14.

Ella estaba sentada en la cama de Draco, luego de que Astoria la guiara al final y Draco se despegara lentamente de la pared, dejando que ella entrara en la habitación. 

El chico estaba moviéndose de un lado a otro mientras tomaba algunos ingredientes y ella escribía en el pergamino, estaba pensando en lo que dijo Astoria. 

Pero Astoria nunca lo entendería, sin embargo, Larissa sabía que había algo en la historia que no sabía, pero quería saberlo, sin duda. 

Levantó sus ojos y pudo ver a Draco moviendo la poción de forma lenta, en sentido de las manecillas del reloj. 

Se veía tan adorable con sus ojos en la poción humeante, su ceño fruncido ligeramente y su mano batiendo suavemente. -¿Por qué me estas mirando? - dijo Draco de una forma seria, pero en su cara se podía ver la pequeña sonrisa dibujada. 

Larissa bajó sus ojos a su pergamino. -Estaba asegurándome que hicieras bien la poción. 

Draco se burló ligeramente y levantó sus ojos a los de Larissa. -Entonces ven a ver que haga bien mi trabajo.

Larissa negó con la cabeza y fingió seguir trabajando. Pero ella no podía concentrarse, no con la mirada del rubio sobre ella.

Sus mejillas estaban tan rojas y calientes, mientras sentía la mirada quemar en su cuerpo. Ella estaba perdiendo la cordura, entonces levantó de golpe su cabeza. -¿Qué? - escupió, encontrando a los ojos grises mirándola con diversión.

-Espero a que revises mi poción, profesora. - dijo con sarcasmo en un tono bajo.

Larissa suspiró. -¿Me dejaras en paz si lo hago? - preguntó evitando su mirada. 

Draco asintió y Larissa bajó de su cama, caminando de forma lenta hasta el escritorio donde estaba Draco, lo rodeó y se acercó un poco. -¿Ya esta terminada? - susurró mientras veía el humo salir del caldero.

-No. - respondió secamente, para luego añadir. -Sabía que eras mala en pociones, no creí que lo fueras tanto. - se burló, siguiendo en su trabajo.

Larissa abrió la boca ofendida. -No soy mala... realmente entiendo-

-Entonces, ya deberías saber que el humo debería salir color rosa y en espiral, ¿no? - preguntó en un tono burlón.

Larissa estaba desesperada con su estúpida manera de actuar. Queriendo siempre agradar, ¿Acaso no entendía que ella solo quería irse?

Ella frunció el ceño. -Eres un imbécil. - murmuró, para girar un poco su cuerpo y tratar de rodear a Draco, pero él la tomó primero.

El toque envió un choque de electricidad por todo su cuerpo, desde los dedos pálidos tocando su codo hasta las puntas de los pies y la parte más alta de su cabeza. -Solo quería ser amigable, te vi tensa. - murmuró el rubio. 

Esta vez había regresado a su tono frío, pero había una pizca de calidez en él. 

Ella no se sentía capaz de responder y simplemente levantó su cabeza. Tal vez si había sido un poco grosera. 

-Lo siento, Seamus y yo hemos estado... discutiendo últimamente. Además, tú ni siquiera me dejas terminar mis oraciones.- dijo en un leve murmullo.

Draco levantó ambas cejas y asintió. -Ya sabes lo que dicen, Smirnov. 

-¿Qué?

-Si estas tenso, nada que un poco de-

Larissa se apresuró a colocar su mano en la boca del rubio; fue un momento impulsivo. Ella apenas y se le ocurriría tocarlo un poco, deslizó su mano con una sonrisa incomoda. -Lo siento, yo no- perdón, no quería- bueno, es que no quería hacer eso. - tartamudeó entre frases. 

Draco asintió. -Solo iba a decir... si estas tenso, nada que un poco de hacer tarea no ayude. - se burló, para seguir en la poción. -¿En serio pensaste eso?.. Vaya, Smirnov, que tendrás en esa cabeza tuya. - el sonido de la voz divertida la asustaba, pero a la vez era tan amigable para sus oídos.

Las mejillas de Larissa se tiñeron de un rojo brillante. -Malfoy, no pensé nada, es que yo-. ¡Tú tienes la culpa! - murmuró en un grito, mientras lo rodeaba y salía de ahí, caminando de regreso a su cama.

La carcajada sonora de Draco retumbó en la habitación. -Solo estaba jugando. - dijo entre risas.

Larissa agachó su cabeza a su pergamino. -Por dios... que juegos. - murmuró. 

Ella estaba intentando ocultar su sonrisa, porque en el fondo de su estomago todo estaba dando hormigueos; en su cabeza, todo daba vueltas; en sus ojos todo era diferente; en sus mejillas había golpes de fuego repentinos, cada vez que él soltaba una risa, por más diminuta que fuera; en sus manos, había un chapoteadero de agua, sudando por los nervios que le causaba, justo cuando él se acercaba a dictarle todo lo que hacía con la poción, para que ella lo agregara a su ensayo; sus dedos bailaban, mientras temblaban con la pluma y la tinta entre ellos, sintiendo que apenas podía mantener el control de su propio cuerpo; sus labios eran bañados por la dulce mezcla de ella misma, mientras los mordía de vez en cuando, de forma inconsciente de lo nerviosa que estaba. 

Estaba hecha un lío, intentando ocultar todo y moviéndose de forma cuidadosa.

-

Ellos habían pasado toda la tarde encerrados en la habitación de Draco, haciendo bromas de vez en cuando sobre cosas al azar.

Fue agradable convivir de esa forma por primera vez, con alguien... alguien que no fuera Luna. A pesar de ella no poder soltarse a reír con él, como lo habría hecho con Luna, ella estaba disfrutando cada segundo que se mantuvo en la habitación. 

Cuando llegó la noche... todas las risas se esfumaron. 

Golpes en su puerta. 

Gritos fuera de ella.

Seamus golpeaba con violencia, mientras rogaba a Larissa salir de ahí; pero ella fingía estar dormida. 

Ginny y sus compañeras de cuarto estaban profundamente dormidas, Larissa les había colocado un hechizo silenciador, para que no tuvieran consecuencias de falta de sueño, por su novio. 

A pesar de que Seamus solo gritaba y golpeaba, Larissa estaba pensando en como salir de ahí, sin miedo a ser lastimada. 

De pronto, ella tomó una corta respiración y se sentó en su cama, bajando en silencio. Cuando sus pies tocaron el piso, caminaron de forma lenta hasta la puerta, pero en medio del camino los gritos estaban en silencio. No más golpes. 

Ella se asustó y corazón golpeó contra su pecho.

Quizás fue un sueño.

Se repitió a ella misma cientos de veces, mirando la puerta en silencio.

Pero un susurro se escuchó. -Vamos, amor... solo- solo habla conmigo. 

Larissa apretó sus labios, las lágrimas picando sus ojos, amenazando con salir. Ella deseaba correr a sus brazos y besarlo por todos lados; deseaba sentir el calor que Seamus alguna vez le hizo sentir, extrañaba a aquel chico tierno y dulce. La guerra los había cambiado a todos, pero ella no creía eso de Seamus, en el fondo, Seamus siempre buscaba formas... alguna forma de ser violento cuando se molestaba, para luego ella culparse a si misma.

Los suaves golpes de Seamus le dolían en el pecho, se acercó a la puerta; de pie del otro lado de Seamus, mientras él susurraba millones de por favor. Larissa exhaló, mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. 

Le dolía mucho.

Mientras su mente se nublaba, aquella imagen de Draco sonriendo y haciendo chistes estúpidos mientras trabajaban en su poción, sus manos llenas de anillos tomando su varita entre sus dedos, su ceño fruncido mirando la poción humeante, su sonrisa cuando lograba tener la poción en el punto perfecto, el brillo en sus ojos cuando ella de vez en cuando regresaba la broma. 

Y ahí lo tienes, una vez más, ella lo recordó.

Astoria se burló. -¿Estas aterrorizada?

-Si.

La Slytherin cruzó los brazos en su pecho mientras sonreía sin gracia, pasando su lengua por dentro de sus mejillas. -¿Y qué haces aquí? 

¿Qué hacía ella ahí?.. 


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