El Camino Elegido

Soñaba, y ese sueño lo llevaba a lugares extraños, a pasajes exóticos donde animales increíbles formas y colores extraños paseaban con libertad, soñaba de eso estaba seguro porque de que otra manera podría ver el cielo del azul más hermoso que había visto en su vida y con tan enigmático resplandor y sentir esa celestial brisa acariciando su rostro acompañada de la cálida sensación de los rayos del sol calentando su piel, soñaba podría jurarlo por el solo hecho que en aquellos inhóspitos parajes pudo ver entre las verdes plantas y flores multicolores a una hermosa mujer sentada sobre una gran roca y ella sonreía.

Camino sintiendo su corazón acelerado, como intentando salir de su pecho, golpeando con fuerza contra sus costillas que de no estar tan emocionado quizás hubiera sentido un poco de dolor, su respiración se volvió agitada y temió, temió como nunca despertar de ese encantado sueño y volver a una realidad donde no estuviera ella. Se negaba a despertar y encontrarse con esos ojos grises aun cerrados y una boca que no le regalaría una sonrisa como aquella.

Temblaba de pies a cabeza mientras avanzaba, sintió su cuerpo agitarse en un temblor que lo sacudía y debilitaba a partes iguales, y quiso correr a su encuentro, pero estaba paralizado por el miedo.

Era un sueño, tenía que serlo, se repetía cada tanto tiempo para no ilusionarse, para que la decepción al despertar no lo tomara por sorpresa, bastante doloroso era ya saber que ella dormía aun y no tenía la certeza de que llegaría el día en que esos preciosos orbes grises brillarían llenos de felicidad como en tantas otras ocasiones.

Quiso correr y arroparla entre sus brazos y pedirle que volviera, quiso tantas cosas, pero no se atrevía, tenía miedo a acercarse y que como una ilusión su presencia se evaporizara. Pero ella sonreía, le sonreía de una manera tal que le hacía olvidar toda la angustia que había sentido, y le daba paz. Una anhelada paz.

Y comenzó a avanzar a su encuentro de manera titubeante, paso a paso cortando la distancia que los separaba, cuando estuvo a solo un par de pasos se detuvo con cautela, tratando sin mucho éxito que su corazón se acoplara y su respiración dejara de ser tan agitada como la de una persona que  hubiera corrido un maratón, pero era imposible, ciertamente improbable que al tenerla así, frente a él pudiera contener sus emociones, la ama, vaya que la ama y nada cambiaría ese sentimiento, así como nada calmaría su agitada respiración y el acelerado latir de su corazón.

Se encontraba sentada en aquella roca de oscuro color con las orillas repletas de musgo de tonalidades verdes y cafés, ataviada con un largo vestido del mismo azul del cielo y sonreía, ¡Por el bendito Merlín! que sonreía mostrando esas hileras de perlas blancas, y esa sonrisa le penetraba en el alma.

Era hermosa, tan hermosa como siempre, su mirada limpia y transparente,  ese par de ojos grises vibrantes como el metal liquido, como el mercurio, como el cielo oscurecido a punto de reventar por las lluvias, así eran sus ojos, tan profundos como enigmáticos, tan llenos de bondad, luz y esperanza, que de solo verlos lo hacían estremecerse hasta la medula. Su cabello castaño caía sobre sus hombros y espalda como una cascada haciendo lucir más esa piel aterciopelada de tono bronceado. Era tan perfecta pensó, que incluso ese par de pecas que adornaban su fina nariz y que sabia eran herencia de su madre le parecían lo mas extraordinario.

Con miedo solo se dedico a observarla, a perderse en sus ojos y en esa gran sonrisa que adornaba sus labios. Ella también lo miraba y en silencio le decía todo lo que también sentía al verlo de nuevo. Fue entonces que ella estiro su mano y el correspondió el movimiento para juntar sus palmas y en ese momento todo a su alrededor perdió sentido, ya solo estaba ella y el solo podía sentir la calidez de sus manos juntas. Sus ojos negaron a ver otra cosa que no fuera ese divino rostro.

Su corazón brinco dichoso cuando escucho la voz de Odalis, pero se dio cuenta de que sus labios no se movían, solo no dejaba de sonreír, era entonces que la voz que escuchaba llegaba directamente a su mente, y así era.

-¡Odalis! -Pensó el muchacho y ella solo inclino un poco su rostro para hacerle saber que también escuchaba sus pensamientos.

-Te extrañe. -Escucho la voz cantarina de la castaña.

-No tienes ideas de lo que ha sido este tiempo sin ti. No te imaginas cuanto te extrañe.

-Lo se y lo siento. -Se disculpo y esa sonrisa en sus labios se apago poco a poco mientras pensaba en el dolor y la preocupación que les había causado.

Pero el muchacho no deseaba verla triste y al ver como su ojos se oscurecían la abrazo como si en ello se le llevara la vida.

-No sufras. Eres muy valiente y solo hiciste  lo que creíste correcto y así fue cuando gracias a ti se evito la guerra.

El chico pretendía preguntarle si algún día despertaría, pero tuvo miedo de enfrentarse a una respuesta negativa.

-Te quiero ¿Lo sabes verdad? -Escucho la voz de Odalis.

-Si lo sé. -Acepto separándose un poco del abrazo para verla a los ojos. -Solo que quizás no de la manera en que yo quisiera y no te lo reprocho se que simplemente así se dieron las cosas y no es culpa de nadie -Dijo con nostalgia.

Odalis acaricio su mejilla con suavidad para consolarle. -Duele mucho, no importa cuánto te aleccione la razón, cuando el corazón toma otro camino es difícil y doloroso aceptar que a veces no tenemos cabida en el corazón de quien estamos enamorados.

-Pero sabes Odalis. -Dijo recomponiendo su semblante. -No importa lo doloroso que sea siempre valdrá la pena y no importa con quien pero seré feliz mientras encuentres tu también la felicidad.

La castaña volvió a sonreír.

-Solo te pido un gran favor, despierta. Todos te extrañamos, no podremos ser felices si tú sigues sumida en ese interminable sueño.

-Lo intentare. -Dijo suavemente la castaña. -Ya debes irte.

-No quiero irme y dejarte aquí.

-Debes irte, pasara lo que tenga que pasar no te preocupes. -La voz tranquila de la castaña logro calmar un poco el corazón afligido del muchacho. -Solo no olvides que te quiero sin importar nada siempre  nos tendremos uno al otro. -Prometió y rosando sus labios con los suyos lo hizo despertar.

Abrió los ojos con sorpresa y tubo que parpadear un par de veces para enfocar su vista, había sido un sueño, quizás demasiado real para ser un sueño cualquiera y lo sabía. Era muy temprano aun pero eso no le importaba se levanto de prisa para alistarse y visitarla.

Sentía su corazón de nuevo comenzar su implacable carrera mientras se vestía, tenía la esperanza de que ese no fuera un sueño cualquiera, tenía la esperanza de que cuando llegara a la enfermería encontraría esos ojos grises abiertos.

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Hermione no conciliaba dormir, desde lo ocurrido con Odalis le costaba demasiado dormir. Hacia un par de horas que Draco había caído rendido después de un ajetreado día de trabajo en el ministerio, y  aunque dormía aparentemente tranquilo su esposa sabía que esa tranquilidad era solo aparente.

La castaña se levanto de la cama con cuidado para no despertar a su esposo y se encamino al balcón de la pequeña casa que rentaban en Hogsmeade. Se coloco la bata sobre el camisón largo que llevaba y se acomodo en la mecedora de madera que estaba dispuesta en el pequeño balconcillo. La noche estaba serena con  un cielo despejado que presumía los diminutos puntos centellantes a la vista. Solo mirar la luna la llenaba de melancolía, la misma que sentía cada vez que esta, estaba tan redonda y pálida como la de esa noche.

Y como cada noche de luna llena lo recordaba, sus pensamientos la llevaban a ver reflejados en la superficie pálida de la luna un par de ojos color ámbar en un rostro afilado de cabellos negros como la noche. Y de la misma manera en que recordaba a Otto, pensaba en su hijo Thor, rogando por qué no tuviera que lidiar con la maldición algún día de convertirse cada noche como esa en un hombre lobo, pero sabía que aun así lo amaría, solo que deseaba para él una vida más tranquila.

Mas los pensamientos de Hermione no se quedaron ahí, siguieron su curso y la llevaron a enfrentarse con la idea de entregarle a Thor la llave de la cámara en Gringgot que era la herencia que le había dejado Otto. Se la entregaría  en cuanto Odalis despertara, porque ella tenía la seguridad de que así seria.

Su pequeña Odalis despertaría, no podría ser de otra manera. Pensaba y justo en ese momento sintió una brisa que provoco que se erizaran los bellos de sus brazos.

-Mama. -Escucho que la llamaban

-¿Ody?

-Si mama.

-¡Oh mi pequeña! -Exclamo Hermione y se concentro cerrando sus ojos para percibir mejor la presencia de su hija.

Hermione acompaso su respiración y logro desprenderse de su cuerpo por medio de la meditación para encontrarse en otro plano con Odalis. Y asi fue, en cuanto logro el desprendimiento se encontró con el cuerpo incorpóreo de su pequeña hija.

Sabía que no podían tocarse y sin embargo, ambas se acercaron lo suficiente como si intentaran abrazarse.

Si alguien pasara por ahí en ese momento  podría ver a la señora Malfoy sentada en su mecedora aparentemente dormida y una extraña motita de luz a su lado.

-Has tardado mucho en venir a mi pequeña. -Dijo con reproche.

-Perdón mama, pero supongo que necesitaba tiempo.

-Entonces supongo que ya tomaste una decisión.

-Así es, pero aun no estoy segura, tengo miedo.

-Todos sentimos alguna vez ese temor, no saber si hacemos lo correcto puede ser agobiante, pero al final tu corazón te guía, el no se equivoca, solo tienes que ser valiente para enfrentar esos miedos.

-Lo sé, pero es que tengo tres opciones, y las tres pueden ser buenas, sin embargo, cada una es tan diferente y puede cambiar e influir tanto en la vida de los demás que me aterra pensar que mi decisión pueda dañar a la larga a los demás.

-Ese es tu error Ody, la felicidad de los demás no es tu responsabilidad, la felicidad de cada uno de nosotros no puede recaer en tus hombros hija. Por eso estabas tan agobiada al intentar solucionar la vida de todos y descuidaste en mucho lo que tú misma querías y aunque está bien  buscar el bien común, eso no siempre es lo correcto, tu tambien mereces ser feliz y tus hermanos, tu papa y yo misma somos los únicos responsables de buscar y encontrar la felicidad para nosotros mismos. Deja que la vida siga su curso, debemos equivocarnos para aprender de nuestros errores, solo asi podemos crecer y por mucho que quieras protegernos no podemos permanecer en una burbuja de cristal para que no nos dañen porque eso no es vivir, porque así como te proteges de cosas malas te pierdes de disfrutar de las buenas.

-Pero mis decisiones pueden a los demás.

-Ese siempre será un riesgo pero no puedes ir por la vida complaciendo a los demás cuando estas relegando tus propios sentimientos y haciendo un lado tu propia felicidad. ¿Sabes que nos daría la más grande felicidad a los que te amamos?

-¿Qué?

-Verte feliz Odalis, porque quien bien te quiere siempre esperara tu felicidad, no  puede ser de otra manera. Y entiende esto, a donde te lleven tus pasos, al final del camino que elijas, solo busca no reprocharte por dejar de hacer algo por miedo.

Odalis sonrió con comprensión y asistió con la cabeza.

-Te quiero mama.

-Yo también te quiero.  

-Debo irme.

-Lo sé, espero verte pronto.

Odalis ya no contesto solo su presencia se desvaneció y el espíritu de Hermione regreso a su cuerpo.

Se levanto de la mecedora para ir a recostarse al lado de su amado marido con el corazón mas tranquilo, sabía que su pequeña ya había decidido que hacer y confiaba en que pronto podría verla sonreír como solo ella podía hacerlo.

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Odalis entro en un último sueño para cruzar algunas palabras con otro muchacho que dormía en su mullida cama bien arropado por las sabanas. El joven soñaba con un bosque de enormes arboles, se encontraba caminando entre la espesura de los frondosos gigantes que le daban sombra.

Y detrás de un grueso tranco salió Odalis a su encuentro.

-Hola. -Saludo

-¡Odalis! -Exclamo el muchacho y corrió a su encuentro para abrazarla y hacerla girar mientras la levantaba al vuelo.

Cuando al fin la bajo se encontró con el rostro entristecido de la castaña que lo veia con culpa.

-¿Qué ocurre Ody?

-No quiero lastimarte. -Dijo sin más

-¿Y porque arias eso?

-Porque no puedo corresponderte.

-Entiendo. -Dijo agachando con tristeza el rostro.

-Lo siento en verdad.

-No te preocupes. -Dijo intentando ocultar su pena. -A veces así son las cosas.

-Se que encontraras a alguien que merezca  tu amor.

-Eso espero.

-Así será. -Dijo con determinación la castaña y le guiño un ojo.

-Olvidaba que tú lo sabes todo.

-Te equivocas, no lo es todo. Pero si tengo la seguridad que si abres bien los ojos encontraras el amor muy pronto.

-Así será entonces. -Dijo con una media sonrisa.

-Te lo garantizo.

-¿Ya voy a despertar?

-Si

-Tú también despertaras

-Cuando mi tiempo llegue, pero ahora debes despertar. -Ordeno la castaña y al instante el muchacho parpadeo saliendo de su ensoñación.

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El padre tiempo le concedió a Odalis poder hablar con esos dos muchachos que dividían su corazón, además de que necesitaba el concejo de Hermione, con lo que confirmo que su decisión era la correcta. Ahora estaba lista para afrontar el camino que había elegido.

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