07.
Draco había recibido una carta de su madre. Por primera vez en tanto tiempo nunca había corrido tan rápido como ese día hasta la lechuceria; no sabía si temer o saltar de emoción.
Temía que fueran malas noticias, pero también estaba pensando un poco que podrían ser buenas noticias.
El viento frío golpeando su cara mientras corría a toda velocidad por las escaleras, esquivando a todos aquellos que caminaban con calma por sus habituales cartas, pero para él no era así, él nunca recibía cartas. Excepto en el sexto año, donde recibía hechizos que su madre había escrito para que pudiera arreglar el armaría evanescente de la forma más rápida posible.
Cuando llegó a la punta de la torre, tomó la carta que la lechuza de su madre había dejado ahí. La tomó como un niño pequeño recibiendo dulces, entonces su corazón se rompió al leer las palabras de la carta más dolorosa de todas... y había recibido cosas horribles durante su sexto y séptimo año.
Se rompió.
Querido amor.
Mi pequeño Draco, Slughorn me ha venido a visitar... él habló sobre como no has estado del todo concentrado en aquellas clases en Hogwarts, me ha recomendando regresarte a casa, pero sé que eres un chico fuerte que podrá soportar aquellas malas miradas y malas palabras de las malas lenguas... no importa lo que digan, pronto tu padre, tú y yo nos iremos lejos de aquí... nos iremos, Draco.
Esto... suena como una locura, pero deberías hacer que tu compañero de trabajo venga a casa, tu padre no esta mucho aquí y la próxima semana estaré aquí, cuidando de algunos elfos que no han hecho el trabajo de cuidar mi jardín.
Te prometo que nadie podrá lastimarnos de nuevo, solo esfuérzate en estos meses, cuando tengas todos tus estudios en la escuela completados, nos iremos muy lejos... lejos del mal que todos creen inexistentes, lejos del dolor y las miradas mentiras, las miradas de lastima, nos alejaremos de aquellas personas que nos tiene lastima, creyendo que no somos lo suficiente fuertes para pasar por esto. Nosotros tuvimos al mismo señor oscuro en nuestro techo, lo obedecimos para no morir y lo traicionamos al final... lo traicionamos con el riesgo de que Potter no ganara la guerra... sé que todos dicen que los hemos ayudado al ver las estadísticas de que el lado oscuro iba a en bajada, pero amor... eso no es verdad. Cuestiona las palabras de dolor que te han dicho o incluso gritado, no dejes que nadie te lastime; eres un chico fuerte, yo lo sé, eres mi hijo al final del día.
Tu padre sigue en Azkaban... aun lo enjuician de forma constante, por lo que no puedes... no podrás venir a casa en Navidad, Draco. Tienes que quedarte en Hogwarts, encontraras la forma de permanecer en el castillo hasta que termines tus estudios y... mantén un perfil bajo, hijo.
Sabes que esto es nada más por tu bien.
Con amor. Mamá.
Draco ni siquiera notó cuando las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas. Su madre lo quería ahí. Lo quería en el castillo, sin tener la menor idea de que era el lugar más torturante.
Se ahogó con su llanto y salió de la torre, sin importar que el frío lo golpeara de forma violenta por las altas horas. Quizá cogería un resfriado, pero no le importaba mucho en ese momento.
Limpió con violencia sus mejillas húmedas y se sintió tan molesto al recordar cada palabras de la carta de su madre.
Le dolía de nuevo.
Su pecho le estaba doliendo una vez más.
Siempre pensó que el dolor de su pecho era nada más que preocupación, pero ahora mismo se cuestionaba si tenía un corazón y aquel estaba roto.
Estuvo dentro del castillo y pudo sentir lo solos que estaban. Tan solos como él.
Las lágrimas amenazaron con escapar una vez más, pero las retuvo cuando la vio. Ella estaba con la mirada perdida en las paredes iluminadas por las antorchas. Sostenía sus libros y los presionaba contra ella. Ella estaba perdida.
Era extraño, pues ella vivió tanto tiempo ahí como él.
Pronto él se detuvo, cuando la vio mirar al techo y sonreír de forma tonta, sus ojos grises siguieron la dirección de los avellana y pudo notar que veía un par de tenis azules. Seguro ella se los había escondido a Luna Lovegood.
Entonces Draco recordó como no había visto a Lovegood en los días en Hogwarts, pero si recordó haberla escuchado gritar de dolor, hambre y sed, la escuchó sollozar y cantar en voz baja cada que la Luna la visitaba. Todo mientras era torturada bajo su casa... sin él haber hecho nada.
Regreso sus ojos a la chica Gryffindor frente a él. Ni siquiera recordaba su nombre, solo recordaba mucho su aspecto... sus ojos avellanas, sus ondas ligeras cayendo por su espalda, la sonrisa rosada y bonita, sus mejillas sonrojadas cuando ella pasaba alguna vergüenza y sus sonoras carcajadas al escuchar a Ginevra Weasley decir chistes durante las comidas.
Sin embargo, no recordaba su nombre... pero su apellido si. Era mencionado por los Gryffindor a menudo. Smirnov. Era la única parte de su nombre que recordaba de ella, igual no veía necesario saber su nombre de pila. Nunca fueron amigos, ni tampoco lo serán alguna vez.
Ella regreso su vista al frente y Malfoy hizo un contacto visual con ella durante varios y lentos segundos con ella. El miedo seguía en ella y el recuerdo de la primera cena lo golpeó en su cabeza de repente. El miedo emanado en sus ojos inocentes y amables, mientras él la veía con pura frialdad y rencor. Recordando haber lanzado toda su comida y ser el hazme reír esa noche en su sala común y de las otras casas.
Ella sonrió de forma débil y él puso los ojos en blanco. Ahora ni siquiera podía decidir si era amable y demostrar su cambio con ella o seguir siendo el mismo idiota. Simplemente estaba en él ser un idiota.
Caminó con sus manos en los bolsillos de su pantalón negro, cuando paso junto a ella sintió como la cálida mano de la chica Smirnov se enredaba en su muñeca; él fácilmente pudo haber arrebatado de forma brusca su brazo y salir sin remordimiento alguno.
Nunca había sentido remordimiento. Nunca. Él nunca sintió la culpa. Nunca tuvo esa sensación de que estaba haciendo las cosas mal, jamás pensó en los sentimientos de los demás y esta vez era algo actual. Algo nuevo. Ella despertó una sensación no muy fuerte de remordimiento, porque él juraba que había cambiado, ya no era un chico malvado, aquel que podía dañar sin sentir culpa, pero ahora era él el dañado. Los papeles invertidos.
Ella estaba siendo la primer persona por la que él sentía culpa, sentía la culpa consumir como el fuego a la cera, cada vez que la lastimaba o soltaba comentarios al azar. Sentía como la culpa lo intoxicaba de formas espeluznantes, porque era la primera vez que él tenía ese sentimiento de dolor y culpa.
Ella lo miró expectante a sus ojos grises llenos de niebla, dolor, odio, remordimiento y un poco más; él estaba disfrutando del cálido y amable toque que ella le estaba dando en ese momento, el cálido toque que lo hacía querer fundirse en su piel misma. Un toque que le daba calma, como si pudiera acurrucarse en ella y dormir por la eternidad. No.
Él solo estaba siendo amable, ella lo estaba haciendo difícil, con sus ojos asustados, moviéndose de forma rápida en sus pálidos rasgos, como si lo quisiera escudriñar en un par de segundos. Pero era imposible. Era tan fácil mirar a profundidad en las personas, observar su piel y descifrar sus sentimientos y pensamientos por medio de sus ojos, en cuestión de solo segundos, el movimiento de sus labios al hablar y la forma en que tenían facilidad para expresar las cosas, pero Draco Malfoy no. Draco Malfoy no estaba mostrando su verdadero yo, ni siquiera cuando convivio con sus amigos en sus años de Hogwarts, no recordaba haberse expresado deliberadamente para otra cosa que no fuera un insulto ingenioso.
Solo lo hacía en casa, en la Malfoy Manor, cuando estaba recostando su cabeza en el regazo de su madre, mientras ella le leía uno de esos libros de fantasía, donde los personajes tenían aventuras y todo era tan hermoso, los rayos dorados se escondían y Draco quedaba dormido en el regazo de su madre, quien seguro ya había cerrado el cuento y había comenzado a acariciar la cabellera rubia platinada de su hijo adorado.
Pero eso no ocurría más. Ya no. Porque Voldemort fue a quitar el mínimo rastro de ambiente familiar que esa casa gigante y lúgubre alguna vez pudo tener. Eliminó la felicidad y despreocupación de su hermosa y adorada madre.
Sin más, el chico salió de sus pensamiento y ahora ella se veía sorprendida. Quizá le llamaba la atención el hecho de que él no haya liberado su brazo de forma brusca, como normalmente lo haría con cualquier otra persona.
Draco levantó ambas cejas, estando harto de sentir el cálido toque, le estaba dando sensaciones en el fondo de su estomago y sentía que si vomitaba en cualquier instante no saldría el desayuno de la mañana, sino algo más... insectos quizá.
Ella pareció salir de aquel trance en el que estaba y abrió la boca para hablar, parecía no estar muy segura de si misma. -¿Podemos ir a tu habitación?
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Hola, mis queridos amores.
He tardado en actualizar debido a que estoy en mi última semana del semestre, pero prometo que las actualizaciones continuas (dos por semana) volverán, junto a las traducciones. Estoy muy emocionada de volver después de haber escrito Corny Girl.
Att: -F.
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