Capítulo V

Head First - Christian French

‡ Kaly Mason ‡

Sábado, o como me gusta llamarlo, el día perezoso. Puedo dormir hasta la hora que quiera, no hay escuela, leo todo el día... ¿Acaso existe algo mejor?

Estaba felizmente dormida en mi cómoda cama, cuando el timbre resonó por toda la casa. Lo ignoré, con la esperanza de que la persona que estuviese detrás de la puerta se fuera, o que alguien se dignara a entender, pero el timbre resonó otra vez, haciendo que me enojara antes de las diez de la mañana.

Me levanté de la cama gruñendo con enojo y fuí directo al piso de abajo de la casa. Ni siquiera me tomé el tiempo de ir al baño, solo quería que la persona que había interrumpido mi sueño fuese víctima de mi furia.

Por un momento pensé que era papá, que fue a hacer su rutina de ejercicios. Decía que cada vez estaba más gordo y decidió empezar con el ejercicio... Y si les soy sincera no ha tenido ningún resultado.

Tomé el pomo de la puerta principal y la giré para así poder abrirla.

-Papá, sabes que puedes llevarte las llaves y... -dije, pero callé en segundos al ver que, quien estaba detrás de mi puerta, no era mi padre.

Me quedé paralizada. Allí estaba Dereck, su cabello castaño entre claro y oscuro estaba despeinado como siempre, llevaba una camisa arremangada a los codos color negra y un par de pantalones desgastados.

Y... Yo en pijama.

«Esto sí que es lucirse, Kaly».

-Hol... -no termina la palabra cuando ya le he cerrado la puerta en la cara y me encuentro escaleras arriba yendo como Flash hasta mi habitación.

Fuí directo al baño, haciendo mi rutina diaria de la mañana. Mi cabello era un desastre, y ahora que me daba cuenta no traía ni un mísero sujetador. Tomé ropa de mi clóset, unos jeans y una camiseta azul cielo, sencillo pero bonito.

Peiné mi cabello lo más rápido que pude, salí de mi habitación con rapidez y bajé las escaleras. No termino de llegar a la sala cuando veo a Dereck con... ¿Mi mamá?

Parecía que estaban hablando muy cómodamente. Mi madre volteó en mi dirección y me sonrió.

-Oh, buenos días, cariño, ¿Él no es Dereck? Ese día no nos conocimos bien, me dijo que está aquí para hacer un trabajo de química contigo. Es muy agradable.

-¡Mamá ya basta!... -me sonrojé por lo que acababa de decir mi madre.

Observé a Dereck soltar una pequeña carcajada, en ese momento me aguanté las ganas de mirarlo mal en presencia de mi progenitora.

-Ven Dereck, ya adelanté un poco del trabajo. -señalé el principio de las escaleras para que subiera a mi habitación. Si hacemos el trabajo aquí mis padres empezarán a molestar y yo solo quiero terminar con esto de una vez.

-Con permiso, señora Mason. -dice el castaño levantándose del sofá individual.

-Por favor, llámame Lily. -mi mamá le sonríe de oreja a oreja.

-De acuerdo, Lily. -Dereck le devuelve al gesto.

Que humillante...

«¿Más humillante que tú corriendo como una maniática del salón de química?»

No, tampoco hay que exagerar.

En el pasillo, me le adelanté a Dereck para abrir la puerta primero «Olvidé arreglar mi habitación».

Hijo de la gran...

Con toda la pena del mundo, pasamos al lugar más desordenado que alguien podría imaginarse. No me culpen, jamás entendía como es que mi habitación se desordenaba en menos de nada si solo dormía allí.

-Así que... Este es tu cuarto. -dice él, parecía ser más una afirmación que una pregunta.

-¿Me creerías si te dijera que no?-pregunto curiosa.

-No. -me muestra sus bonitos y blancos dientes.

-Rayos... -me lamento en voz baja para que no me escuche.

Miré en dirección a mi escritorio... ¿Eso es una braga? Si, hay una braga en mi escritorio.

Él empieza a pasearse por toda la habitación y sin que se dé cuenta quito las bragas de aquel lugar y las guardo en uno de mis cajones del clóset.

Va hacia una pila de libros que están en mi biblioteca, que consistía en repisas que iban del piso hasta el techo en la pared del fondo de mi cuarto. Estaban en el piso, son los libros que Dereck me había comprado ayer, y la verdad es que no les conseguí un espacio.

Tomó uno y vio la portada, luego lo abrió y pasaba las páginas como si confirmara que verdaderamente es un libro.

¿Por qué no me molesta que toque mis libros?

Dura un rato con el libro en sus manos, luego lo cierra y lo deja en su lugar.

-¿Comenzamos con el trabajo?-metió sus manos en los bolsillos de su pantalón.

-Eh... Sí -tartamudeo un poco, me había quedado embobada por unos segundos con su imagen frente a mi biblioteca.

Nos sentamos frente a mi escritorio, dónde tenía mi laptop y la encendí para a escribir en ella. El ambiente no se sentía pesado, ni incómodo. Aunque ninguno de los dos habló en ningún momento de lo que había pasado el día anterior, no era raro.

Unos minutos más tarde escuchaba toques en mi puerta mientras le ayudaba a Dereck a resolver un problema.

-Pase -dije.

Mi madre asomó su cabeza por la puerta y nos miró con una sonrisa de boca cerrada.

-Hice galletas, ¿Quieren una?-entra por completo al cuarto mostrando un plato de galletas de chocolate en sus manos.

Le miré con los ojos entrecerrados, ella solo quería saber que estábamos haciendo, pero me gustaban las galletas que hacía así que lo dejé pasar.

-Gracias mamá. -dije con los dientes apretados ligeramente, mamá dejó las galletas al lado de la laptop, creí que se iría, pero solo se quedó parada detrás de nosotros.

-¿Cómo van con el trabajo? -respiré profundo, Dereck fue quien respondió con un «genial» mientras comía de las galletas, yo solo imploraba por más paciencia.

La miré de nuevo, moviendo mis labios pronunciando un «vete» silencioso. Me hace caso dirigiéndose a la puerta, y antes de salir eleva el pulgar derecho y me guiña un ojo.

-Bien, sigamos. -solté todo el aire que estaba conteniendo.

Luego de quince minutos, aproximadamente quinientas palabras más en el trabajo y ninguna galleta en el plato gracias a Dereck, escuché de nuevo tres toques en mi puerta.

Que alguien me dé paciencia...

¿Acaso una chica de diecinueve no puede meter a un chico a su cuarto para hacer una tarea sin que alguien la moleste?

La situación responde sola la pregunta.

-Pase... -un tinte de fastidio se hizo presente en su voz.

-¡Hola!, ¿Cómo van allí? -dice mi padre casi gritando-. Ah, no nos presentamos aún, soy Carl, el padre de Kaly. -le extiende su mano.

-Dereck Hams, un gusto. -responde su gesto.

-Me preguntaba si Cuando terminen con eso, Dereck y yo podíamos charlar un rato, ¿Te parece?-me preguntó mi padre.

Y Antes de que pudiera siquiera decir algo para que mi querido padre saliera de mi cuarto, Dereck se me adelantó.

-Claro. -respondió el castaño con entusiasmo.

-¡Genial! Nunca he hablado con un amigo de mi querida hija.

-¿Por qué será, papá? -dije en un susurro, solo para mis adentros, tan bajo que nadie logró escucharlo del todo-. Si no te molesta, papá estamos haciendo tarea aquí... -le señalé mi laptop.

-Está bien, está bien, ya me voy. -alzó sus manos en rendición.

Se dirige a la puerta y antes de cerrarla me guiña un ojo, imitando a mi madre «Que alguien me ayude».

-Perdona a mis padres, es que nunca había traído a alguien a casa.

-No te disculpes, pelirroja. Son muy agradables.

No sé cómo, no sé por qué, no sé que tienen sus ojos que pueden atraparme en segundos. Nuestras miradas se funden una con la otra y es como si sus ojos fueran un gancho invisible que me arrastra hacia él una y otra vez.

Era de esas miradas que te aceleraba el corazón, te hacía hiperventilar y olvidarte del mundo, olvidarte de todo en ese mismo instante...

Y yo quería olvidarme de este mundo junto a él.

El sonido de una cámara hace que rompamos el contacto visual y de inmediato nos volteamos a ver de dónde provenía. Mis padres estaban asomados en la puerta con una cámara en las manos.

Creo que esto es más vergonzoso que las bragas en mi escritorio.

-Oh, ustedes sigan con lo suyo. Nosotros solo... ¿Quieren galletitas? -se ríe mi madre sosteniendo otro plato de galletas.

-No, mamá, no queremos galletitas. Solo salgan de mi cuarto, por favor -inquiero ya muy enojada.

-Yo solo tengo una pregunta -mi papá levanta la mano como si estuviera en una clase de la escuela- ¿Qué intensiones tienes con mi hija?

-¡Papá, Ya basta! -alzo la voz pero no mucho.

-Solo soy su amigo señor Mason... Por ahora. -respondió Dereck entre risas, y mi cara no aguantó el sonrojo.

¿Qué quiso decir con "por ahora"?

-¿Cómo? -papá lo mira asombrado y un poco más serio de lo normal.

Quiero salir de aquí y hacerme bolita en el fondo de mi closet.

-Era broma... -intenta decir Dereck, pero lo interrumpí, tratando de arreglar la situación tan incómoda que se acaba de formar.

-Mamá, papá, ¿Pueden salir de mi cuarto, por favor? -me tapo la cara con las manos para que no vean mi rostro rojo.

Revientan en carcajadas y cierran la puerta, siguen escuchándose las risas a lo lejos y yo siento que moriré de la vergüenza que tengo.

-Si no te importa, ¿Podrías pedirle esa foto a tus padres?, Quiero conservarla -habla la voz aterciopelada del chico que tengo justo al lado.

-Oh, te aseguro que conservarán esa foto. Hasta podrían enmarcarla. -río negando con la cabeza.

Después de un rato terminamos la tarea, nos quedamos hablando un poco y jamás me sentí así de bien intercambiando palabras con una persona.

-Y dime, Dereck. Sé que eres un estudiante de intercambio, pero, ¿De qué lugar vienes? -apoyo mi codo en el escritorio sosteniendo mi cabeza con la palma de mi mano.

-Ah... Yo -se pone un poco nervioso-... Vengo de... ¡Nebraska!... ¿Qué? ¡Sí, Nebraska! -Empieza a reír mucho. En serio, mucho, y de una manera extraña.

Ser callada en la escuela me permitió aprender a analizar muy bien a las personas... Pero por favor, tú y yo sabemos que este tipo está más nervioso que cuando nos toca exponer frente a toda la clase.

-Eh... De acuerdo. -mis cejas se arquean en un gesto de confusión.

Resulta que Dereck es de Nebraska... Interesante.

-¿Por qué no habías traído a alguien aquí nunca? -cambia de tema rápidamente.

No sabe que solo aumentaba mi curiosidad, que había despertado con su llegada. Nueva misión: saber de dónde viene Dereck en realidad.

-Bueno, no he hablado de esto con nadie -le sigo el juego-... Es solo que, no me gusta. -es lo único que digo.

-Sé que te gustan los libros, pero no sabía que leías tanto. -se voltea hacia las repisas repletas de libros.

-Si, me encanta. Cuando leo dejo de pensar en el mundo que me rodea, y solo me concentro en las palabras. Leer no es solo... Leer ¿Sabes?, utilizas tu imaginación a tu antojo, conoces nuevos mundos, nuevas historias, que para mí, cada una es especial. Cuando leo, me olvido por un momento de todo lo malo que me pasa. Para mí los libros son paz, algo maravilloso que no cambiaría por nada.

Estaba mirando mis libros fijamente y ni siquiera me había dado cuenta.

Dereck se mantiene en silencio, uno muy espeso y por eso me volteo para mirarlo «¿Dije algo malo?».

-No, no dijiste nada malo. Fue todo lo contrario. -su mano se posó sobre la mía en el escritorio, acariciándola suavemente.

Se sentía tan cálida y suave que no me molesto en apartarla. Al instante mi corazón se aceleró cuando entrelazó nuestros dedos, tal y como lo había hecho cuando caminábamos por la feria.

-¿Cómo es que haces eso?... -no dudé en preguntar.

-Leer mentes no es lo único que hago, pelirroja. -me interrumpe.

-Dime, dime cómo lo haces. -insisto.

-Bien, tú ganas... Ven conmigo. -señalo mi ventana y ahora creo que se ha vuelto loco.

-¿Qué?

-Solo sígueme. -me toma de la mano dirigiéndose a mi ventana.

Si, definitivamente se ha vuelto loco.

Y, como lo hizo ayer, comienza a trepar por las ramas del árbol para bajar hasta mi patio.

No voy a trepar como un mono en ese árbol de nuevo.

-Vamos, no te pasará nada. Te lo prometo. -dice mientras me extiende su mano aún en la rama.

-Ayer casi me mato bajando ¿Y quieres que lo haga de nuevo?

-Primero que nada, no te ibas a matar porque te atraparía de todas formas, y segundo, sí, quiero que lo hagas de nuevo porque sé que si no mueres bajando de este árbol tu curiosidad hará el trabajo.

Diablos, tenía razón, mi curiosidad había ido demasiado lejos. Tomé su mano y subí a la rama. De mi boca escapó un pequeño grito, con lo cual él puso sus dedos sobre mi boca para que hiciera silencio. Me ayudó a bajar sana y salva.

Ya estaba oscureciendo y las luces de las casas y postes se hicieron presentes. Caminamos por las calles pavimentadas del pueblo, hasta que de un momento a otro ya lo habíamos dejado atrás y me comenzaba a preocupar.

-¿Dereck, a dónde vamos? -pregunto con total confusión y miedo.

-Ya verás.

Atravesamos un callejón oscuro, tomé la mano del castaño alto por el miedo y la oscuridad hasta que por fin salimos... Quedando a pocos pasos del bosque.

De repente me entran las ganas de salir corriendo y...

-Te alcanzaría en un segundo, pelirroja. -Me da una sonrisa de lado.

-Joder, ¡Deja de leer mi mente si no me vas a decir nada! -mi voz temblaba, al igual que todo mi cuerpo y no precisamente por el frío.

No me responde, solo nos adentramos más al cúmulo de árboles secos y grandes, la oscuridad y la niebla me ponían los pelos de punta y la seriedad en la cara de Dereck no era ningún contribuyente a mis nervios.

Se aleja un poco soltando mi mano, se voltea y quedamos frente a frente.

-Solo... No te asustes ¿Si? -me pide.

-De acuerdo. -asiento con la cabeza.

Creo que me dejará sola aquí en el bosque. ¿Por qué? Simple, solo camina alejándose poco a poco de mí.

Visualizo a lo lejos como comienza a quitarse la ropa. Saca su camisa por sobre su cabeza, los zapatos salen a volar y empieza a quitarse el pantalón.

-¡¿Qué diablos estás haciendo, Hams?! -grito demasiado confundida.

No me contesta y termina con su pantalón, solo se queda con su ropa interior girando sobre su propio eje... Ahora puedo verlo de frente «A este tipo le doy y no la hora».

Todo su cuerpo grita "¡Cómeme nena!" Su torso y abdomen definidos, sus brazos gruesos dónde podrías contar cada músculo de lo visibles que son cada uno y ni hablar de sus piernas. No sé de dónde viene el pensamiento de como se sentiría lamer el sudor de sus abdominales.

¡¿Qué estoy pensando?! Debería estar pensando en la biblia o algo así.

Se aleja un poco más, y aprovechando que está de espaldas detallo su culo, bonito y redondo. Me doy una cachetada mental para dejar de pensar en esas cosas, pero joder, jamás había visto un espécimen tan hermoso físicamente.

Detiene el paso, luego comienza a correr a una velocidad alarmante en mi dirección. Pienso en correr también para alejarme de él, pero mis piernas no responden y solo me quedo parada allí, anonadada.

-¡Agáchate! -Me grita. Le hago caso tirándome a la fría tierra, viendo cómo me pasa por encima. Mi corazón está acelerado, estoy como una gelatina y me niego a abrir mis ojos cuando un gruñido se apodera de mis oídos.

Sí, estoy asustada, pero quería saber de dónde había salido tal sonido. Me levanto y volteo lentamente a mis espaldas.

Había algo, una criatura grande que no podía identificar por la oscuridad de la noche y la niebla del bosque. Mi único impulso fué correr lo más rápido que pude, mis piernas se movían como nunca lo habían hecho antes, al sentir que aquella criatura me perseguía.

Yo corría rápido, pero no más que lo que fuera esa cosa. Solté un grito cuando me empuja mandándome al suelo, haciendo que quede boca abajo contra la tierra «Mierda».

Cerré los ojos con fuerza cuando sentí que lo tenía justo encima, respirando en mi nuca... Me atreví a abrir los ojos, miré hacia arriba y lo que visualicé fue un osico. Me arrastré intentando alejarme, la criatura me siguió con la mirada y alzó su rostro permitiéndome verlo mucho mejor.

Era un lobo.

Pero no un lobo normal, el animal era más grande que yo en sus cuatro patas, sus ojos brillaban en la oscuridad, no era un lobo normal. Caminó hacia mí y yo me levanté retrocediendo con temor, pero mi espalda choca contra el tronco de un árbol impidiéndome alejarme.

Me está mirando fijamente y me dí cuenta que eran los mismos ojos color verde de Dereck. Mi mano se levanta, como si tuviera vida propia, intentando acariciar lo que tenía en frente. Toco su pelaje «Es suave como terciopelo».

-Eres tú -dije sorprendida a más no poder-... Eres un lobo.

Tallo mis ojos para ver si estoy alucinando, me pellizco para saber si no es un sueño.

Y efectivamente no lo es, está ahí transformado en lobo. Pensé que leer tantos libros de fantasía me habían hecho daño, pero era real, él era real.

No sabía si correr o quedarme, pero ¿cómo podía escapar si me tenía atrapada contra el árbol?

-Dijiste que no te asustarías -escuche la voz de Dereck en mi cabeza.

¿Qué?

Olvidaba que podía leer mentes...

-No leo la mente de cualquier persona, pelirroja. Solo la tuya, porque eres mi mate.

-¿Cómo que mate? -le pregunté, al borde de mi confusión.

-Como verás soy un lobo, un cambia formas, ya que puedo volver a mi forma humana cuando quiera y... -no lo dejo terminar, ya ví que puede transformarse, quedó más que claro.

-¡Si, si! Ve al grano ya.

-Bien, llegué aquí y descubrí que eres mi mate, lo que significa que no puedo estar lejos de tí ni tú de mí, si no moriremos, ya que una vez que el lobo conoce a su mate sus almas se conectan por el poder de la diosa Luna...

-¿Cómo que la diosa Luna? -lo interrumpo de nuevo.

-¡¿Quieres dejar de interrumpirme?! -asiento-. Como te decía, la diosa luna es quién elige el alma gemela de un lobo, y ya que la diosa Luna te eligió a tí para ser mi mate, eso significa que tu alma y la mía quedarán atadas para toda la eternidad... -lo vuelvo a interrumpir por lo que acababa de decir.

-¡Wow, alto allí vaquero! ¡¿Cómo sabes que soy tu mate?!

-¡Por la diosa luna, contigo no se puede hablar sin que interrumpas! Es cosa de lobos, sé que eres mi mate por cosas de lobos ¡Ya deja de interrumpir o no te explico un carajo! -me quedo quieta y asiento para que prosiga-. Bien, los lobos solemos marcar a nuestra mate, en muy pocos casos la mate es humana, y cuando lo es, al marcarla, sacamos su lado lobo. Si es un lobo por naturaleza simplemente se le marca, por lo tanto nadie la puede tocar.

-Ah, que bonita historia, pero fíjate que ni te conozco para que vengas a decirme que soy tuya y que tú alma y la mía quedarán juntas o yo qué sé -en mi voz se mostraba solo un poco de enojo.

Nótese el sarcasmo.

-Sí, si eres mía, pero para el resto no. -se me acerca más, impidiendo que haga algún movimiento.

-¿Sabes qué?, estás demente, ¡yo no soy de nadie! -no sé de dónde salió tanta osadía, ni la fuerza que necesite para hablarle de esa forma, pero aproveché que se había alejado un poco por mi actitud para empezar a correr.

No sé ni para qué lo hice, no sé ni para qué corrí si en menos de nada me alcanzó, es muy grande y yo soy una enana comparada con él.

-Pelirroja, por favor no te vayas, ven conmigo, a mi mundo... A Draflyn-¿A dónde?

Ah no, ahora sí que se ha vuelto completamente loco ¿Qué carajos es Draflyn? Él me había dicho que venía de Nebraska... Espera, ¿Me mintió?

«Noooo, no lo hizo».

-Estás loco, ni en tus sueños más bonitos iría contigo -vuelvo a salir corriendo, pero esta vez no me detiene, y aprovecho eso para salir del bosque y regresar al pueblo.

A lo lejos veo las luces de los postes. Voy corriendo por las calles hasta que logro visualizar mi casa, entro por la puerta trasera cerrando con seguro y subo a mi cuarto con rapidez cuidando que mis padres no estén en la zona.

Cierro mi puerta con pestillo por seguridad, pero cuando volteo hacia mi ventana estaba allí, él estaba allí convertido de nuevo en humano con mi sábana al rededor de su cintura.

-No te desaseras de mi tan fácil, pelirroja. Te llevaré conmigo por las buenas o por las malas, sé que no lo entiendes y es que es por tu bien...

-Vete. -Le señalo la ventana.

-Lamento haberte asustado... -suspiró, saltando por mi ventana.

Y... Se llevó mi sábana.

Me siento en mi cama, recostándome en la cabecera. Pienso seriamente en si decirle a mis padres o a la policía, pero lo más seguro es que me manden directo al manicomio por decir tales cosas "Oh mamá, Dereck es un hombre lobo que quiere llevarme a su mundo y dice que soy su mate o yo qué sé" no suena nada raro ¿Verdad?

Tomo el elefante de peluche que él me había regalado. Si cargaba mi sábana al rededor de su cuerpo, es porque al transformarse toda su ropa se rompe ¿no?

Pero si toda su ropa se rompe, ¿quedaría desnudo cuando se transforma?

«Noooo, sin ropa es un unicornio... ».

Por lo que ví cuando se quitó la ropa tenía un cuerpo muy lindo, abdominales, brazos, piernas. Tenía su cuerpo muy bien tonificado, aunque no en exceso.

«Lo puedes probar cuando quieras, pelirroja»

Me levanto de la cama de repente ¿Quién dijo eso?, ¿Por qué es la voz de Dereck?... ¡¿me estoy volviendo loca?!

«No estás loca, soy yo».

Ay diosito, ¿me llevas o yo misma me voy?

«¿Por qué no vienes conmigo a Draflyn?».

Camino por mi habitación, hasta me asomo en la ventana, pero no hay nadie... Está bien, seguro es un sueño.

«Sí que es difícil convencerte, pelirroja».

Listo, confirmado, estoy loca. Decido que es mejor irme a dormir y olvidarme del día loco que tuve.

‡«♡»‡

Un rayo de sol entra por la ventana dirigiéndose justo a mi cara, haciendo que me despierte «Que alguien apague el sol».

Lo primero que siento al despertar es una cosa tibia pegada a mi espalda y algo que rodea mi cintura, es un... ¿Brazo?

Estoy apoyada sobre mi costado, y volteo la cabeza para ver a un hermoso y somnoliento Dereck. Su cabello está desordenado y mi sábana solo tapa lo necesario de su cuerpo. Siente mis movimientos y abre sus ojos lentamente acostumbrándose a la luz.

Yo solo me encuentro mirándolo embobada y digamos que un pequeño sonrojo en mi rostro.

-¡¿Qué haces aquí, en mi cama, en mi casa... Y desnudo!?-dije casi gritando, viendo que está como Dios lo trajo al mundo.

Intento salir inmediatamente de la cama, pero cuando lo hago su brazo me aprieta más contra su torso desnudo... Siento algo duro pegado a mi espalda baja y de inmediato sé lo que es.

¡Tengo su... cosa pegada a mi culo!

-Cálmate, estoy aquí porque anoche iba a devolverte tu sábana, pero tu cama se veía tan cómoda y no quería caminar hacia mi casa de nuevo porque vivo muy lejos, así que me quedé a dormir. -Le miro extrañada por su relato.

-¡Pero eso no te da derecho a acostarte en mi cama!, ¡es mi cama! ¡Mía, ¿entendiste?, Mía!

-Lo siento, no puedes culparme por dormir con mi mate... -apoya su codo en mi cama elevándose un poco y haciendo que la luz le dé directo a su cuerpo «Maldición, se ve tan sexy».

-No... No soy tu mate... -balbuceo, pero alguien detiene las palabras incoherentes que salen de mi boca.

-¡Kaly, despierta ya!, ¡Que sea domingo no significa que puedes dormir hasta las tres de la tarde! ¿Bien? -dice mi mamá tocando la puerta de mi habitación.

No le respondo, y mi corazón empieza a latir con gran rapidez dentro de mi caja torácica.

-¿Cariño, estás bien?-vuelve a preguntar.

-Ay no, es mi mamá ¡Escóndete! -Dereck sale de la cama llevándose la sábana con él. No sé dónde esconderlo, y si lo ven saliendo por la ventana los vecinos van a pensar que tuve una... Digamos, noche salvaje.

-Kiki -me llama mi madre con un apodo que me puso de pequeña, y ahora es algo vergonzoso-¿Puedo pasar?, Quería hablar contigo sobre algo.

-Ah... No, no puedes, es que... -miro a mí alrededor esperando encontrar donde meter a la cosa desnuda que está parada en medio de mi cuarto-. No me he lavado los dientes y la boca me huele a queso azul... -el castaño que está a mi lado me ve con extrañez.

¿Queso azul?, ¿En serio, Kaly?

-Vamos, Kaly déjame pasar. -la voz de mi madre se pone dura y seria.

-Eh... Ya voy -meto a Dereck bajo mi cama, él se queja de que no cabe y yo le digo que haga silencio y que entre allí.

-¡Vamos, métete! -me hace caso

-Buenos días, ¿Cómo estás? -mi mamá entra con una gran sonrisa.

-¡Excelente!, ¡Estoy genial! ¿Por qué piensas que no lo estoy?, No, tú estás escondiendo algo bajo la cama. -digo con demasiada rapidez, apuntándole con el dedo índice.

-¿Okay...? Me preguntaba si podíamos hablar de Dereck.

-¿De Dereck?, ¿Quién es Dereck?, Obviamente no está bajo mi cama.

¡Lo estoy arruinando!

-Vale... -enarca una ceja- ¿cómo se conocieron?

-Nos conocimos en la escuela. Compartimos la clase de química, el fué quién se animó a hablarme y nunca me había sentido tan cómoda hablando con una persona -mire al piso conteniendo una sonrisa para que mi madre no viera lo rojo que estaba mi rostro cuando pronuncié aquellas palabras.

Pero mi sonrisa se esfumó cuando la cabeza de Dereck salió de debajo de la cama.

-Ah... Sentí una conexión y todo eso que dicen los mejores amigos ¡De acuerdo mamá, eso es todo. Que linda charla, nos vemos. Adiós! -lo digo todo tan rápido que mi mamá no llega a procesarlo. La empujo hasta la puerta y cuando está afuera de mi cuarto la cierro con pestillo.

-¡¿Qué carajos fue eso, Hams?! ¡¿Estás loco?!

-¡Lo siento! ¿Vale? Es que no cabía debajo de la cama -sale de allí con mi sábana envuelta en su cintura.- Yo... olvidé mi ropa.

-¿Cómo que la...? Olvídalo - suspiré-. Tengo otras, puedes llevarte esa.

-Gracias... Kiki -dice con tono burlón.

-¡No me llames Kiki! -lo empujo hasta la ventana donde se monta en la misma rama de anoche-. Ahora vete.

-Nos vemos mañana.

-¿Y si no yo quiero verte mañana?-lo reto.

-Pues vendré y te veré yo a tí, mi querida Kiki -se le dibuja en el rostro esa sonrisa llena de suficiencia que lo caracteriza.La amo, pero también la odio.

-Eso no tiene sentido.

-Como quieras.

-Bien.

-Bien. -me imita.

Baja del árbol y se va a escondidas para que así nadie pueda verlo... Con mi sábana en la cintura.

Mi estómago cruje implorando comida y voy al baño para asearme. Luego de cambiarme bajo para comer.

-Hola, mi pequeño solicito, ¿Cómo estás? -me pregunta mi padre sentado en uno de los sofás individuales de la sala, me acerco a él.

-Bien. -le doy un cálido abrazo.

-Oye, tengo una pregunta, ¿A qué hora se fue Dereck? No lo ví salir. -me siento al lado de mi padre y me mira esperando mi respuesta.

-Es que... Nos quedamos a ver una película... Y terminó muy tarde. -sonrió nerviosa.

La película se titulaba "Caperucita roja" yo era Caperucita... Y él era el lobo.

Lo pensé, pero no lo dije.

-De acuerdo. -entrecierra sus ojos-... ¿Él te gusta?

-¡Papá, claro que no! -me sonrojo.

Le mentí a mi padre... Claro que me gustaba Dereck, pero en ese momento me daba miedo admitirlo, me daba miedo aceptar lo que sentía, y lo que pasó anoche me había asustado...

¡Pero joder! Eso solo aumentaba la curiosidad que amenazaba con salir.

La historia de Caperucita no contaba con que ella podría enamorarse del lobo feroz...

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