25.
Si desean que algún capítulo sea dedicado a ustedes, pueden mandarme un mensajito, ya sea por aquí, el tablero o por privado.
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Las ocho y cuarto de la noche. Esa fue la hora en que Larissa despertó entre los brazos de Draco; abrió sus ojos un poco, observando como Draco no llevaba puesto nada más que su ropa interior, su cabello se veía húmedo.
Su cuerpo estaba desprendiendo un cómodo calor.
Entonces recordó lo que había pasado con Seamus y se volvió a acostar, pero pudo sentir a Draco moverse en la cama. Estaba despertando.
Ella lo miró con una pequeña sonrisa y Draco la apegó a su cuerpo sonriendo. -¿Vas a quitar tu maquillaje? - le preguntó.
-No. - murmuró.
Draco frunció el ceño. -Pero... bueno, una vez Pansy me dijo que las chicas se quitan el maquillaje para dormir. - murmuró con la voz adormilada.
Larissa se encogió de hombros. -Quizás no me lo quiero quitar.
Draco sonrió y sacó su varita, haciendo un pequeño movimiento y el maquillaje de Larissa desapareció.
Larissa jadeó asustada, saltó de un brinco y quedo sentada en la cama del rubio. -¡Draco te dije que no! - le gritó.
Draco abrió los ojos asustado, observando como las manchas purpuras adornaban su cuello y su barbilla, dando evidencia de lo violenta que había sido su noche.
-¿Por qué? - fue lo único que escapó de sus labios.
Larissa lo miró furiosa, subiendo su suéter y las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas. -Draco te dije que no. - repitió en voz baja.
Draco se sentó en la cama, teniendo un mejor ángulo de ella. -¿Por qué? - le repitió Draco con un tono más duro.
Ella comenzó a llorar. -Porque me odia. Porque soy tonta. No sé... - sollozó, observando como Draco la miraba.
Se acercó a ella y negó con la cabeza. -No llores más. - susurró, tomando entre sus manos su cara.
Entonces Larissa se empujó a él, dejó un pequeño beso en sus labios y recordó lo bien que la hacia sentir eso. -Hazme sentir mejor Draco. - le rogó en un murmullo.
Draco asintió y dejó que ella se recostara en su cama, se cernió sobre ella y bajó con cuidado el suéter. Limpió las lágrimas que resbalaban por sus mejillas con su pulgar y lo metió en su boca. -Me voy a comer tu dolor si eso es necesario para hacerte sentir mejor. - le susurró.
Ella lo tomó por la nuca y entonces cuando ella esperó sus labios sobre los suyos. Lo único que consiguió fue sentir pequeños besos en su cuello y en su barbilla.
Draco estaba pegando sus labios a las marcas purpuras, murmurando pequeñas palabras dulces. -No te mereces nada. Nada de esto es tu culpa.
Larissa comenzó a llorar más y Draco continuó besando sus golpes.
-Draco me quiero morir. - sollozó ella, sin pensar con claridad.
Draco negó con la cabeza y subió su cara a la de ella, besando por un corto momento sus labios. -No digas esas cosas, sabes que no es cierto. - le dijo con tranquilidad.
-Ya no quiero que duela, Draco. - dijo con un sollozó ahogando, dejando que las lágrimas mancharan sus mejillas.
Draco subió su mano para acariciar su mejilla y negar con la cabeza. -Conmigo nunca más va a doler nada. - aseguró con un tono tranquilizador.
Larissa estaba llorando, mientras Draco besaba las marcas en su cuerpo, entonces recordó lo que su madre hacia con él cuando le dolía algo.
-Cuéntame que paso, Lari - . susurró. -Dime todo... desahógate conmigo.
Larissa negó con la cabeza. -No puedo.
Draco limpió las lágrimas que mojaban su cara. -Si puedes, saca todo, cariño.
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Después de un largo rato de sollozos de Larissa, le contó todo lo que le dolía a Draco.
El rubio estuvo besando sus mejillas cada vez que ella comenzaba a llorar, intentando hacerla sentir mejor. No la iba a besar, no quería que sus besos fueran recordados acompañados de momentos difíciles para ella.
Ella le habló toda la noche sobre como se sentía, Draco simplemente la escuchó, murmurando que estaba a salvo con él.
Cuando ella dejó de llorar, Draco la dejó recostada en la cama, para caminar a su armario por una de sus camisetas de quidditch.
Ella lo miró con una sonrisa cuando él le sacó los zapatos, luego las calcetas y al final la falda. Ella sintió sus mejillas arder cuando Draco observó sus piernas desnudas.
-¿Me dejas quitarte la camisa? - le preguntó Draco.
Larissa asintió y se sentó en la cama, observando como Draco le deslizaba la túnica de Gryffindor por los hombros, acto seguido, llevo sus manos a su corbata para desatarla. Ahora ella estaba en ropa interior frente a Draco, y él no pudo evitar que sus ojos la escanearan por completo, pero los llevó de regreso a ella y colocó la camisa de quidditch por su cabeza.
Larissa sonrió al sentir el olor de Draco abrazarla y cuando por fin ella se había quedado dormida, Draco se quedó acariciando su cabello, observando lo pacifica que se veía, el cabello caía suavemente en sus mejillas, mientras cubrían un poco sus ojos hinchados.
Lo estaba abrazando con fuerza, atrapando el calor que emanaba el torso desnudo de Draco; le besó la frente antes de apagar las luces y rogó a Merlín por ella.
Deseaba que estuviera bien, que no le doliera más.
Porque si algo sabía con certeza, es que ella no merecía todo lo que le había ocurrido.
Ella no era nada más que un ser de puro amor, llevando consigo felicidad.
Draco detestaba admitirlo... pero ella comenzaba a ser alguien importante para él. Larissa no era ninguna chica débil, la vio mientras empujaba a aquellos Gryffindors en el baño, la vio hablar de la violencia que vivió con Seamus la noche anterior y las veces anteriores.
Deseaba contarle sus secretos... había comenzado a hacerlo de forma involuntaria un día que estuvo con ella, ebrio.
Pero deseaba decirle su dolor, así como ella le dijo a él.
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A la mañana siguiente, Draco se removió en la cama, observando como Larissa estaba despierta, pero estaba abrazándolo. Estaba mirando sus piernas entrelazadas.
-¿Has dormido bien? - le murmuró Draco, con la voz aún adormilada.
Larissa levantó la cabeza y sonrió. -Si, Draco...
El rubio dejó un pequeño beso en su cabeza. -Vas a necesitar ropa para ir a la clase de Slughorn más tarde y presentar el proyecto. - murmuró.
Larissa asintió. -Tengo que regresar a-
-No. - Draco la interrumpió. -Conseguiré que alguien lo haga por ti. - le aseguró.
Larissa negó con la cabeza. -Draco yo puedo ir sola.
-¿Y dejarte con ese loco?.. no gracias. - le dijo con un tono algo irritado.
Larissa comenzó a acariciar la piel desnuda de Draco y el rubio cerró los ojos, dejando que ella lo tocara de tantas formas quisiera.
-¿A quién le vas a pedir que traiga ropa? - ella murmuró.
Draco pasó sus manos por su cintura. -Astoria siempre viene aquí por-
-¿Por qué? - dijo con voz suave.
-Para darme cartas. - murmuró apenado.
Larissa levantó la cabeza. -¿Cartas? - preguntó realmente confundida.
Draco asintió y comenzó, de poco a poco, a hablar de si mismo con esa niña que estaba ganando su corazón.
-Blaise y Pansy están... casados o algo. - comenzó. -Siempre envían notas a Hogwarts para preguntar por Astoria y por mi, pero nunca las contesto, solo Tori. Ella es demasiado amable para no contestar.
Larissa asintió. -¿Por qué ellos no están más aquí y tú si? - preguntó.
Draco comenzó a subir y bajar sus manos por el cuerpo de Larissa, cubierto por su camiseta de quidditch. -Porque... es difícil, pero así lo ha decidió el ministerio. Todos éramos menores de edad en ese momento. - murmuró.
-¿Por qué te quedaste aquí? - continuó preguntando.
Estaba agradecida de que Draco se abriera con ella de forma.
El rubio bajó sus manos hasta la cadera de Larissa y sin rodeos, metió las manos dentro de la camisa, tocando la piel caliente. Haciendo que el frío de sus manos, pusiera su piel erizada.
Larissa jadeó y pegó un pequeño saltito por su toque.
Draco sonrió, observando el efecto que le causaba. -Porque no soy capaz de dejar a mi madre y mi padre... - vaciló. -No soy capaz de dejarlos en sus juicios.
Larissa asintió y subió un poco más su cuerpo al de él, intentando hacerle saber que lo quería más cerca.
Los dedos de Draco estaban jugando en su cintura, haciendo que ella se retorciera un poco.
-¿Por qué estuviste en Azkaban? - continuó ella, haciendo preguntas.
Draco subió lentamente su mano, hasta debajo de sus pechos, llevando la sorpresa de que no llevaba más el sujetador. -Porque- ¿quién te hizo saber eso? - le devolvió la pregunta.
Larissa mordió su labio, al sentir las manos de Draco tan cerca de sus senos. -Eso no importa, realmente... además, te lo mencione anoche.
Seamus. Entonces, Draco recordó que Seamus se lo había dicho de la forma más cruel.
-Estuve ahí, porque todo aquel que llevara la marca... - comenzó hablando suavemente, subiendo su mano un poco más. -Debía ser enjuiciado, por lo que me metieron a Azkaban, me torturaron... por dos meses.
Larissa cerró los ojos, sin querer pensar en todo lo que él había pasado.
-Debió ser horrible. - le dijo ella.
Draco asintió. -Pero ahora estoy aquí... contigo. - le regaló una sonrisa el rubio.
Larissa asintió y ambos se miraron directamente, mientras Draco deslizaba su mano a los senos de ella, dispuesto a tocarla, pero antes de que si quiera pudiera llegar a donde sabía que la haría gemir, tocaron la puerta.
Larissa saltó y se despegó de Draco, lo miró con los ojos abiertos y Draco la atrajo a él, con su mano. -Pueden esperar. - le murmuró.
Pegó sus labios a los de ella, dejando que ella subiera a horcajadas sobre él. Ella se inclinó para profundizar el beso.
Este no era como los tiernos y suaves besos que solían darse, este era intenso. Con Draco mordiendo sus labios con fuerza, hundiendo su lengua en su boca y rozando sus lenguas al mismo tiempo, apretando sus caderas, incitándola a moverse sobre él, pero ella no se estaba moviendo.
Draco se separó un poco del beso. -Muévete. - le susurró.
Larissa lo miró y separó sus labios sorprendida. -Yo... es que-
Los golpes en la puerta la interrumpieron.
-¡Draco, imbécil! ¡Despierta! - gritó la voz de Astoria.
Draco gimió molesto. -¡Vete al carajo, Astoria! ¡Estoy ocupado! - gritó molesto.
Al no escuchar más golpes, volvió a besar a Larissa, pero ella rompió el beso. -Ve y abre... - ella dijo.
Draco hizo puchero. -Es más divertido estar aquí. - murmuró acariciando las piernas desnudas de la castaña.
Larissa sonrió y se levantó, quedando del otro lado de la puerta, cubriendo la mitad de su cuerpo con las sábanas de Draco. -Ve. - dijo ella y Draco obedeció.
-¡Draco! ¡Enviaron otra carta! - volvió a gritar Astoria, golpeando la puerta de Draco.
Draco gruñó. -¡Con un carajo, Tori! ¡Necesito buscar pantalones!
Larissa sonrió mientras veía a Draco caminar a su armario, para luego colocar sus pantalones negros de chándal y caminar a abrir la puerta.
Cuando la abrió, Astoria lo empujó y antes de que pudiera sentarse en la cama, se percató de la presencia de Larissa.
Astoria comenzó a formar una espeluznante sonrisa en su cara y apunto a Draco y Larissa. -¿Ustedes...?
Larissa negó con la cabeza. -No. Solo dormí aquí. - le respondió.
-Si como no. - canturreó Astoria con una sonrisa. -Pansy escribió una carta. La voy a leer. - le dijo Astoria a Draco.
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Queridos Draco y Astoria.
Espero que estén bien en Hogwarts. Nosotros hemos estado en una pequeña casa en la playa... ya sabe, la que les hablé.
Esperamos que cuando estén graduados puedan venir a visitarnos, sería genial que nos reunamos como en los viejos tiempo.
Blaise extraña mucho a Draco... y a su hermano.
Esperamos verlos pronto.
Sinceramente, Pansy Parkison.
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Draco puso los ojos en blanco. -Como si fuera a visitar a esos dos, después de abandonarme.
Astoria rodó los ojos y guardo la carta en su túnica. -No te abandonaron... bueno si.
Draco le aventó un trozo de pergamino en la cabeza y ella se quejó, para luego empujarlo. El rubio tomó a Astoria por los hombros y la llevó a la puerta. -Si me permites, estaba ocupado con mi- con Larissa. - le dijo Draco.
Astoria sonrió traviesa. -Oh, pequeños hormonales.
-Si, si. Ya cállate. - le respondió Draco, pero antes de cerrar la puerta lo recordó. -¿Puedes traerle un poco de ropa?.. más tarde tenemos que presentar el trabajo a Slughorn.
Astoria suspiró y asintió, empujando a Draco, para regresar a la habitación y mirar a Larissa. -¿Dónde consigo tu ropa?
Larissa asintió y se acercó. -Dile a Ginny... dile que estoy aquí, pero en voz baja, dile que necesitare ropa y ella te va a dar mi uniforme... pide un poco de ropa cómoda también. - le explicó la castaña.
Astoria escuchó con atención y colocó su mano en el hombro de la castaña, pero frunció el ceño al ver los golpes. -¿Quién te lastimo así?
Larissa negó con la cabeza. -Me las-
-Yo se los hice, Greengras... - la interrumpió Draco, entonces se percató de como Astoria lo miró molesta. -Con la boca. Los hice con la boca, no te asustes. - aclaró.
La cara de Astoria se relajó y asintió, para darle una sonrisa divertida a Larissa. -Volveré en un rato con tu ropa, entonces.
Larissa asintió y observó como Astoria salía de la habitación, cerrando la puerta en su salida.
Draco sonrió cuando escucho los pasos de Astoria alejarse y corrió a la cama, mientras se sentaba y corría por la cintura de Larissa, la colocó sobre su regazo y sonrió. -Creo que estábamos haciendo algo... - murmuró sobre sus labios, para luego estamparlos.
Larissa se empujó del cuerpo de Draco y negó con la cabeza. -Ahora no, Draco. Debemos concentrarnos en el proyecto.
Draco hizo un mohín, pero aceptó.
Larissa no quería decirlo en voz alta, pero le aterraba el hecho de que no sabía cómo o cuándo moverse, no quería tener sexo con Draco sin saber que hacer.
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Los capítulos van a ser un poco más cortitos, porque ya voy a regresar a la escuela y mi tiempo es MUY limitado, así que espero poder actualizar, aunque no creo que sea algo muy seguido.
Además, vi que les gusta esas escenas... ya saben a lo que me refiero, entonces preparé algo para el capítulo 34.
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