36.
Larissa había pasado toda la tarde en la habitación de Draco, como siempre. Ambos estaban tirados en la cama, mientras Draco leía uno de sus libros.
La castaña levantó sus ojos a Draco y le dio una pequeña sonrisa, pero él apenas la notó, estaba leyendo muy concentrado.
Ella frunció el ceño y comenzó a sentir el aburrimiento en su cuerpo. Habían pasado ya dos semanas desde que Hermione se había ido. Larissa y Draco no hacían más que besarse en la habitación de Draco, no es como que ella se quejara, pero comenzaba a volverse una rutina.
Levantarse, besar a Draco; algunas veces Draco la masturbaba o ella a él, ir a clases todo el día, ver a Draco en los descansos cerca del lago para besarse más, regresar a clases, para luego ir juntos a la biblioteca y hacer los deberes juntos, después irían a cenar cada uno en la mesa de su casa... para finalmente ir a la habitación de Draco y besarlo en el instante en el que él cerrara la puerta.
Después de un par de días, Draco notó lo cansado que era ir a la sala común de Gryffindor por algo de ropa, entonces Larissa propuso ir por todas sus cosas, fue acompañada por Astoria, pero al final Larissa no llevo todas sus pertenencias, pues en menos de una semana serían las vacaciones de invierno y no estaba segura si debía regresar.
Su madre le envió una carta, pues Larissa le contó sobre si debía regresar o no, pero su madre le dijo que ya era lo suficientemente mayor para decidirlo, así que aun no estaba segura.
Ella se movió de los brazos de Draco y pasó su pierna al otro lado de su cadera, quedando a horcajadas sobre él. Le quitó el libro de las manos y Draco frunció el ceño, pero luego la miró y sonrió al ver de que forma estaba.
-¿Qué vas a hacer? - le preguntó, mientras pasaba sus manos desde las piernas de Larissa hasta su cadera, acariciando su trasero.
Larissa se inclinó sobre él, como si lo fuera a besar, pero antes de que sus labios chocaran sonrió. -Estoy aburrida. - le susurró y luego se bajó de su regazo, para sentarse en la cama, junto a Draco.
El rubio volteó a mirarla. -¿Qué quieres hacer? - le preguntó, moviendo sus ojos a la chica que mantenía el ceño fruncido y sus brazos cruzados en su pecho. -¿Besos? - le preguntó y ella negó con la cabeza. -¿Sexo? - y ella volvió a negar. -¿Sexo duro? ¿Sexo suave? - ella volvió a negar con la cabeza.
Draco suspiró y se sentó en la cama, la observó y comenzó a besar su boca, pero notó como ella no le regresaba el beso, entonces se separó. -¿Quieres que sea cariñoso, como esa vez que gané el partido? - le preguntó en voz baja, sin alejar su rostro.
Larissa hizo una mueca molesta y lo empujó por el pecho. -No quiero sexo, Draco. - renegó, pero Draco levantó ambas cejas. -Bueno si, pero ahora no... porque lo único que hacemos desde que somos novios, es besarnos aquí o en la orilla del lago... una vez me hiciste esconderme en un árbol porque sino McGonagall nos iba a atrapar. - dijo con un tono de molestia.
Draco ladeó su cabeza. -¿No te gusta que te bese? - le preguntó.
Larissa asintió. -Si me gusta, pero quiero hacer cosas de novios contigo. - admitió.
-¿Cómo que? - preguntó Draco, mientras la miraba con atención.
Ella volteó su cara a la de él y le sonrió. -Escuche... que una Ravenclaw dijo, que una Hufflepuff dijo... que McGonagall dijo, que hoy había un viaje a Hogsmeade. - sonrió ladeando su cabeza.
-¿Quieres que vayamos? ¿A qué? - le preguntó.
Larissa sonrió y mordió su labio, mientras se acercaba a Draco lentamente. -Quiero ir... a besarte en todas las tiendas que existan en ese lugar. - dijo en voz baja, mientras jalaba a Draco por la corbata, luego lo soltó y regresó a su lugar. -Y porque tengo ganas de una cerveza de mantequilla. - admitió.
El rubio sonrió divertido. -Hubieras empezado por ahí, ahora solo tendré que imaginar como te verías, parando en cada lugar para besarme.
Larissa se burló. -Siempre podemos venir aquí a besuquearnos todo lo que quieras. - le dijo, para luego ponerse de pie y poner su gorra y su bufanda.
Draco colocó su abrigo sobre su saco, acompañado de su bufanda gris.
Cuando ambos estuvieron abrigados, la tomó de la mano, entrelazando sus dedos; los anillos de Draco estaban fríos y congelaban la piel caliente de Larissa.
Ambos salieron de la sala común y caminaron directamente a las puertas de Hogsmeade, mientras Larissa tenía 18, Draco ya tenía 19 años, por lo que McGonagall no pediría sus permisos.
Draco y Larissa estaban caminando tomados de la mano por las calles de Hogsmeade, mientras miraban tiendas.
Las calles estaban llenas de nieve.
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Ambos entraron a tomar cervezas de mantequilla, comprar algunos dulces y ver algunas tiendas, pero habían ido desde el primer año, prácticamente ya conocían todo allí.
Después de un rato, Larissa y Draco iban tomados de la mano, creían que era tarde y debían regresar; pero entonces una agujeta de Draco se desató y se agachó a atar el moño.
Larissa lo soltó de la mano y tomó un poco de nieve en sus manos, para hacer una bola. Cuando Draco se levantó, pudo ver la sonrisa en la cara de Larissa. -¿Por qué haces esa cara? Das miedo. - sonrió nervioso.
Larissa se inclinó un poco a él. -Quiero un beso.
Draco asintió y cuando estuvo a punto de acercarse a ella, Larissa aventó su bola de nieve en la ropa de Draco.
El rubio jadeó asustado y la miró con los ojos abiertos, mientras la nieve resbalaba por su abrigo.
Larissa salió corriendo detrás de un árbol, pero Draco estaba corriendo ahora detrás de ella, con una bola de nieve en sus manos. Se la lanzó y le cayó en el brazo.
Pero Larissa fue más rápida y aventó dos manos en su dirección.
Prácticamente ambos habían comenzado una divertida guerra de bolas de nieve, entre risas y gritos de diversión.
Pronto ambos estaban muy cansados para seguir corriendo por todo el lugar, entonces Draco levantó sus manos en señal de rendición, mientras se acercaba a ella.
Larissa sonrió mientras su pecho subía y bajaba agitado.
-Me rindo... - dijo Draco entre respiraciones.
Larissa se rió entre dientes y lo esperó, mientras él caminaba a ella, pero cuando lo tuvo en frente, Draco la tomó por la cintura y estampó sus labios con los de ella.
Fundiendo sus labios con los de ella, sus bocas se sentían frías, entonces Draco abrió la boca y pasó su lengua por el labio inferior de Larissa, provocando que ella abriera la boca, para darle entrada a su lengua, rodando la suya contra la de él.
Ella pasó sus brazos alrededor del cuello de Draco, sintiendo como si sus pies flotaran.
Se habían besado de miles de formas, pero siempre lo disfrutaban, el beso más pequeño y más corto, era como sentir el mismo paraíso.
Hundidos en el placer del otro, mientras sus bocas encontraban una vez más.
Una adicción a sus labios, a su toque, su lengua, su sabor, su olor, su calor, la sensación que siempre se brindaban el uno al otro.
Una sensación de calor, que jamás podría ser reemplazada. De ninguna forma.
Por nadie, ni por nada.
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Capítulo algo corto, porque es más relleno, solo porque si. No hay muchos capítulos de relleno en este libro y esos dos merecen un descanso del drama y el dolor.
Att: —F💖
Si van y leen MIRACULOS y EL DUEÑO DE LA TORRE y aparte votan, les hago maratón, pero ocupo ver que si voten, cuando vea que si estan yendo les hago maratón ESTAMOS A NADA DE ACABAR ESTE PRECIOSO LIBRO
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