Capítulo II

If I had a heart - VioDance

‡ Dereck Hams ‡

Una semana antes.

Lanzo una roca al agua cristalina del lago haciendo que rebote cuatro veces sobre esta. Hadas revolotean de aquí para allá, el sol se refleja en la superficie del agua, yo solo me limito a contemplar el panorama,«Este lugar me da tranquilidad».

Masajeo mi cuello antes de sentarme en una de las grandes rocas del suelo, últimamente mi padre me ha puesto más tareas de lo normal, dice que tengo que cumplir mis deberes para ser «el Alpha». Y no es que no me importe, pero ya es demasiado con que me ponga a vigilar el bosque por las noches, ir de territorio en territorio y eso sumándole el vigilar que los vampiros no crucen nuestra frontera.

«Me tiene harto».

De repente, un pequeño zumbido me saca de mis pensamientos, es algo molesto, ya que está cerca de mi oído.

Sé quién es, le gusta provocarme. Con rapidez me levanto y volteo sobre mi propio eje esperando encontrarme con la creadora del molesto sonido, pero no hay nada más que árboles y arbustos.

¿A dónde se...?.

Recibo un gran susto cuando unos pequeños brazos se enredan en mi cuello.

-¡Te atrapé!. -dice una voz suave.

-Eres una tramposa, Rúbi. -tomo sus brazos quitándolos de mi cuello.

Ella es mi mejor amiga, casi mi hermana, al menos yo lo siento así, ya que la conozco desde niño, aunque seamos de diferentes razas es una de las personas más importantes para mí.

Una sonrisa burlona se forma en su rostro delicado. Las hadas suelen ser pequeñas, con rostros que parecen de porcelana, cuerpos delgados y alas que llegan a ser más grandes que ellas mismas.

Ese es el caso de Rúbi, tez clara, su cabello corto y pelinegro cae sobre su frente de una manera desordenada que la hace ver más tierna de lo que ya es, lo adorna una corona de rosas carmesí que se asemejan al color de su vestido y de sus alas transparentes que brillan con la luz solar.

-Si claro, no soportas que esta pequeña hada te haya sorprendido. -se apunta a sí misma con su índice y se sienta en la misma roca en la que yo estaba, hago lo mismo.

-Como digas, pequeña. -me rindo, empezar una discusión con ella es estar dispuesto a perder o a empatar, suele ser demasiado terca.

-¡No me llames pequeña que no lo soy!. -la hago enfadar un poco, a veces cuando le digo cosas como pequeña o tierna, se molesta y cuando le pasa eso sus mejillas se ponen todas rojas, una escena digna de un «Aww».

-Como digas, pequeña.

Ella me fulmina con la mirada y luego se ríe.

-Eres la persona más molesta de todo Draflyn -su sonrisa se desvanece un poco-. ¿Has tenido un día tranquilo?.

-Por ahora sí, mi padre no me ha fastidiado como de costumbre así que vine aquí.

Se queda callada, muerde su labio inferior como si me quisiera decir algo y sé que es así, pero espero a que lo haga por si sola.

-¿Qué pasó?. -me animo a preguntarle cuando no dice nada.

-Es que... En serio, perdón por arruinar tu tranquilidad, pero Mikaela...

-No me la menciones, por favor. -froto mi rostro con ambas manos en un gesto de frustración, no estoy para pensar en las boberías que hace Mikaela.

-... Ella cree que tú y yo tenemos algo. -me dice forzadamente, algo le pasa.

-Ya dime, ¿Que hizo esta vez?, ¿Se va a cortar la cabeza ella misma?. -me burlo, aunque sé que es capaz de hacer lo que sea.

-Ella... -las palabras no salen de su boca.

-¿Ella...?. -empiezo a preocuparme cuando sus ojos se cristalizan.

-Intentó cortar mis alas. -dice al fin como si le costara trabajo digerirlo.

Ni siquiera yo puedo hacerlo aún. Mi ira incrementa en nanosegundos a niveles que no puedo controlar, es como si mi cerebro se apagara y lo único que tuviese para pensar sería la furia.

Me alejo de allí corriendo, Rúbi grita a mis espaldas, pero no le prestó ni la más mínima atención, grita que pare, pero Mikaela ya me hartó, ya es suficiente.

Mi forma animal se apodera de mi cuerpo gracias a la temperatura de mi cuerpo mientras corro, «Un lobo».

Soy mucho más rápido en mis cuatro patas dejando a mi amiga alada atrás. Tal vez hubiese dejado de ser alada hace unos momentos por culpa de mi ex.

Sí, tuvimos algo. Pero ella nunca entiende el significado de la palabra "tuvimos".

Voy a la frontera que separa mi territorio con el de los vampiros, los lobos estamos entre ellos y los demonios mientras que las hadas están del otro lado. Pero debido a las disputas que existen entre la raza de los malditos chupasangre con la mía desde hace años está netamente prohibido cruzar la frontera de ambos lados.

El conflicto se debe a que los lobos siempre han gobernado Draflyn, digamos que a los vampiros no les gusta nada. Ya perdí la cuenta de cuántas veces han tratado de asesinar a mi padre. Cada raza tiene su propio gobernante, pero mi padre es el jefe de todas y Alpha de los lobos.

Pero eso no me importa ahora, solo quiero encarar a Mikaela.

Debido a todos los problemas entre nuestros clanes, Mikaela y yo no podíamos estar juntos, pero eso no fue un impedimento. Nos veíamos a escondidas, era como un amor prohibido, pero luego comenzó con los celos, su comportamiento era intenso y agotador. La verdad se estaba volviendo una mala relación y yo no pretendo ahogarme por una mujer que me tenía atado de una manera demasiado dañina.

Pero cuando corté lazos con ella empezó a acosarme, a celarme de cuánta chica se me acercara. Hablé con ella, pero parece no escuchar y esto ya es el colmo. «Me tiene hastiado».

Paso esquivando a los guardias de la frontera que me gritan que me detenga, pero joder, a veces la ira me gana, ya lo dije.

Mientras corro por el territorio nublado, unos cuantos vampiros me ven simplemente porque no me importa pasar por dónde se me antoja, ahora solo estoy concentrado en una sola cosa.

Los guardias de la frontera me persiguen y ahora odio que sean tan rápidos, ya que en menos de nada me tienen forcejeando en el suelo. Soy grande en mi forma de lobo por lo que varios me sujetan, pero los vampiros se caracterizan por su fuerza, y esto se demuestra cuando me agarran de las orejas y me inmovilizan.

Escucho pasos, logro alzar un poco el hocico para ver a quien se acerca. «Justo a quien quería ver».

-Vaya, ¿Qué haces aquí, amor?. Me hubieses avisado que venías para poder arreglarme para tí... -su cabello castaño oscuro se menea con la brisa fría mientras una sonrisa coqueta se dibuja en sus labios tintados de rojo carmesí.

-¡No estoy para tus malditos juegos, Mikaela! -le interrumpo-. Escúchame bien, no quiero verte cerca de mi territorio o de mi familia o sino...

-Amor, ¿Pero qué he hecho para que te pongas así?. -la sonrisa no deja su rostro mientras juega con la tela de su falda negra que le llega un poco más arriba de la rodilla.

-¡Dime qué le hiciste a Rúbi!. -me es inevitable preguntar.

-¿A esa que se cree hada?, no le he tocado ni un solo pelo... Aunque ganas no me faltan. -lo último lo dice susurrando, pero lo llego a escuchar.

Y dale con las mentiras.

-¡Mikaela no... !. -otra persona se hace presente cortando mis palabras.

El pelinegro, alto, con rasgos maduros, con un porte superior e intimidante que afectaría a muchos, pero a mí no, no cuando he pasado toda mi vida con mi padre que es peor. Camina con las manos detrás de la espalda recta y con la mandíbula alzada, su cabello negro contrastaba con su piel pálida y sus ojos rojos carmesí.

He aquí el rey vampiro; Victor Ryons, el progenitor de Mikaela Ryons.

Su cabello está peinado perfectamente hacia atrás, su vestimenta oscura hace contraste con su piel tan blanca como la leche. Y es que se cree que es la cosa más importante de todo Draflyn cuando solo es un simple gobernante de una raza traidora.

-Miren que tenemos aquí -se para al lado de su hija-. Un lobucho de quinta.

Lucho una vez más para que los guardias me suelten, pero es inútil, lo único que gano es que me terminen lastimando contra el suelo.

-¿Qué haces aquí? -me pregunta Víctor, la escoria mayor-. No todos los días se ve al futuro Alpha rompiendo las reglas que su propia especie impuso.

-¡No es tu asunto!. Vengo a hablar con Mikaela, no contigo...

-¡Mi hija no va a hablar contigo! -la castaña más baja abre la boca para hablar pero su padre no la deja continuar-. ¡¿Es acaso que quieres ilusionarla de nuevo?!, ¡¿No tienes vergüenza?!.

-¡Pues dígale a su querida hija que no la quiero cerca de mí o de mi territorio o se tendrá que atener a las consecuencias!. -Victor se queda callado mientras le da una señal a sus guardias para que me suelten.

«Quiero arrancarle la cabeza», pero no puedo, matar a un gobernante significa perder mi puesto como líder de todo Draflyn y eso es justo lo que quiere Víctor. Al consejo,ni a los gobernantes de las hadas y demonios les importa el pleito que tenemos los vampiros y los lobos, pero para mantenernos al margen decidimos no cruzar la frontera de ambos lados.

-Reclamando a alguien por romper las reglas mientras tú haces lo mismo... -¡Maldición!. No lo soporto, pero decido irme antes de hacer algo de que arrepentirme.

Vuelvo a mi territorio con la mirada de muchos sobre mí, «Ya le van a ir con el chisme a mi padre». La verdad no quiero escuchar sus gritos y reclamaciones, pero no me queda de otra que volver cuando noto que está a punto de anochecer.

La gran casa rodeada de bosque está hecha de madera, al menos en gran parte. Entro aún en mi forma animal, no voy a transformarme de nuevo afuera y arriesgarme a qué alguien me vea desnudo, ya que mi ropa se despedazó toda hace unos momentos.

Se me acerca una de las sirvientas de la casa mirándome algo extrañada por entrar de esta forma, pero decide no tomarle importancia.

Por la diosa Luna, es mi casa, puedo andar como se me pegue la gana.

-Joven, su padre quiere verlo en su despacho... Si le soy sincera está que hecha fuego. -me dice en un susurro.

¿Cree que no lo sé?. Mi padre pocas veces toma esa actitud, a menos de que me meta en problemas, tal y como está pasando justo ahora.

Primero voy a mi habitación en el segundo piso para cambiarme, ya en mi forma natural camino por el pasillo que da al despacho de mi padre. «Creo que puedo oler su furia desde aquí».

Toco la puerta de mi destino, pero no encuentro respuesta. Cómo si mi papá supiera quién está detrás de la puerta la abre y me mira con las cejas fruncidas a más no poder y con la mandíbula apretada.

Es más alto y corpulento que yo, castaño de ojos verdes igual que los míos. Sus facciones son fuertes y maduras mientras que las mías son algo más perfiladas, él dice que en cuántos rasgos me parezco más a mi madre.

La vibra que emana no se compara ni un poco a la de Víctor. ¿Ahora entienden?.

-Pasa -le hago caso sin refutar. Pero vamos, no soy capaz de enfrentarlo cuando está enojado.

Cierra la puerta y se para frente a su escritorio, apoya ambas manos en él respirando profundo.

Pienso que se ha calmado cuando:

-¡¿Qué carajos hacías en el territorio de los vampiros?! -comienza a gritar-. ¡¿Estás demente?!, ¡Va contra las reglas y los sabes!... Más te vale que tengas una buena excusa, Dereck porque si no te aseguro que se me va a olvidar que eres mi hijo.

Los chismes aquí sí que corren rápido...

-Mikaela rompió las reglas entrando a mi territorio, ¡Intentó cortarle las alas a Rúbi y... ! -no me deja terminar cuando ya me está reclamando.

-Pero tú también las rompiste yendo al territorio de los vampiros. ¡Y amenazaste a un gobernante!. -me reclama como siempre.

-Papá, tú sabes muy bien por qué lo hice. ¡Me conoces!.

-Y por eso sé que fuiste imprudente. -si, lo fuí. Pero no soportaba ver como casi dañan a Rúbi.

-Escucha, yo nunca amenacé a nadie...

-A nadie no, a Víctor sí -se sienta en la silla que está detrás de su escritorio y pone sus manos en forma de círculo encima de este-. Al consejo no le importa que sea un puto loco por el poder, pero si les importará lo que hiciste.

-Le tienes miedo. -sé que no es así, pero lo parece.

-¿A él?... Cómo si no me conocieras ya. -se levanta para dirigirse a una de las ventanas de la habitación.

-¿Y entonces qué le temes tanto?. -le pregunto de repente. Siempre lo hago y nunca consigo respuesta. Tal vez alguien como él no le tenga miedo a nada, al menos eso era lo que creía de niño, pero todos necesitamos al menos una pizca de temor para poder vivir.

Veo como traga grueso mientras sus manos se cierran formando unos puños detrás de su espalda.

-Le temo al temor -contesta a mi pregunta, no logro entender muy bien.

¿Al temor?, ¿A qué se refiere?.

-Escucha, Dereck necesito que hagas algo -se voltea para mirarme-. Dentro de dos años serás el Alpha de los lobos y líder de todo Draflyn.

«Creo que los humanos sospechan de nosotros, no sé por qué ni como, pero una cosa es segura, debemos proteger nuestro mundo. Hace unos días había un humano en el bosque, estaba persiguiendo a un hada, luego uno de los guardias lo trajo aquí y tuvimos que matarlo. Tú sabes muy bien de lo que ellos son capaces y es por eso que tú vas a ir allá. Vas a averiguar cómo es que saben de nuestra existencia.

Espera un segundo, ¿Qué?. Mis ojos se abren a más no poder y mi boca forma una gran "O" por la sorpresa. ¿Qué diablos acababa de decir mi padre?.

-¡¿Cómo?!. No, no y no. Yo no voy a ningún lado. Envía a otras personas, pero a mí no me vas a enviar a un matadero.

¿Cómo se le ocurre llevar a su propio hijo al mundo humano?. No digo que me caigan mal, pero no los conozco. Además, ¡Si me descubren me matan! Y no estoy listo para morir tan joven.

Quiero casarme, tener hijos, luego mi esposa me engaña con otro, nos separamos, vuelvo a casarme, tengo más hijos, me engañan, me caso... Ay, al final se vuelve un círculo vicioso.

-Dereck, no te lo estoy preguntando, te lo ordeno. Si gustas puedes llevar a tu Beta.

-¿Y cuándo voy a ir?. -le pregunto sin ganas.

-Mañana mismo. -responde saliendo del despacho, lo persigo.

-¡¿Qué?!. Haberme dicho antes que te querías deshacer de mí tan rápido. -intento seguirle el paso hasta las escaleras.

-Pues ya estás informado. Cómo tú Alpha te lo ordeno, y más te vale cumplir porque de ti depende el futuro de Draflyn. -me da la espalda bajando las escaleras principales de la casa.

-Y como futuro Alpha me niego. -no me presta atención.

«Igual me va a mandar».

Voy a mi cuarto antes de pedirle a una de las empleadas que me traiga algo de comer.

La ira contra Victor y Mikaela no ha cesado, pero al menos logro olvidarme de ellos por un rato cuando me duermo apenas tocó la cama.

‡ «♡» ‡

-Dereck -siento que alguien susurra en mi oído-... Dereck... Dereck... ¡¡¡Dereck, levanta tu culo de esa cama ahora!!!.

Me levanto asustado por el grito repentino «¿Qué carajos?».

-Tu padre me mandó a despertarte. -Zac, mi mejor amigo y Beta se cruza de brazos frente a mí.

-Pero no era para que me grites en el oído. -creo que me dejó sordo.

-No seas tan dramático, damita. -me quita las sábanas cuando me arropó de nuevo sin querer levantarme.

-¡Bien, ya voy! -me rindo. Voy al armario encontrándome con...casi nada-. ¿Dónde está mi ropa?.

-Ah, una de las empleadas ordenó tus cosas. -el pelinegro apunta a una gran mochila al lado de mi cama.

Me pongo lo que quedaba en el closet, un suéter desgastado y algo holgado y unos vaqueros negros junto con los zapatos que traía.

Automáticamente me dirijo a mi mesita de noche y abro el primer cajón, encontrándome con una pequeña cajita,quien contiene un collar con un dije de oro en forma de corazón.

Este collar era de mi madre, y a mis nueve años me lo dio. Dijo que si me lo ponía siempre estaría conmigo, ese mismo año murió.

Ella era la persona más importante para mí, la amaba con mi alma y me la quitaron. No sé si mi padre lo haya superado, pero a mí aún me duele, el que la asesinaran tampoco ayuda. Por años intenté descubrir quién fue, pero lo único que supe es que la encontraron en el mundo humano.

Decido alejar esos pensamientos antes de que me consuman, me pongo el collar, tomo la mochila y salgo de la habitación con Zac.

Ya en la plata baja visualizo a mi padre y a Lyla. Miro a Zac y este se encoge de hombros.

Suelto un suspiro pensando en que mi vida corre peligro. No es que esté asustado ni nada, pero una cosa es ser cobarde y otra es querer proteger tu culo.

-Buena suerte, hijo. -dice mi padre dándome palmadas en la espalda.

-Si, la necesitaré -le digo con un tinte de molestia en mi voz.

Nadie puede culparme, si mi propio padre me está llevando a una condena de muerte.

Me toma de los hombros y me abraza, forcejeo para soltarme, pero no me queda más que corresponder el gesto para que me deje en paz. Lyla y Zac se me adelantan y yo los sigo sin mirar hacia el hombre que me engendró.

-¡Yo también te quiero hijo! -me grita desde la entrada de la casa.

-¡Cómo sea!.

Zac, Lyla y yo nos adentramos al bosque rumbo al portal que nos llevará al mundo humano. Queda algo lejos, por lo que a mitad de camino, la rubia empieza a quejarse de que le duelen los pies «Y es por esto que no quería que Zac la trajera».

-¿Acaso no has caminado nunca?. -inquiero ya harto de todo esto.

-Dereck, no seas así. Solo está cansada. -mi amigo pelinegro le da un pequeño beso a la rubia que tiene como novia, luego la carga como a un bebé.

-¿Me cargas a mí también Zac? -le digo burlón. Lyla ríe y él me mira fulminante.

-Vete a la mierda, Dereck.

Luego de casi una hora caminando, llegamos a nuestro destino. El portal parecía un gran espejo, jamás lo había cruzado, jamás me le había acercado y mi miedo incrementa cuando recuerdo lo que le pasó a mi madre.

«Todo va a estar bien».

-¿Dereck?. -Zac chasquea los dedos cerca de mi rostro como si quisiera despertarme-. Ya hay que cruzar.

Miro al frente, y me armo de fuerzas respirando profundo antes de avanzar. Alzo mi brazo para ver si es seguro, luego paso mi cuerpo completo.

Quiero que en mi lápida de muerte diga "Era un chico realmente guapo" ,por favor.

Mi vista se aclara, escaneo mi alrededor y me doy cuenta de que no es la gran cosa. Es como el bosque que acabamos de dejar, pero más frío, con neblina, los árboles sin hojas y el cielo gris. «¿Cómo es que los humanos viven así?»

Zac y Lyla ya han cruzado. Seguimos caminando, y por lo que veo, debe estar helando aquí. Los lobos pocas veces tenemos frío, gracias a qué nuestra temperatura corporal es alta.

Mi padre dijo que había una pequeña casa abandonada cerca, donde podíamos quedarnos mientras estemos aquí, solo para no andar entrando y saliendo de nuestro mundo, ya que si alguien nos ve, estaremos en problemas.

-¿Cuánto falta? -dice Lyla ya cansada por la caminata.

-Falta poco amor, falta poco. -la consuela Zac.

Me les adelanto, debe estar cerca por lo que mi vista se pasea de aquí para allá, buscando la cabaña.

-¿Es esa?. -me pregunta Zac mientras baja a Lyla de sus brazos, apuntando en una dirección específica.

Me volteo y a lo lejos, se vislumbra una pequeña cabaña de madera.

-Supongo -nos acercamos.

Pero de repente, Lyla se baja de Zac, y como si estuviera poseída, sale disparada hacia el lugar.

-¡Por fin! -grita.

«Esta loca».

El pelinegro de mi amigo alcanza a su novia y pasan juntos a la cabaña mientras yo me quedo contemplándola. Parece que este será mi hogar por un tiempo.

‡«♡»‡

A veces por las noches salgo a caminar, me ayuda a despejar mi mente, a dejar de pensar en todas las obligaciones que demanda mi padre o solo por diversión. La luna estaba hermosa, me sorprende que la de los humanos sea de esa forma, aunque en Draflyn parecía ser más grande.

La verdad era que quería curiosear un poco, tenía miedo, pero a la vez intriga. ¿Qué hacían los humanos? ¿Qué comen? ¿Cómo viven?.

Dejo a mi mente divagar por un rato, hasta que algo llama mi atención.

Era una pequeña luz naranja a lo lejos.

Camino hasta a ella y cuando llego estoy parado sobre un piso que no es de tierra ni de madera. La luz está sobre un enorme palo de... ¿Metal? ¿Qué es eso?. Parecía una especie de farol.

Hay más de estas luces por todo el camino, iluminándolo. No me hará daño investigar un poco...

Sigo el camino iluminado por las luces. Me paro en seco cuando algo pasa a toda velocidad por la calle que esta a mi lado. Veo a la cosa alejarse y detenerse por un momento, en eso se encendieron un par de luces rojas detrás.

«¿Qué diablos?». La cosa esa parecía tener cuatro ruedas, era como un carruaje realmente extraño... ¿Habrá alguien dentro? Me acerco más para verificar, pero vuelve a arrancar tomando velocidad y alejándose de mí.

-Eso fue raro -me digo a mi mismo.

Sigo caminando hacia la dirección en la que se perdió la cosa, hasta que veo algunas casas, y van aumentando en número mientras voy avanzo. Casi todas tienen las luces apagadas.

A mis fosas nasales me llega un olor extraño, jamás lo había olido, por lo que lo sigo «Menta y... ¿Tierra mojada?».

Camino, camino hasta que el olor se intensifica y veo una ventana de una casa abierta. La luz estaba encendida... Hay alguien adentro, y me doy cuenta de que de allí viene el olor peculiar.

Me quedo mirando fijamente la ventana hasta que alguien aparece detrás... Es una chica.

Su cabello era rojizo, uno muy lindo que jamás le había visto a nadie de mi mundo, tampoco una piel tan clara, exceptuando la de los vampiros, pero está era una... Linda. Desde aquí solo logro ver la mitad de su cuerpo, desde la cintura para arriba.

Trago grueso cuando se voltea a la ventana y queda frente mi. No parece notarme, no parece notar que la estoy viendo. Puedo ver a la perfección su rostro, es parecido al de un hada, delicado, delgado... Hermoso.

Se me acelera el corazón y por alguna razón comienzo a sudar. Mi lobo interior empieza a saltar y querer apoderarse de mi cuerpo, pero me controlo cuando un pensamiento loco invade mi mente.

«Mate»

¿Será?... No, no puede ser... Un humano no puede ser...

Aunque quería apartar la vista, no podía dejar de detallarla y es que mientras más lo hacía más hermosa me parecía.

Siento mi rostro calentarse mucho. Nunca había sentido algo como esto antes... Me asusta, por lo que intento alejarme, pero mis piernas no responden.

Ella se aleja de la ventana y lo próximo que veo es la habitación en completa penumbra.

Mi padre me habló de esto, pero nunca creí que él pasaría con un humano. No puede ser... Esto no puede ser.

Su alguien en Draflyn llegará a enterarse, he incluso mi padre, no sé que haría.

Miro al cielo, noto que la luna está lena y recuerdo las palabras de mi padre:

«Un lobo siempre encuentra a su Mate en luna llena y lo que te atrae es su olor. Pensarás que no lo habrás olido antes, y es eso lo que te confirma que es tu alma gemela».

Mi-er-da.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top