Interludio 01: El despertar del rencor.
Hay pocas cosas que a Towa le importen en esta vida, aparte de su objetivo de resucitar el reino demoniaco, y traer de regreso a su hermano mayor y rey demonio.
Pero, hay algo que realmente está subiendo por encima de cualquier otro interés que pudiese tener, un deseo de venganza y odio hacia aquella criatura inferior que se atrevió a humillarla a ella y a su mayor creación.
Quería destruir a esa patrullera del tiempo.
Aunque en realidad destruirla sería ser muy piadoso, quería hacerla pasar por un dolor y humillación peor que el que les hizo, el doble si es posible. No obstante, eso ahora mismo es imposible.
Ella era más fuerte que cuando la conocieron, casi irreconocible, lo confirmó cuando la vio barrer con todo su ejército sin apenas esforzarse.
Trunks también era mucho más fuerte, la cámara de vacío en la que cayó debió eliminarlo en el acto, pero apenas y lograba retenerlo. No solo eso, sino que ahora cuentan con más recursos y aliados.
Towa lo sabía, no había que ser un genio para saber que aún no estaba lista para enfrentarlos.
Por eso debía reunir recursos, más energías, hacer un plan y, sobre todo, lo necesitaba a él.
En ese recóndito punto del tiempo abandonado por la historia, un mundo en declive, logró esconder esa importante capsula que contenía su más preciada obra, y al fin, tras varias noches en vela y reuniendo a bajo perfil energía negativa, veía una luz cada vez más constante anuncio de que por fin estaba listo.
La demonio presionó varios botones, y la capsula tras unos sonidos electrónico por fin abrió su puerta expulsando una leve capa de vapor.
Aguardó pacientemente a que la figura musculosa masculina lentamente se pusiera de pie, sus ojos rojos parpadearon mirando toda la caverna en la que se encontraban hasta que por fin se posó en ella.
—Te ves cansada, Towa...—Fue lo primero que dijo el hombre en voz grave, su creadora y esposa no lucía tan estilizada como es ella, había leves ojeras bajo sus ojos y su piel azulada lucía más pálida de lo normal. Probablemente estuvo trabajando más allá de sus límites...
Y era cierto, ella apenas ha dormido y comido mientras trabajaba en reconstruirlo y vigilaba su progreso, además de que debía protegerlos en caso de que les descubrieran en su escondite.
Aun así, Towa sonrió importándole poco el comentario, su vista escaneó rápidamente de arriba abajo al hombre en busca de cualquier defecto o imperfección, afortunadamente no lo había.
Su Miira regresó más perfecto que nunca.
—Bienvenido de vuelta Miira—Sonrió con satisfacción al ver que su principal objetivo se cumplió, el regreso de su mayor obra, sus planes podrán iniciar sin más demora.
—¿Cuánto tiempo ha pasado?—Miira habló, mientras dejaba que ella se le acercara y le revisara con más detalle.
—Dos años más o menos.
—¿Has estado trabajando sola en mí por dos años?—Preguntó antes de que ella le pusiera la mano en su pecho desnudo y le viera a los ojos por un momento.
—¿Quién más lo haría sino yo?—Respondió con simpleza como si fuera una obviedad, luego se alejó de él.
Miira mantuvo su mirada en la espalda de la mujer. Aunque en título están casados, probablemente Towa no le vea como pareja, como igual o siquiera como un individuo aparte de ella. Solo era su obra maestra.
El tacto entre ellos era apenas el necesario, y no hablan de otra cosa que no sea sobre planes, y sin embargo en todo el universo solo cuentan con el otro.
—Ten, toma tu ropa—La mujer volteó hacia él cargando en brazos su típica armadura roja, Miira la tomó mientras le veía fijamente.
—¿Qué son esas energías oscuras que siento?—Interrogó, Towa sonrió en satisfacción al ver la tranquilidad de Miira ante la presencia de seres ajenos a ellos, mostrando seguridad y ninguna señal de peligro.
Seguramente el mismo Miira se haya dado cuenta de las nuevas reparaciones que le hizo, ligeras pero potentes modificaciones que le ayudarían contener aún más energía negativa que antes.
—No te preocupes, son nuestros nuevos planes...—Sonriendo en ese gesto de misterio e invitación extiende la mano hacia el hombre cuando éste terminó de vestirse—vamos, tenemos mucho que hacer Miira...
Miira no lo meditó mucho antes de tomar la mano de su creadora, sintiendo en su pecho un extraño sentimiento de incertidumbre y ansiedad.
En la oscuridad, distinguió varias miradas de intenciones malignas posándose sobre ellos, fijándose por sobre todas, en la figura enmascarada cuyo poder era mayor al del resto.
Continuará...
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