IV. Begeret av ild

CHAPTER 4
THE GOBLET OF FIRE

Después de que los hermanos saludaron al director la mirada de Ejder se dirigió a aquellas chicas de vestimenta azul, Rhaena noto eso y le dirigió una mirada interrogante a su hermano.

–El alumnado de Beauxbatons logro captar tu atención

Ejder la miro –No lo niego, pero ninguna de ellas se compara contigo –le volvió a examinar la vestimenta con la mirada–. Y tú vestimenta reveladora, es curioso que no uses capa

–No me dio por usar una 

–Raro en ti –regresa su vista al frente–, pareciera que fuese a propósito

–¿Por qué lo dices? –ella lo miro mal–. No hago nada a propósito

–Eso dice lo al cuerpo estudiantil masculino de Hogwarts, e incluso a los pelirrojos que nos presentaron la otra ves tienen puesta su mirada en ti

Rhaena dirigió su mirada a dónde todos los estudiantes se encontraban para ver la llegada de ambos colegios, y efectivamente, su hermano no mentía, los Weasley la miraban también, pero solo una chica logro captar su atención, no era necesario preguntarle quién era porque Rhaena ya lo sabía.

–Es curioso –dijo en susurro captando la atención de su hermano

–¿Qué es curioso? –Ejder pregunto al no saber a qué se refería su hermana

–Padre nunca nos dijo que uno de nuestros parientes más cercanos estudiará en este colegio

–A quién nos referimos precisamente –Rhaena le hizo un ademán con la mirada

–La chica que está con los gemelos Weasley –afirmo ella

–Cierto, se me hace familiar –confirmo él–. Pero donde la he visto

–Conócemos a su madre, pero jamás conocimos a su hija

–La pregunta aquí es hermana, ¿su madre sigue con vida?

–Por supuesto que sí, es una Graddfarmôr, hija de...

Ejder la interrumpió y completo lo que iba a decir: –Kelrina Graddfarmôr

–Asi es –ella regreso la mirada a su hermano–. Lo peor del asunto es que Kelrina no le ha dicho nada

–Creo que ahora todo empieza a tomar algo de sentido –Ejder regresa su mirada a su hermana–. Se parece a su madre, a excepción de los ojos

–Tal vez tengamos la oportunidad de hablar con ella –Rhaena miro hacia las colinas donde dos personas caminaban hasta donde se encontraba–. Por el momento olvidemos ese asunto, ya tendremos una charla con padre

–Créeme que si –afirmo él

Harald y Sigrid se acercaron hasta donde los hermanos estaban –Como usted lo pidió majestad –comentó Harald dirigiéndose a Rhaena–, la residencia ya se encuentra donde usted indico

–¿Residencia? –inquirió Ejder

–No planeo pasar la noche en un barco

–Mientras tu duermes con todas las comodidades yo me tengo que conformar con una habitación en un barco –declaró su hermano en tono molesto

–La casa es bastante amplia –explicó ella–. Puedes elegir una habitación si así lo quieres.

Los alumnos de Durmstrang y Beauxbatons se dirigieron hasta el Gran Comedor mientras que Rhaena y Ejder se quedaron con los con directores de los respectivos colegios.

⚔️

Habiendo entrado todos los alumnos en el Gran Comedor y una vez sentados a las mesas de sus respectivas casas, empezaron a entrar en fila los profesores, que se encaminaron a la mesa del fondo y ocuparon sus asientos. Los últimos en la fila eran el profesor Dumbledore, el profesor Karkarov, los hermanos Pendragon y Madame Maxime. Al ver aparecer a su directora, los alumnos de Beauxbatons se pusieron inmediatamente en pie.

Algunos de los de Hogwarts se rieron. El grupo de Beauxbatons no pareció
avergonzarse en absoluto, y no volvió a ocupar sus asientos hasta que Madame Maxime se hubo sentado a la izquierda de los hermanos Pendragon y ellos a lado de Dumbledore. Éste, sin embargo, permaneció en pie, y el silencio cayó sobre el Gran Comedor.

–Buenas noches, damas, caballeros, fantasmas y, muy especialmente, buenas noches a nuestros huéspedes –dijo Dumbledore, dirigiendo una sonrisa a los estudiantes extranjeros–. Es para mi un placer darles la bienvenida a Hogwarts. Deseo que su estancia aquí les resulte al mismo tiempo confortable y placentera, y confío en que así sea. El Torneo quedará oficialmente abierto al final del banquete –explicó Dumbledore–. ¡Ahora los invito a todos a comer, a beber y a disfrutar como si estuvieran en su casa!

Se sentó el profesor para después entablar una conversación con Karkarov, en ese momento la comida se hizo presente en las mesas.

Ejder susurro al oído de su hermana: –Créeme, si estuviéramos como en casa, el lugar no se vería de esta forma

Rhaena río en sus adentros, si bien su verdadero hogar era total y completamente diferente a aquel lugar en el que ahora se encontraban.

–Estaríamos rodeados de dragones –respondió su hermana

–Y los cráneos de dragones –agrego Ejder para después mirar la comida que tenía frente de él–. Comida francesa, no se ve apetitosa en estos momentos

–Es una lástima que no tengamos apetito –ambos se miran–, les estaríamos fallando a nuestros parientes Argentdriff

⚔️

Una vez limpios los platos de oro, Dumbledore volvió a levantarse. Todos en el Gran Comedor parecían emocionados y nerviosos.

–Ha llegado el momento –anunció Dumbledore, sonriendo a la multitud de rostros levantados hacia él–. El Torneo de los tres magos va a dar comienzo. Me gustaría pronunciar unas palabras para explicar algunas cosas antes de que traigan el cofre... sólo para aclarar en qué consiste el procedimiento que vamos a seguir. Pero antes, para aquellos que no los conozcan, permítanme que les presente al señor Bartemius Crouch, director del Departamento de Cooperación Mágica Internacional –hubo un asomo de aplauso cortés–, y al señor Ludo Bagman, director del Departamento de Deportes y Juegos Mágicos.

Aplaudieron mucho más a Bagman que a Crouch, tal vez a causa de su fama como golpeador de quidditch, o tal vez simplemente porque tenía un aspecto mucho más simpático. Bagman agradeció los aplausos con un jovial gesto de la mano, mientras que Bartemius Crouch no saludó ni sonrió al ser presentado. El bigote de cepillo y la raya del pelo, tan recta, resultaban muy raros junto al pelo y la barba de Dumbledore, que eran largos y blancos.

–Los señores Bagman y Crouch han trabajado sin descanso durante los últimos meses en los preparativos del Torneo de los tres magos –continuó Dumbledore–, y estarán conmigo, con el profesor Karkarov, Madame Maxime y su Alteza Rhaena Pendragon en representación de su padre, en el tribunal que juzgará los esfuerzos de los campeones.

A la mención de la palabra «campeones», la atención de los alumnos aumentó aún más. Quizá Dumbledore percibió el repentino silencio, porque sonrió mientras decía:

–Señor Filch, si tiene usted la bondad de traer el cofre...

Filch, que había pasado inadvertido pero permanecía atento en un apartado rincón del Gran Comedor, se acercó a Dumbledore con una gran caja de madera con joyas incrustadas. Parecía extraordinariamente vieja. De entre los alumnos se alzaron murmullos de interés y emoción.

–Los señores Crouch y Bagman han examinado ya las instrucciones para las pruebas que los campeones tendrán que afrontar –dijo Dumbledore mientras Filch
colocaba con cuidado el cofre en la mesa, ante él–, y han dispuesto todos los preparativos necesarios para ellas. Habrá tres pruebas, espaciadas en el curso escolar, que medirán a los campeones en muchos aspectos diferentes: sus habilidades mágicas, su osadía, sus dotes de deducción y, por supuesto, su capacidad para sortear peligro.

Ante esta última palabra, en el Gran Comedor se hizo un silencio tan absoluto que nadie parecía respirar.

–Como todos sabrán, en el Torneo compiten tres campeones –continuó Dumbledore con tranquilidad–, uno por cada colegio participante. Se puntuará la perfección con que lleven a cabo cada una de las pruebas y el campeón que después de la tercera tarea haya obtenido la puntuación más alta se alzará con la Copa de los tres magos. Los campeones serán elegidos por un juez imparcial: el cáliz de fuego.

Dumbledore sacó la varita mágica y golpeó con ella tres veces en la parte superior del cofre. La tapa se levantó lentamente con un crujido. Dumbledore introdujo una mano para sacar un gran cáliz de madera toscamente tallada. No habría llamado la atención de no ser porque estaba lleno hasta el borde de unas temblorosas llamas de color blanco azulado.

Dumbledore cerró el cofre y con cuidado colocó el cáliz sobre la tapa, para que todos los presentes pudieran verlo bien.

–Todo el que quiera proponerse para campeón tiene que escribir su nombre y el de su colegio en un trozo de pergamino con letra bien clara, y echarlo al cáliz –explicó Dumbledore–. Los aspirantes a campeones disponen de veinticuatro horas para hacerlo. Mañana, festividad de Halloween, por la noche, el cáliz nos devolverá los nombres de los tres campeones a los que haya considerado más dignos de representar a sus colegios. Esta misma noche el cáliz quedará expuesto en el vestíbulo, accesible a todos aquellos que quieran competir.

»Para asegurarme de que ningún estudiante menor de edad sucumbe a la tentación –prosiguió Dumbledore–, trazaré una raya de edad alrededor del cáliz de fuego una vez que lo hayamos colocado en el vestíbulo. No podrá cruzar la línea nadie que no haya cumplido los diecisiete años.

»Por último, quiero recalcar a todos los que estén pensando en competir que hay que meditar muy bien antes de entrar en el Torneo. Cuando el cáliz de fuego haya seleccionado a un campeón, él o ella estarán obligados a continuar en el Torneo hasta el final. Al echar su nombre en el cáliz de fuego están firmando un contrato mágico de tipo vinculante. Una vez convertido en campeón, nadie puede arrepentirse.

»Así que deben estar muy seguros antes de ofrecer su candidatura. Y ahora me parece que ya es hora de ir a la cama. Buenas noches a todos.

Ambos hermanos se levantaron de sus asientos y caminaron hacia
la puerta que daba al vestíbulo.

–Deberíamos abrir un portar –Ejder susurro al oído de su hermana–. Nos evitamos este problema

–Claro –respondió Rhaena cuando ambos se dirigían hasta donde se encontraba Igor

–Sí, es Harry Potter –dijo desde detrás de ellos una voz gruñona.

El profesor Karkarov se dio la vuelta. Ojoloco Moody estaba allí, apoyando todo su peso en el bastón y observando con su ojo mágico, sin parpadear, al director de Durmstrang. Karkarov palideció y le dirigió a Moody una mirada terrible, mezcla de furia y miedo.

–¡Tú! –exclamó, mirando a Moody como si no diera crédito a sus ojos.

–Sí, yo –contestó Moody muy serio–. Y, a no ser que tengas algo que decirle a Potter, Karkarov, deberías salir. Estás obstruyendo el paso.

Era cierto. La mitad de los alumnos que había en el Gran Comedor aguardaban tras ellos, y se ponían de puntillas para ver qué era lo que ocasionaba el atasco.

Rhaena sintió como aquellos se retaban con la mirada, como si de dos perros rabiosos se tratase –Dejemos las disputas para después –intervino ella mirando a los dos hombres–. Vi drar (nos vamos) –dijo esto dirigiéndose a su hermano–, nå (ahora)

–hvordan du ønsker (cómo desees) –respondió su hermano a lo que el abrió un portal para que después ambos cruzarán y este mismo desapareciera.

Sin pronunciar otra palabra, el profesor Karkarov salió con el resto de sus alumnos. Moody clavó los ojos en su espalda y, con un gesto de intenso desagrado, lo siguió con la vista hasta que se alejó.

⚔️

Rhaena y Ejder aparecieron en el interior de la casa, el hermano miro el lugar y después miro a su hermana.

–Habías dicho que el lugar era bastante amplio –empezó a decir él–, más nunca dijiste que se trataba de la mansión de Italia

–Es más cómoda que el resto de propiedades que tiene la familia –admitió ella–. Elige la habitación que quieras

Ejder la miro –Nuestras cosas ya están aquí

–Las mías si, las tuyas... No sabría decirte

–Iré a la habitación que más se me plazca, lo de mis cosas lo veré después

Rhaena lo miro confusa –Creí que harías lo de el pergamino en vez de ir a la cama

–Cierto, en un momento haré eso... ¿Tú también lo harás?

–Probablemente –se encogió de hombros–. Solo estoy en representación de padre, pero no dudo en que Igor quiera que ponga mi nombre en el cáliz

–Creí que no ibas a poder participar, lo digo porque sabes de que tratan las pruebas

–Solo me hicieron saber lo de la primera

–¿La primera? –inquirió Ejder

–Si

–¿Y qué tan peligrosa será la primera prueba?

–Depende de cual sea tu definición de peligro

Rhaena dio media vuelta y se dirigió a su habitación, se deciso de las ropas que traía por su ropa de noche. 

Tomo asiento a un lado de el escritorio y decidió por tomar el pergamino, tinta y pluma para redactar aquella duda que carcomía sus pensamientos acerca de aquella chica que vieron al llegar al colegio, si bien sabía que era pariente suya por parte de su madre, porque jamás le hicieron saber eso, ni a ella como a Elaena y Rhaenyra, y aquello le intrigaba por saber, si bien su familia era bien conocida por qué todo permaneciera en secreto –y así lo fuese hasta el final de sus días– no podía creer que llegara al punto de no saber mucho acerca de lo que su propia sangre le ocultaba.

Si ella quería sus respuestas, las obtendría, y solo una persona seria capaz de dárselas; su padre.

El sonido de que alguien tocaba a su puerta hizo que dejara de prestar atención a la carta que hace solo unos segundos termino de escribir; un simple «Adelante» por parte de ella hizo que su hermano entrara a la habitación.

–¿Qué tanto haces? –quiso saber Ejder al ver a su hermana centrada en leer el pergamino

Rhaena miro a su hermano –Quiero respuestas –dijo con simpleza–. Después de que le envié está carta a padre, lo más probable es que se haga una reunión familiar

Rhaena dobló la carta y la puso en un sobre, derrito la cera para después vertir el contenido en la abertura del sobre y finalizar el poner su propio sello que identificaba que venía por parte de ella.

–Bueno, debido a que ya terminaste con tu carta –empezó a decir su hermano–, acompáñame a dejar esto –señalo el pergamino en su mano

–Bien, vamos –se levanto de su asiento pero si hermano no la dejo

–Si Karkarov no te obliga a escribir tu nombre en el pergamino, yo lo haré –declaró y ella lo miro con fastidio–. Anda, hazlo –trató de animarla–, si resultas ser la campeona de Durmstrang sería algo emocionante en tu vida después de el Juego de Dragones, claro está

El juego de dragones era más que un simple juego, era más que una rivalidad entre competidores, matarían por el simple hecho de salir victoriosos.

Rhaena medito un momento lo que su hermano le dijo y luego dió un suspiro –Esta bien, lo haré

Tomo un trozo de pergamino, tomo la tinta y pluma y escribió su nombre al igual que al colegio al que pertenecía, enrolló el pergamino y con un pequeño listón lo amarró.

Ejder le sonrió a su hermana con satisfacción y ambos salieron de la habitación. Rhaena busco a Harald alrededor de dos minutos y cuando lo encontró viendo el fuego de la chimenea, se acercó a él y le entrego la carta que iba dirigida a su padre.

–Harald –ella le llamo captando su atención–. Necesito que le entregues esto a mi padre –le dio la carta y él la tomo

–Se la haré llegar lo antes posible –Harald le dedico una sonrisa

–Gracias –dijo ella en un susurro

Ejder quien la estaba esperando fuera de la casa, al ver qué su hermana salía de está, abrió un portal que al cruzarlo los dejo justo en el lugar donde el cáliz se encontraba, el lugar estaba en penumbras, lo único de luz que se podía ver eran las flamas de el cáliz y la línea de edad dibujada alrededor de este.

–¿Quién irá primero? –preguntó Rhaena

–Las damas primero

Rhaena camino hasta que cruzo la línea de edad, se acercó más al cáliz para después dejar su trozo de pergamino en este, en ese momento un destello en tonalidades violeta se vio reflejado en las llamas del cáliz para que después volvieran al azul eléctrico que era antes.

Ejder hizo exactamente lo mismo pero en este caso se vio un destello rojizo.

Una ves que ambos hermanos echaron su nombre al cáliz, Rhaena abrió está ves el portal, el cual al cruzar los dejo en la entrada de la casa, ambos ingresaron a ella; Ejder fue directo a su habitación mientras que Rhaena se quedó admirando el fuego de la chimenea en la que Harald anteriormente se encontraba, pero él no estaba ahí, ahora Sigrid se encontraba ahí.

–¿No puedes conciliar el sueño? –pregunto a lo que Sigrid volteo a mirarla

–No por completo –Sigrid se acercó más a ella y le entrego una carta–. Llegó esto para ti cuando te encontrabas en el Gran Comedor, planeaba darte la cuando no estuvieras ocupada

Rhaena tomo la carta y le sonrió –Gracias, porque no vas a descansar un rato

–Justo eso iba a hacer –respondió para después dejarla sola

Rhaena curiosa por la carta –ya que está era desconocida para ella–, miro el nombre del remitente, se trataba nada más ni nada menos que de Charles Weasley, una sonrisa se dibujo en su rostro al saber quién le había mandado dicha carta, así que decidió abrirla y leer el contenido de está, solo una palabra llamo su atención: «Rhea» nadie, abosolutamente nadie la llamaba por algún diminutivo de su nombre, pero al parecer Charlie invirtió las últimas dos letras, lo cual se le hizo aún más curioso para Rhaena, aunque si lo pensará un momento, si quitaba la "h" y la "r" la cambiaba por una "d" formaría la palabra Dea que significa Diosa, pero claro, eso solo fue un pensamiento absurdo que cruzo por su cabeza.

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