Capítulo 27: Analizando.
Keira se despertó casi de golpe.
Se sentó en la cama tocándose la cabeza con ambas manos y flexionando las rodillas respirando pausadamente para calmar su corazón acelerado por ese sueño raro.
Cerró los ojos por un momento, reflexionando las palabras dichas por ese chico. ¿Quién era? ¿Por qué le hablaba? ¿Qué quiso decir con:
"estoy ligado a ti"? ¿Por qué había dicho: "desesperaste al fin"?
Era algo extraño, tenía que estar vinculado con lo que le había dicho Argante con anterioridad. Tenía que estarlo.
— ¿Cómo te encuentras? —era Athan entrando a la habitación. Keira bajó las manos volteándolo a ver.
—Bien, solamente me sentí sin fuerzas. —sonrió para no preocuparlo.
—Tienes que conocer a las criaturas, ya estás involucrada en esto. —Keira soltó una pequeña risa ante ese comentario.
—Desde hace tiempo, lagartija.
—Esa es la actitud. —soltó una risa también. —Vamos, para que te familiarices con todos.
—Bueno, hay dos criaturas que ya conozco. —dijo tomando la mano que Athan le había extendido.
—Sí, también los noté. —hizo una mueca al recordar a esos dos lobos.
—Ya, ya... —pasó a un lado de él dándole un pequeño golpe en el hombro. —Vámonos, y quita esa cara larga, lagartija albina.
—Y sigues con lo de albina. —salió junto con ella.
Bajaron las escaleras ya que Athan no podía convertirse todavía.
— ¿Cómo sigues? —preguntó antes de que hiciera alguna otra cosa.
— ¿Preocupada? —de nuevo iba a molestarla, quería aligerar la tensión que se había formado entre ellos después de esa escena en su habitación. Sabía perfectamente que con todo lo que ella estaba pasando ahorita iba a ser incómodo que le recordara todo eso, así que prefirió volver a cómo eran antes, él molestándola contestando de la misma manera. Keira lo fulminó con la mirada y le sacó la lengua después. —Ya casi sano por completo, en poco tiempo estaré como nuevo.
—Te veo afectado, lagartija terrestre. —rió un poco. Athan la vio achicando los ojos pero luego rió.
—Tenías que usar eso como una broma.
—Me das material.
Ambos salieron y llegaron al mismo lugar donde ella había estado con Karsten antes de irse con Cyrene a ver como se encontraba.
—Llegaron. —dijo la ninfa mayor parándose del escalón donde estaba sentada.
—Pensé que seguirías con... Karsten. —Athan trató de disimular el disgusto en su voz, sin embargo, aunque lo hiciera ellas ya sabían que hablaba de Karsten de esa manera. Para Argante ya no era extraño, debido a que ya sabía la razón de todo pero para Keira todavía era extraño.
Ahora que recordaba, no conocía muchas cosas sobre Athan. No le había preguntado nada sobre su pasado, solamente sobre cosas actuales como las criaturas con las que habían tenido contacto, los dragones, sus hogares... pero nada sobre su pasado ni sobre él mismo. ¿Debía preguntar? Por cómo están las cosas no sería lo indicado, además no creía que Athan le contestara algo relacionado con él.
—Preferí estar aquí, puede ser necesaria mi ayuda. —dijo Argante mientras miraba a Keira. Tenía la corazonada de que algo se avecinaba, o alguien.
Athan no contestó nada, simplemente terminó de bajar las escaleras ayudando a Keira a que no se tropezara o algo por el estilo. Pararon en un enorme árbol, sus hojas eran de un color rosa que caían poco a poco quedando algunas esparcidas por el camino y otras por el estanque.
— ¿Por qué estamos aquí? —preguntó Keira sin entender la razón por la que solamente se encontraban admirando un árbol.
—Porque aquí conocerás a una criatura. —contestó Athan mirándola de reojo y volvió a ver al árbol.
De una rama se pudieron apreciar un par de piernas colgando siendo la persona oculta por las hojas. La silueta dio un brinco asustando a Keira, que hizo un paso hacia atrás por la impresión siendo detenida por Argante impidiendo que tropezara.
Una mujer de una apariencia de veinte años con piel algo rojiza, ojos violetas y su cabello era rosa dando la impresión que poseía las propias hojas del árbol en él. Llevaba únicamente un vestido marrón que le llegaba hasta las rodillas, dejando al descubierto sus hombros; en su tobillo izquierdo tenía amarrado un hilo como si fuera una rama y tenía pequeños pétalos de flores de durazno en su vestido.
—Keira —habló Athan —, ella es Betha, una dríada.
Los ojos violetas de la criatura se posaron en la chica al oír la presentación. Pudo sentir el aura que ella emanaba a la perfección haciendo que la apoderara un sentimiento de protección y obediencia hacia Keira. Inclinó su cabeza esbozando una sonrisa.
—Un gusto, Keira. —su voz sonaba bastante delicada y ligera.
—Lo mismo digo, Betha. —aunque no lo demostrara, estaba nerviosa.
—Betha es la dríada principal de aquí. —decía Athan mientras las veía a ambas atrás de Keira junto con Argante. —Gracias a ella todo el paisaje está así, aparte del dorado. Su árbol es ese de allá.
—Es un árbol de durazno. —dijo Betha volteando a ver a su creación con una sonrisa. —Es mi hogar. ¿Quiere tocarlo?
Keira se sorprendió ante su pregunta, quiso articular algo sin poder hacerlo ya que Betha ya la había tomado de la mano haciendo que tocara al árbol.
Keira pudo sentir vida en ese melocotonero, en definitiva ese árbol tenía vida. Podía sentir el calor que emanaba y un sentimiento de felicidad. Sonrió ante esa nueva experiencia.
«Ese árbol es la energía vital de la dríada. » de nuevo la extraña voz. Keira abrió los ojos con sorpresa, sintió una pequeña punzada en la cabeza, bajó un poco la cabeza cerrando los ojos.
— ¿Se encuentra bien? —preguntó la dríada preocupada llamando la atención del plateado y la ninfa.
—Keira... —dijeron ambas criaturas.
—Estoy bien. —los volteó a ver dejando de tocar al árbol. —Creo que me sigue doliendo la cabeza por lo anterior.
—Cuando apenas despiertan tus habilidades es normal que el dolor se haga presente. —informó Argante. —Va a pasar poco a poco.
Keira se limitó a sonreír. No era el momento de hablarle de esa voz, hasta que no supiera porqué la podía escuchar.
—Betha está ligada a ti. —dijo Athan una vez que vio que ella estaba bien.
— ¿Ligada? —no entendió a lo que se refería.
—Sí. —dijo Betha acercándose a ella. —Usted es una sacerdotisa de la luna y yo estoy ligada a usted por cambiar de estación al igual que estoy ligada al sol. Yo soy la que le informa como está el ecosistema y si ha habido algún cambio.
—Y como soy la voz de las criaturas yo debo informar los cambios, ¿verdad? —lo dijo sin pensar, algo en ella le había dicho que ese era su deber.
—En teoría... —dijo Athan. — sería así.
«Por ahora, no es así... »
La tomó por sorpresa la voz, ¿debía acostumbrarse a eso?
—Ven —dijo Athan extendiendo su mano —, luego te sigo mostrando.
Athan llevó a Keira a la parte de atrás alejándose un poco del estanque. Llegaron a un paisaje un poco más tranquilo, había varias rocas rodeando a lo que parecía un lago y había neblina cubriéndolo, los árboles tenían un color más anaranjado y marrón a los anteriores. Aunque es cielo pareciera despejado la neblina y el frío se hacían presentes en el lugar.
Athan se sentó en una roca a la orilla del pequeño lago seguido por Keira. Al tomar asiento, ella lo veía disimuladamente mientras él veía al frente respirando el aire puro que emanaba ese lugar.
—Me estás viendo desde hace rato, ¿qué ocurre? —dijo sin dejar de ver el paisaje. Keira desvió la mirada para excusarse. —Ya pregunta lo que quieras preguntar.
— ¿Y cómo sabías que iba a hacer eso? —ahora estaba entre alarmada y sorprendida.
—Se te nota. —rió por el rostro de ella que no podía articular palabra. La volteó a ver con una sonrisa divertida. — ¿Esa era la pregunta?
— ¡No! —Athan rió de nuevo por su reacción.
— ¿Entonces?
Keira se armó de valor tragando una bocanada de aire mirándolo decidida.
— ¿Podrías contarme más sobre ti? —sin quererlo sonó algo tímida al lanzar esa pregunta. A Athan se le apagó la risa, se volvió serio de repente y en sus ojos se reflejó un sentimiento desconocido que nunca se había visto antes.
— ¿De... mí?
—Sí. Todo este tiempo siempre fue por mí, por qué hago todo esto, sobre lo que soy y más. Pero nunca sobre ti y me gustaría saber. —se acercó sentándose en la misma roca donde estaba él sentado. Athan la volteó a ver, ella estaba tímida pero a la vez suplicante de saber más sobre él. Soltó un suspiro.
—Mi padre fue el antiguo dragón plateado y mi madre era del clan. —comenzó mientras miraba al lago. Keira lo volteó a ver, no se esperó que enserio le fuera a contar sobre él, pensaba que la iba a ignorar o simplemente cambiar de tema.
—Tu padre, ¿tenía las mismas habilidades que tú? —llevó sus rodillas a su pecho acomodándose mejor.
—Un poco, con la diferencia de que podía usar el hielo como curación y yo apenas me enteré que podía hacerlo.
— ¿No sabías que podías?
—No. —llevó una mano a su cabello despeinándolo. —Pensé que era exclusivo de él hasta que me dijiste.
Keira asintió. Athan se paró tomando una pequeña piedra caminando al lago hasta que sus pies se mojaron un poco.
—Después de tiempo él ya no pudo seguir siendo el dragón plateado. —decía mientras jugueteaba con la piedra en sus manos.
— ¿Por la edad?
—Por... la descendencia. —aventó la piedra al lago. Keira lo vio con interrogación, ¿tan malo era hablar de sí mismo? Al parecer sí, porque le dijo algo y la vez nada sobre él. —Luego te sigo contando sobre mí, mejor... —la volteó a ver ocultando ese apretón en su corazón que sintió al tratar de hablar un poco más. — Pregúntale a los demás, o a... Karsten, él podrá decirte más sobre el linaje. Conoce más que nosotros mismos.
—Tienes razón, eso haré. —lo miró entristecida, tenía la impresión de que ocultaba algo más, algo que tal vez era bastante difícil de decir o algo que no quería que supiera; o tal vez sólo estaba asumiendo y no era nada de lo que ella pensaba. — ¿Puedo ir?
— ¿Por qué lo preguntas?
— ¿No estará ocupado? ¿O algo?
—Claro que no, ve. —le sonrió para después agarrar otra piedra jugando de nuevo.
Keira asintió parándose y dirigiéndose de vuelta al camino que habían tomado con anterioridad. Paró al notar que Athan no se había movido de su lugar, lo cual se le había hecho extraño siempre la seguía con alguna que otra frase para molestar, pero esta vez no lo hizo.
— ¿No vas a venir? —su tono sonó inocente, quería entender la complicada mente de Athan más sin embargo él no la dejaba entrar.
—No, tú ve. Por ahora necesitas aclarar todas tus dudas y yo sería un estorbo. Luego te alcanzo. —le sonrió. Una sonrisa pacífica y llena de confianza que hizo que Keira sintiera seguridad de ir con el líder de todos.
—De acuerdo, pero no te tardes. —lo señaló como reprimiendo y soltando una risa contagiando al plateado.
—De acuerdo. —sonrió. Keira asintió sonriente volviendo a caminar desapareciendo de la vista de él. Volvió su vista a la roca volviéndola a aventar al lago con una expresión triste. "Si tan sólo pudiera cambiar ese momento..."
Keira volvió a entrar a la montaña buscando con la mirada señales de vida del dorado hasta que encontró una puerta entre abierta, se dirigió hacia allá entrando con cautela encontrando a Karsten sentado en la mesa con un libro en manos. Trató de no hacer ruido pero el sonido de la puerta rechinando la delató. Karsten cerró el libro al momento de escuchar el sonido volteando en su dirección.
— ¿Quién...? —no terminó la oración cuando vio que era Keira. — ¿Qué necesitas, Keira? —dijo amable y con una sonrisa.
—Tengo... preguntas. —se acercó un poco quedando a tres metros de él.
—Oh... —sonrió. —Entonces, ven siéntate, cuéntame. —señaló la silla frente a él. Keira se acercó sentándose mientras él hacía lo mismo. — ¿Qué necesitas saber?
— ¿Podrías contarme sobre tu linaje?
«Con esto entenderás un poco más... sólo, espérame. »
De nuevo esa voz...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top