26.

Solo paso media hora, mientras Larissa jugaba con la mano de Draco. Estaban sentados en la cama, en silencio.

Astoria simplemente había pasado a darle la ropa con una sonrisa amable y se había esfumado. 

Draco miró a Larissa. -¿Te quieres duchar? - le susurró en el oído, mientras ella solo veía su ropa.

La castaña asintió y Draco la tomó con cuidado de la barbilla, para dejar un beso corto en sus labios. Ella sonrió y se puso de pie, tomando su ropa para meterse al baño. 

-¿Por qué lo llevas contigo? - preguntó el rubio al verla cargar su ropa al baño.

-Porque me voy a cambiar. - dijo con obviedad. 

Draco asintió, entendiendo que ella no quería cambiarse frente a él, entonces se puso de pie y tomó a Larissa de la cintura, presionándola contra su cuerpo, buscó sus labios y los selló en un beso cálido. -Soy adicto. Un maldito adicto a tus besos. - le susurró Draco, volviendo a chocar sus labios con los de ella. 

Larissa dejó caer su ropa a un lado, y envolvió sus brazos al rededor del cuello de Draco, pegando más sus labios. Tomó el labio inferior del rubio entre sus dientes, provocando que gimiera sobre sus labios.

Y de repente, Draco los estaba haciendo avanzar a su cama, sin romper el beso.

Acostó a Larissa en aquella cama cómoda y se subió sobre ella, desabrocho sus pantalones en el momento que la vio abrir las piernas y notó el parche de excitación en sus bragas. 

Draco estaba sobre ella, colocado en sus codos, para evitar aplastarla con su cuerpo, abrió un poco más las piernas de la castaña, mientras la besaba con fuerza y desesperación. 

Draco lo pensó unos segundos, pero entonces comenzó a restregar su bulto duro contra el núcleo de Larissa. Ella jadeó y levantó sus caderas involuntariamente. 

-¿Te gusta cuando hago eso? - le preguntó Draco entre besos.

Larissa asintió, mientras sentía el duro bulto de Draco ser presionado contra ella, rodando sus caderas. 

Draco sacó la camisa de la castaña por encima de su cabeza, dejando el cuerpo de Larissa en solo sus bragas húmedas, ella tapó su pecho al instante y Draco la miró confundido, pero enganchó sus dedos a sus bragas y las intentó bajar, pero la mano de Larissa fue más rápida, cuando le puso la otra mano.

-Espera, Draco. - le dijo ella con voz asustada. 

El rubio la miró y ella negó con la cabeza, entonces Draco se agachó por la camisa y dejó que ella la colocara de nuevo en su cuerpo.

-Bueno, entonces... si quieres solo te puedo tocar. - sugirió Draco, con las mejillas rosadas, pues le avergonzaba decir las cosas en voz alta. Notó como Larissa negaba con la cabeza. -Es que vi... tus bragas estaban mojadas, yo pensé que estabas excitada-

-Lo estoy, pero... - lo interrumpió Larissa, sintiendo la misma vergüenza que Draco. -No quiero tener relaciones contigo en este estado.

Draco asintió. -Pero.. bueno, es que no necesariamente hay que tener sexo. Podemos, bueno, una vez vi en el porno que te podías frotar sobre mi-

-¡Draco soy virgen! - gritó ella, interrumpiendo las palabras del rubio. 

Un silencio incomodo inundó la habitación y Draco se dio media vuelta, tomando una toalla blanca en sus manos. -Draco no... - murmuró ella, observando como el rubio cerraba la puerta detrás de él.

¿Qué estaba pasando? ¿Le molestaba que ella fuera virgen? ¿Acaso eso no excitaba más a los hombres? ¿Pensar que fueron los primeros en iniciar la vida sexual de la chica?.. 

Sintió vergüenza de ella misma y se encogió, para tomar la camisa de Draco y ponerla sobre ella. Las ganas de llorar la estaban inundando, mientras miraba la puerta del baño y escuchaba la regadera. 

¿Ahora qué? 

Se sentía un poco humillada. 

Esperó minutos, hasta que la puerta del baño se abrió y ella dejó que Draco saliera de ahí, para así tomar sus cosas y entrar a tomar una ducha. Le pasó a Draco por metros de distancia, seguía sintiendo vergüenza en su cuerpo.

-

Draco la había visto entrar al baño y no le vio salir más.

Se sintió mal por dejarla ahí sin explicación algún. Quería decirle lo que sentía por ella.

¿Por qué tenía que ser todo tan difícil?

La vio salir con su varita en la mano y el uniforme de su casa puesto. ¿Siempre se veía así de bonita?

Se puso frente a él, estirando su varita y Draco la vio unos segundos. -¿Qué? 

-¿Me ayudas con eso? - dijo ella, señalando su rostro.

Draco tomó su propia varita y asintió, tomó la cara de Larissa con suavidad y lanzó un par de hechizos. -Perdón por eso. - murmuró avergonzado.

Él no era de pedir perdón. Era demasiado orgulloso para hacerlo, pero es que ella era tan... tan ella.

Larissa lo miró. -No te preocupes, debí haberte dicho... -vaciló. -Debí haber sido más amable contigo. 

Draco negó con la cabeza y guardo su varita cuando ya no estaban a la vista las marcas. -Tú no tienes la culpa de que yo sea un imbécil. 

Larissa sonrió. 

Ella se sentía avergonzada, no sabía que decirle. 

-Ambos somos unos imbéciles. - murmuró mientras le sonreía.

Draco sonrió y pasó su pulgar por el pómulo de la bonita niña frente a él.

Tocar su piel era como flotar entre las nubes, sentir que volabas y lo que tu cuerpo dominaba era nada más que calma. Podría vivir así por el resto de su vida y nunca se cansaría de decirlo.

-Tenemos un proyecto que presentar, Smirnov. - le recordó con una pequeña sonrisa, cuando ella cerró los ojos por el tacto suave de sus manos pálidas. 

La castaña asintió y lo rodeó con sus brazos por el torso, dejando que el calor la rodeara de igual forma. Era adicta a sus brazos que solo le generaban una extraña sensación de tranquilidad. 

Detestaba admitirlo, pero estaba casi segura de que se estaba enamorando de Draco Malfoy, el mortifago más joven en las filas de quien alguna vez fue Voldemort.

-

Ambos caminaron por los pasillos, mientras Larissa guardaba con cuidado el pergamino en su mochila y Draco le daba el pequeño frasco de amortentia. 

-Nunca me dijiste a que huele tu amortentia. - le recordó.

Larissa se encogió de hombros. -Tú tampoco me dijiste nada. 

Draco se burló y echo la cabeza para atrás. -Bueno... si Slughorn nos obliga a oler, te diré. - canturreó.

Larissa sonrió y asintió.

Estaban emocionados por presentar su proyecto. Habían pasado la mayor parte del tiempo juntos besándose o coqueteando entre ellos, pero cuando trabajaban por separado, lo hacían bien. Su trabajo era perfecto.

Antes de entrar al aula, se dieron cuenta, de que como siempre: era los primeros en llegar. 

Entonces Draco tomó de la mano a Larissa y entrelazó sus dedos, para hacerlos entrar en el aula vacía de pociones, entonces fue al grano. -¿Aún nos podemos besar? - preguntó el rubio.

Las mejillas de Larissa se sonrojaron, pero ella asintió. -Si tú quieres, si.

-Yo quiero si tú quieres. - Draco sonrió.

Larissa rodó los ojos y asintió de nuevo. -Entonces si quiero. 

Draco no tardó mucho en sonreír de lado y estampar sus labios con los de ella, subiendo una de sus manos a la mejilla de ella, tomándola con suavidad, atrayendo su cara a la de él, mientras que la otra serpenteó desde su brazo hasta su cintura, dando un pequeño apretón que la hizo jadear. 

Ella se empujó más contra él, profundizando el beso, haciendo que todo subiera de todo. Disfrutaba los suaves besos tiernos y las caricias, pero Draco la hacía volverse loca. 

Las manos de la castaña se subieron hasta su cuello y lo atrajo a ella, mordiendo su labio inferior con suavidad y tirando de él. 

El rubio comenzó a caminar sin sentido con ella, hasta que hizo que el trasero de Larissa chocara con un escritorio, ella se separó y sonrió divertida, riendo en silencio. Pero, por la cabeza de Draco cruzaron otros pensamientos, entonces la tomó por la cintura y la subió al escritorio, ella sonrió y comenzó a reír. 

Como le encantaba a Draco esa sonrisa tan dulce, tan dulce como un chocolate.

Él levantó ambas cejas y la tomó por los muslos, para abrir sus piernas y meterse entre ellas.

-¿Qué vas a hacer? - le susurró ella con diversión, mientras pasaba sus manos por el cuello de Draco. 

El rubio se acercó a sus labios y los comenzó a besar. -Del uno al diez, ¿Cuánto te gustan mis besos? - le preguntó Draco entre besos.

Larissa se acercó un poco más, provocando que sus labios rozaran entre ellos. -No sé, tengo que probar un poco más. - murmuró, para luego chocar sus labios con los de él, disfrutando de como Draco movía sus manos a su cintura y la otra la dejaba en una de sus piernas. 

-¿Y bien? - le dijo Draco después del beso.

Ella sonrió divertida. -Creo... creo que un tres. - aseguró mientras asentía.

Draco ladeó su cabeza y sonrió de medio lado. -¿Tan malo soy? - preguntó y notó como ella asentía. -Bueno, a mi me gustan los tuyos... les doy la puntuación más alta. - susurró, sin perder el toque de diversión. 

-Entonces tendré que darte clases, besas horrible. - se burló la castaña.

Cuando Draco se acercó para volver a besarla, la campana sonó y Larissa se empujó del escritorio, tenía que admitir que le daba miedo que la vieran.

La clase comenzó y Larissa estaba jugando con sus manos sobre el escritorio que compartía con Draco, los susurros a ella se hacían notorios, pues ahora todos la conocían como la chica que trato de asesinar a Seamus, pero tampoco era un secreto el dolor, la oscuridad y violencia que ella vivió con Seamus por años. Los alumnos lo sabían.

Pasó Hannah Abott a presentar su trabajo con Terrence. Habían preparado filtro de muertos en vida, lo que hizo que Larissa se sintiera insegura de su elección.

-Draco, lo hicieron muy bien. - le susurró nerviosa.

Draco asintió mirando al frente. -Pero nosotros hemos dado algo mejor. 

Las palabras no la hacían calmarse, así que comenzó a mover su pierna de arriba a abajo, golpeando el piso con su zapato; Draco colocó una mano en su muslo y la hizo detenerse. 

-¡Muy bien! ¡Que gran poción!.. -grito feliz el profesor. -Pero temo decir que este ensayo es algo incompleto. - dijo Slughorn, cambiando su cara a una preocupante.

Larissa casi explota, ¿Y si su ensayo no era suficiente? 

-Draco, creo que mi ensayo-

Malfoy giró su cabeza y la miró. -Lo hiciste bien, deja de preocuparte. - sus palabras conseguían su calma de a poco.

Entonces el profesor Slughorn los llamó a ambos frente al aula. Se pusieron de pie lentamente, mientras sentías las miradas de todos sobre ellos. Muchos pares de ojos sobre ellos, provocaban que las manos de Larissa sudaran constantemente y ella tuviera que pasarlas por la tela de su túnica, para que estuvieran un poco más secas.

-Su poción. - ordenó Slughorn con una pequeña sonrisa, entonces observó como Draco Malfoy metía la mano a su túnica y sacaba el frasco de poción. -¿Qué han hecho ustedes?

Larissa no dijo nada, entonces Draco habló por ella. -Amortentia, señor.

Slughorn asintió y reviso por fuera el frasco. -¿Les molestaría decir a que huele su amortentia? - preguntó, observando como Draco negaba con la cabeza. -Bien. Entonces, destapa el frasco, chico. 

Draco asintió y tomó el frasco de amortentia, acercando la poción a su nariz. -Huela a... flores, jazmín y... dulces, como golosinas. 

Slughorn sonrió. -¡Perfecto! ¡Tu amortentia huele a Larissa Smirnov, Draco! - dijo muy alegre.

Las mejillas de Draco y Larissa estaban de un color carmesí, tan intenso como la sangre; entonces los ojos bronceados de Larissa comenzaron a buscar en el aula, todos estaban riendo, mientras se preguntaban como un mortifago podría tener sentimientos, otros solo reían por la vergüenza que ambos tenían. 

Pero Seamus no estaba, ni Ginny. 

Extraño.

El profesor Slughorn le hizo una seña a Draco. -Dale la amortentia, muchacho.

El rubio asintió y le dio el frasco a Larissa. -Gracias. - murmuró ella.

Larissa acercó el frasco a su nariz, con el corazón golpeando su pecho con violencia, las manos temblorosas y sudando, ni siquiera sabía si se sentía así por los ojos curiosos, por Draco o porque sabía a lo que olía su amortentia.

Larissa tomó una breve respiración y comenzó: -Huela a... menta, una colonia de hombre y un poco de manzanas, ya sabes, ese olor que desprenden cuando las muerdes. - murmuró avergonzada. Ella estaba segura de que ese olor era de Draco, había sentido como su estomago se revolvía cada vez que Draco estaba cerca, porque era el mismo que sintió en el quinto año, en el tercero y todas aquellas veces que se cruzó con la amortentia. Siempre le mintió a Seamus sobre el olor, incluso a Ginny, diciendo que olía a Seamus. 

Había solo una persona a quien no le ocultó nada. Luna Lovegood.

Slughorn aplaudió feliz y recibió el ensayo de Larissa.

Todos los demás volvieron a sus asuntos, mientras el profesor leía el ensayo que era un poco extenso.

Draco, quien estaba parado junto a la castaña Gryffindor, le tocó el brazo suavemente. -¿Por qué sospecho que huele a mi?.. ¿Mentiste? - le susurró, aprovechando que todos en el aula los ignoraban.

Las mejillas de Larissa se tiñeron de un color rojo, casi se orina en su lugar. 

Ella negó con la cabeza. -No mentí, ¿tú? - le respondió.

Draco negó con la cabeza, -No.

Entonces algo comenzó a cambiar entre ellos. ¿Significaría algo importante? ¿Le darían importancia? 

Larissa sentía que estaba soñando, mientras imaginaba en todas las maneras posibles de besar a Draco. Sobre un escritorio, en su cama, debajo de las escaleras, en un aula vacía; con la boca abierta, sumergir su lengua en su boca, morder sus labios, dejar besos cortos, succionar su labio inferior hasta lograr que jadeara. 

Pudo jugar que sus piernas estaban temblando. 

¿Draco sentía algo por ella? ¿Realmente?

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Slughorn se aclaró la garganta y habló con cierta alegría. -Este ensayo esta muy completo, es bastante entretenido de leer y contiene todo... el procedimiento de la poción, conclusiones... todo. - sonrió.

Larissa le regresó la sonrisa y recibió su ensayo calificado. 

Tenían la nota más alta y eso casi la hace saltar a los brazos de Draco, para besarlo una y otra vez, comenzando a hacer realidad su fantasía; pero sería algo demasiado impropio, considerando que estaban en medio de una clase.

Cuando ambos llegaron a sus asientos, Larissa tomó la mano de Draco y entrelazó sus dedos por debajo de la mesa. 

Se aseguraron de sentarse en el fondo, pues era más cómodo hablar así entre ellos. 

Draco no tardó mucho en tomarla por el cuello y golpear sus labios con los de ella, sin pensarlo, Larissa movió su mano entre las piernas de Draco, pero él al detuvo. -No comiences algo que sabes que no vas a terminar. - le susurró sobre los labios.

Larissa lo miró confundida. -Estoy segura de que tocarte es diferente a tener sexo. - le respondió.

Draco la tomó por la mandíbula. -Te recuerdo, estamos en medio de una clase. - se burló, para luego dejar un corto pero profundo beso en sus labios. -Pero podemos hacer más tarde lo que quieras. 

¿Ese era el paraíso?

Larissa asintió y trató de acercarse a besarlo, pero escuchó como Slughorn felicitaba a los alumnos al frente, entonces ella se sentó correctamente en su lugar y miró al frente, dejando sus manos entrelazadas debajo de la mesa. 

¿Ella estaría lista para Draco? Algún día, por supuesto... pero, ¿en qué sentido?

Larissa estuvo mucho tiempo bajó una relación llena de odio y violencia, todo aquel maltrato se fue a ella, sin mencionar que al día siguiente asfixió a su ahora ex novio. Sin duda sería un poco difícil sentir que otra persona no la iba a lastimar de esa manera, pero con Draco se sentía diferente. Por alguna razón, que ella estaba segura que iba a averiguar, no temía de él, no temía de su corazón, no temía en darle su amor, era tan extraño, pero tan precioso. Ella podría pasar horas y horas mirando a Draco, lo dejaría tocarla de las formas en que él quisiera, porque no temía que la lastimara. 

Al principio todo fue tan diferente. 

Tenía miedo, vivía en constante miedo. Detestaba las peleas con Seamus y siempre guardaba aquel silencio que la terminaba matando por las noches, perdonaba tan fácil a la mañana siguiente; esta vez era distinto de alguna forma. 

De repente el miedo fue desapareciendo, cuando ella apenas lo notó, estaba en una cama besando a Draco Malfoy, un ex mortifago, considerado peligroso.

El miedo no estaba más en su cabeza, ni en su corazón, ni en su cuerpo... en ningún lado, prácticamente; había desaparecido. No sabía las respuestas a todo, no había resuelto muchas cosas, como le hubiera gustado a la chica asustada que llegó el primer día a Hogwarts, para cursar su último año, pero se sentía bien ahora... se sentía bien estar así. Él se sentía bien. 

Como si se encargara de ser ese rayo de luz.

No captó el momento en que comenzó a enamorarse, pero sabía que en el fondo, ambos se estuvieron guardando de alguna forma para el otro. Para darle todo su amor, y no desgastar las lágrimas y las canciones en otro.

Su corazón palpitaba fuerte contra su pecho.

Cada vez que veía a Draco se sentía como si fuera una niña enamorada. Su corazón se aceleraba, sus manos sudaban, el estomago cosquilleaba, su cara se calentaba y la tonta sonrisa aparecía en su cara en algún momento.

¿Estaba enamorándose? probablemente si.

Y por primera vez en mucho tiempo... ella no tuvo miedo de sentir amor, no se privo del sentimiento cuando por primera vez lo sintió en ella, por primera vez, ella no hizo su boca callar para expresar de alguna forma como se sentía, por primera vez... ella hizo muchas cosas, no temió de enamorarse y eso era el mayor de sus logros, sin duda alguna.

Porque ahora mismo estaba en un aula de clases, sin miedo, tomando de la mano del rubio junto a ella. Dejando que sus dedos se apretaran, para sentir la seguridad y calma que siempre se proporcionaban.

Ese día. 

Quizás Larissa sintió que era el mejor de su vida, mientras que Draco, él sintió que era el día más feliz en todo el mundo. 

Pasaron el resto de la tarde juntos, besándose en la habitación de Draco. Murmuraron pequeños halagos el uno al otro, al mismo tiempo que haciendo bromas sobre cosas al azar. 

Draco se permitió mover sus manos por todo el cuerpo de ella, sin dejar un lugar sin ser tocado por él y ella se lo permitió, mientras le sonreía y lo miraba con cariño.

Ese cariño que iba creciendo poco a poco.

No sabía su era hambre o amor, un misterio la forma en que Draco la miraba cada vez que sus labios se separaban de los suyos, para darle pequeñas sonrisas y mover sus manos. 

Mientras ella exploraba la cavidad de la boca del rubio con su lengua, sus piernas entrelazadas, mientras se presionaban contra ellos, sin desear que hubiera una separación en sus cuerpos.

Se deseaban tanto. El calor notorio en la habitación era tan asfixiante, el olor era tan dulce que te empalagarías igual que cuando comes mucho chocolate, pero podrías asegurar que no había miedo, no había inseguridad, no había odio, no había rabia... no más.

Nunca más.

-

-

Y esta soy yo, tomando como ejemplo para hablar aquí del cariño y amor de Larissa a Draco, como yo de ejemplo. Porque así me sentía cuando me di cuenta de que Draco me gustaba de verdad.

¿Han sentido amor alguna vez? ¿Lo sienten así?

Porque tengo la suerte de decir, que siento amor por Draco y lo sentí así.

Att: —F💖.

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