Capítulo 13: Herida y Culpa.
La luz que chocaba con la Tanzanita daba un color morado hermoso que pintaba todo el lugar con ese tono tan característico y dulce, aún era de noche pero la luna iluminaba tanto como si fuera de día, era hermoso esa combinación, un bosque y la luna.
Athan regresaba de dar un recorrido por las tierras junto con Bastiaan mientras que Deo de quedaba a cuidar a Keira. Aterrizaron levantando un poco de hojas, más bien demasiadas, que los cubrieron para poder transformarse sin problemas.
—Te dije que no había de qué preocuparse. —dijo Bastiaan entrando a la cueva con Athan siguiéndolo. El plateado suspiró.
—No lo sé, Bastiaan.—se paseó por la planta baja caminando en círculos alrededor del pasadizo del lago.—Ultimamente he desconfiado de todo.
—Mas de este lugar, ¿verdad?—sacó una jarra llena del agua del lago, para ellos era buena esa agua, pero para los humanos... no tanto, debían purificarla para ser bebible por ellos.
—Sí. —aceptó la copa que le tendió su amigo.—Es un bosque, ¿cómo no me voy a preocupar? Hasta me preocupas tú, con tanto enemigo suelto.
—Me haces sentir importante. —rió. Llevó la copa a sus labios bebiendo del líquido dentro, lo más refrescante que había.—Pero... sabes que no me pasa nada.
—Aún así... —bebió de su copa pensativo. Aunque no lo demostrara, se preocupaba por todos, Bastiaan, Andrew y Deo; y aunque lo quiera negar, también de Karsten, el dorado. Debido al tiempo su carácter se tornó frío y desinteresado, y todo por la soledad.
—¿Temes de los licántropos, o me equivoco?—lo sacó Bastiaan de sus pensamientos.
—Ellos y... esas sabandijas pálidas. —terminó el contenido de la copa, la puso en una roca cercana y soltó un sonoro suspiro.—Iré a ver cómo está la niña.
Subió las escaleras sin voltear a ver a Bastiaan, al llegar Deo estaba saliendo de la habitación con la charola en mano.
—Athan —dijo sonriendo.— Entra, entra, acaba de terminar de comer. Parece que no comió en años por la manera en que comió, prácticamente se abalanzó en la charola.
Athan soltó una carcajada por la expresión de asombro de Deo, de los cinco él era el más simple de todos junto con Andrew, la diferencia era que Deo se portaba más maduro que Andrew cuando llegaba la ocasión.
—En fin, dejaré esto allá abajo y de paso molesto a Bastiaan, necesito divertirme.—le dio una palmada en el hombro riendo, bajó dejando a Athan frente a la puerta.
Tuvo una guerra interna y se decidió entrar. Observó como Keira estaba sentada en la cama apoyada en la almohada y sus piernas flexionadas sosteniendo un libro. Estaba tan atenta en su lectura que no se percató que él había entrado.
Athan sonrió, tuvo una idea. Azotó la puerta con fuerza, Keira pegó un brinco mandando a volar el libro y sentándose en la cama con las piernas cruzadas mirando a todas partes hasta que sus ojos se posaron en un Athan riendo divertido.
—¡Lagartija!—le dijo, no, le gritó por el susto.—¡Lo hiciste a propósito! —lo señaló con el dedo.
—Debiste... verte...—decía entre risas, tocándose el estómago por la fuerza de tal carcajada. Se paró bien, respiró y la vio.—Te veías graciosa.
—Pues yo no le veo la gracia.—se cruzó de brazos inflando sus cachetes. Athan sonrió, se acercó sentándose en la cama frente a ella.
—¿Qué leías? —tomó el libro que estaba tirado en el otro lado de la cama, lo volteó para ver la portada. "Dragones, mitología." hizo una mueca.
—¿Pasa algo?—se acercó quedando en posición de niño mirándolo fijamente.
—Nada.—le sonrió. —¿Algo interesante, niña?
—Es algo interesante, tienen bastante información sobre ustedes en la cultura asiática y en la europea es lo mismo que Bastiaan me explicó.—lo miró un poco más. No había notado un lunar en su barbilla, en la parte derecha, le daba un toque atractivo y más misterioso de lo que ya era. Athan la volteó a ver inspeccionando con esos bellos ojos negros su rostro.
—¿Tienes alguna duda?—enarcó una ceja mostrando sus dientes blancos y perfectos en una sonrisa encantadora.
—Aún no.—tomó el libro de sus manos con una sonrisa.—Apenas he leído que los dragones están en el zodiaco chino y que traen consigo la abundancia y la buena fortuna.
—Pues... has avanzado mucho.
—Un poco, serpiente.
Athan hizo una mueca.—¿Ahora soy una serpiente?
—Pues eso significa dragón en latín, ¿no?
—Sí. —se dio por vencido. Keira rió y dejó el libro en la mesa de al lado de su cama, lo volvió a ver y frunció el seño.
—¿Qué pasa?—preguntó viendo como Athan se quedaba pensativo viendo al suelo, atento a algo que no existía.
—Nada.—le respondió viéndola con una sonrisa, Keira no se quedó muy convencida, achicó los ojos y luego rió.
—¿Sabes, niña?
—¿Qué?
No pudo concluir su frase cuando escuchó un fuerte ruido en la parte de abajo, ruido de copas callendo y el agua derramándose. Poseía un increíble oído. Se paró rápido, abrió la puerta y antes de salir vio a la chica.
—No salgas, niña podría ser peligroso.—sin decir más salió de ahí dejando a Keira confundida.
Athan bajó de un salto, ni se molestó en bajar las escaleras. Encontró a Deo tirado en el suelo casi inconsciente, fue corriendo hacia él tomando su rostro en sus manos, estaba mal.
«¡Bastiaan!» gritó en su mente, en menos de tres segundos él ya estaba ahí.
—¿Por qué tanto grito?—al notar a Deo de esa forma abrió los ojos impactado.—¡Dios!—se acercó a él tomando la muñeca de Deo, con sus dedos le tomó la presión. —Está débil, pero vive.
—Está frío, y pálido. Algo pasó en el bosque.—le recriminó, no quería echarle la culpa pero, en cierto modo, lo era.
—Debemos llevarlo arriba, no podemos tenerlo aquí.—Athan asintió. Lo tomó de los hombros mientras que Deo lo toma de las piernas, lo cargaron y con cuidado empezaron a subir las escaleras.
Keira abrió un poco la puerta de su habitación viendo así como ambos dragones llevaban al de cobre cargando.
"¿Habrá pasado algo?" se preguntó. Salió de su habitación cerrando la puerta sigilosamente y siguiéndolos sin hacer ningún ruido.
Bastiaan abrió la puerta como pudo entrando caminando hacia atrás llevando a Deo a la cama. Ambos lo avistaron en las sabanas cafés con delicadeza, Deo soltó un quejido.
—Hay que inspeccionarlo.—dijo Athan, Bastiaan asintió. Le desabrocharon la camisa quitándola, y ahí estaba, una marca de garras que iba de su pecho hasta parte de su brazo y costado lateral derecho.
—Athan...—susurró alarmado.
—Por eso te dije que estaba inquieto.
Terminaron de quitarle la camisa y observaron la herida pensando en qué hacer, era complicado limpiar ese tipo de heridas y como nunca habían tenido una no sabían qué hacer.
—Tal vez yo pueda ayudarlos.—dijo Keira desde la puerta. Al escuchar su voz Athan se volvió a verla, serio.
—¿Qué haces aquí?—la regañó.
—Vine a ayudar.—se acercó a ellos hincándose quedando a la altura de Deo.
—Te dije que no salieras.—la vio con seriedad, ella lo retó con la mirada.
—No puedes ordenarme, voy a ayudar quieras o no.—y de nuevo era la Keira que había conocido ese día en el callejón. Volteó su vista hacia Deo mirando la herida, era aterradora, nunca había visto algo así.—¿Es de un animal?
—Algo así —dijo Bastiaan examinando la herida al igual que ella.— de algo más grande que un animal.
—¿De qué...?
—Un licántropo.—dijo Athan hincándose a su lado.
Esa palabra asustó a Keira, entonces si eran reales. Observó mejor la herida, no se imaginaba que un animal lo hubiera hecho y si lo que había entendido de las múltiples historias de esos seres, era que salían a la luz de la luna llena y, cómo había recordado, era de noche.
—¿Un... licántropo? —hasta sólo pronunciarlo le recorrió un escalofrío en la médula espinal. Deo se quejó abriendo los ojos cansado.
—Esos... malditos perros... me las... van... a pagar....—decía mientras se sentaba con cuidado en la cama, sus dos amigos lo ayudaron para que no se lastimara más de la cuenta.
—¿Cómo te encuentras?—preguntó Bastiaan preocupado por el más pequeño.
—Adolorido.—contestó riendo.
—Hasta de la miseria te ríes.—dijo Athan riendo igual.
—Así soy yo, y lo saben.—sonrió viendo su herida, rió de nuevo.—Esto no es nada, debieron ver como dejé al maldito animal.
—Me lo imagino.—comentó Bastiaan sonriendo de medio lado.
—¡Todo es tú culpa!—gritó el plateado dándole un golpe en la cabeza, Bastiaan se encogió sobandose la cabeza.
—¿Y por qué la mía? —dijo sobandose la cabeza todo regañado.
—¿Quién manda aquí? —puso una cara de obviedad, Bastiaan se encogió de hombros.—Tu trabajo es controlarlos.
—Ya no lo regañes.—le dijo Keira mirándolo fijo, vio a Bastiaan sonriendo triunfante por lograr que Athan se callara e hiciera una mueca.
—Te controlaron, Athan.—rió Deo viéndolo, Athan lo miró amenazante.—Keira...—la vio con ojos de cachorro.—...me está viendo feo.
Keira asintió y vio a Athan que se calló y apartó la mirada.
—Deo...—dijo viéndolo, el cobrizo la miró gentil.—¿Cómo te pasó esto?
Deo suspiró, al recordarlo su rabia despertó. Quería volver al bosque para golpear a ese perro que lo atacó y romperle todos los huesos.
—Mientras estaba asegurando el bosque un licántropo me atacó, fue de sorpresa ni siquiera lo pude oler.—frunció los labios con enojo.—Peleé con él pero en un momento me rasguñó.
—Qué raro —dijeron el plateado y el bronce al mismo tiempo.
—¿Por qué? —la curiosidad de Keira despertó, pero si iba a vivir en ese mundo de ahora en adelante debía conocer las criaturas que habitaban en cada lugar de los dragones.
—Los licántropos no pueden dañarnos fácilmente, sólo pueden hacerlo cuando están fuera de control o nosotros estamos débiles. —dijo Bastiaan con la tanta calma que podía ser capaz.
—Aunque...—comentó Athan.— Es entendible, Deo es débil a la luz de la luna—vio a Deo con arrepentimiento, lo había puesto en peligro y se sentía total y completamente responsable. —, es mi culpa por mandarte a estas horas, lamento que hayas salido lastimado.
—No es tu culpa Athan.—Deo le proporcionó una sonrisa gentil, lo decía de corazón y quería hacérselo llegar.—Yo me fui de todas maneras, me hubieras detenido o no. Hago lo que quiero, ya deberías saberlo.
—Él tiene razón Athan. —Bastiaan revolvió el cabello de Deo con una sonrisa para animar a Athan.—Este pequeño hace lo que quiere.
Athan rió, en cierta manera se sentía bien pero al ver como Deo se quejaba de la herida le rompía el corazón, sentía ese sentimiento de culpa; nunca lo había sentido y era difícil para él manejarlo.
—Tal vez —rompió Keira el silencio casi incómodo que se había formado.— si limpias un poco con agua que Bastiaan purifique y pasas tu piedra con suavidad se cure más rápido.
Los tres dragones la miraron incrédulos, abrieron sus ojos por la sorpresa. ¿Cómo lo supo tan rápido?
—Tú...—dijo un Deo bastante sorprendido.
—¿Cómo...—continuó Bastiaan impactado.
—...lo supiste? —terminó Athan con la boca abierta. Keira los miró sin entender, el tono empleado le pareció raro, no era como si hubiera descubierto un nuevo elemento o algo por el estilo.
—¿Dije algo malo?—los miró interrogante.
—Mas bien, todo lo contrario.—dijo Athan.—Dijiste algo inteligente, nos acabas de explicar la manera de curar la herida de un licántropo en nosotros.
—¿Qué no lo sabían?—y ahora la sorprendida era ella.
—No, solamente desinfectabamos no hacíamos otra cosa.—ahora se sentían avergonzados, e inútiles.
Keira rió, una risa tierna.—Se nota que no sabían nada, pero les ayudé ¿no?
—¡Absolutamente! —gritó Deo feliz— ¡Gracias, Keira!
Por fortuna, por lo menos para Athan, no pudo abrazarla por el dolor de la herida.
—Bien, ahora te quedas quieto para curarte.—dijo Bastiaan. Salió por un momento regresando con un tazón lleno de agua de un tono azul brillante, extraño pero lindo. Se acercó a él, Keira al igual que Athan se hicieron a un lado para dejarlo pasar.—Bien, te arderá pero es por tu bien.
Sin ninguna delicadeza echó el agua en la herida, Deo saltó por el ardor del contacto del agua con su piel al rojo vivo. Tenía ganas de golpearlo a él y no al licántropo.
—¡Bastiaan, eres un estúpido!—le gritó, Bastiaan se encogió de hombros.
—Ya deja de quejarte como una niña y dame tu piedra.
—Cuando mejore te daré un gran y fuerte golpe.—se quitó su piedra dándosela con una mirada amenazante, Bastiaan le sacó la lengua.
Pasó la Grandidierita por la herida con lentitud remarcando cada sección de las garras, cuando pasaba la roca el agua se esparcía más cubriendo la herida dejando un rastro de mancha azulada a su paso. Una vez que terminó le regresó la roca y Deo calló profundamente dormido.
Athan le hizo una seña de que lo siguiera junto con Keira. Bajaron las escaleras, salieron de la cueva parando cerca del lago. Athan pasó su mano por su rostro suspirando al final, vio a Bastiaan que de inmediato se acercó.
—Sé lo que quieres, ya lo había pensado. —le dijo levantando una mano para callarlo.
—Entonces me apoyas.—sonrió cómplice.
—Claro que sí, este es mi territorio tengo que checar que fue lo que pasó.
—Bien, partiremos ahora. Niña...—se acercó a ella viendo sus ojos llenos de confusión y preocupación. —Quédate aquí, cuida de Deo.
—No, iré. —y Athan se enojó, se cruzó de brazos al igual que ella.
—¿Qué parte de "puede ser peligroso" no entiendes?
—¿Y tú que parte de "puedo ayudar" no has entendido? Puedo decirles quién lo atacó.
Y le calló la boca. Athan se relajó, ella tenía razón por mucho que le cueste admitirlo. Pero se preocupaba, nunca había visto este tipo de criaturas y ellos nunca habían visto a una humana, eso iba a ser un problema.
—Está bien, pero no te alejes de mi. Iremos al territorio de los licántropos y si te ven sola, quién sabe lo que podría pasar.—se dio la media vuelta dándole la espalda, Keira no sabía ni que decir o hacer; Athan estaba tan... ¿Furioso? No. ¿Preocupado? Tal vez, podría estar preocupado por ella, por su seguridad.
"¿Pero que cosas piensas Keira? Es imposible que se preocupe así por mi, total él es una lagartija curiosa solamente." pensó. Soltó una risa al recordar que era una lagartija, pero ya lo había aceptado.
—Tranquila. —le dijo Bastiaan poniendo una mano en su hombro.—Está preocupado y no sabe cómo controlarlo.
—¿Qué nunca se había preocupado?—no despegaba sus ojos de él, ahora de veía más... humano.
—Él no. Es el único que no sabe lo que son las emociones, sabe que existen pero no sabe controlarlas.—suspiró viendo a su amigo que veía al lago con una mano en su frente y la otra en el bolsillo de su pantalón.—Cuando las siente no sabe lo que es, y eso le provoca malestar.
—Ahora parece más humano.—sonrió al escuchar lo que es tercer dragón le dijo.
—Así es él, un extraño y complejo dragón idiota.
—¡Te escuché! —gritó Athan. Se dio la vuelta, Bastiaan retrocedió con las manos frente a él en señal de rendición, cerró los ojos esperando el golpe. Keira se apartó, si iba ser igual que Deo mejor alejarse.—¿Con qué... idiota?—y sin avisar le aventó una ráfaga de hielo, pequeña pero dolorosa, en la cabeza haciendo que callera.
—Está bien, está bien —decía el de bronce levantándose riendo.—, pero admite que te saqué de tu transe.
—Sí, sí.—se acercó abrazándolo por los hombros con una sonrisa.—Gracias.
—Ya sabes, cuando quieras.
Keira sonrió al verlos, parecían una familia y sin duda lo eran aunque sea por linaje de dragón. Bastiaan le extendió la mano para que se acercara, ella lo hizo y ellos también la abrazaron aunque se llevó algo que nunca esperó recibir: un beso en la cabeza de parte de Athan.
—Bien, ahora vámonos que el tiempo es valioso.—dijo Athan separándose, casi aventó a su amigo pero a Keira la apartó con delicadeza.—Niña apurate, no tengo tu tiempo.
Y volvió el Athan que conocía.
—Ay lagartija, tranquilo que te saldrán escamas verdes de la rabia.
—Dios me libre.
Bastiaan rió y después se transformó, lo mismo hizo Athan. Se puso en posición para que Keira subiera, ella se acomodó agarrando la cadena con fuerza lista para "despegar".
«Agarrate fuerte, niña.»
Ella asintió y despegaron. Estaba nerviosa, iba a ser la primera vez que vería un licántropo verdadero y eso la aterraba. Pero estaba con Athan así que iba a estar bien, después de todo, ella no era una chica que dependía de nadie; era valiente, terca... todo lo contrario a las chicas que se hacían la víctima, chicas que probablemente si estuvieran en su situación lo harían. Esa característica de ella le había gustado a Athan, pelear con ella, molestarla, llevarle siempre la contraria (por ambas partes), pero sobretodo lo hacía querer protegerla.
«Sólo espero que nada malo pase una vez estando allí ». Pensó Athan para sí, viendo pasar los árboles que llevaban al camino del hogar de los hombres lobo, oso, etc. El hogar de los licántropos. «Prometo protegerte, niña.»
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