02.

Larissa continuó comiendo sin problema alguno en el Gran Comedor, mientras reía de los chistes de Ginny Weasley. 

Ginny no pudo evitar reírse por lo bajo al ver como Seamus hacía chistes sobre eso. -Esta loco... ahora queda que sea calvo, así sera Voldemort. - soltó la carcajada.

Larissa lo miró. Ambos habían sido novios durante los años que Luna no estuvo. Luna había sido secuestrada por los mortifagos, cuando Larissa creyó que simplemente la había abandonado y se había escapado sin ella, provocando una repentina cercanía a Seamus. Ninguno estaba preparado -o eso creían- para una relación, mas sin embargo, solo no estaban del todo enamorados. 

Seamus había regresado por sus bajas calificaciones el año anterior, debido a que paso la mayor parte escondido como los demás, pero Seamus nunca fue un estudiante estrella para admirar. 

El chico le dio una sonrisa a Larissa, quien la respondió de igual forma. -No me has dicho de tu verano. - murmuró Larissa a Seamus.

El chico se encogió de hombros. -Fue divertido, supongo. Es que ahora no tenemos un viejo loco queriendo asesinar a todos. - una vez más. 

¿Acaso no se cansaba de hablar de aquello?

Siempre hablando de Voldemort. 

Larissa asintió, fingiendo que era muy interesante y luego ella volvió sus ojos a la poca comida que estaba en su plato. Ella no tenía más hambre, así que se puso de pie y caminó fuera del Gran Comedor, los pasillos estaban solos. 

La gente parecía celebrar que Voldemort estaba muerto, pero muchos otros parecían estar dolidos aun por sus perdidas. Como Larissa, que perdió a Luna Lovegood. 

Su mejor amiga había muerto en medio de la batalla, ella recordaba como se veían los ojos azules de su rubia amiga sin vida, la sangre seca en sus mejillas y escurriendo por una esquina de sus alguna vez rosados labios. Larissa lloró sin importar que estaba en medio del campo de batalla, con hechizos volando sobre su cabeza y paredes cayendo derrumbadas a su lado. Nunca le había dolido tanto algo como aquello. Perder a su pequeño amor fue lo más difícil que le había sucedido.

Ahora no podría ver más a los rizos dorados saltando por los pasillos mientras caminaban juntas a sus clases, no vería más a los zapatos azules de Luna colgados en alguna parte, sus conversaciones sobre el quisquilloso y como aportó ideas para hablar de nargles. Sus cartas cada fin de semana, hablando de como le robaron los nargles sus pertenencias. La risa suave y contagiosa después de algún chiste. 

Ella caminó hasta la sala común de Gryffindor, tenía que dormir, pues su primer día de clases era al siguiente día.

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Se había quedado dormida y se maldijo un millón de veces. Estaba corriendo por los pasillos mientras acomodaba su uniforme, acomodando la corbata roja, metiendo en su falda su camisa y colocando la túnica en su lugar. 

Cuando estuvo cerca del salón de pociones, tocó la puerta demasiadas veces, hasta que se encontró con un molesto Slughorn. El profesor estaba tan molesto, era un ser agradable y sonriente, rara vez estaba molesto, pero esta vez si que lo estaba. -Smirnov, llega tarde. - dijo en un tono molesto. 

Larissa sonrió apenada. -Lo siento mucho. 

-Basta de habladuría y entre. - dijo señalando el salón. Al parecer se había despertado con el pie izquierdo. Larissa entró con su bolso colgado a un lado de ella, cuando estuvo a punto de caminar junto a Seamus, quien estaba mirándola, esperando a que ella caminara a él, el profesor habló. -Junto al Sr. Malfoy, señorita Smirnov. 

Las voces retumbaron en su cabeza, su piel palideció y sus labios se secaron, sus manos comenzaron a sudar y la voz hacia eco en su cabeza. No. Él no había hecho eso. -Pero Larissa es conmigo, señor. - sostuvo Seamus, quien parecía molesto. 

Slughorn haciendo caso omiso a las objeciones de Seamus se dio media vuelta. -Con el Sr. Malfoy. - repusó.

Larissa miró a Seamus, asustada de como estaba reaccionando. El chico simplemente resopló molesto y se dio media vuelta. Los ojos avellanas caminaron por el salón, hasta caer a los cabellos platinados. 

Parecía como si él tampoco la quisiera cerca, pero aun así no tenía palabra que fuera valida. Ella caminó insegura hasta el asiento junto a Draco Malfoy y tragó en seco cuando estuvo demasiado cerca, colocando su bolso en el piso y sentándose en el banco junto a Draco. El chico platinado apenas le prestó un poco de atención, mientras ella sacaba la tinta y su pluma, acompañada de sus pergaminos. Ella comenzó a escribir todo lo que el profesor escribía en la pizarra y sus ojos de vez en cuando iba a Draco, observando sus pálidas y largas manos anilladas escribir en su propio pergamino, pareciendo concentrado en lo que hacía. 

Ella continuó escribiendo, mientras su corazón golpeaba fuerte contra su pecho y el olor de Draco la abrazaba. Menta. Colonia cara. Ella lo describió perfectamente en dos palabras en su propia cabeza, no era desagradable, era agradable su olor, comparado al de Seamus o de cualquier otra persona. 

El profesor juntó sus palmas, llamando la atención de todos en el aula de clases. -El primer proyecto que definirá su calificación será uno en parejas... trabajaran con la persona a su costado. - las palabras volvieron a hacer eco. 

La mirada molesta de Seamus sobre el profesor y Larissa, apretando su pluma tan fuerte que ella juró que la podría romper en dos. 

La cara de Seamus estaba tan roja como aquella vez que le pidió a Larissa ir al baile de navidad con él, ella estaba en el tercer año, mientras que él era un cuarto año. Ella había aceptado, pasando una noche divertida. 

Pero esta vez estaba tan molesto, su cara roja y sus ojos sacando fuego, mientras asesinaba a cada rastro de alma que pasaba frente a él. -Bien, entonces... lo harán durante las clases de este periodo... son libres de reunirse fuera del horario escolar en sus salas comunes o algún lugar del castillo... sin pasar por supuesto, las horas de toque de queda. Recuerden que es a las diez en punto cuando deben estar en la cama. - dijo con una sonrisa el hombrecillo, apuntando con un dedo acusador y divertido. 

Larissa dejó de respirar y pudo ver como Seamus levantaba la mano de inmediato. -Profesor, yo tenía planeado-

-No joven Finnigan, no pueden cambiar de pareja. - lo interrumpió el profesor y el chico Gryffindor volvió su cara molesta a Larissa, quien solo estaba angustiada por saber lo que le esperaba. 

Ella sintió un toqueteo de dedos en su hombro y se volvió a un lado. Era Draco. 

Ella lo miró. Las sensaciones en su estomago y el nerviosismo la atacaron en ese mismo instante, quizá era alguien demasiado tímida. -¿Si? - murmuró ella. 

Draco la estaba mirando con el semblante frío y sin emociones. La mascara que solía cargar siempre ¿Acaso eso era una mascara? ¿Tenía sentimientos? Las preguntas siempre la inundaban como un mar con lluvia cuando lo veía de repente. 

Él abrió su boca y señalo una página del libro, dejando de mirarla, esta vez su atención estaba totalmente en el libro. -No me interesa si quieres... si quieres estar con tu novio o lo que sea. Solo quiero aprobar. - soltó de repente y Larissa levantó ambas cejas, estando sorprendida por su repentino ataque de confianza ¿O es que siempre era así? ¿Le habría dicho lo mismo a alguien más? Las preguntas una vez más, sin embargo, él continuó hablando. -Puedo hacer el trabajo en mi habitación luego del entrenamiento de quidditch y puedes.. olvídalo, yo lo haré en mi habitación y tú trabajaras aquí. - murmuró, sacudiendo su cabeza. 

Ella nunca lo había escuchado hablar. Su voz era ronca, pero suave, no como la de Seamus. Seamus era chillón, la de Draco era diferente y tranquilizante. Pero ella sacudió su cabeza, regresando al mundo real. -Tenemos que hacerlo ambos, Draco. - murmuró con una pequeña sonrisa. -Podemos hacerlo ambos durante las clases y ambos luego de tu entrenamiento de quidditch. - sugirió ella. 

Draco la miró por una fracción de segundos y volvió su mirada al libro. -Soy Malfoy. - dijo en aquel tono frío que lo caracterizaba. -Y has lo que quieras, pero si no abro la puerta no es mi maldito problema. - escupió cerrando su libro, indicando que la clase había terminado. 

Larissa asintió y cerró su libro, mientras veía como el chico era el primero en guardar sus cosas y salir de ahí. Ella las guardo y cuando colocó su bolso en su hombro salió del aula, esperando a que Seamus lo hiciera. 

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