CAPÍTULO 4: LA ZONA MÁS BAJA DEL INFIERNO


En una dimensión paralela teñida de rojo y rodeado de intensas llamas, donde el tiempo no corre y el espacio se distorsiona con gran frecuencia, habitado por horribles bestias de pesadilla que amenazan con exterminar a todo aquel que tenga la desdicha de terminar en ese horrible lugar, un hombre camina despreocupadamente mientras busca un animal para comer.

VLADYRON: Tengo un hambre, a ver qué encuentro hoy para comer. Normalmente no me demoro tanto en cazar alguna alimaña de la zona más baja del infierno... ¡JA! ¿A estos lo llaman infierno? ¡Creí que sería mucho peor al morir! Este sitio incluso me gusta, lejos de esas repugnantes alimañas mortales... (aprieta el puño de rabia e indignación)

De repente una criatura reptiliana alada salta de un precipicio para atacar a Vladyron por sorpresa, pero con una sonrisa confiada y burlona desaparece en un abrir y cerrar de ojos, dejando a la criatura desconcertada que mira a sus alrededores para localizarlo, cuando sin previo aviso siente cómo un potente puñetazo le golpea el cráneo, el cual es atravesado en una milésima de segundo.

CRIATURA: ¡GWERGH!

La criatura muere al instante y se desploma hacia el suelo, generando una inmensa cantidad de polvo al impactar. Poco después, Vladyron se encuentra cocinando la carne de la gigantesca criatura con fuego que ha conjurado, reflexionando sobre las distintas decisiones que ha tomado mientras estaba vivo.

VLADYRON: Maldita Dragnya, tuve que perder ante ella y su hatajo de mamarrachos... No me puedo creer aún que alguien tan perfecto como yo cayera derrotado ante seres inferiores como ellos... Aún tenía que cumplir un cometido al que me dediqué en cuerpo y alma durante mi larga vida: exterminar el mal y hacer del mundo un lugar apto para vivir y de absoluta perfección. No me arrepiento de todas las vidas que he arrebatado y todo lo que he hecho para lograr mi sueño, si llego a reencarnar alguna vez el único propósito de esa vida será eliminar a todos los mortales que existen hasta que no quede ni uno solo.

Vladyron va recordando palabras de algunas personas que conoció en el pasado, siendo algunas de estas sus padres o el ente que les concedió su poder a él y a su hermana para salvarlos de la muerte, a cambio de recolectar almas para alimentar el cristal que albergaba la esencia de aquel ente.

PADRE DE VLADYRON: La única razón por las que os hemos traído a tu hermana y a ti al mundo es para que podáis arreglar este mundo con el gran don que poseéis ambos, al igual que para incrementar el prestigio de nuestra familia. 

MADRE DE VLADYRON: Tú y tu hermana sois los únicos que podéis acabar con la destructiva enemistad que existe entre Estelares y Sentimogu. Creemos firmemente que es posible, ya que vuestro padre y yo pertenecemos cada uno a una de las dos razas divinas y nos amamos profundamente. Hijo mío, siento mucho poner tanta responsabilidad sobre vuestros hombros, pero si alguien puede lograr la paz que tanto deseamos todos sois vosotros.

Acto seguido al difunto Regente se le viene a la cabeza el momento en el que él y su hermana Zyanna estaban al borde de la muerte tras haber sido heridos de gravedad por un sector radical de Estelares que los consideraban aberraciones y querían acabar con ellos a toda costa. Cuando todo parecía perdido, una siniestra silueta de llamas púrpuras se aparece frente a ellos proponiéndoles un trato que marcaría para siempre sus vidas.

ENTE LLAMEANTE: Convertíos en los objetos para mis designios, en los elegidos que heredarán mi voluntad. Si aceptáis os salvaré la vida y os otorgaré el poder necesario para que podáis hacer realidad todos y cada uno de vuestros deseos, y así también podréis vengaros de todos aquellos que os hayan hecho sufrir. ¿Qué me decís? ¿Aceptáis el trato? Tampoco es que os queden muchas opciones, je, je. 

Para terminar Vladyron piensa en qué habrá sido de su hermana pequeña, sintiéndose extremadamente culpable por el horrible destino que sufrieron después de perder todos sus privilegios a causa de aquellos que desconfiaban de sus buenas intenciones, viéndose obligados a vagar por el vasto mundo, malviviendo y huyendo de aquellos que los querían muertos. 

VLADYRON: Zyanna, creía cuidar de ti pero lo único que hice fue perjudicarte al influirte negativamente con mis ideas. Seguramente me odies profundamente por haberte encerrado en aquel cristal, pero lo hice para que ese poder maldito que recibimos de aquel ente no te consumiera por completo. Yo ya no tengo salvación alguna, ya que mi odio y mi rencor hacia todo ser vivo son eternos e imposibles de extinguir. Quería liberarte una vez hubiese purificado el mundo y erradicado todo el mal de él, aunque perdí la vida antes de poder lograrlo. Lo que más deseo es que encuentres tu lugar en el mundo y puedas ser feliz, rodeada de gente que te quiera y te apoye... No creo que volvamos a vernos jamás, pero considero que es mejor así...

Tras estas palabras y tras haber dejado el esqueleto de la criatura sin nada de carne el único habitante del nivel más bajo del infierno retoma la marcha para seguir vagando eternamente deseando la felicidad de su hermana por encima de cualquier cosa, superando al odio y desprecio que siente por todos los otros seres vivos que existen.

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