Capítulo 5: El crimen
Aún Laya está mirando hacia la penumbra del pasillo, donde Vlad desapareció hace unos momentos, la debilidad se está apoderando de su cuerpo, se tambalea y apenas consigue agarrase de la puerta.
Leo: ¡Laya!
En el mismo instante, Leo la toma en sus brazos y la lleva con cuidado a la única cama de la habitación, él cierra la puerta y se sienta en la cama, junto a ella, abrazándola con fuerza y ternura, la calidez de su abrazo la devuelve poco a poco a la realidad, el temblor desaparece...él le quita con delicadez los mechones húmedos de pelo adheridos a su frente.
Leo: ¿Puedes contarnos qué pasó?
¡Dziiin! Un plato de porcelana se cayó del estante, sus fragmentos se esparcen por el suelo con un fuerte sonido metálico, el corazón de Laya se ha parado por un instante, mira al estante, allí también hay un reloj grande de arena, la mirada de Leo también está fijada en él.
Leo: ¿¡Qué diablos?!
La arena fluye lentamente en el reloj a través del cuello estrecho, pero no de arriba a abajo, sino al revés subiendo...
Laya: ¡Oh!
La ventana se abre con un estrépito, las cortinas se empiezan a mover, junto con el aire de la noche, un ruido penetra por la ventana abierta, el coro de cientos de voces tristes, que había oído, ahora gritaba una palabra.
Leo: -Se acerca decidido a la ventana y mira hacia afuera, escuchando-
Pero, en un instante, todo desaparece, se instala el silencio, era como si un director invisible agitara su varita e hiciera callar a toda la orquesta, las cortinas se balancean pacíficamente, el hilo de la arena fluye perezosamente hacia abajo, como es normal...aparece la sensación de que todo fue un sueño y solo ahora la despierte.
Leo: ¿Tú y Vlad también visteis algo parecido?
Laya: ¡Sí! -le cuenta a Leo sobre las voces y el lago, su voz tiembla de la emoción- esto fue increíble...pero debe haber una explicación, ¿verdad?
Leo: -Simplemente niega con la cabeza- sea lo que sea, ya se acabó, ahora necesitas dormir y no te preocupes, estaré al lado -se sienta en un sillón, con la intención de pasar la noche allí-
Laya: Leo...acuéstate a mi lado, por favor, de lo contrario no dormiré.
Leo: De acuerdo.
Él se acuesta y la acerca a él, abrazándola con una mano, la cabeza de Laya descansa tan cómodamente en su hombro, como si este sitio fuera creado para ella; Leo parece tener un don para ahuyentar los miedos, a su lado, el pánico se evapora.
Laya: (Como bajo el ala de un ángel...) -se acerca más a Leo y envolvió los brazos alrededor se su cuello-
A través de la fina capa de ropa, Laya siente los relieves de su fuerte cuerpo, una ola agradable de placer recorre su piel, deslizo la mano debajo de su camisa y empieza a acariciar su pecho, vientre...la respiración de Leo se acelera y su cuerpo se vuelve más caliente, él se vuelve hacia ella, pasa la mano por su mejilla y...la besa en los labios.
Laya: ¡Mmmm!
Hay tanta pasión y hambre en su beso...se convierten en un solo ser, sus manos se entrelazan y se deslizan con avidez sobre el cuerpo del otro, Leo la abraza con más fuerza y se tumba sobre la espalda, arrastrándola detrás de si, ella se encuentra encima de él, ahora siente debajo de ella, más debajo del cinturón, otro relieve impresionante...
Laya: ...
Pero de repente él la agarra por la cintura y la aparta, acostándola a un lado, a cierta distancia.
Laya: ¿Leo?
Leo: Lo siento, no puedo hacerlo, esto estaría mal ahora.
Laya: Pero yo...
Leo: Tienes miedo y has llegado a mi cama contra tu voluntad, necesitas protección, y no...-echa la cabeza hacia atrás, se frota la frente con la mano y suspira- te deseo muchísimo, de verdad, no sabes cómo te deseo...pero no quiero aprovecharme de la situación.
Él le da la espalda y Laya se quedó tumbada, mirando al techo, sus pensamientos, furiosos al principio, empiezan a enfriarse y pensó que igual tiene razón, en ese momento Leo vuelve, la abraza cálidamente, entierra su nariz en la nuca y le susurra...
Leo: Vamos a dormir.
Laya: -Cierra los ojos y pronto se queda dormida-
Cuando Laya se despierta por la mañana, Leo no está en l habitación, se lava la cara rápidamente y sale al patio del castillo.
Sandra: ¡Buna dimineata! (¡Buenos días!)
Resulta que no noto a Sandra, que estaba en cuclillas, cerca del agujero en la muralla del castillo.
Laya: ¿Qué estás haciendo?
Sandra: ¡Allí hay alguien!
Laya se inclina hacia el agujero, un par de ojos la miran desde la oscuridad.
Laya: Creo que es un gato, alejémonos, tal vez ella salga sola.
Se alejan un poco, incluso ahora, temprano en la mañana, el paisaje alrededor del castillo no parece muy acogedor, la niebla se arremolina sobre las montañas y al sol parece no gustarle pasar por este patio.
Sandra: ¡Cuantas leyendas y rumores he escuchado sobre este castillo cuando era niña!
Laya: ¿Y de dónde vienen? No hay humo sin fuego.
Sandra: Bueno, de hecho, estos lugares son diferentes, las tecnologías no funcionan aquí, también hay otras rarezas, pero no hay nada místico en esto, mi profesor decía todo es debido a los metales escondidos en las montañas, campos magnéticos o algo parecido, en los viejos tiempos, por supuesto, la gente no entendía esto, así que inventaban cuentos.
Las palabras de Sandra aliviaron el alma de Laya, ella esperaba una explicación parecida.
Laya: Por cierto, ¿has visto a los demás?
Sandra: No, probablemente duermen todavía.
Laya: Iré a echar un vistazo a la terraza y también tomaré algo rico para tu misteriosa bestia, tal vez así lo atraigamos.
Sandra: Claro, vamos a intentarlo, mientras, lo cuidaré.
En el patio, en la terraza, Laya ve a Anton, él lleva una bandeja para servir café.
Anton: ¡Buenos días, señorita!
Laya: Buenas, Anton, ¿a quién estás sirviendo?
Anton: El señor Vlad desea tomar un café.
Hasta ahora, Laya alejaba los pensamientos sombríos que a Vlad le podría ocurrir algo por la noche, al escuchar que estaba en casa, fue como si una piedra se cayera de su alma.
Anton: Él y el señor Leo están lanzando cuchillos.
Ella no entendió durante un instante, pero al siguiente palideció.
Laya: (¿Cuchillos? Los dos, ¡Vlad y Leo! ¡debo de estar allí!) Anton, ¿Dónde están?
Anton: No se lo puedo decir, el amo ha prohibido molestarlos, solo me ordenó traer café.
Laya: ¡Significa que yo les llevaré el café!
Anton: Como quiera, señorita, es usted la dueña de la casa -le entrega la bandeja y señala con la mano- están junto al gran roble, al entrar en el jardín, siga el camino de la izquierda y luego recto.
Laya: -Se echa a correr-
Anton: ¡Señorita! ¡olvidó el café!
El caminito torcido pasa a lo largo de árboles y arbustos, pronto ve la copa de un enorme roble viejo.
Laya: (¡Es aquí!)
Una valla viva de arbustos altos la separa del claro, se acerca y mira con atención a través del follaje, debajo del roble hay una tabla de altura humana con marcas de objetivos ¡Wiiij! Un cuchillo silba frente a sus ojos y clava con un chirrido en el centro del tablero, muy cerca de otros cuchillos.
Leo: Es mi turno -se acerca al objetivo y empieza a sacar todas las cuchillas que sobresalen de él-
Vlad: Oh, queda uno más.
Con el corazón en la garganta Laya ve a Vlad tomando un cuchillo con dos hojas y apuntar, esta lista para gritar, pero oye la voz tranquila de Leo.
Leo: Tíralo -se aleja del objetivo nada más que un paso y se pone a esperar, indiferente a todo-
Vlad: ¿No tienes miedo de que falle?
Leo: Todavía no has fallado ni una sola vez, ¿Por qué lo harías ahora?
Vlad: ¿Y si lo haría a propósito?
Leo: Hubiese sido más fácil no salvarme ayer, en la cámara de tortura.
¡Wiiijj! Vlad clava el cuchillo exactamente en el centro, Leo lo recoge y vuelve.
Laya: (Me quedaré a escuchar más)
Vlad: Leo...gracias por cuidarla anoche.
Leo: No lo hice por ti.
Ellos se paran uno al lado del otro, Leo apunta.
Leo: ¿Y a dónde fuiste ayer?
Vlad: -Se queda en silencio-
Leo: Tienes demasiados secretos.
¡Wiiijj, wiijjj, wiiij! Uno detrás de otro, Leo lanza varios cuchillos, todos en el blanco.
Leo: Pero la trajiste a mi por la noche, así que su seguridad está por encima de tus intereses.
Vlad: ¿Qué intereses?
Leo: -Sacude la cabeza y sonríe- solo un idiota creería que la trajiste por las pinturas, no, la que necesitas es la misma Laya, ¡te enamoraste de ella!
Vlad no reacciona de ningún modo a estas palabras, él lanza su lote de cuchillas al tablero, sin fallar ni una sola vez.
Vlad: No sabes nada sobre mí.
Leo: Da igual, solamente me interesa una cosa: ¡que Laya esté sana y a salvo! Y haré todo para que así sea.
Vlad: Lo sé -baja la mano en la que lleva el cuchillo y mira a Leo- controlo la situación, pero...si existe el menor riesgo y siempre lo hay...Leo, vuelve hoy al castillo y vive con nosotros por ahora.
Leo: Esto es algo nuevo, los paseos nocturnos te influyen de manera extraña.
Pero Vlad parece no notar su ironía.
Vlad: Quédate a su lado, especialmente cuando yo no esté aquí.
Leo: ¿Estás seguro? ¿no te arrepentirás?
Vlad lanza de repente un cuchillo con fuerza, esta vez en el borde del tablero, luego, con un brillo malvado en los ojos, se vuelve hacia Leo.
Vlad: Al lado, pero no demasiado cerca.
Leo: ¿Así que me ofreces quedarme respetando tus condiciones? ¿Jugando al papel del guardaespaldas de la "amiga del amo", a quién le está prohibido mirarla? No, así no funcionará, me quedaré, pero no puedo prometerte nada, ¡si hay rivalidad que sea justa!
Vlad: Bueno... tienes razón.
Leo arroja el último cuchillo directamente al objetivo y se vuelve hacia Vlad, tendiéndole la mano.
Leo: Tengo todos los cuchillos, tú tienes menos uno, has perdido.
Vlad: -Le estrecha la mano y sonríe ligeramente- es solo una pequeña lucha... ¿Dónde está Anton con el café?
Sandra: -Aparece en el sendero, saludando con la mano- ¡hola! ¿Dónde está Laya? Anton me dijo que ella se dirigió hacia aquí.
Los chicos se miran con sorpresa, Laya se da cuenta de que no tiene sentido seguir escondiéndose y sale al claro.
Sandra: Oh, aquí estás y yo te estoy esperando, me estoy preocupando.
Laya: Todo esta bien, me enteré casualmente de que los hombres están lanzando cuchillos y me asusté, por favor, no hagáis esto nunca más.
Leo: ¿Tenías miedo de que nos cortáramos?
Laya: Eso no tiene gracia, estaba realmente preocupada.
Vlad: En vano, bueno, vayamos a la terraza.
Anton los saluda con una cara sombría y malhumorada y se va a hacer otro café, porque el viejo se había enfriado por completo.
Sandra: Leo, enseguida te iras, ¿verdad? ¿me llevaras hasta mi pueblo?
Leo: Por supuesto.
Sandra: Mili también quería ver los corderos, Laya, ¿vienes con nosotros?
Laya: Gracias, pero tengo que ir a otro sitio, al Museo de Brasov, quiero averiguar dónde están las otras tres pinturas, antes de que su rastro se haya enfriado por completo.
Vlad: -La mira de manera extraña, no parece gustarle la idea-
Leo: Laya, puedes venir conmigo, pasaremos en Brasov y luego a por Nosfetaru.
Vlad: No está de camino.
Leo: ¿Qué diferencia hay? No me cuesta nada.
Sandra: Hay otra opción, Leo nos dejará en mi pueblo y seguirá su camino, nos quedaremos un tiempo luego tomaremos mi camioneta y nos iremos los tres a Brasov.
Vlad: El camino más fácil es ir conmigo.
Los tres la miran y Laya entiende que debe tomar una decisión.
Laya: -Lo piensa un rato y al final decide irse con Vlad- es realmente la forma más sencilla, Leo tiene prisa, nosotros iremos un poco más tarde y os llevaremos a vosotras, Sandra y Mili, todavía hay que despertarla...
Sandra: De acuerdo, que así sea.
Leo: Tomaré un café en el camino -se levanta, casi derribando la silla, saluda con la mano y se aleja-
Leo se fue, a las chicas les llevó una hora más despertar a Mili, desayunar y prepararse, finalmente los cuatro salen del castillo en el coche de Vlad, Laya mira abstraída el paisaje a través de la ventana trasera.
Laya: (El castillo es hermoso, sin duda alguna, espeluznante pero hermoso, estas montañas, la niebla y los pájaros en el cielo, es fascinante...)
Pronto llegan al pueblo Frío, Vlad para el coche y salen todos.
Mili: ¡Esta vez esto parece mucho más bonito!
Vlad: -Mira los alrededores con interés-
Una chica sale corriendo a la carretera y se dirige hacia Sandra.
Chica: ¡Aaaaa! Te mataré, cabrona, ¡llevas tres años sin aparecer en casa! -empieza a abrazar y a besar a Sandra con alegría-
Mili: -Dice en voz baja- Leo y yo la vimos antes, ¡entonces se reía histéricamente! Pero ahora es una chica normal, maja...
Sandra: Os presento a mi hermana, Ilinca.
La chica sonríe amistosamente y los abraza, primero a Laya, luego a Mili, ella se para al lado de Vlad, él la mira afablemente, sonriendo, pero Ilinca no se atreve a abrazarlo y se aleja desconcertada, la puerta cruje y un hombre alto, de aspecto lúgubre, sale del patio.
Hombre: ....
Mili: ¡Leo y yo también vimos a este!
El hombre no les presta ninguna atención y se para al lado de Sandra.
Sandra: ¡Buna, tata! Eu am venit. (¡Hola papá! Ya volví) -le sonríe con alegría y un poco culpable-
En respuesta, él la mira con una mirada oscura y pesada, sus labios se curvan.
Hombre: ....
Luego él se da la vuelta con indiferencia y sigue su camino, pronto desapareciendo en la curva.
Sandra: -Se queda confundida-
Laya: ¿Quién es?
Ilinca: Es nuestro padre, Mihai...
Vlad: ¿Él no ha visto a su hija durante tres años y la está recibiendo de esta manera?
Sandra: Siempre fue un tipo muy duro, pero ahora...Ilinca, ¿Qué le pasa?
Ilinca: No lo sé, últimamente está muy raro, no habla, no duerme en casa, casi se ha trasladado a su molino, apareció esta mañana, más oscuro que una nube y se va otra vez, seguramente no aparecerá en otros dos días.
Laya: Sandra... ¿quieres que vayamos a ningún lado? -no quería dejar a Sandra sola en semejante momento- Brasov puede esperar, podemos quedarnos contigo.
Sandra: Gracias, Laya, pero no es necesario, estoy bien, Ilinca y Mili están conmigo.
Laya: ¿Estás segura? Mili, ¿no has cambiado de opinión?
Mili: Laya, todo está bien, somos adultos, nos las arreglamos.
Pronto Laya y Vlad se despiden de ellos y continúan el camino hacia Brasov, el coche avanza rápidamente por la carretera, Laya esta perdida en sus pensamientos.
Vlad: Sandra es una buena chica y su hermana también, aunque son muy diferentes.
Laya: ¿Qué? Ah, sí...Vlad, acerca de esta noche...
Vlad: Por favor, no me hagas preguntas, Laya, todo lo que necesitas saber es que no tienes nada que temer.
Laya: ¿Es por eso que le pediste a Leo que se quedara?
Vlad: -Le lanza una mirada corta y aguda y luego la dirige otra vez hacia la carretera- no deberías haber escuchado esa conversación, son nuestros asuntos, de los hombres.
Después de un buen rato por fin llegan al museo, esta vez se veía diferente, el edificio está claramente en obras y la entrada está bloqueada, Vlad aparca el coche y empiezan a estudiar los alrededores, Laya ve un papel en la puerta, informa de que el museo está cerrado por reformas.
Laya: ¿Será que vinimos en vano?
Vlad tira de una cuerda que bloqueaba la entrada y empuja la puerta, sorprendemente, se abre.
Chica: ¿Ce cautati aici? (¿Qué estás haciendo aquí?)
Laya se estremece, detrás de ellos está una chica formal, muy disgustada.
Laya: Hola, queremos hablar con el gerente.
Chica: ¿Sabéis leer? Lo pone allí, ¡en reconstrucción!
Vlad se acerca a ella, de manera que ella retrocede.
Vlad: Sí, lo podemos ver, no es necesario hablar así.
Laya: Esto es importante, venimos desde lejos...
La chica miró con miedo a Vlad, pero aparentemente decidió no ceder posiciones.
Chica: Dejad a mi abuelo en paz, la gente viene sin cesar....
Laya: ¿Eres su nieta? Mi nombre es Laya Burnell.
Al oír su nombre, la chica se arrugo aún más.
Nieta del gerente: ¡Largaos! ¡dejadlo en paz! ¡él no trabaja ahora!
Ella desparece rápidamente detrás de la puerta, empujando a Laya de camino y cierra la puerta con llave.
Laya: Que inesperado....
Vlad: -Tira de la puerta, pero es en vano-
Laya: ¿Qué hacemos?
De repente, un grito desgarrador se oye desde el museo, luego otro y otro más...
Laya: ¡Es ella la que está gritando! ¡hay que ayudarla! ¿pero cómo entramos? -mira la ventana más cercana: la parte superior está abierta- Vlad, ¡súbeme!
Él la levanta y Laya consigue trepar al alféizar de la ventana, metiendo la mano adentro, logra abrirla y trepa al otro lado, Vlad se estira y salta detrás de ella, Laya salta desde el alféizar de la ventana adentro y casi se cae en un charco oscuro del suelo, en el siguiente momento se da cuenta de que es sangre.
Laya: ¿¡Q-qué?!
Su mirada se desliza por el suelo, sin atreverse a mirar más alto casi todo el suelo está cubierto de sangre y las paredes están manchadas, en una esquina de la habitación está la nieta del gerente, su rostro estaba blanco como una sábana, ella se sostenía por las rodillas y gemía bajito.
Nieta del gerente: Oooo....
Laya sigue sin querer el rastro de sangre con la mirada, que fluye desde la habitación contigua, como encantada entro allí y...
Vlad: Laya, ¡no! Para -la rodea, bloqueando la entrada, la mira durante unos segundos hacia allí y luego cierra la puerta de golpe, saca su teléfono y llama a la policía-
De repente la chica los mira con ojos de cristal y canta...
Nieta del gerente: En pedazos...él está cortado en pedazos...
Empieza a temblar, Laya se apoya en silencio con el alféizar y se tapa los ojos con las manos.
Laya: (Qué horror...)
Nieta del gerente: Las pinturas, las malditas pinturas, ¡estoy segura! ¡el mismo diablo hizo que las comprara! ¡pero su sangre también está en mis manos!
Su voz de repente se convierte en un chillido, Vlad se pone en cuclillas a su lado y le toca ligeramente el hombro.
Vlad: ¿Cómo te llamas?
Nieta del gerente: M-marianne.
Vlad: Marianne, ¿Qué pasó con las pinturas? Sé que había seis, pero solo tres llegaron a la señorita Burnell, ¿sabes dónde están las demás?
La chica se tapa los ojos con las manos y murmura rápidamente.
Marianne: Sí, había seis, pero...he oído al abuelo hablar por teléfono con este estadounidense...Vincent, hablaban sobre el precio y pensé anda, viejo tonto, ¿Cómo puedes venderlas por centavos? Y luego le dije no se las vendas, ¡encontraremos para ellas unos compradores con la cartera más gruesa! Mi abuelo era generalmente blando, flexible, nunca me contradecía...
De repente, las lágrimas empiezan a fluir por sus mejillas, pero la chica sigue contando.
Marianne: Pero entonces no cedió, primero, dice, ya llegué a un acuerdo con Vincent y segundo, y esto es lo más importante...el joven filántropo que donó las pinturas al museo quería que ellas le pertenecieran a Vincent y nadie más.
Laya: ¿Y qué pasa con Bloom? También se los ofreció a Bloom.
Marianne: -Niega con la cabeza- no, no le ofreció nada a Bloom, este joven benefactor se lo sugirió al abuelo, que le diga a Vincent que su competidor también iba a por las pinturas y entonces él iría corriendo y luego me di cuenta de que el abuelo, hablando con Vincent, decía siempre "la serie de pinturas" y nunca mencionó cuántas había y entonces le convencí de que le diera a Vincent solo tres cuadros, de esta manera, mantenemos el acuerdo con tu jefe y también cumplimos la promesa dada al benefactor, nunca pensábamos venderle todas las pinturas a Vincent, tres eran para él son suficientes y propuse que las otras tres sean expuestas en un grupo cerrado de distribuidores para venderlas a un precio más alto, para tener la posibilidad de hacer algunos arreglos en el museo, eso fue lo único que convenció al abuelo, él no necesitaba nada, pero para el museo estaba listo a hacer cualquier cosa.
Laya: ¿Quién compró el resto de las pinturas?
Marianne: Uno de nuestros aristócratas locales, su apellido es Gradish, luego vinieron otros y gente de Bloom también, pero era demasiado tarde.
Vlad: -Se pone de pie de repente y repite pensativo- Gradish...
Se oye el sonido de las sirenas de la policía.
Laya: (La policía estará aquí en cualquier momento, le haré una pregunta más) Marianne... ¿Qué sabes sobre el donante de las pinturas?
Marianne: Casi nada, solo que es un hombre joven y que es extranjero.
La policía entra corriendo en la habitación, las explicaciones, el papeleo todo eso duró varias horas, básicamente, Vlad lo decidía todo, la policía lo trataba con mucho respeto y parece que, a petición suya, a Laya casi no la tocan, finalmente los liberan y se pueden volver al castillo, cuando ya se acercan al castillo, el coche paró bruscamente, Vlad se levanta del asiento y mira a través del parabrisas, él sale del coche, Laya lo sigue.
Laya: Vlad, ¿Qué es esto?
En la hierba había unos círculos quemados, con extraños patrones de piedra, varias de esas piedras yacían justo en la carretera, bloqueando el camino.
Laya: ¿Son signos de algún ritual?
Vlad: Es una tontería -empieza a patear las piedras, despejando el camino- siéntate, Laya, seguimos.
A medida que se acercan, el castillo se volvía más grande y luego Laya nota otra rareza.
Laya: ¡No hay más pájaros encima del castillo! ¡ninguno!
Vlad: Dicen que esto pasa antes de la lluvia...
Tan pronto como llegan al castillo, Laya se va de inmediato a su habitación, tiene la sensación que el espeluznante olor a sangre se ha impregnado en su ropa y piel.
Laya: (Lavarse, más rápido...y cambiarse de ropa) -al decir eso, se va rápidamente a bañarse y vestirse comidamente-
Laya: (Ahora hay que peinarse)
La ducha y la nueva imagen la animan un poco, pero los acontecimientos mórbidos del día no salen de su cabeza, de repente le apetece retroceder en el tiempo.
Laya: (Tal vez encuentre algo de paz allí) -saco una pintura y después de un tiempo su deseo se vuelve realidad-
1444, Imperio Otomano, Palacio del sultán en Edirne.
Lale andaba sin distinguir el camino, las espinas se pegaban a su vestido nuevo, pero ella no lo notaba, apareció el campo de entrenamiento, Lale se detuvo, se secó los ojos húmedos con la mano y solo después se acercó a la valla, la lección estaba en su apogeo, los jóvenes luchaban con espadas y entre ellos caminaban un hombre enorme Ali Bey, Lale también notó a sus amigos, Aslan y Vlad peleaban entre ellos.
Aslan: ¿Y así te gusta?
Vlad: ¡Toma!
Un par de ataques activos y Vlad acabó tirado en el césped, bajo la espada de su amigo, Aslan le tendió la mano, Pero Vlad se levantó de un salto con fuerza su espada en la hierba.
Vlad: ...
Aslan: ¿Una vez más?
Vlad: ¿Cuál es el sentido? Eres más grande y más fuerte que yo, solo estoy perdiendo el tiempo.
La pesada mano de Ali Bey tocó su hombro desde detrás.
Ali Bey: Vlad, ven aquí.
Vlad: -Frunció el ceño y se acercó a él-
Ali Bey: Sí, él más grande y más fuerte, por ahora, ¿crees que los enemigos a los que te enfrentarás cuando te conviertas en gobernante serán más pequeños o iguales que tú?
Vlad: -Negó con la cabeza- no, todos son mucho más grandes que mi país.
Ali Bey: Eso es, pero eso no significa que perderás, la fuerza no lo es todo, conecta tus ojos y tu cabeza, observa el enemigo, encuentra su punto débil, venga.
Vlad volvió a agarrar la espada, esta vez no tenía prisa por atacar, entrecerrando los ojos, él, como una cometa, observaba cada movimiento de Aslan, él perdió las siguientes dos peleas, pero en la tercera, logró arrancar la espada de las manos de Aslan.
Vlad: ¡Sí!
No pudo contener el grito de victoria, Ali Bey le dio unas palmaditas en el hombro con satisfacción.
Ali Bey: ¿Y bien? ¿Qué viste?
Vlad: ¡Su mano izquierda es más lenta que la derecha!
Ali Bey: Bien, sois libres, eso es todo por hoy.
Aslan vio a Lale y se acercó a la valla, él se echó el cabello hacia atrás con orgullo.
Aslan: Lo deje ganar, que lo sepas.
Vlad: No es cierto.
Aslan: Déjame impresionar a la chica.
Lale se paró a un lado de la valla y los chicos a su lado, en el otro lado.
Lale: (Quizás sea la última vez que charlamos de esta manera, sobre tonterías, muy pronto los trasladarán... ¡simplemente desparecerán de mi vida!) -tragó con dificultad el nudo que le había subido a la garganta y dijo con voz tranquila, pero firme- tengo malas noticias.
Aslan: ¿Qué?
Vlad: ¿Qué pasa?
Lale: Mehmed... ¡su primer decreto es que los extranjeros ya no puedan estudiar en la escuela del palacio! Seréis trasladados, ¡quizás a otra ciudad!
Los chicos la miraron confundidos, estaba claro por sus caras que aún no entienden o no se lo creen...
Aslan: Lale, anda, hasta que arreglen la nueva escuela...
Ali Bey: Por desgracia, ya hay una escuela, ya sé a dónde trasladarán a los extranjeros... -se puso completamente triste y añadió- esto no es una escuela, sino un cuartel, casi una prisión, quienes estudien allí necesitarán mucha voluntad y coraje...
Después Lale se despide de lo chicos para ir a clases allí ve al maestro Mustafá ajustándose nerviosamente la túnica.
Hojam Mustafá: Lale Khatun, has venido, muy bien, sé que estás perfectamente preparada para la competencia de mañana y aún así me estoy preocupando.
Lale. -Se acercó al profesor- no se preocupe, todo saldrá bien, estudié mucho, de verdad y confió en mis fuerzas.
Hojam Mustafá: -No pudo resistirse y la abrazó con fuerza, como un padre- ¡oh, alegría de mis ojos! ¡eres la digna sobrina de tu celebre abuelo! Sí, Lale Khatun, te di un rollo de los escritos de Sócrates para que te preparas, tómalo, tengo que devolvérselo a mi amigo, que estará presente en la competición.
Lale: Ummm, sí, por supuesto, lo tomaré... (¡Ah, tengo que correr al harén, encontrar a Zara y devolver el pergamino!) -se despide del profesor antes de irse-
La criada le abrió la puerta a Lale y ella entró en las habitaciones del harén.
Lale: (Por las vidrieras oscuras aquí hay tan poco sol...pobres chicas, viven como en una jaula) buenas noches Gul Khatun.
La mayor del harén se volvió hacia Lale e inclino la cabeza afablemente.
Gul khatun: Buenas noches, señorita, ¿a qué le debo el placer de verla?
Lale: Quiero ver a una de las chicas, a Zara.
Gul Khatun: ¿A Zara? Bueno, ella está aquí, pasa.
Lale solo ahora notó a la chica sentada en una esquina lejana, ella tenía la cabeza agachada y los hombros le temblaban levemente, a la llamada de la mayor, ella se levantó y se le acercó, Lale miró asombrada sus ojos rojos.
Gul Khatun: Justo estoy pensando en qué castigo elegir para ella, ¿te imaginas lo que hizo? Consiguió en algún lugar un pergamino y anda por aquí de inteligente, ¡como si fuera una anfitriona, leyendooooo! -con su dedo señaló con disgusto que yacía en las almohadas-
Lale: ¿Acaso esto es tan malo?
El rostro de Gul Khatun mostraba desconcierto.
Gul Khatun: Malo, bueno, una chica del harén definitivamente no necesita eso.
Lale: Sí, pero verá, por eso estoy aquí -hablaba de manera insinuante y confiada- mañana, los estudiantes de la escuela del palacio participarán en una competencia científica y necesitaremos un asistente, uno que sepa escribir y esto está entre las sirvientas, ya sabe...resulta que Zara es bastante educada, vine a pedirle que le permita ayudarnos.
Gul Khatun claramente no esperaba semejante giro de los acontecimientos, ella miró atentamente a Lale, como si se preguntara si debía confiar en ella.
Gul Khatun: Eres la sobrina de Murad II y he oído que eres muy querida y respetada por él, creo que puedo dejarla acompañarte.
Lale notó como la cara de Zara se iluminó.
Lale: Gracias, enviaré un sirviente a por ella y tomaré este pergamino.
A la mañana siguiente.
Lale miró una vez más el salón de la Academia, los viejo venerables y estrictos jueces de la competencia y la multitud de gente sabia la dejaban asombrada, Zara le entregó lo necesario para la escritura.
Zara: ¡Buena suerte Lale khatun! Todo saldrá bien.
Lale: -Le sonrió con calidez, respiró hondo, salió del pasillo y se inclinó ante la comisión-
Al principio estaban las tareas escritas, luego ella contestó a unas preguntas oralmente, la única chica entre todos los participantes, Lale sentía la especial atención hacia sí, Hojam Mustafá caminaba orgulloso, como un pavo real y susurraba con cada oportunidad...
Hojam Mustafá: ¡Mi alumna! ¡el resultado de mi nuevo sistema!
Al final de la competencia, los jueces revisaron las tareas durante varias horas y conferenciaron, finalmente, se le pidió al maestro Mustafá, como miembro honorario del Consejo, que leyera los resultados.
Hojam Mustafá: La lista de los diez ganadores, según el número de puntos acumulados, décimo lugar...
Él leyó todo el listado, hasta que quedó el último el primer sitio, el corazón de Lale daba vuelcos.
Lale: (Todo o nada)
Hojam Mustafá: ¡Y el primer permio es para Lale khatun!
Zara: -Saltó felizmente y la abrazó- ¡Sí, sí! ¡eres genial! Y te estoy tan agradecida de que me hayas traído aquí y pude presenciar este... ¡triunfo del conocimiento!
Lale: El maestro dijo que depende de mí éxito si a otras niñas se les permitirá estudiar en esta escuela, si se les permitirá, pediré primero por vosotras.
Actualidad, Rumania, el castillo.
Laya empieza a despertarse y lo primero que siente es frío, todo su cuerpo está enredado con algo, que le impide moverse, sus muñecas y tobillos están apretados con fuerza y los hombros le duelen mucho.
Laya: ¡Ah! -abre los ojos y se da cuenta de que esta acostada sobre una mesa, en el centro de un gran salón lúgubre, su cuerpo está atado con cuerdas de viña, alrededor hay rosas burdeos oscuro, velas encendidas, una lámpara pesada de madera se balancea encima de su cabeza-
Laya: ¡Aaaa! -grita y alguien, muy cerca, responde a su llanto con un gemido quejumbroso, volviendo la cabeza, ve aun hombre cerca de la mesa-
Está atado, colgando boca abajo en un gancho de hierro, con una mordaza en la boca.
Laya: ¡Anton!
El mayordomo la mira con unos ojos apagados y locos, en ese momento ve una hoja de cuchillo encima de ella y luego al que la sostiene, inclinado sobre ella.
Vlad: ...
CONTINUARA....
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