero ninguno de ustedes iba a verme ¿o sí? Solo quería que tú me vieras, que todos me vieran, mi padre, incluso mi propio hermano. Y los únicos que lo hicieron fueron ellos, solo ellos me mostraron de lo que era capaz.

—Esa no era la forma, Slaven —le dijo por primera vez su nombre desde que se vieron lo cual fue un impacto enorme para el otro dragón.

—Tal vez no. —paró su caminar por completo bajando la mirada. —Yo solo quería llenar las expectativas, Athan no tenía buen control, todo recaía en mí. No quería... —su voz sonaba algo apagada debido al peso tan grande que había tenido en él la sola mención de su nombre por parte del que había sido su antiguo líder, compañero y amigo. —Tenía que seguir siendo el candidato digno para ser el dragón plateado, para seguir en el grupo de todos. Cuando Athan comenzó a igualarme y quitarme la atención sentí presión. Y ninguno de ustedes me veía, ninguno de ustedes vino a verme ni siquiera para practicar conmigo, pero con él sí, solamente porque no tenía control de sus habilidades. ¿No merecía lo mismo? ¿Acaso no merecía que mis amigos también me ayudaran a entrenar?

—Tú te ibas y suponíamos...

—¡¿Suponían?! —llevó su mirada al dorado. —¡Solamente ellos me vieron! ¡Me enseñaron lo que podía hacer! ¡Gracias a ellos pude despertar todo el poder dentro mío! Cuando eligieron a Athan no tenía sentido que yo me cubriera, que siguiera intentando ser el plateado ¿no? —se acercó a la reja golpeándola lo que hizo exaltar al elfo pero no logró que Karsten se moviera ni un ápice, más bien lo que logró fue que Karsten mostrara una mirada de tristeza al ver al que había sido tan importante como Athan lo fue mostrar por primera vez sus sentimientos hacia él.— ¡¿NO?! ¡Intenté todo para que me vieran! ¡Por eso deje salir todo el poder que tenía! Sin restricciones, sin nada que me detuviera. Odié a mi hermano mucho tiempo, lo detesté desde lo más profundo. Los infernales me mostraron que podía ser más que un simple dragón plateado controlado por los estándares impuestos por nuestros ancestros. Quería matar a mi hermano, quitarle todo lo que tenía igual que yo lo perdí todo aquel día, y ahora... al verlo caer, al verlo sucumbir ante la oscuridad eterna me hizo realizar que lo único que quería... lo único que en verdad quería... solo quería pertenecer a ustedes como un verdadero dragón plateado.

—Te fallé, Slaven, fue mi culpa. —se acercó a él tocando los barrotes de la prisión. —Si tan solo te hubiera seguido aquella vez que te vi, si tan solo... hubiera sabido todo lo que habías sufrido por cumplir las expectativas que tenía tu padre, Athan estaría vivo con nosotros.

—Y apenas te diste cuenta. —la mirada de ambos era una mezcla profunda de sentimientos y palabras atoradas en la garganta. Slaven a pesar de verse serio en sus ojos heterocromicos se veía una profunda tristeza y dolor sobre todo por las voces que escuchaba en su mente siendo siempre Athan el que escuchaba. Mientras que Karsten sentía culpa, una culpa inmensa al enterarse que parte de las razones por las cuales Slaven se había corrompido era su culpa, no solo de él si no de todos los benevolentes. Ellos habían causado que Slaven se corrompiera por completo y se creara el dragón negro.

—Terminó el interrogatorio.

Al decir eso se dio la vuelta para poder salir por la puerta que el elfo le había abierto dejando a Slaven confundido, en ningún momento se dio cuenta que eso había sido un interrogatorio.

—¿No era una plática? Bueno pareció mas terapia. —dijo al aire volviendo a sentarse recargando su espalda en la fría pared con su rodilla izquierda flexionada apoyando su brazo mientras veía su mano colgando. —Te quiero oír otra vez.

≪Slaven... ≫

Karsten había salido muy pensativo de la prisión, tanto que tuvo que recargarse en la pared al momento de querer bajar al piso medio para poder entrar a la biblioteca. Se tocó la frente sintiendo como su respiración había incrementado un poco, juraba que cuando Slaven golpeó la reja había sentido una especie de ola de aire tenue claramente, pero la sintió al igual que algo imperceptible que hasta pensó que lo había imaginado. Había escuchado la voz de Athan en su mente llamando su nombre.

—¿Karsten, estás bien? —escuchó al menor llamarlo. El dorado alzó su mirada mirando a Deo con rostro preocupado, aún no olvidaba como reaccionó al momento de que apresaron a Slaven.

—Lo estoy, Deo, no te preocupes —le sonrió, una sonrisa de Karsten podía calmar a cualquiera.

—Vienes de ver a Mecancton, ¿no es así?

—Ya no le dices por su nombre, ¿por qué?

—Ese es su nuevo nombre —se recargó de la misma forma en la que su líder estaba. —Te... ¿te dijo algo?

—Me dijo mucha información que nos será de utilidad, incluyendo la razón por la cual se corrompió.

—¿Te dijo eso? —llevó su mirada hacia el mayor con sorpresa de que su antiguo mejor amigo le hubiera dicho esa información tan preciada al dorado.

—Bueno no explícito claro, pero si lo dijo disfrazado.

—Nunca he entendido como es que sabes leer tan bien entre líneas cuando alguien te dice algo o incluso lo escribe.

—Es un don querido Deo —le revolvió el cabello al menor.

—¡No hagas eso! —le quitó la mano con molestia volviendo a acomodar su cabello ahora despeinado. Esa pequeña acción hizo reír al mayor de todos.

—¿Y los demás?

—No tengo idea, vengo de la biblioteca, ahí están Keira y Kellan. Al parecer quieren investigar más sobre nosotros para averiguar, aunque sea un poco de lo que quiere Laertes o armar un plan.

—Es una buena idea —soltó un suspiro. —Laertes es astuto y ahora tiene la piedra benevolente, su ataque puede ser en cualquier parte y en cualquier momento, tenemos que estar listos. Necesito que todos se reúnan en la biblioteca, llegaremos al fondo de esto.

—Am... Karsten... yo, bueno, yo me preguntaba si, bueno, ¿podría ver a Mecancton?

—¿Ah?

—Quisiera verlo, bueno, hablar con él. En el pasado fuimos mejores amigos, solo quiero verlo. A pesar de la decepción y el miedo que ahora le puedo tener, sigo con la esperanza de que el chico que conocí está por ahí en alguna parte. La muerte de Athan le pegó demasiado y aparte fue traicionado por los que eran sus nuevos aliados, y para rematarla habló contigo, debe de tener mucho en su cabeza ¿no lo crees?

Deo era el más razonable de todos, siempre quería razonar con todos, ser el imparcial y el que tenía más esperanza que todos. Para ponerlo más simple, él era el más inocente de todos y por ende el que todavía tenía salvación de la ira que acompañaba a los benevolentes por default.

—Puedes solo... ten mucho cuidado.

—También soy un benevolente, ten tantita confianza en mí.

Deo solamente le dedicó una sonrisa enorme a Karsten para subir a donde estaba la prisión. Paró un momento llevando una mano a su pecho para soltar un poco de aire y armarse de valor. Tomó el pomo de la puerta abriéndola.

—Hola, Mecancton.

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