Capítulo 28: Relato.

Karsten soltó un suspiro acomodándose en la silla, puso sus codos sobre la mesa apartando el libro de ahí colocándolo en la silla que estaba a un lado para poder alejarlo de la vista de la chica. La miró detenidamente, ella tenía una mirara llena de curiosidad sin una pizca de duda. Ya había visto esa mirada antes, era parecida a la que tenía Athan hace unos años atrás.

Suspiró tocándose el cabello.

—Bien. —dijo finalmente volviendo a apoyar sus codos sobre la mesa. —Mi clan es de los primeros dragones, podría decirse que el clan rey de la especie. Un dragón siempre tiene que tener un solo sucesor y cuando llega a la edad de que no puede continuar con sus deberes la sucesión se hace presente.

— ¿Sólo así?

—Nosotros obtenemos un entrenamiento durante toda nuestra vida hasta que recibimos el cargo. —entrelazó sus manos.

— ¿Qué sucedió con tu padre? —tomó la misma posición que él con una expresión algo melancólica al imaginarse lo que pasó.

—Después de entregarme el cargo... —su expresión se tornó triste y melancólica mientras los recuerdos lo inundaban. —Pasaron dos semanas y murió.

Keira se sintió mal al oír eso y sobretodo porque ella había preguntado.

—Perdón, yo...

—No te disculpes. —le regaló una cálida sonrisa. —Para todos nosotros es así. Nos entregan el mando y después pasa eso. Ellos aparte de nuestro entrenamiento nos preparan para ese suceso, es como... una preparación psicológica.

Keira asintió, ella hubiera deseado tener eso. Nunca se explicó porque de repente su padre no estaba, prácticamente su madre estaba sola al momento de que ella nació pero no por eso no lo quería.

—Para nosotros es importante que nos entrenen y nos avisen de ese acontecimiento ya que nosotros quedamos a cargo de todo el clan y del lugar en donde vivimos, ellos lo prevén desde el momento en que nacemos.

Asimilaba toda la información que le estaban brindando en ese momento, hubo algo que le llamó la atención. Había dicho "clan" pero, no había visto a otros dragones en donde vivían Bastiaan, Andrew y Athan, aunque en este último solamente visitó su cueva.

—Karsten... —el recién nombrado la volteó a ver poniendo toda su atención. —Dijiste que había un clan.

—Así es.

—Entonces deben de haber varios dragones a su mando. —hizo una pequeña pausa, Karsten la vio con duda. Juraría que en esa posición era todo menos el dragón más poderoso y temido. Su apariencia engañaba demasiado. —Pero... ¿en dónde se encuentran? No los vi cuando estaba con Bastiaan o Andrew.

Karsten se aclaró la garganta debido a su pregunta. Se acomodó de nuevo en su asiento llevando su mano izquierda a su barbilla dejando la derecha en la mesa.

—Los demás están esparcidos por el lugar en donde vivimos y algunos se van a lugares con el mismo clima que el hogar principal. Es decir, en todo el mundo hay dragones, sólo que están escondidos. Ellos nos avisan si hay alguna anomalía o un asunto que deba captar nuestra atención.

—Entonces también hay clanes de los infernales, ¿no es así?

Karsten se sorprendió. Ella era bastante inteligente, se dio cuenta muy rápido que también había clanes de ellos. Esbozó una sonrisa indicando que ella tenía razón.

—Sí. —dijo sin borrar su sonrisa. —También ellos tienen clanes, sólo que son conformados por pocos dragones.

— ¿Por qué?

—Porque, los dragones infernales solo han sido pocos de línea directa. Los demás se convierten o simplemente aparecen.

— ¿Sólo aparecen? —se extrañó ante esa respuesta. No entendía eso, no sonaba con sentido.

—Ni siquiera nosotros nos explicamos el motivo. —dijo con una expresión de fastidio.

No sabía cómo explicar eso. Esos dragones solamente aparecían de la nada y se unían a los infernales. Hasta ahora sólo había conocido a tres de cada dragón infernal, y eran los padres y los actuales líderes; no habían aparecido más después de ellos. Eso era un dato que ni siquiera su padre y el de los demás sabían.

—Entonces... —volvió a preguntar cambiando de tema. — ¿A todos los educan igual?

—Sí. —entendió su cambio de tema a la perfección, sabía que había sido algo bastante incómodo para ella al haberle contado lo que le pasaba a sus antecesores, a sus padres. —Claro que con diferente forma.

— ¿A qué te refieres? —no entendió esa frase dejándolo claro en su rostro al momento de verlo.

—Bien... —posó sus ojos en ella, una mirada penetrante pero al mismo tiempo pedía comprensión. —A todos nos enseñan a ser unos líderes, a que todo lo que digamos y hagamos es ley. Y al mismo tiempo nos enseñan a no mostrar nada, a... que nuestro tono sea serio para poder emanar respeto y autoridad.

—Pero... eso no es aceptable, ¿cómo pueden inculcarles el no sentir nada?

—Es parte de nuestro rango. Nosotros no somos como ustedes. —volvió a fijar sus ojos sobre los de ella que lo miraban fijamente y con curiosidad. —A Deo... —decidió empezar por el de menor rango, para hacerle comprender un poco más rápido. —Le enseñaron a tener un poco más de emociones, al vivir en un lugar donde tiene más a cargo a criaturas del ecosistema, y la naturaleza. Lo mismo pasó con Bastiaan.

— ¿Y Andrew?

—Cómo pudiste ver, es el más curioso y el que más problemas tiene al estar en el desierto. Por eso a él le inculcaron tener un carácter más dócil y un poco fuerte, claro que eso cambió cuando llegó Cyrene. —soltó una sonrisa al recordar cómo fue que Andrew conoció ese tipo de sentimientos.

— ¿Cambió mucho? —se sorprendió al escuchar las palabras dichas por el dorado.

—Bastante. —rió. —Cuando todavía Cyrene no estaba con él se comportaba un poco serio, no como Athan claro, pero era más centrado, no mostraba otra expresión ante los demás más que seriedad, aunque cuando estaba con nosotros si sonreía. Luego encontró a Cyrene y su carácter cambió al que conoces. —Keira lo miró con duda alzando una ceja. —Como conoces a Andrew, solamente se comportaba así con nosotros después cuando llegó Cyrene esa actitud la empezó a emplear más seguido hasta que se volvió así permanentemente.

Keira alzó las cejas debido al relato recién contado. Nunca se había imaginado que Andrew fuera diferente de carácter justo antes de conocerlo, no tenía idea cuando se unió Cyrene a su vida pero debió de haber sido un momento especial para él para que pudiera mostrar la actitud que solamente había mostrado ante sus "hermanos".

— ¿Y Athan y tú?

— ¿Nosotros qué? — la miró fingiendo inocencia cuando sabía perfectamente lo que quería decir con su pregunta.

—¿Les enseñaron lo mismo? —a pesar de que no quería darse cuenta, Athan le había dejado en claro, aunque no directamente, que no conocía ningún sentimiento o emoción y quería saber la razón de tal hecho.

—Bueno, sí. —soltó un suspiro y prosiguió: —A Athan le enseñaron a no sentir emoción, sobretodo porque era el segundo en la jerarquía y porque era el más propenso a sufrir ataques y... traiciones. —su voz se quebró por un momento, mostraba un aspecto de debilidad que era casi imposible de que hubiera rastros de ella debido a su imagen. Karsten alejó de inmediato cualquier rastro de evidencia de que estaba mal. —Por otra parte, a mí me dijeron que debía ser duro debido a que era el líder de todos pero también aparte de ser duro soy amable con ellos.

—Lo noté al momento de cómo hablaban de ti. —dijo con una sonrisa. Se le hizo raro ese momento de que se le quebró la voz, fue extraña la manera en que fue y específicamente cuando fue en el momento de hablar sobre Athan. Lo dejó pasar. —Karsten...

— ¿Sí?

— ¿Por qué escondiste un libro cuando entré?

Karsten se tornó nervioso. Bajó su brazo izquierdo poniendo su mano derecha en su boca tratando de ocultar su nerviosismo y poder formular una excusa creíble. Cuando obtuvo la razón perfecta quitó su mano mirándola.

—Era un libro relacionado con las curaciones que has dicho. —Keira abrió los ojos sorprendidos y algo apenados. —Sí, sí, Bastiaan y Andrew ya me dijeron todo. Así que me puse a investigar para no parecer que no sabíamos.

—No quería que eso parecieran. —soltó una risa nerviosa.

—Por eso, como no queremos eso me puse a investigar. —sonrió. —Por cierto, gracias por ayudarnos.

—De nada. —esbozó una sonrisa tímida pero agradecida. —Karsten... —su sonrisa se borró interrumpiendo su frase.

— ¿Pasa algo? —mencionó preocupado por su repentino cambio de tono y expresión.

—No, nada. —volvió a sonreír. —Sólo me preguntaba dónde estaba Argante, quisiera hablar con ella sobre todo esto de que soy sacerdotisa y eso.

—Ah era eso. —rió. —Está en la base junto con Cyrene, puedes ir con ella.

—Gracias. —dijo parándose al igual que Karsten. —Y, gracias por explicarme todo, ya sé que a veces soy molesta con tantas preguntas.

—No te disculpes. —rodeó la mesa quedando frente a ella. —Es normal que tengas dudas, todo esto es nuevo para ti, así que pregunta lo que quieras.

—Lo tomaré en cuenta. —se apartó caminando hacia la puerta, paró volviendo a verlo. —Gracias de nuevo. —Karsten se despidió con una sonrisa asintiendo y Keira salió por la puerta en busca de Argante.

—Ya puedes salir. —anunció Karsten volviendo a donde había estado sentado tomando el libro que había dejado en la silla de al lado.

— ¿A mí sí me dirás para qué es ese libro? —dijo la voz divertida de Deo acercándose.

—Investigo sobre los infernales y su conexión con ella. —puso el libro en la mesa poniendo sus manos a los costados mirando fijamente la carátula que tenía dibujada un sol y una luna juntos con los elementos de los infernales y de ellos mismos rodeándolos. —Tienen que tener una conexión.

— ¿Por qué dices eso? —lo miró con duda mientras se cruzaba de brazos.

—Por los acontecimientos, los gemelos la están buscando y ellos se fueron del bando de los infernales hace tiempo así que lo más probable es que Laertes ya la está buscando. —bajó la cabeza con frustración. —También es probable que se haya enterado que son dos y no solo una.

—El sol y la luna... —interrumpió su frase mirando alarmado a su líder. — ¿Crees que ya lo sepan? ¿Los gemelos?

—Esperemos que no, Deo. —lo miró y volvió a ver al libro. —Esperemos que no.

— ¿Qué más has pensado? —se refirió al rostro pensativo y preocupado que tenía el dorado mientras veía fijamente la imagen del sol en la carátula.

—Creo... —volteó a verlo. —Que ya se han puesto en contacto, el sol con la luna.

Keira llegó a la base encontrándose con Argante terminando de hablar con Cyrene.

— ¿Disculpe, Argante? —dijo con timidez. La mayor de las ninfas la volteó a ver esbozando una sonrisa cálida.

—¿Qué pasó querida, todo bien? —se acercó a ella de una manera tierna, de una forma maternal.

—Quiero... preguntarle algo. —la veía tímida, miró a Cyrene buscando ayuda pero ella solamente le sonrió y señaló a Argante dándole pie que preguntara lo que quisiera.

—Las dejo solas. —dijo Cyrene sonriente acercándose de nuevo a las escaleras.

—No, Cyrene, está bien. —dijo Keira intentando detenerla sin éxito.

—Necesitas resolver tus dudas y mi señora te puede ayudar mejor a solas. Además tengo que checar a Andrew con su herida. Nos vemos luego. —se despidió con una mano y se fue casi corriendo dejándolas solas.

—Dime querida. —dijo tomando a la chica de la mano haciendo que se sentara en una piedra que estaba cerca al igual que ella. — ¿Qué sucede?

—Verá... —frunció los labios con duda si decirle o no. Era necesario, solamente ella podía ayudarla, tal vez sabía quién era esa voz, tal vez sabía la razón por la cual la escuchaba solamente ella.

Argante la miró enarcando una ceja esperando con paciencia su pregunta. Podía sentir el nerviosismo que emanaba la chica al igual que una presencia algo extraña aunque fuera leve.

—Escucho una voz en mi cabeza que dice: "Estoy ligado a ti".

Argante abrió los ojos con sorpresa y miedo ante lo que acaba de escuchar.

—Es sol...    

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