VAMPIROS DE LA CIUDAD SUBTERRANEA
Después de varios minutos en que ninguno sabía que comer, pues todo se veía delicioso. Dracul, ahora en la forma de Aryela Leppala, tomó el pan por el que estaban peleando, y lo puso en la mesa, luego fue por un cuchillo y empezó a cortarlo para repartirlo. Mientras los niños se devoraban el pan, saco varios jarros de aluminio y les sirvió la leche que había en unos lecheros. Miro a los niños durante unos minutos mientras se devoraban la leche y el pan, luego fue a revisar la despensa y ver que más podía darles. Había muchísima comida pero él no sabía cocinar, miro a los niños y estaba seguro que ellos tampoco sabían cómo preparar los alimentos.
Dio con varios paquetes que tenían distintos tipos de galletas y varias bolsas con frutos secos, repartió todo en partes iguales a los niños que seguían comiendo desesperados, y protegían su comida como si se las fuesen a quitar. En ningún momento Dracul lo vio como algo malo, pues él comía muy parecido a cómo lo hacían ellos y también miraba de vez en cuando en todas direcciones, en caso de que alguien fuera lo suficientemente estúpido para tratar de arrebatarle la comida de las manos.
Cuando uno de los niños suspiro de lleno, se dijo que era suficiente, si seguían comiendo así se enfermarían y él no iría a buscarles un médico. No quería tener contacto con más humanos, ya bastante incomodo se sentía cerca de los niños.
_"Ya han comido suficiente" dijo Dracul.
Los niños se detuvieron enseguida.
_"A dormir..." fue lo primero que se le ocurrió decir.
Cuando los niños se le quedaban mirando fijamente, a Dracul se le aceleraba el corazón y se ponía nervioso, no sabía cómo tratarlos, mucho menos tenía idea de cómo cuidarlos o brindarles las coas que ellos necesitaban.
Aún no sabía que iba a pasar con el orfanato y los niños, necesitaba tiempo y sentirse tranquilo para pensar. Guió a los niños a los dormitorios para visitas que había en el primer piso, y los distribuyo en las habitaciones.
Se quedó en el pasillo fuera de los cuartos hasta que ellos se durmieron. Escucho claramente sus susurros y nada de lo que dijeron lo hizo sentir mejor. Los niños lo preferían en su forma demoniaca que en su forma humana, se sentían más seguros si él era un demonio. Dracul miro sus manos y volvió al baño donde estaban los pedazos del espejo. Tomo el más grande y lo acomodo en un mueble. Se miró en el, sin creer que hubiera tomado la forma de ella, se miraba al espejo y veía a Aryela, pero si se concentraba más, veía su verdadera forma reflejada en el espejo aun cuando estaba en forma humana. Cerró los ojos y se concentró para volver a ser Dracul, el demonio.
Una vez que tomo esta forma, se miró nuevamente al espejo y se asqueo de sí mismo, sin embargo sentía que esa era su verdadera forma. Miró su reflejo un rato más y luego usó sus poderes y convirtió en polvo todo el desorden que había en ese lugar. Fue por todo el orfanato haciendo lo mismo. Al cabo de un par de horas se había desecho de toda la mugre, la sangre, los cadáveres de los niños muertos y todo el mobiliario de los pisos superiores, y las habitaciones que había estado ocupando el personal.
Todo estaba vacío y listo para ser arreglado y pintado.
Se concentró en las personas de la ciudad para saber que estaba pasando y había gran conmoción. Nadie se explicaba las muertes, pero poco a poco fueron atando cabos y supieron que tenía relación con el orfanato. Todos los que habían muerto tenían o habían tenido alguna relación con ese lugar.
Dracul sabía que varios llegarían allí por explicaciones. Los muertos eran muchísimos y de todas las clases sociales.
El demonio se sentó a la mesa en la cocina mientras comía algo de lo que habían dejado los niños. Seguía pensando que hacer con ellos, él no los podía cuidar, ni tenía amigos a quienes pedirles de favor que se hicieran cargo de los niños y del lugar.
Consideró sus opciones y se dijo que Ángel y sus vampiros eran lo más parecido a un conocido, o alguien cercano a él. Resoplo ante este pensamiento, pues nadie lo quería cerca, los aterraba a todos. Menos a los niños, pero ellos eran precisamente el problema.
Volvió a pensar en Ángel, y se preguntó si su enamorado estaría de acuerdo.
_"Debo convencerlos de alguna manera" se dijo.
Podía amenazarlos si lo quería, pero esa no era la idea. Si quería que alguien se hiciera cargo de los niños de manera responsable, y tal vez llegara a quererlos, debía ser su elección estar allí. Sabía que si los obligaba no funcionaría.
Desde que había conocido a los niños, había dejado de espiar en la vida de Ángel y los otros vampiros, No tenía idea en que estaban por esos días.
Concentró sus poderes en Ángel y Enoc y cerró sus ojos, solo rogo no pillarlos en mal momento como la vez anterior, no tenía interés en ver las nalgas de Enoc, o saber que tan bueno era en la cama. Había visto y oído más de lo que había querido la última vez que los espío.
Dracul se dijo que no estaba para estupideces en esos momentos, los interrumpiría sin importarle nada. Necesitaba que alguien se hiciera cargo de los niños de inmediato.
Se sorprendió al darse cuenta que Ángel, Enoc y los hermanos de él, todavía estaban en la hacienda de William el líder del clan de la ciudad subterránea. Sabía que Ángel había querido irse con Enoc a recorrer el mundo, no entendía porque aún seguían allí.
Decidió espiar un poco más a los de aquel lugar para saber que estaba pasando.
También quería saber que había pasado con los lobos. No perdía las esperanzas de que hubiera enemistad entre lobos y vampiros y así él tendría una excusa para castigarlos por no saber comportarse. No se sentía para nada seguro con esas dos especies dando vueltas por el mundo ahora que tenían conocimiento de él.
No creía posible que lo asesinaran, pero sí que le dieran grandes problemas y se metieran donde no eran requeridos.
Dracul no perdía las esperanzas de poder tomar un traguito de sangre de alguno de los que había liberado. Se saboreaba de solo pensar en el delicioso sabor de la sangre de vampiro, Sus poderes demoniacos se habían debilitado considerablemente con todo lo que había hecho en las últimas horas. Y se debilitarían más con lo que estaba por hacer.
Espiar a los humanos era sencillo, no así a los vampiros y lobos, ambas especies tenían desarrollados sentidos, debía tener más cuidado y usar mucho de su poder para pasar desapercibido al estar cerca de ellos.
Apareció en el techo de la gran casa del vampiro, siendo totalmente invisible al ojo de cualquiera de ellos. Oculto su olor y su presencia para que ninguno de ellos lo pudiera sentir.
Desde ahí arriba miró en todas direcciones para saber cómo estaba el lugar, le había costado bastante arreglarlo y recuperar todas las cosas de las que los cazadores se habían adueñado, y las que habían vendido.
Se concentró en los vampiros y había al menos unos diez reunidos dentro de la casa, otros andaban por los alrededores y unos cuantos en el pueblo donde estaban los lobos, al parecer, y si no le fallaban sus poderes, todos los lobos estaban allí, increíblemente ninguno se había marchado. Lo mismo que los vampiros.
Todos los que había liberado estaba allí, además de unos cuantos que no conocía. Al concentrarse en ellos, supo que tampoco tenían nada que ver con los griegos, esto lo sorprendió bastante, pues significaba que varios vampiros consiguieron no ser pillados por los cazadores. En total había unos treinta vampiros repartidos por diferentes lugares de la ciudad subterránea.
Esto no le gusto para nada.
No se sentía seguro con tanto vampiro vivo, sin embargo sonrió al pensar que tenía más posibilidades de alimentarse como era debido. La comida humana lo alimentaba y lo mantenía en pie, pero no lo hacía más fuerte, ni lo saciaba, solo la sangre de vampiro le proporcionaba todo lo que necesitaba para vivir.
Usó sus poderes y apareció en el living de la gran casa, era enorme, había sillones, mesitas y unos cuantos muebles repartidos por todos lados, además de una enorme alfombra que cubría todo el piso.
Había una chimenea que estaba encendida para Ángel, pues era la única que debía sufrir con el frio que había en el lugar. Enoc estaba sentado con ella en brazos en un sillón cerca del fuego.
Los vampiros hablaban de diferentes cosas, ninguno se había dado cuenta de la presencia del demonio. Dracul caminaba entre ellos observándolos, y viendo cómo vivían su día a día estos inmortales.
Janosh tocaba el piano, Ángelo tocaba la guitara. Vicky estaba sentada en las piernas de André mientras el vampiro jugaba ajedrez con Ammón. William, Gael, Tristán, Shane, Alejandro y Dante estaban conversando en otro extremo del living y otros escuchaban la música y a ratos interactuaban con otros que andaban por allí.
Ángel estaba envuelta en un chal abrazada a Enoc y hablaban en voz baja. Uriel y Jasiel estaban sentados en el suelo y le estaban contando una historia a Ángel. Cronos y Amabiel estaban sentados en el mismo sillón que Ángel y Enoc.
Dracul se acercó a ellos y se quedó escuchando lo que hablaban. El demonio miraba en los ojos de Ángel y sabía que ella no estaba contenta, alguien le había enseñado a ocultar sus pensamientos de los vampiros, pero eso no era ningún impedimento para que Dracul hurgara en su mente. Lo que vio no le gusto para nada, no porque sintiera algún afecto hacia Ángel, sino porque los vampiros se estaban pasando de la raya. A excepción de Enoc y sus hermanos, ningún otro vampiro estaba de acuerdo en que ella se fuera de allí, todos tenían pánico de Dracul y estaban aterrados de que llegara a aquel lugar y ellos no tuvieran ningún aviso antes. Ángel podía ver el futuro, lo que significaba que tenían una ventaja con ella allí.
Enoc y sus hermanos estaban furiosos con la determinación de los otros vampiros y los habían mandado a todos al diablo, pero Ángel había intervenido y les dijo que no tenía ningún problema en permanecer allí por unos meses, luego se marcharían sin importar lo que dijeran.
A ninguno le gusto que la muchacha les hablara con tal determinación, y estaban planeando cómo hacer que se quedara por más tiempo, pero Enoc y sus hermanos ya tenían todo planeado. A penas Ángel lo dijera se marcharían y seguirían con sus planes de recorrer el mundo y llevarla a donde ella quisiera.
Sin quererlo Dracul sonrió ante los pensamientos de estos hermanos, pues realmente querían a Ángel, y estaban dispuestos a enfrentarlos a todos por ella.
Lamentablemente lo que estaba pasando tiraba por tierra sus planes, ya no podría llevarla a ella y a su enamorado al orfanato para que se hicieran cargo de los niños. Ya no tengo nada más que hacer aquí se dijo Dracul. Tendría que buscar ayuda por otro lado.
Miro a estos vampiros una última vez y empezó a ir hacia la puerta para irse de allí, quería ir a dar una vuelta al lago antes de marcharse de ese lugar.
_"¡¡¡Ya cállate Luka, no la vuelvas a llamar así!!!", grito Carmina mientras entraba a la casa hecha una furia.
_"Porque no... si esa cosa no es ella" repuso el aludido, con un tono igual de furioso que el de Carmina.
Todos los presentes, incluido Dracul se quedaron estáticos con su atención puesta en la pareja que acababa de entrar. La vampira se dio vuelta aún más furiosa que cuando entro, y le dio una fuerte bofetada a Luka. Este se contuvo a duras penas para no atacar a la vampira por lo que había hecho. William fue enseguida al lado de su esposa mientras André y Ángelo fueron al lado de su hermano menor.
Dracul se acercó un poco más al grupo, para ver de primera mano que era lo que estaba pasando. Los vampiros que andaban paseándose por los alrededores también entraron instantes después, habían sido testigos de la pelea desde el momento en que Luka y Carmina salieran de la ciudad subterránea. No habían dejado de pelear en todo el trayecto hacia la casa, y todo parecía haber empeorado.
_"Te he dicho muchas veces que no la llames; "cosa", "Eso", "demonio", "monstruo", "abominación y todas las otras palabras ofensivas con las que te has referido a ella"
Carmina estaba aún más alterada y miraba a Luka como si quisiera borrarlo de la faz de la tierra.
_"Esa... ¡¡COSA!!... no es Ary le gritó Luka a todo pulmón, Carmina rugió furiosa y se fue contra él.
Los demás tuvieron que intervenir y alejarlos para que no se fueran a agredir. En este caso para que Carmina no siguiera agrediendo a Luka. El vampiro jamás le había aguantado a nadie, ni siquiera a sus hermanos que lo golpearan, y ahí estaba, con la mejilla al rojo vivo, por la fuerte cachetada que le había dado Carmina y que casi lo había arrojado al suelo.
Le había llevado todo su autocontrol al vampiro, para no reaccionar como generalmente lo hubiera hecho al ser agredido por alguien. Todos estaban muy tensos, Luka era el vampiro más fuerte que se hubiera conocido, todos conocían la fuerza desmedida que tenía, y nadie quería tener que enfrentarse a él, pero parecía inminente que aquello sucediera. Durante los últimos meses, Carmina y Luka se habían convertido en enemigos, siendo que siempre la relación entre ellos había sido más de madre e hijo, o de hermanos. Ella era a la única, a la que el vampiro escuchaba y obedecía, y ella lo defendió siempre de todos los que lo regañaban o querían provocarlo. Sin embargo ahora todo estaba mal entre ellos, y el gran culpable, era Dracul, o Ary, nadie sabía cómo llamarlo, ni siquiera tenían completa seguridad de que lo que habían leído aquel día cerca de la laguna fuera cierto. El único que podía confirmar o negar algo era precisamente Dracul, pero no estaba allí y nadie lo quería allí, por ningún motivo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top