La Leyenda De Las Esferas Del Dragón

En el palacio Real, se encontraba el Rey de Sadala, mientras esperaba un poco impaciente a alguien o algo.

Los guardias se encontraban en la puertas de la entrada de la sala del trono, hasta que un Saiyayin entra corriendo hacia el Rey.

—majestad, Lufor ya esta aquí —dijo el Saiyayin no sin antes inclinarse ante su rey.

—dile que pase, tengo que hablar con el —dijo el Rey bastante serio.

—enseguida señor —contestó el Saiyayin saliendo del lugar.

—y una cosa más, —el Saiyayin se detuvo —dile a Kyabe qué también venga —agregó el Rey.

El Saiyayin asintió y salio del lugar rápidamente.

Unos minutos después, Kyabe y el Capitán Lufor entraron a la sala del trono.

—¿quería verme majestad? —preguntó Lufor.

Kyabe solo hizo una reverencia.

—tengo que preguntarte algo —se pone de pie caminando lentamente hacia Lufor —¿tienes lo que te he pedido? —preguntó el Rey con gran seriedad.

—claro su majestad, lo encontramos, pero nos llevará algo de tiempo desenterrarla, por lo que de la manera más respetuosa, le pido de favor que sea paciente —dijo Lufor algo nervioso.

El Rey muy enfadado e impaciente, agarra a Lufor del cuello fuertemente.

—lo último que quieres es mentirme imbécil, ¡dime la verdad! —ordenó el Rey enfadado.

—esta bien, esta bien, Caulifla y su pandilla a-asaltaron nuestro cam-pamento en la noche y se llevaron la esf-era —contestó Lufor con gran dificultad.

El Rey, muy enfadado, lanza a Lufor contra una columna fuertemente.

—¡serás idiota, puse a tu disposición a todo el ejército de mi reino, precisamente para que eso no pasara, y resulta que vienes aquí a decirme semejante estupidez! —gritó el Rey bastante enojado.

—lo lamento su majestad, solo nos tomaron por sorpresa —dijo Lufor tratando de recuperar el aliento.

—¡puras excusas! Solo no sabes hacer tu trabajo, ese es el verdadero problema, ahora lárgate, ya veré más tarde que hacer contigo —dijo el Rey.

Lufor, muy enfadado e herido en el orgullo, se levantó y se marchó del lugar, no sin antes mirar de mala forma a Kyabe, este correspondió la mirada, pero fue interrumpido por el Rey.

—Kyabe, ven aquí —ordenó el Rey ya algo calmado.

Kyabe sin dudarlo, obedeció y se acercó al Rey.

—tu si entiendes la gravedad de esto ¿cierto? —dijo el Rey.

—no lo logro comprender del todo aún —respondió Kyabe con respeto.

—es algo confuso al principio, pero una vez que lo vez lo puedes entender perfectamente —explicó el Rey.

Un momento de silencio invadió el lugar, lo suficiente como para que Kyabe pensara un poco sobre la situación, sus amigas estaban involucradas en un asunto qué al parecer era bastante serio para el Rey, ¿qué debería hacer? ¿Ir y pedír lo que sea que pudieron haber robado? ¿O acaso serán algunos otros pandilleros qué confundieron? No pudo pensar demasiado, ya qué el Rey continuo hablando.

—me imagino entonces que tampoco sabes nada sobre las Esferas del Dragón ¿o me equivoco? —preguntó el Rey.

—Esta usted en lo correcto majestad —contestó.

El Rey dirige la vista hacia una ventana, observando su reino.

—Las esferas del dragón, según la leyenda, son esferas qué ocultan un poder increíble en su interior, son siete esferas en total, cada una con un número de estrellas diferentes qué representa el número de la esfera, una vez que son reunidas las siete esferas del dragón, de ellas sale un misterioso ser, con la capacidad de cumplir 1 deseo, no importa cual sea el deseo, el lo cumple —explicó el Rey.

Kyabe, no sabía si creerle, ya qué anteriormente, gracias a sus amigas, vio que aveces este rey era muy malvado y egoísta, y si era verdad lo que decía de las esferas del dragón, no sabía de lo que su rey podría ser capaz.

—imaginate las posibilidades, la raza más fuerte del universo, por fin podría gobernar todo, y darle una mejor vida a los Saiyayin y darles el lugar que se merecen en el universo, por eso quiero pedirte algo —Mira a Kyabe fijamente —necesito que tu te encargues de buscar las esferas, eres el único soldado en el qué confío y qué tiene el poder suficiente para esto, ¿crees poder con eso? —pregunto el Rey.

Kyabe pensó por unos momentos, la decisión era difícil, si aceptaba, pondría en mayor peligro su vida y la de sus amigas, pero si no, podía decepcionar a su rey, alguien que lo apoyo desde que el era pequeño, y que fue el único que vio potencial en el, a pesar de que su nivel de poder fuera baja.

—claro que puedo majestad, no lo... Decepcionare —contestó Kyabe, aunque la última palabra le pesó mucho decirla.

—Jajaja, eso es, sabia que podía confiar en ti, eres el único que si sabe como es la verdadera actitud de un Saiyayin —se da la vuelta y se dirige a su trono —ahora no perdamos el tiempo, ve y busca las esferas del dragón —ordenó el Rey.

Kyabe asintió y se marchó del lugar.

En unos pasillos más adelante, cerca de la entrada al palacio, Kyabe empezó a pensar en como salir de este problema sin qué pasara a mayores.

—si voy con Caulifla y se la pido, tal vez me la de, aunque conociendo a esa chica, tendría que ser a la fuerza, pero si se la pido a Kale, ella es algo más tranquila y comprensiva, pero es tan apegada a su hermana qué tal vez le comenté algo y Caulifla tal vez me golpeé, y en caso de que el Rey logrará obtenerlas todas, podría afectarlas gravemente a ellas y más Saiyayines, por dios ¿en que me he metido? —se lamentaba Kyabe mientras caminaba.

Mientras intentaba pensar en algo, alguien lo agarró del hombro y lo giró para luego empujarlo contra la pared, Kyabe tardó en reconocer a su atacante debido a la sorpresa.

—Lufor —menciono Kyabe enojado, ya qué su amistad no era la mejor.

—Hola Kyabe, ¿cómo has estado amigo mio? —saludo Lufor.

—¿qué es lo que quieres? —preguntó Kyabe enfadado.

—ya sabes, lo mismo de siempre, solo que esta vez necesito que me digas la verdad, ¿donde están tus amigas pandilleras? —preguntó Lufor.

—no se que quieres decir —contesto Kyabe tratando de despistar a Lufor.

—no quieres hacerte el gracioso conmigo, se que tu y esas ratas son amigos y que todo este tiempo han estado trabajando juntos a espaldas del Rey, ahora ¡Habla! —dijo Lufor con ira.

—¿enserio crees que te lo diré? —dijo Kyabe.

—si aprecias tu vida —dijo Lufor.

—primero muerto que decirte la verdad —dijo Kyabe.

—¡Mira maldito enano, tu sabes bien como es el Rey, si no hago algo rápido podría acabar con mi vida! —reclamó Lufor.

—pues que mejor ¿no? Así no molestarías a nadie —contestó Kyabe.

Lufor se enojó aún más con el muchacho por semejante comentario, a tal punto qué le dio un puñetazo a Kyabe en el rostro.

—¡si no me dices dónde están, juro que contaré tu secretito y seré yo quien se encargue de acabar contigo! —amenazó Lufor.

Kyabe ahora si estaba en un grave problema, aunque no sabía como, de alguna forma u otra Lufor se había enterado de que él todo este tiempo las a ayudado y ha estado escondiendo su ubicación.

Si no pensaba rápido, las consecuencias podrían ser malas, hasta que una idea le llegó a la cabeza del muchacho.

—si lo que quieres es que te vuelvan a humillar y tal vez matarte, déjame decirte que su escondite esta hacia el sur —reveló Kyabe.

Aunque sabía que era una mala idea, confiaba en sus amigas, sabía que encontrarían una manera de acabar con Lufor.

—si me estas mintiendo, las consecuencias serán graves, ¿oíste? —preguntó Lufor.

—más que tu si —contestó Kyabe.

—sin embargo... —sin qué se de cuenta, golpea fuertemente la nuca de Kyabe dejándolo inconsciente —no puedo permitir qué estés ahí estorbando —finalizó Lufor.

En algún pueblo de Sadala...

Caulifla y su pandilla, se encontraban repartiendo el botín del robo de anoche a los Saiyayines del pueblo.

Aunque para muchos, lo que hace Caulifla y la pandilla es algo malo e imperdonable, todo esto tiene una razón de ser, y es que debido al rey, muchos Saiyayines viven en la pobreza, sin recursos para vivir o comer, y es que son tratados así por tener un nivel de energía bastante bajo, algo que al rey le desagrada bastante.

Pero gracias a Caulifla y los demás, estos Saiyayines pueden vivir mejor que antes.

Una vez que terminaron de repartir el botín, se sentaron a descansar un poco, pues el camino hacia su escondite estaba considerablemente lejos, excepto Caulifla.

—y entonces, justo antes de escapar, el ejército del rey nos rodeo peligrosamente, listos para matarnos —dijo Caulifla qué estaba relatando el robo a los niños que estaban ahí.

—¿y te dio miedo? —preguntó un niño de entre la multitud de pequeños.

—¿miedo? Jajaja jajaja, no, al contrario, ellos me tenían miedo, ya qué sabían que era lo que les esperaba si decidían atacarnos —contestó Caulifla.

Kale estaba sentada detrás de Caulifla, escuchando el relato qué estaba contando, aunque sabía que su hermana lo estaba haciendo solo para presumir un poco, sabía que esos relatos les ayudaría a los pequeños a creer en ellos mismos, ya qué Caulifla creció en las mismas condiciones, era todo un ejemplo a seguir.

Además de oír a su hermana, Kale veía a los pequeños Saiyayines con ternura, ya qué le recordaban mucho a su niñez, pues aunque fue dura y difícil, tenia algunos recuerdos agradables, hasta que un niño interrumpió sus pensamientos.

—disculpe señorita ¿podría darme un poco más de comida? —preguntó el pequeño.

—claro que si, espérame un poco ¿vale? —dijo Kale levantándose.

Kale se acercó a dónde estaban lo que había sobrado del botín, sacando de un saco algo de comida, pero accidentalmente tiró otro saco qué contenía algo de joyas, pero de esta salió una esfera, con cuatro estrellas en ella, algo que llamó mucho la atención de Kale, pero antes fue a entregarle la comida al pequeño.

—Mira toma —dijo Kale entregándole la comida al niño.

—gracias —agradeció el pequeño para luego irse.

Kale se agachó para ver con un poco más de detenimiento la esfera, ya qué se le hacía algo interesante, un rato después, la vuelve a guardar en el saco.

Más tarde, después de haber repartido lo suficiente, Caulifla y los demás, recogieron la parte que les toco del botín y se fueron hacia su escondite.

En todo el trayecto, Kale venía sumergida en sus pensamientos, ese esfera era un tanto curiosa, parecía tener algo especial.

Caulifla se percató de esto.

—Kale, vienes muy pensativa esta vez, ¿Todo esta bien? —preguntó Caulifla.

—¿he? Ha si, todo esta bien, solo pensaba un poco —contestó Kale.

Caulifla no le convenció nada esa respuesta, pero no podía hacer nada, así que retomó la vista al camino.

En palacio de Sadala...

Kyabe, despertó algo adolorido, aunque no lograba reconocer dónde estaba.

—¿qué pasó? —preguntó para si mismo.

Cuando intentó moverse sintió qué sus manos y pies estaban encadenados, y efectivamente así era, y no eran cualquier cadena, estas tenían la novedad de que drena toda la energía para evitar que el cautivo escapara, así que enseguida se dio cuenta que era lo que había pasado.

Intenso forzar las cadenas, pero una voz lo interrumpió.

—vaya vaya, al fin despiertas, ¿dormiste bien? —dijo Lufor qué estaba al otro lado de la celda con una sonrisa malévola.

—maldito, ¡juro que saldré de aquí y acabaré contigo! —amenazó Kyabe intentando zafarse de las cadenas, lo cual era inútil.

—inténtalo, de todas para cuando logres salir de aquí ya será tarde —empieza a caminar hacia la salida —fue un honor trabajar contigo —finalizó Lufor saliendo del lugar.

—¡no, vuelve aquí cobarde! —gritó Kyabe tratando de liberarse.

Fuera del palacio, Lufor y más hombres, emprendieron el vuelo hacia el sur, dónde se encontraba el escondite de Caulifla y los demás, y esta vez no cometería el mismo error qué antes.

—ustedes se encargan de los demás, pero a mi me dejan a Caulifla, le demostraré a esa sabandija el error qué cometió —ordenó Lufor.

Enseguida, Lufor aceleró, y los demás soldados hicieron lo mismo, no iba a perder la oportunidad de acabar con esa Saiyayin con sus propias manos.

En alguna parte de Sadala...

La pandilla, estaba comiendo placenteramente, mientras conversaban.

—saben, esta vez sentí todo muy sencillo, la dificultad bajo bastante —dijo Lins.

—tal vez fue por que los agarramos desprevenidos —contestó Nicet.

—desprevenidos o no, siempre es fácil, no puedo creer que se crean los más fuertes del planeta —dijo Peyso.

—y en esos entras tú —comentó Lins.

—¿qué dices? Yo entreno bastante, incluso más que tú, más bien eres tú quien entra en esa categoría —reclamó Peyso.

—ja ja ja, no dices más que tonterías, soy más fuerte que tú, y lo sabes —dijo Lins.

—falso —come un bocado de comida —yo soy la más fuerte de los Saiyayin —dijo Caulifla orgullosa.

—no lo se, tal vez haya alguien más fuerte que tú —comentó Carl.

—pero mientras no aparezca sigo siendo la más fuerte —dijo Caulifla.

—¿qué opinas tu Kale? —preguntó Carl.

Nadie respondió, lo que preocupo al grupo de Saiyayines.

—¿Kale? —llamó Caulifla algo preocupada por no oír respuesta de su hermana.

Después de unos segundos de no obtener respuesta, Caulifla se asusto, pues, Kale nunca se separa de ella, o al menos la mayoría del tiempo.

En el almacén de la guarida...

Kale buscaba dentro de los sacos aquella dichosa esfera, quería examinarla con más detenimiento, pues ella podía sentir como una extraña energia emanaba de la esfera.

—¿donde esta? Juro haberla visto por aquí —dijo Kale para si misma mientras buscaba la esfera.

Caulifla entró al almacén rápidamente, pues no haber visto a Kale en el comedor con el grupo la preocupo bastante, pero su preocupación termino al ver a su hermanita buscado algo en los sacos.

—¡aquí estas! Me preocupaste demasiado Kale, ¿qué estas haciendo? —pregunto Caulifla aliviada.

—¡aquí esta! —exclamó Kale feliz sacando la esfera qué tanto la tiene intrigada.

—¿una esfera? —pregunto Caulifla un tanto extrañada por la razón de que Kale no los acompaño a ella y su equipo a comer.

—hermana, se que es una locura pero esta esfera tiene algo bastante extraño, mirala —comentó Kale emocionada, entregando la esfera a su hermana.

Caulifla la toma y la ve con detenimiento, pero solo ve una esfera común y corriente.

—¿qué tiene de raro? —pregunto Caulifla tratando de ver eso "extraño" qué su hermana decía que tenia.

—¿no sientes una extraña energia salir de ahí? —preguntó Kale.

—no, solo se siente como una esfera común y corriente —dijo Caulifla.

Kale estaba un poco extrañaba qué Caulifla no sintiera esa energía qué sale de la esfera, normalmente siempre es ella quien se da cuenta de ese tipo de cosas, tal vez solo se lo había imaginado y en realidad no salía ninguna energia de esa esfera, aunque la sensación estaba ahí.

—mejor olvídalo, creo que solo lo imagine —dijo Kale algo desilusionada.

Caulifla observó a Kale unos  momentos.

—creo que solo estas cansada, ¿Por que no solo vas y descansas un poco? —recomendó Caulifla.

—si, creo que tienes razón, iré a descansar un poco —dijo Kale mientras se retiraba del lugar para ir a su habitación.

Caulifla salio detrás de ella, pero hacia el comedor donde se encontraba el resto del equipo.

—¿y bien? ¿Qué sucedió? —pregunto Nicet.

—solo estaba un poco cansada, así que le dije que se fuera a descansar un rato —contesto Caulifla.

—entonces si no hay problema yo también iré a hacer lo mismo —dijo Carl levantándose del lugar para retirarse pero Caulifla lo detiene del brazo.

—Claro que no, nosotros qué tenemos más energía debemos ir a entrenar —dijo.

—¡¿enserio?! —dijeron los demás integrantes del equipo, con mucho desgano, pues ese robo los dejo exhaustos, sobre todo por que no durmieron.

—claro que si, además sirve que Lins demuestra lo "poderosa" qué es —afirmo Caulifla mirando directamente a los ojos a la mencionada.

Todos con mucho pesar, le hicieron caso a Caulifla, pues ¿quien querría meterse con esa Saiyayin? Así que sin perder ni un solo minuto, se fueron lejos de la guarida para ir a entrenar.

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