Capítulo 30: Frustración.
Calló de rodillas agarrando con fuerza el barandal mientras fruncía los labios. Una ola de frustración y desesperación lo inundaba al pensar en que se habían llevado a Keira justo enfrente de él y no pudo hacer nada.
Los demás se pararon poco a poco y adoloridos. Deo se acercó a Karsten mientras que él se sentaba con un poco de dificultad.
—Vallan con Athan, yo me quedo a ayudarlo. —les dijo el menor a sus compañeros. Ellos vieron a su líder asentir, así que dirigieron hacia el plateado.
—Athan... —dijo Bastiaan con cuidado. Más tardó él en formular la palabra que Athan en pararse con brusquedad para encararlos.
— ¡Búsquenla, ahora! —gritó mirándolos con desesperación.
—Athan, debes tranquilizarte... —trató de razonar con él.
— ¡Nada de tranquilizarme! —su tono subía cada vez más. — ¡Si hago eso, ella podría estar en un mayor peligro o peor! —golpeó el barandal con fuerza haciendo que temblara amenazando con romperse. — ¡Salgan a buscarla, ya!
— ¡Athan, cálmate! —la voz del líder los hizo voltear. Él apareció caminando pausadamente con el brazo en su pacho para apaciguar el dolor siendo ayudado por Deo.
—Karsten... —dijo el plateado acercándose a zancadas. —Por lo que más quieras, dejando de lado el odio que ahora te tengo; te lo imploro, sálvala. Ayúdame a encontrarla. —por primera vez en sus ojos se demostrada súplica hacia el líder.
—Athan...
— ¡Has algo por favor! Karsten, ¡has algo bueno por mí por una sola vez! Por favor... —se arrodilló bajando la cabeza. —Ayúdame, olvidaré todo, mi actitud cambiará hacia ti... te prometo... total y completa obediencia, por favor... ¡Karsten, ayúdame! —alzó la mirada.
El dorado distinguió la desesperación en los ojos del plateado. Una mirada que hace bastante tiempo no veía, una mirada que no quería volver a presenciar nunca.
Se hincó también tomándolo por los hombros.
—Te ayudaré, no tienes por qué suplicar lo haré. Iremos por ella, la encontraremos, eso te lo prometo. —en los ojos del plateado se le dibujó de nuevo la esperanza debido a sus palabras. Cuando Karsten hacía una promesa siempre la cumplía, por mínima que fuera y eso lo sabían a la perfección. —Primero debemos recuperar la fuerza, esos ataques no eran algo a lo que estábamos acostumbrados. Andrew... —volteó a ver al recién nombrado. —Llévalo con Cyrene para ver sus alas.
Athan no puso protesta alguna, sabía a la perfección que era necesario que lo vieran; si sus alas estaban en buen estado podía buscarla con más facilidad. Debido a eso no iba a dejar que su necesidad y ganas de salir corriendo interrumpieran su esperanza de recuperar sus compañeras aladas.
Andrew lo tomó por el brazo haciendo que se levantara llevándoselo de ahí dejando al líder con los otros dos.
—Tengo que hablar con ustedes y Argante. —decía mientras se paraba pero tambaleó un poco siendo detenido por Bastiaan y Deo.
—No te esfuerces tanto, con calma. —le dijo Bastiaan mientras lo sostenía por el brazo. —Te llevaré a tu habitación.
—Deo, ve por Argante por favor. Es importante lo que quiero decir. —le ordenó de una manera tranquila al menor de todos.
—Sí, Karsten. —contestó a manera de respeto yendo a buscar a Argante.
El dorado le hizo una seña al bronce para que lo acompañara a su habitación. Se sentía bastante agotado debido al ataque le había lanzado ese chico, ¿cómo un ataque de una persona así le había hecho tanto daño? Si no había escuchado mal, y su presentimiento no fallaba tal vez ese chico era la persona que faltaba.
Llegaron a la habitación de Karsten, la cual era la más grande y principal de todas justo en la cima de la montaña.
Bastiaan lo ayudó a sentarse en la cama, Karsten emitió una pequeña mueca al sentir una punzada por su espalda. Nunca se había lastimado de esa manera, al menos no que recordara.
— ¿Qué se siente estar lastimado? —dijo Bastiaan con burla. Karsten lo fulminó con la mirada.
—Qué chistoso. —le dijo con sarcasmo. —No voy a negar que se siente horrible.
—Eso sentimos nosotros cada vez que pasa algo en nuestro territorio. —decía jalando una silla poniéndola en frente sentándose después.
— ¿Diario? —sonaba sorprendido.
—Bueno, no siempre. Es comprensible tu reacción ya que nadie te puede dañar de gravedad como a nosotros, al menos no las criaturas que habitan aquí, nadie se atreve a desafiarte.
—Supongo que eso debería tomarlo como un cumplido.
Bastiaan sonrió ante el comentario de su superior. Sin embargo, él tenía razón; nadie se atrevía a desafiar a Karsten. Sus habilidades eran mejores que los demás, que fácilmente los vencería en un parpadeo. Solamente los que podían competir contra él eran los otros cuatro dragones, y aun así los dañaba de una manera fácil. Tal vez el único que podía competir contra él era Laertes, tal vez sólo él.
Esa teoría fue descartada hace un rato por ese chico de ojos claros.
La puerta se abrió dejando ver a Argante entrando junto con Deo, al ver al dorado abrió los ojos con sorpresa sabiendo exactamente lo que le había ocurrido. Se acercó a él sentándose a un lado de él.
— ¿Se encuentra bien? —una pregunta obvia sí, pero fue lo único que se le ocurrió preguntar en ese momento.
—Dentro de lo que cabe. —le sonrió calmándola. —El dolor ya está cesando.
—Me alegro. —le correspondió la sonrisa. —¿Puedo?
Karsten asintió mientras se quitaba la camisa dejando ver un fuerte golpe que estaba extendido por todo su pecho de color rojizo casi fucsia. Argante frunció los labios al igual que negaba con la cabeza.
—Esto es nuevo. —dijo con la sorpresa con la que había entrado en un principio. — ¿Sabes quién fue el causante?
—Seguro no estoy, pero creo que sospecho quién fue. —eso captó la atención de Argante de inmediato. —Creo que fue el sol.
— ¿Estás seguro? —preguntó mientras le aplicaba un rayo verde por toda la herida.
—No completamente.
— ¿A qué te refieres? —preguntó esta vez Deo.
—Esos ataques eran totalmente diferentes a los de nosotros, o ellos cuatro. —comentó mirando a todos, con lo último refiriéndose a los infernales. —La manera en cómo atacó, solamente nos quiso inmovilizar. No venía con otras intenciones, unas malignas no creo.
—Pero te lastimó, Karsten. —dijo Deo remarcando que tal vez no lo había hecho a propósito pero si causó un impacto grande en él.
—Precisamente por eso, Deo. —lo volteó a ver para después mover sus ojos por todos los presentes. —Nadie me ha podido lastimar como lo hizo él. Su aura era diferente, podría decir que hasta era especial.
—Entonces debe trabajar para alguien. —dijo Athan entrando a la habitación llamando la atención de los demás. Se llevó una mirada casi reprobatoria por parte de Bastiaan. —Recuerden que puedo escucharlos.
—Entonces... —interrumpió Karsten evitando cualquier pelea. — ¿Qué piensas de esto, Athan?
—Está ocultando algo, debe trabajar con alguien, debe trabajar para ellos. —lo miró al momento de mencionar la última frase con alarma en sus ojos de tan sólo pensar en aquella posibilidad. Se acercó a él poniendo sus brazos a los costados. Ambos dragones se veían detenidamente a los ojos, una imagen rara ya que ellos jamás se habían visto a los ojos; cada vez que cruzaban miradas uno siempre apartaba la suya, casi siempre era Athan que le disgustaba verlo.
—De cierta forma pensamos en lo mismo, Athan. —dijo Karsten manteniendo la mirada fija en los ojos azules del plateado. — ¿Sugerencias?
—Buscar en todas partes. —respondió el plateado volviendo a su posición anterior sin dejar de verlo. —Puede estar en cualquier parte.
—Podemos hacer eso, pero... —interrumpió Andrew que había estado callado desde que entró a la habitación junto con Athan. —También podemos ir directamente con ellos.
— ¡¿Estás loco?! —se exaltó Bastiaan. —A duras penas si sabemos dónde se localiza uno, ahora quieres que sepamos la localización de todos. Es imposible, si no logramos nada de eso en años no podremos en tan poco tiempo para poder localizar a Keira.
—Bastiaan tiene razón. —comentó Karsten. —Sin embargo...
—Podemos preguntarle a él. —completó Athan de inmediato y con rapidez.
—Primero la buscaremos, como último recurso sería preguntarle a Urian. —terminó Karsten tornándose serio justo y como lo hacía cuando daba una orden. —Vamos.
Sólo esa simple palabra bastó para que Argante se separara y dejara que los cinco se pusieran en marcha, con Athan en la cabeza siendo el primero en salir sin importarle cuanto dolor tuviera en ese momento en su espalda.
***
La imagen se desvaneció del agua. El pelirrojo llevó una mano a su boca mordiendo la uña de su pulgar con una mirada seria, ese gesto señalaba que estaba frustrado o que algo le estaba saliendo mal. Se paró empezando a dar vueltas mientras pensaba.
—Te vas a marear algún día. —sonó una voz detrás de él. Laertes volteó encontrando a Urian sentado en las escaleras junto con Kozma mientras que Obelix estaba recargado en la pared con los brazos cruzados.
—No puedo evitarlo. —contestó el rojo con una sonrisa ladina.
— ¿Por qué la preocupación? —preguntó Kozma despreocupado.
—Al parecer ya se enteraron de ese asunto. —eso alarmó a los presentes. Urian abrió los ojos sorprendido fijando su mirada en el líder, Kozma abandonó su posición relajada a una más sorprendida y Obelix bajó sus brazos mientras levantaba la mirada con la misma expresión que los otros dos dragones.
— ¿Estás seguro de eso? —preguntó Obelix.
—Casi puedo asegurarlo.
Los demás bajaron la mirada soltando un suspiro.
—También puedo asegurar que irán a visitarte Urian. —eso llamó la atención del azul.
—Me lo imaginaba. —alzó los brazos poniéndolos detrás de su nuca recargándose en las escaleras. —Supongo que tendré que hablar con ellos. —esbozó una sonrisa burlona, los demás hicieron lo mismo entendiendo lo que querían hacer.
—Me parece muy bien. —dijo el líder sonriendo.
—Entonces... —esa voz era diferente. Era un poco más ronca y a la vez suave, una combinación de maldad y pureza. Los cuatro voltearon a ver hacia dónde provenía esa voz encontrando a un chico vestido todo de negro sentado en las escaleras, un poco más arriba de donde estaban Urian y Kozma, que jugaba con un anillo en su mano izquierda. — ¿Ya se enteraron?
—Es lo más probable que se hayan enterado. —Laertes era el único que le hablaba más cómodo que los demás, pero también debía ser cuidadoso.
El pelinegro se levantó de su posición poniendo sus manos en los bolsillos de su saco pegando un brinco quedando frente al líder para después posicionándose junto a él.
— ¿Piensas hacer algo? —cuestionó el pelirrojo.
—Que vayan con Urian, tienen curiosidad que la sacien mientras buscan y buscan. —volteó a ver al azul.
—Con gusto los recibiré. —dijo Urian parándose caminando hacia ellos. —Será una plática interesante.
—Mientras los demás no hagan nada, tal vez visiten nuestros hogares. —dijo Laertes.
—La ventaja es que no saben dónde nos encontramos. —dijo Kozma acercándose junto con Obelix.
—Manténganlo en secreto. —dijo el pelinegro mirando a todos con esos ojos extraños que causaban intimidación en los presentes, sin embargo, como lo conocían ya no sentían miedo de él. —Por ahora.
— ¿Qué planeas? —preguntó Obelix fijando su mirada en el pelinegro, éste lo volteó a ver fijando sus ojos en los de él esbozando una sonrisa.
—Creo que es momento de darles una visita, ¿no creen? —esbozó una sonrisa de medio lado con malicia haciendo que los demás imitaran su acción completando el plan que con malicia y engaños habían completado en tan poco tiempo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top