Capítulo 37: Descubrimiento.
Athan se encontraba sentado al borde del lago lanzando algunas piedras mientras tenía la mirada perdida en el agua cristalina.
— ¿Te encuentras bien? —preguntó Deo sentándose junto a él.
—Sí, estoy bien. —sonrió para calmar la preocupación del menor hacia él sin éxito.
—No es cierto, lo noto en tu mirada. No estas para nada bien.
Athan soltó una ligera risa cerrando sus ojos y bajando la cabeza en negación.
—Parece que no puedo engañarte, ¿no es así?
—Claro que no, tal vez a los demás sí, con tu faceta de serio y frío que has tenido últimamente pero a mí no. Y hasta puedo arriesgarme a decir que ni siquiera a los demás has podido engañar ahora.
— ¿Cómo estás tan seguro? —lanzó una piedra haciéndola rebotar cuatro veces.
—Porque has cambiado, Athan.
—No sé a qué te refieres.
—Tal vez tú no lo notas, pero nosotros sí. —tomó unas piedras para comenzar a lanzarlas igual que el mayor sin la habilidad de hacerlas rebotar tantas veces. —Desde que apareció Keira y después todos estos problemas te has vuelto más abierto, más sensible y comprensivo, incluso te preocupas más que antes. —lanzó una piedra que se hundió al primer golpe. —Has vuelto a ser el de antes.
Athan apretó con fuerza la piedra que tenía sostenida frunciendo sus labios, no había notado esos cambios, sin embargo, estaba seguro que ahora que volvió a aparecer su hermano todo ese cambio se esfumó como las hojas de los árboles en otoño.
—Tal vez haya cambiado, pero él... —aventó la piedra demasiado lejos. —Cambió mucho más, incluso más que yo.
—Debe de haber una razón por la cual se volvió así. —comentó el menor al ver la expresión triste y confundida de su segundo líder.
—Yo lo orillé a eso. —pasó su mano por su cabello a manera de desesperación. —Yo fui el causante y no me di cuenta.
—No te culpes por esto, debe de haber otra razón...
— ¡Fui yo! —interrumpió lanzando lo que quedaba de las piedras en su mano haciendo que el agua salpicara de tal manera que mojó a Deo, ligeramente. —Yo lo adulaba, le decía que él iba a ser el sucesor, ¿y qué fue lo que hice? Le quité su lugar.
—Eso no es cierto, te esforzaste para pulir tus habilidades, ganaste justamente.
—No es así, yo... me esforcé tanto solo para ser alguien digno de él, un hermano ejemplar y no el hermano inútil y bueno para nada que era. —bajó la mirada con suma melancolía.
Athan quería ser reconocido por Slaven, él era el menor, el que siempre había admirado a su hermano mayor por sus extraordinarias habilidades. Siempre vio el potencial de Slaven para ser el líder así que él quería convertirse en alguien que lo pudiera apoyar, convertirse en su mano derecha, esa era su meta, su único objetivo.
—Athan. —lo vio haciendo que el recién nombrado levantara la mirada posando sus ojos en la mirada preocupada del menor. —Yo vi cómo lo apreciabas, cómo te esforzabas para hacerlo sentir bien después de la indiferencia insistente de tu padre; observé cómo le levantabas el ánimo cada vez que pasaba algo, al igual que vi el gran cariño que él tenía por ti. Lo que no me explico es la razón de su cambio tan repentino de actitud hacia contigo, pero de seguro debe de haber una razón ajena a ti para que haya cambiado.
Athan agradeció la intención del menor por subirle el ánimo. Todos los dragones habían visto el afecto de Slaven hacia él y la transición a un cambio, lo que Deo le había dicho todos lo habían visto menos él.
Se quedó pensativo por un momento repasando mentalmente las palabras del menor. ¡Claro! ¿Cómo pudo haber pasado por alto algo tan importante? Tal vez porque parecía insignificante y que no necesitaba la debida atención, ahí estaba el error.
— ¡Deo! —el aludido tuvo que retroceder al tener al plateado casi sobre él.
— ¡Athan! —reaccionó tanto por sorpresa como pro broma.
— ¡Mi padre!
— ¿Qué tiene que ver tu padre en este asunto?
—Fue debido a lo que pasó con él que su actitud cambió conmigo. —se separó de él con la mirada gacha. —Después de todo yo lo provoqué por querer ganarme el afecto de mi hermano.
—Espera ya me perdí. —hizo un ademán de manos para que bajara el ritmo de velocidad que había adquirido al contar el relato. — ¿Cómo fue?
—No te puedo explicar sólo a ti, lo haré con los demás también. —se paró sacudiendo su ropa. —Odio decir las cosas dos veces.
—Lo sé. —se paró igual soltando un largo suspiro mientras sacudía su ropa quitando el resto de la tierra. —Ya cometí ese error una vez y no pienso volver a repetirlo.
El plateado soltó una ligera y corta risa debido al recuerdo, a lo que Deo sonrió tras haber logrado sacar una sonrisa de su tan preocupado amigo.
Emprendieron su camino hacia la biblioteca donde seguramente estaban los otros tres matando el tiempo. No estaban tan errados, con la diferencia de que estaban tratando de averiguar la ubicación de Keira y una explicación de porqué no había podido comunicarse con Athan en todo este tiempo transcurrido.
—Karsten. —llamó al momento de entrar.
—¿Athan? —respondió extrañado por su expresión de haber descubierto algo, pero, estaba seguro que no era de Keira, la muestra de preocupación seguía impregnada en aquellos ojos azules.
—Karsten yo... ¿has encontrado algo? —cambió su expresión a una de duda al momento de poner sus ojos en aquel mapa especial que estaba encima de la mesa.
—Todavía no. —mostró una mirada triste al no poder darle buenas noticias. —¿Y tú... descubriste algo?
—De Keira... todavía no. —su semblante cambió a uno de impotencia y tristeza. —De Slaven, puedo decir que sí.
Karsten se mostró sorprendido al igual que Bastiaan y Andrew que al momento de oír aquello levantaron su mirada impregnada de curiosidad.
—Creo saber la razón por la cual Slaven se volvió de esa manera. —los cuatro dragones se mostraron expectantes ante el relato del plateado. —Él siempre quiso la aprobación de padre, cada combate, cada mejora, él siempre esperaba que padre lo aprobara, todo lo contrario a mí que esperaba que él se sintiera orgullo de su inexperto hermano menor. —bajó la mirada con melancolía levantándola de nuevo para continuar su relato. —El día en el que logré vencerlo no obtuve la aprobación que esperaba, más bien obtuve una felicitación por parte de padre; obtuve lo que siempre deseó Slaven. Mi error, supongo, fue haber seguido entrenando en vez de hablar con él. Debí de haberme acercado a él y ser un hermano en vez de tratar de conseguir su aprobación quitándole todo lo que él deseaba.
Athan estaba dolido, no se había dado cuenta de que haciéndose más fuerte le estaba quitando a Slaven la oportunidad de ser apreciado por su padre. En parte... fue su culpa.
—Al no conseguir la aprobación del antiguo Rey Plateado se volvió celoso de ti. —dijo Bastiaan llevando una mano a su barbilla algo pensativo.
—Al igual que rencoroso por lograr lo que él no pudo. —complemento Andrew.
—Eso lo llevó a utilizar otras habilidades, recurrió a las de los infernales. —razonaba el líder. —Debido a que las combinó con las suyas de dragón plateado evolucionó al dragón negro.
—Se volvió como plata sucia. —pensó el menor en voz alta. Se mordió el interior de las mejillas con temor de haber hecho algo malo con su comentario que estaba muy lejos de ser una broma.
—Fue una buena referencia. —el menor se sorprendió al escuchar como Athan le había dado la razón mientras lo tomaba del hombro.
—Su odio y rencor lo corrompió. —finalizó el líder con tristeza y culpa de no haberlo notado antes.
— ¿Crees que pueda volver a pasar? —preguntó Deo con preocupación. —Hasta ahora es el único, ¿no?
—Por ahora sí. Pero temo que pueda volver a pasar, aunque supongo que los demás dragones deberían de tener interés en las habilidades infernales o querer volverse más fuertes, y hasta ahora no ha pasado.
—Pero... —comentó el ocre. —Una ventaja es que las habilidades infernales solamente se encuentran en los terrenos de éstos, y nadie de los demás dragones conoce dicha información.
—Mientras siga así, no debemos preocuparnos. —dio el dorado volteando a ver a todos para calmarlos de su preocupación. —Debemos seguir buscando a Keira, donde esté ella estarán los infernales y entre ellos Slaven. —llevó su mirada a Athan que estaba ahora serio. —Ahí podrás hablar con él.
Athan asintió. Quería disculparse, gracias a él se volvió el dragón negro y era su culpa, quería disculparse por no haber sido el hermano que debió de haber sido en el pasado. No se enteró nunca de su sufrimiento, de que cada vez que él lo superaba sufría. Toda esa tristeza la disfrazó una vez que lo creyó muerta y ahora estaba ahí, el seguía ahí, cualquier oportunidad que se presentara para poder hablar con él la tomaría, y si eso significaba que debía estropear los planes de los infernales o siquiera atacarlo lo haría, recuperaría a su hermano.
Regresaron su vista al mapa para seguir buscando alguna pista, Keira debía aparecer, debe de estar en alguna parte, Athan lo sabía. Sus intentos por localizarla habían sido en vano, por tratar de comunicarse con ella no habían servido para nada y eso lo frustraba cada vez más, algo lo bloqueaba, una barrera, un hechizo, algo. Sin embargo, tenía conocimiento que todas esas cosas tenían un punto débil, sólo debía encontrarlo y daría con ella, tenía que dar con ella; la iba a salvar, iría por ella hasta donde fuera, la salvaría.
Seguían buscando y buscando, cada trazo, cada ruta que se les ocurría y no lograban nada. No sentían la presencia de Keira por ninguna parte en aquel mapa mágico, Athan no lograba percibir nada. Estar tanto tiempo juntos los había ligado, podía sentir la presencia de Keira hasta kilómetros de distancia, y al tocar cualquier punto del mapa podía sentir la presencia de quien quisiera, menos la de ella. No había rastro de Keira.
Más desesperación.
«Athan... »
Se exaltó al escuchar la voz de ella en su mente, apenas era audible pero estaba seguro que era su voz no cabía duda alguna.
«¡Keira! » contestó alarmado y aliviado. Los dragones le habían puesto atención debido a la expresión de esperanza que había puesto.
«Athan, no tengo mucho tiempo. » su voz sonaba lejana, como si tuviera conflictos al intentar sostener la comunicación telepática. «Por favor ven... ellos planean algo malo... debes detenerlos. Vamos a... »
— ¿Athan? —preguntó Karsten al momento en que Athan puso sus manos sobre la mesa con expresión de asombro.
—Keira... —levantó su mirada para verlos. —Pudo comunicarse conmigo por un breve momento, me dijo que los infernales planean algo.
— ¿Te dijo que?
Athan negó.
—Pero me dijo a dónde iban. —tomó el mapa buscando con la mirada la localización que le había mencionado Keira, una vez que la encontró la señaló mostrándosela a los demás dragones. —Aquí.
Los cuatro vieron a donde señalaba Athan, abrieron sus ojos ante la sorpresa, jamás se les ocurrió buscar ahí, era tan obvio y perfecto a la vez. Fruncieron los labios y se vieron con decisión.
—El Triángulo del Dragón.
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