IX. En dans av mystikk og lykke
CHAPTER 9
ADANCE OF MYSTERY
AND HAPPINESS
Días habían pasado desde aquel incidente, los padres de aquel niño sufrieron más de lo que habían creído.
Elaena, Rhaenyra y Ejder se sentían demasiado diferentes con respecto a sus pensamientos; mientras que Juliette era la más afectada de los cinco, pesadillas era lo que tenía atormentada su cabeza, aquella imagen tan atroz no podía quitársela de la mente; mientras que Rhaena era la menos afectada de los cinco, ella solo pensaba, intentaban pensar como Aegon y buscar respuestas «¿Por qué hacer el ritual del águila de sangre?» «¿Por qué recurriría a ese ritual?» eran de las tantas preguntas que aún no le encontraba una respuesta.
Kaysa entro a su habitación y la hizo salir de sus pensamientos –Sigues pensando
–Solo trato de buscar respuestas –Rhaena dejo de mirar el techo y miro a su madre–. Sigo sin tener una respuesta totalmente acertada
Se levantó de la cama y se dirigió al comedor donde su querido padre, hermano y primas se encontraban ahí, ella se sentó a lado de su hermano.
Ejder miro a su hermana –Buenos días a ti también
Ella lo miro mal –Viendo que esto es más silencioso de lo normal, no vi necesario saludar, además no creo que tenga algo de bueno
Kaysa entro al comedor unos segundos después y miro a cada integrante que se encontraba en el comedor –Deberían cambiar esa actitud que tienen
Rhaena miro a su madre quien se sentó a lado de su padre –Y ¿En qué aspecto quieres que cambie? –inquirió ella–. Ya una ves cambie y no fue para bien que digamos
–Eso es cierto –afirmó Elaena
–Nada bueno salió de eso –prosiguió Rhaenyra
–¿En que aspecto quieren que cambiemos? –inquirieron las tres al unísono
–Si los gemelos dan miedo cuando hablan al unísono –comenzó a decir Juliette–. Ustedes tres dan terror
–Te acostumbraras –dijo Ejder
–Kaysa se refiere a un baile –mencionó Ragnar dejando a un lado su lectura–. El baile de invierno tal ves cambie un poco su actitud
–Un baile –susurro Rhaenyra
–No soy fanática de los bailes –mencionó Elaena
–Esto de un baile me pone nerviosa
–¿Por qué? –preguntó Rhaenyra mirando a Juliette
–No se bailar
–No te preocupes –dijo Elaena–. Lo más probable es que el mismo colegio les enseñe
–Y si no aprendes aún así –prosigio Rhaenyra–. No dudo en qué alguien de Durmstrang quiera enseñarte
–Y en el peor de los casos, Ejder podría enseñarte –finalizó Rhaena–. Ahora, si no les importa, iré a la biblioteca –ella se levantó y se dirigió a la entrada del comedor
–Te importa si te acompaño –mencionó Ejder y su hermana volteo a verlo
–Mientras no me molestes, todo estará más que bien
Ejder se levantó y fue a lado de su hermana –Esperen –Juliette se levantó de su asiento–. Voy con ustedes
Los tres miraron a Elaena y Rhaenyra que estás con pesar se levantaron de sus asientos
y salieron directo al castillo e ir a la dichosa biblioteca.
Una vez ahí Elaena dijo –Y ¿Qué haremos aquí?
–Yo iré a la sección prohibida –mencionó Rhaena
–Madame Pince está ahí –dice Juliette–. Además, no creo que te deje entrar sin una nota firmada por un profesor
Las tres miraron a Juliette –Ella no necesita un permiso para nada –dijo Rhaenyra
–Por cierto –comenzó a decir Elaena–. ¿Dónde está Ejder?
Rhaena trato de encontrarlo con la mirado y no lo encontró hasta que lo vislumbro en un lugar que se podría alejado con una chica de pelo rizado.
–Al parecer, coqueteando –dijo Rhaena mientras los veía
Sus primas hicieron lo mismo –Yo la conozco –admitió Juliette–. Es Hermione
–Hermione ¿Qué? –Rhaenyra quiso saber
–Granger
–Una nacida de no magos –susurró Rhaena–. Interesante
–¿Por qué dicen no magos en ves de muggle? –inquirió Juliette
–Porque odiamos ese termino –respondió Elaena
–Y si vamos y escuchamos un poco de su conversación –propuso Rhaenyra
Las cuatro se miraron entre si y pasando desapercibidas se acercaron al estante más cercano fingiendo buscar algo.
–Sería un honor ir con usted al baile, pero tendré que negar
–¿Por qué razón? –inquirió Ejder
–Podría ir con quién usted quisiera, incluso alguien mejor que yo –explicó Hermione
–Ser hija de no magos no te hace menos que un sangre pura –menciono él–. Entonces ¿Aceptas ir conmigo al baile?
–Encantada iré
Rhaena vio como su hermano se dirigía a la entrada de la biblioteca pero ella lo interceptó.
–Te parece si hablamos de esa charla que tenemos pendiente
–Bien
Ambos caminaron hasta la sección prohibida sin que Madame Pince les dijera nada, Rhaena se puso a ver los libros mientras su hermano la veía.
–¿Desde cuando tú y Weasley? –Ejder quiso saber
Rhaena tomo un libro y lo abrió para leer su contenido –No sabría decirte
Ejder levanto una ceja acusadora mente –No será una de tus conquistas más ¿Verdad?
–No –afirmo ella–. Él es diferente, además, antes me odiaba por algo que sucedió "accidentalmente", después de ese día empezamos a crear una amistad
–Siento que esa no eres tú
–Después, el tiempo que estuvimos separados llegaron las cartas –ella serró el libro y comenzó a buscar otro–. Eso solo nos unió más
–En definitiva, esa no eres tú
–Ya sabia que dirías eso, ni yo logro reconocerme aveces –ella con el dedo índice recorre los lomos de los libros–. Solo que hay un problema
–Y cuál es
–Le molesta que le oculte ciertas cosas
En ese momento Ejder acomodo las piezas del rompecabezas –El secreto familiar –susurro a lo que ella asintió–. No podrás decírselo a menos que sea un amigo muy cercano a la familia o que sea miembro de
–Exacto
Rhaena seguía recorriendo los lomos de los libros, pero se detuvo en uno cuando sus runas tomaron un brillo nacarado, tomo el libro y leyó el título de este, necromantīa.
Ender leyó el título y miro a su hermana.
–Ni se te ocurra hacerlo –le advirtió–. Padre te prohibió leer eso e incluso practicarlo
–Padre no está aquí, y tú no le dirás nada al respecto
–No diré nada, pero si pierdes los estribos no me haré responsable
Rhaena con ayuda de su magia quitó la cadena del libro, lo tomo en sus manos y se dirigió a su hermano –¿Desde cuándo tú y Granger?
–No mucho –ambos hermanos salieron de la sección prohibida–. Y a veces es encantadora
–¿Encantadora? –Rhaena miro a su hermano–. Eso es nuevo
–¿En dónde se metieron nuestras primas?
Ambos voltearon a ver y las vieron riendo junto con los gemelos quienes estaban viendo a dos niños que dejaban plumas por dónde pasaban, sin ninguna duda se trataba de las galletas de canarios, los gemelos Weasley y su nueva creación de bromas.
–Y nosotras nos hacemos llamar pesadillas
–La diferencia es que lo suyo es más mental –comenzo a explicar Ejder–. Y lo de los gemelos es más físico
–Que buena forma de explicarlo
–Lo sé; ustedes les pueden crear traumas a cualquiera
Ambos hermanos salieron de la biblioteca y caminaron por los pasillos del colegio hasta salir de este mismo hasta llegar al barco.
–Por cierto –comenzó a decir su hermano–. Viktor me dijo que no te dijera
–Pero aún así lo harás –él asintió como respuesta
–Te invitará al baile
Ejder dejó a su hermana con la palabra en la boca mientras ella solo veía como su hermano se adentraba en el barco, mientras que después de unos segundos alzó ligeramente la mirada para poder vislumbrar a su amigo en la cubierta del barco, por un momento dudo en ir con él pero termino cediendo.
Se adentro en el barco dirigiéndose a dónde Viktor se encontraban viendo el lago congelado.
–¿Reflexionando?
Viktor volteo y la miro –No precisamente
Él regreso su mirada al paisaje congelado, Rhaena se acercó a la barandilla quedando a un lado de Viktor.
–Ejder mencionó que ibas a invitarme al baile
–No pudo mantener su boca cerrada unos segundos –Rhaena sonrió a medias y lo miro
–Te daré el placer de ser mi pareja en el baile
Él sonrió y regreso su mirada hacía ella –Te apetece chocolate caliente
–Como podría negarme
⚔️
Los días siguentes pasaron de lo más rápido, Viktor y Rhaena volvieron a dirigirse la palabra después de lo que había sucedido la otra ves, las cartas entre ella y Charlie se hicieron más frecuentes y eso lograba sacarle siempre una sonrisa, y aunque la distancia los separaba realmente Rhaena deseaba tenerlo a su lado.
El día del baile había llegado, a Rhaena no le importaba demasiado, ni si quiera lo que usaría esa misma noche, su madre se había encargado del vestuario así que lo único que podía hacer era leer ese libro de Nigromancia, hace tiempo que no leía eso y dejo de practicarlo porque el castigo por hacerlo dolía igual que el infierno.
Alguien había entrado a su habitación sin siquiera tocar a la puerta, Rhaena sin levantar la mirada de su lectura mencionó:
–¿Qué quieres?
–Llevas todo el día y media tarde leyendo ese libro
–Tengo entendido que leer no es un delito
–Pero lo que tú lees si que lo es –Rhaena levantó su mirada del libro para ver a su hermano–. ¿Al menos te has visto en un espejo?
Ella frunció el seño –¿Por qué debería hacerlo?
Ejder se acercó a su hermana y le arrebato el libro de las manos –Yo llevaré esto a la biblioteca por ti, mientras te recomiendo que pienses como ocultar tu cabellera rubia platinada y esos ojos violeta
Ejder se retiró de la habitación y Rhaena no dudo un segundo y miró su reflejo en el espejo, su cabello había aclarado y sus ojos estaban en un tono violeta.
Rhaenyra entro a su habitación y sin dar explicaciones de nada, la tomo por el brazo y ambas empezaron a caminar –¿Ya viste la hora que es?
–¿Eso debería importarme?
–Sí
Rhaenyra tomo el pomo de una de las habitaciones y la abrió, adentro se encontraban su madre, Elaena y Juliette.
Ahí mismo un sastre tomaba medidas y al verla le entrego un vestido en tonalidades doradas junto con unos zapatos con adornos en dorado.
–Ahora ve y arreglate –le ordenó Rhaenyra
–Claro, madre
Se escucharon unas leves risas mientras que Rhaenyra rodo los ojos, sin decir más, Rhaena salió de aquella habitación para ir a la suya, suspiro al serrar la puerta y miro hacía el reloj, al parecer el tiempo se había ido como agua.
Se dispuso a ponerse aquel vestido y una ves puesto pudo admirarlo mejor en su reflejo –al parecer su madre conocía sus gustos al vestir– se colocó los zapatos para después arreglarse el cabello dejándolo suelto y ondulado, para cuándo estuvo lista tocaron a la puerta, quién entro fue su hermano.
–Te ves genuinamente hermosa
–¿Eso crees?
–Padre pidió que te entregará esto
Harald y Sigrid ingresaron a la habitación, Harald llevaba en manos un cojín dónde se encontraba una tiara mientras que Sigrid traía en manos una caja que al abrirla contenía joyería a juego, Rhaena se colocó la joyería al igual que la tiara.
–Al parecer nuestros padres planean que seas el centro de atención está noche
–Te doy toda la razón –Rhaena miro su reflejo en el espejo–. Skilaðu myndinni minni eins og hún var áður
Con un chasquido de dedos su cabello y ojos habían vuelto a la normalidad
–Lo admito –comenzó a decir Harald–, los ojos violeta te sientan bien
Harald le dedico una sonrisa que ella vio mediante el espejo –Eso se escuchó como coqueteo –mencionó Sigrid
–De hecho fue halago –Rhaena se dió media vuelta para mirarlos–. Y fue muy bien recibido
Rhaena salió de la habitación y Ejder murmuró –Hermanas
–¡Escuché eso! –exclamó Rhaena mientras bajaba las escaleras
⚔️
La noche era fresca, apenas y unos copos de nieve caían, los estudiantes de Durmstrang salían del barco con los perfectos trajes rojos. Rhaena se acercó a dónde su acompañante de baile de encontraba no pasaron unos segundos cuando su hermano y sus primas se unieron a ellos.
–Me pregunto porque Ragnar decidió que caminar sería la mejor opción –mencionó Rhaenyra
–Tal ves porque quería un poco de aire fresco –respondió Viktor
–Este clima ni siquiera tiene nada de fresco –dijo Juliette
Entre ellos se miraron y compartieron risas, Rhaena entrelazó su brazo con el de su acompañante durante el trayecto al castillo.
Se abrieron las puertas principales de roble, y todo el mundo se volvió para ver entrar a los alumnos de Durmstrang con el profesor Karkarov y el rey Ragnar a su lado. Por encima de las cabezas se podía ver que una parte de la explanada que había delante del castillo la habían transformado en una especie de gruta llena de luces de colores. En realidad eran cientos de pequeñas hadas: algunas posadas en los rosales que habían sido conjurados allí, y otras revoloteando sobre unas estatuas que parecían representar a Papá Noel con sus renos.
Harald se colo a sus espalda y le ayudo a quitarse la capa mediaval que la cubría dejando a la vista aquel descote que bien podría dejar mucho a la imaginación.
En ese momento los llamó la voz de la profesora McGonagall:
–¡Los campeones por aquí, por favor!
Viktor le ofreció el brazo a Rhaena la cual acepto gustosamente y avanzaron.
Sin dejar de hablar, la multitud se apartó para dejarlos pasar. La profesora McGonagall, que llevaba una túnica de tela escocesa roja y se había puesto una corona de cardos bastante fea alrededor del ala del sombrero, les pidió que esperaran a un lado de la puerta mientras pasaban todos los demás: ellos entrarían en procesión en el Gran Comedor cuando el resto de los alumnos estuviera sentado.
Cuando todos se hubieron acomodado en el Gran Comedor, la profesora McGonagall les dijo que entraran detrás de ella, una pareja tras otra. Lo hicieron así, y todos cuantos estaban en el Gran Comedor los aplaudieron mientras cruzaban la entrada y se dirigían a una amplia mesa redonda situada en un extremo del salón, donde se hallaban sentados los miembros del tribunal.
Habían recubierto los muros del Gran Comedor de escarcha con destellos de plata, y cientos de guirnaldas de muérdago y hiedra cruzaban el techo negro lleno de estrellas. En lugar de las habituales mesas de las casas había un centenar de mesas más pequeñas, alumbradas con farolillos, cada una con capacidad para unas doce personas.
Dumbledore sonrió de contento cuando los campeones se acercaron a la mesa principal.
Tomaron sus respectivos asientos, a la derecha de Rhaena se encontraba su padre y a su izquierda su acompañante y a lado de este Granger y su hermano, los cuatro mantuvieron una conversación durante el transcurso de la cena.
–Bueno, «nosotrros» tenemos también un castillo, no tan «grrande» como éste, ni tan «conforrtable», me «parrece» –le decía Víktor a Hermione–. Sólo tiene «cuatrro» pisos, y las chimeneas se «prrenden» únicamente por motivos mágicos. Pero los terrenos del colegio son aún más amplios que los de aquí, aunque en «invierrno» apenas tenemos luz, así que no los «disfrrutamos» mucho. «Perro» en «verrano» volamos a «diarrio», «sobrre» los lagos y las montañas.
–¡Para, para, Viktor! –dijo Karkarov, con una risa en la que no participaban sus fríos ojos–. No sigas dando más pistas, ¡o tu encantadora amiga sabrá exactamente dónde se encuentra el castillo!
Rhaena intentaba ocultar su risa –Al menos se dará una idea que Durmstrang se encuentra en un lugar al norte donde el invierno es el menos agradable
Dumbledore sonrió, no sólo con la boca sino también con la mirada –Con todo ese secretismo, Igor, se podría pensar que no quieres visitas.
–Bueno, Dumbledore –dijo Karkarov, mostrando plenamente sus dientes
amarillos–, todos protegemos nuestros dominios privados, ¿verdad? ¿No guardamos todos con celo los centros de saber en que se aprende lo que nos ha sido confiado? ¿No tenemos motivos para estar orgullosos de ser los únicos conocedores de los secretos de nuestro colegio? ¿No tenemos motivos para protegerlos?
–¡Ah, yo nunca pensaría que conozco todos los secretos de Hogwarts, Igor! –contestó Dumbledore en tono amistoso–. Esta misma mañana, por ejemplo, me equivoqué al ir a los lavabos y me encontré en una sala de bellas proporciones que no había visto nunca y que contenía una magnífica colección de orinales. Cuando volví para contemplarla más detenidamente, la sala había desaparecido. Pero tengo que estar atento a ver si la vuelvo a ver: tal vez sólo sea accesible a las cinco y media de la mañana, o aparezca cuando la luna está en cuarto creciente o menguante, o cuando el que pasa por allí tiene la vejiga excepcionalmente llena.
–Tengo entendido que su majestad tiene el secreto mejor guardado del mundo mágico –mencionó Igor
Ragnar dejo su copa de vino y respondió –Es el mejor guardado por ciertas razones y es mejor que se quede así
Mientras tanto, Fleur Delacour criticaba la decoración de Hogwarts hablando con Roger Davies.
–Esto no es nada –decía, echando una despectiva mirada a los centelleantes muros del Gran Comedor–. En Navidad, en el palacio de Beauxbatons tenemos «escultugas» de hielo en todo el salón «comedog». «Pog» supuesto, no se «deguiten»: son como «enogmes» estatuas de diamante, «bgillando pog» todos lados. Y la comida es sencillamente «sobegbia». Y tenemos «cogos» de ninfas de «madega» que nos cantan «seguenatas mientgas» comemos. En los salones no hay ni una de estas feas «agmadugas», y si «entgaga» en Beauxbatons un poltergeist lo
«expulsaguíamos» de inmediato –añadió, dando un golpe en la mesa con la
mano.
Roger Davies la miraba con expresión pasmada, y no acertaba a apuntar con el tenedor cuando pretendía metérselo en la boca.
–Tienes toda la razón –dijo apresuradamente, pegando otro golpe en la mesa con la mano–: de inmediato, sí señor.
Cuando se acabó la cena, Dumbledore se levantó y pidió a los alumnos que hicieran lo mismo. Entonces, a un movimiento suyo de varita, las mesas se retiraron y alinearon junto a los muros, dejando el suelo despejado, y luego hizo aparecer por encantamiento a lo largo del muro derecho un tablado. Sobre él aparecieron una batería, varias guitarras, un laúd, un violonchelo y algunas gaitas.
Las Brujas de Macbeth subieron al escenario entre aplausos entusiastas.
Eran todas melenudas, e iban vestidas muy modernas, con túnicas negras llenas de desgarrones y aberturas. Tomaron sus instrumentos.
Viktor se levanto de su asiento y le ofreció la mano a Rhaena que la acepto gustosamente mientras que ambos se dirigían caminando a paso firme justo al centro del salón.
Las Brujas de Macbeth empezaron a tocar una melodía lenta, triste. Rhaena coloco una de sus manos en el hombro de Viktor mientras que con la otra unían su manos mientras el la sujetaba de la cintura.
Ambos daban vueltas lentamente casi sin desplazarse, con movimientos lentos y elegantes a la ves, siguiendo el ritmo de la melodía, ambos siendo el centro atención y aquel vestido que ella traía con cada vuelta que daba parecía que destellos dorados irradiaban de el.
La gente empezó a unirse al baile y los campeones dejaron de ser el centro de atención.
Rhaena y Viktor terminaron la pieza con una reverencia, ambos se alejaron de aquel apogeo y se dirigieron al lago negro.
Rhaena miraba el paisaje congelado, los copos de nieve se hacían más visibles –Se siente bien la tranquilidad
–Lo es –admitió Viktor–. Pero no podré compartirlo contigo
Rhaena lo miro confundida –¿A qué te refieres?
Por encima de su hombro noto una cabellera pelirroja a acercándose a ellos, era inconfundible no saber de quién se trataba; Rhaena miro a Víktor quien le sonreía felizmente.
Viktor le acaricio la mejilla, se acercó a ella dejándole un beso en la frente y susurrando le –No agradezcas
Rhaena vio como su amigo retomaba el camino de vuelta al castillo y cuando lo perdió miro aquel hombre que se encontraba frente a ella.
–No creí que vinieras
–Tu amigo y tu hermano me pidieron venir, aunque yo solo quería pasar un momento contigo
Rhaena coloco sus brazos alrededor del cuello de Charlie mientras él rodeaba su cintura, acercando sus rostros y sus alientos rozando sus pieles ambos se besaron apasionadamente, un beso anhelado que ambos necesitaban mutuamente.
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