Capítulo 12: El dragón de bronce.
Keira parpadeó varias veces por el sol y el viento que pegaban en su rostro. Había dormido plácidamente en la espalda de Athan, por lo que pudo ver no habían avanzado mucho del trayecto o al menos eso pensaba.
«Despertaste » dijo Athan con voz calmada y pausada.
—¿Cuánto falta?—dijo acomodándose mejor, estaba entumida pero no demasiado como para incomodarse.—No hemos avanzado mucho.
«Aunque no lo creas, si hemos avanzado bastante. Ya vamos a llegar.»
—¿Enserio? —su rostro se iluminó de la alegría.
«Sí, mira a tu alrededor.»
Keira miró a todas partes, el paisaje había cambiado, colinas verdes adornadas con diferentes clases de árboles, de toda forma y color; un lago hermoso y justo en la orilla estaba el mar. Sonrió feliz, el paisaje era hermoso y pacífico, era casi imposible creer que alguien vivía ahí sobretodo un dragón.
«Ya vamos a bajar, agarrate fuerte.» sin aviso alguno voló en picada, por reflejo Keira se agarró más fuerte de la cadena del cuello de Athan.
Entraron donde habían muchos árboles juntos, al entrar las hojas empezaron a chocar con sus rostros, Keira tuvo que manotear para alejar cualquier rama y hojas que chocaban con su cara impidiendo su vista. Al quitar todas las hojas pudo ver un enorme lago en el centro, una cueva a un lado y luces rodeándola, ¿había algo más que un dragón?
Athan aterrizó justo al lado del lago seguido por Deo. Sacudió su cola un poco, la puso a su lado como si fuera un escalón para que Keira bajara, así fue.
«No te muevas.» ordenó Athan, esta vez Keira le hizo total caso para que no volviera a hacer lo mismo que en el acantilado. Se transformó en humano al igual que Deo, se acercó a ella poniendo su mano en su hombro.—¿Estás bien?
—Sí, sólo... —miró a su alrededor. — esto es hermoso. ¿Por qué los lugares dónde viven son así de hermosos?
—Porque nosotros los hacemos así. —le sonrió.
—Lamento arruinar el momento pero debemos avisarle a Bastiaan. —se acercó al lago, de un salto lo cruzó quedando en la entrada de la cueva.—¡Bastiaan!—no obtuvo respuesta.-¡Oye, Bastiaan!—de nuevo, silencio.—¡Maldito dragón mal nacido, sal de una vez!—entró por él enojado. Athan y Keira aguantaban reírse a carcajadas para no incomodar, pero era realmente gracioso.
Deo salió jalando del brazo a Bastiaan casi arrastrándolo.
—Ya Deo, ya salí. —se quejaba Bastiaan del jalón. Deo lo soltó riendo después, Bastiaan se sacudió el brazo y vio a Keira, le sonrió.
Ahí ella pudo verlo mejor. Un chico alto, de piel morena, cabello castaño, ojos orientales, labios gruesos y facciones finas. Era muy apuesto al igual que los demás que había conocido, pero para ella el más atractivo era Athan, ¡¿Pero que rayos?!
"Keira, ¡¿qué rayos estás pensando?!" alejó esos pensamientos de inmadiato y le sonrió a Bastiaan. En un abrir y cerrar de ojos él ya se encontraba enfrente suyo, su acercamiento fue tal que retrocedió un poco con nervios y un ligero sonrojo en sus mejillas.
—Tú debes de ser Keira.—dijo Bastiaan con una sonrisa, hermosa para ser sinceros.
—S-sí.—sin quererlo tartamudeó.
—Un gusto, soy Bastiaan, el dragón de bronce.—estrechó su mano a modo de saludo que Keira aceptó sonriente.
—Bien, bien, ya se conocieron.—interrumpió Athan.—Bastiaan...—el nombrado lo volteó a ver.— necesito tu ayuda.—dijo mostrándole la Alejandrita, con eso Bastiaan entendió todo a la perfección.
—Bien, siganme.
Los cuatro entraron a la cueva, por dentro era mucho más grande de lo que parecía. Tenía unas escaleras de piedra que daban a la planta de abajo con un pasadiso para el lago, puertas de piedra, decoraciones de árboles y flores y también tenía una piedra azul con morado totalmente reluciente; parecía un castillo en una cueva. Keira sonrió admirando todo, sobretodo la piedra.
—¿Te gusta?—preguntó Athan susurrándole en el oído.
—Sí, pero prefiero tu cueva helada.—Athan rió por su sarcasmo.—¿Qué es esa piedra?
—Es la piedra emblemática de Bastiaan.—dijo Deo poniéndose a su lado izquierdo.
—La Tanzanita.—interrumpió Bastiaan llegando al centro. Con sus manos alejó un poco los árboles.—¡Luna!
Del agua salió una chica con piel pálida y cabello azul, en sus brazos y piernas se le notaban unas pocas escamas, sus ojos eran azules como el mar y era linda.
—¿Es una...? —susurró Keira a Athan con discreción.
—Ninfa, sí. —contestó de igual forma.
—Pero, ¿de agua? —no entendía todavía el mundo de Athan, así que quería saber lo más posible.
Bastiaan le dijo algo a Luna que no alcanzaron a escuchar, solamente vieron como ella asentía e iba a un gran árbol. Metió su mano en el hueco que tenía en el centro apretando un pequeño interruptor que hizo desprender una luz naranja, del agua se formó una columna de espirales formando en la cima un tazón; era un pozo, totalmente hecho de agua. Keira se sorprendió, ¿cómo era eso posible?
—¿Sorprendida?—dijo Bastiaan acercándose a ella. Keira asintió.
—¿Cómo...?—se atrevió a preguntar.
—Es mi habilidad, debido a mi linaje y sucesión puedo hacer esto.
—¿Por tu... linaje?
—¿No le has dicho?—le dijo a Athan, el dragón plateado negó. —¡¿Acaso eres idiota o qué?!
—Lo mismo le dije yo.—dijo Deo cruzándose de brazos, Athan solamente se encogió de hombros.
—Miren —dijo Athan. — si sólo van a regañarme ella quedará más confundida.—ambos chicos lo miraron con el seño fruncido, él suspiró. —¿No creen que es mejor que los tres se lo expliquemos? Así entenderá mejor la habilidad de cada uno.
Bastiaan y Deo se vieron el uno al otro, luego a Athan.
—Tienes razón. —dijeron al mismo tiempo. Athan sonrió victorioso.
—Bien. Keira...—se acercó a ella tomándola de la mano y la puso en el centro de los tres. Athan estaba a su espalda tocando sus hombros, Deo a la derecha y Bastiaan a la izquierda.—Ya sabes mis habilidades y todavía te falta conocer un poco más, pero prometo decírtelo con el tiempo. Ahora vas a ver la habilidad de Bastiaan.
El recién mencionado se acercó al pozo, le extendió la mano la cual Keira aceptó. Se acercó al pozo, debido a la luz se veía morada.
—Este pozo —comenzó Bastiaan.— me permite ver lo que ocurre en mi territorio, y con la piedra de otro dragón puedo ver lo que pasó en su territorio o la memoria que quiere que vea.
—¿Es eso posible?
—Totalmente.
—¿Sólo tú?
—Todos tenemos uno.
—¿Enserio?
—Sí. —habló Athan acercándose. —Yo tengo uno en el fondo de mi cueva, de hielo.
—Y yo —fue Deo.— uno de piedra.
—¿Quieres ver?—le dijo Bastiaan a la pequeña la cual sonrió. Le extendió su mano a Athan, él se arrancó la cadena del cuello entregándosela.
Bastiaan la tomó sumergiéndola en el agua, un rayo plateado emergió mostrando la batalla con Eldan y Belden, la habilidad de Keira en la batalla contra Colin y la pelea contra el pirolisco. Bastiaan y Deo miraron asombrados todo eso, no se imaginaban que iba a ser tan serio.
—Nunca me imaginé esto.—dijo Bastiaan sacando la piedra del agua apoyando las manos en el pozo que, por extraño que parezca, no se desvanecía.
—Y pienso que no será lo último. —dijo Deo suspirando. Athan tomó su piedra, le quitó toda el agua sobrante y colocándoselo en el cuello.
«Vendrán por ella» dijo Bastiaan en la mente de ambos.
«Lo sé. » dijo Athan.
«Protegerla se convirtió en prioridad, ¿no es así?» Deo tenía esa habilidad de sentir lo que sentía cada dragón. Fue el primero en sentir lo que le pasó a Andrew con el pirolisco, sintió lo que le pasó a Bastiaan hace unos años atrás, el dolor de Athan hace años, etc.
«Sí, totalmente.»
«Creo que debes llevarla con él. »
«Deo tiene razón, debes llevarla con...»
«Callense...»
«Karsten...»
—¡No!—gritó enojado espantando a Keira. Dio media vuelta y se fue a zancadas, Keira lo vio irse con preocupación, no sabía lo que le pasaba pero debe de ser malo para que haya reaccionado así.
Bastiaan se acarició la frente suspirando, volteó a verla sonriendo para ocultar la verdad detrás de todo.
—Tranquila, ya se le pasará al enojón.—rió contagiando a Keira y a Deo.—Debes de tener hambre, te llevaré a tu habitación. Deo, ya sabes que esta es tu cueva también.
—No me lo digas dos veces.—desapareció bastante rápido, Bastiaan rió y miró al techo en señal de "dame fuerzas". Keira rió.
Subieron unos dos pisos, abrió una puerta que estaba escondida en un árbol de bugambilia. La habitación era grande y espaciosa, tenía un color bronce tenue, una cama en el centro color dorado, estaba decorada con flores de bugambilia, lirios y rosas; y estaba ilumada por la luz de la piedra de Tanzanita.
—Wow...—fue lo único que pudo articular.
—¿Te gusta?
—Mucho, gracias.-le sonrió.
—Apuesto que la que te dio Athan era más bonita, es el hielo de por si.
—De hecho —decía caminando hacia la cama, se sentó en ella mirando toda la habitación.— la cueva de Athan no era igual a esta, dormimos en la entrada con todo el hielo.
—¡¿Enserio?!—se sorprendió demasiado, era raro de Athan.—¡Maldito dragón inhumano mal nacido!
Keira rió: —Son muchos apodos, ¿no?
—Se los merece todos. Tu le dices un apodo también, ¿o me equivoco?
—No, le digo: lagartija. Aunque esta mañana le dije maldita lagartija.
—Bien merecido se lo tiene.—se sentó al lado de ella estirando sus piernas.—La cueva de Athan es más grande que esta, y más acogedora.
—Tal vez luego llegue a verla.-sonrió. Volteó a verlo lista para preguntarle muchas cosas pero no sabía como empezar.—Bastiaan...
—Dime.
—¿Por qué conoces a una ninfa?
—Ah, pues...-se acomodó mejor mirándola sonriente.—Luna es una ninfa acuática, vive en el mar. Yo convivo con ninfas de todo tipo, acuáticas y terrestres; este es su hogar.—Keira escuchaba atenta a la explicación así que decidió continuar:— La diferencia entre una ninfa acuática y terrestre es que las marinas controlan a todo animal marino, pueden curar cualquier planta o roca, y su canto es hipnotizante.
—¿Eso no eran las sirenas?
—En parte, pero las sirenas son más engañosas que las ninfas. Las ninfas son más honestas y leales, al menos las que he conocido. Aunque las sirenas me tratan bien.
—Porque eres el que manda aquí. —le infló el ego a Bastiaan.—¿Qué es eso de la sucesión?
—Es el rango que tenemos entre los dragones. Mira, somos cinco dragones benevolentes y cada uno tiene un rango.— tomó una hoja del buró de al lado junto con un lápiz para hacer un diagrama.—Esta el dorado que es el más poderoso de todos, —comenzó a escribir.— luego sigue Athan que es el plateado y es el segundo más poderoso y nuestro líder cuando el dorado no está. Luego sigo yo —se señaló a si mismo.— el bronce, soy el del medio así que tengo entre lo más poderoso y lo menor. El que sigue es Andrew, el Ocre, su poder es menor pero su agilidad es increíble y por último está Deo, el cobrizo. A pesar que su poder no es mucho, su inteligencia es demasiada. Todos nosotros somos los benevolentes, por ende los que mandamos.
—¿Sus poderes a qué se deben?
—A nuestro rango y color.—continuó escribiendo.—El dorado es el que más poderes tiene, y todos se vinculan a la luz, el fuego y el viento. Athan al ser el plateado manipula el hielo, gravedad, clima, ácido. Andrew usa la arena por vivir en el desierto pero manipula el metal y crea agua. Deo, controla las piedras, la tierra y su fuerte son los venenos.
—¿Y tú?
—Yo —sonrió —, controlo el agua, hago niebla, uso la electricidad y soy el que más se polimortiza, —Keira lo miró con duda.— quiero decir, me transformo más seguido.
—¡Son increíbles! —los alagó, cada vez que conocía más de ellos más se impresionaba.
—El mejor es el dorado, él hasta puede detectar mentiras y verdades, jamás podemos ganarle en algo.—soltó una risa en eso, era gracioso pensar que no podían engañar al dragón dorado, ni siquiera Athan podía.
—¿Por qué lo llamas dorado? A todos los llamas por su nombre, ¿por qué a él no?
—Por respeto.—de pronto de tornó serio.
_¿Cómo se llama?
—Karsten.
Un silencio incómodo y sepulcral inundó la habitación, como si tan sólo pronunciar ese nombre hubiera matado el ambiente. Bastiaan golpeó sus rodillas y se paró estirándose y sonriendo de nuevo.
—Le diré a Luna que te traiga algo de comer, por ahora descansa si gustas.—se dirigió a la puerta casi corriendo.—Hay unos libros por allá —señaló un pequeño librero que estaba casi escondido por un rosal.— por si quieres leer algo. Nos vemos después.
—Bastiaan, espera.
—¿Si?—se volvió a verla antes de salir huyendo.
—¿Ustedes, qué relación tienen?
—Somos... de alguna manera... hermanos.—después de eso salió casi huyendo, no por decir que en verdad lo hizo.
Keira se quedó razonando, tenía sentido de que fueran hermanos. Los dragones eran casi similares y mantenían una conexión especial que era casi imposible de creer que no fueran familia, pero a la vez eran tan diferentes que podrían ser totalmente extraños sólo unidos por la sangre de dragón.
Sus ojos le empezaban a pesar, y su respiración se empezaba a relajar. Nunca se había sentido tan cansada en toda su vida, algo le provocaba dormir, debilidad, algo inexplicable. Se hecho en la cama quedando dormida de inmediato, casi desmayada pero estaba tranquila, sólo necesitaba descansar.
Bastiaan salió de la cueva, encontró a Athan sentado cerca del lago moviendo el agua con su mano derecha y en la izquierda tenía una rosa blanca con azul. Suspiró acercándose a él.
—¿Ya estás mejor?—le dijo sentándose a un lado de él.
—Sí. —lo miró arrepentido.—Perdón por reaccionar así.
—No te preocupes, no me medí. ¿En qué piensas?
—No lo sé, me preocupa esa niña. Es diferente a todos, tal vez sea una combinación de seres mitológicos, no sé.
—¿Crees que sea...?
—¿Sacerdotisa? No lo creo, hace miles de años que dejaron de existir, no creo que lo sea.—se le quedó viendo a la rosa por un momento, soltó un suspiro.—¿En dónde está?
—En una habitación. —Athan lo vio con amenaza.—No te enojes, ven te llevo.
Ambos se pararon, sacudieron su ropa y entraron de nuevo a la cueva. Athan seguía en silencio a su compañero, cuando entraron a la habitación se alarmó al ver a Keira desmayada en la cama. Corrieron en su auxilio, tomó el rostro de Keira en sus manos tomando su temperatura acariciando su rostro.
—Tranquilo.—le dijo Bastiaan después de tomar su pulso.—Solo esta agotada, la presencia de la Tanzanita le afecta ¿tocó alguna otra piedra?
—Solo la mía.
—La tuya no hace daño, ha de ser la mía o la presencia de las tres piedras juntas. Recuerda que para un humano es dificil estar cerca de varias piedras al mismo tiempo.
—Tienes razón.—la vida volvió a él. —Solo debe descansar.
—Exacto. Bueno...—se paró dirigiéndose a la puerta.—Le diré a Luna que le traiga algo de comer y a nosotros igual, ¿vienes?
—En un momento.
Bastiaan asintió saliendo de la habitación, cerró la puerta sin hacer ruido. Entendía que Keira se había vuelto importante para Athan a pesar de haberla conocido hace una semana y media, así eran los dragones, sólo necesitaban una semana para conocer a una persona.
Athan la miró dormir, apartó unos cabellos rebeldes que caían por su rostro poniéndolos en su oreja. Destendió la cama con cuidado de no despertarla, jaló la sábana cubriendo el cuerpo de Keira dándole calor. Se volvió a hincar a su lado, suspiró un poco y acarició su cabeza.
—Estarás segura aquí, en cuanto vea amenaza nos iremos.—acarició su mejilla con delicadeza.—Tranquila mi niña, no te pasará nada, antes mato a esos dos que dejar que te toquen un pelo. —se acercó un poco depositando un beso en su frente.—Descansa, mi niña.
Se paró con cuidado, dejando la rosa a un lado de la almohada, ni le importó la razón por la cual la había dejado pero así lo hizo. Salió de la habitación sin hacer ruido, encontró a Luna queriendo entrar para dejarle comida.
—No hagas mucho ruido.—le dijo susurrando.—Está dormida.
—No se preocupe, no lo haré.—entró rápido a dejar la charola y salió dejándola descansar de un día agitado.
Athan repasaba en su mente las palabras que dijo hace un rato.
"Mi niña... no te pasará nada... tranquila..."
Era extraño que pensara eso de la chica de la cual se burlaba a veces, con la que peleaba mucho, a la que molestaba, esa chica diferente que lo trata como una persona y no como un monstruo. En poco tiempo se había vuelto importante, esa niña se volvió indispensable para su vida y ahora su seguridad era de vital importancia.
"Mi niña..."
En una semana y media en eso se había convertido, él en su lagartija y ella... en su niña.
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