Capitulo 1

Hogwarts, era la escuela de hechicería mas admirada en Inglaterra. Los mejores magos salían de allí, y claramente eso significaba que Michael Severin junto con su amigo, Draco Malfoy iba a asistir. No quedaban dudas de eso, mucho menos porque el tío de Michael daba clases allí. El pelirrojo sabía bien que hoy iba a ser un día especial, no solo porque fuera el primer día de esta escuela. Si no, porque se rumoreaba que Harry Potter, el niño que vivió entraría este año. Entrando a la escuela con otros dos muchachos detrás del trío podía sentirse algo seguro de sí mismo.
Aburrido, se dedicó a admirar a sus acompañantes. Los que estaban detrás de él eran Vincent Crabbe y Gregory Crabbe ambos eran corpulentos y parecían muy vulgares, parecían guardaespaldas. No le iba a sorprender si lo eran. A decir verdad, era de esperarse pues Draco, su mejor amigo, era de abolengo. ¿Cómo podría describir a Draco? Era pálido, su cabello era rubio platinado, si Michael no fuera su amigo y no lo conociera, creería que era un ser que vino de la luz de luna.
—Veo que es cierto lo que decían en el tren. Harry Potter ha venido a Hogwarts ¿Es verdad? —preguntó Draco al ver un pelinegro de ojos verdes y lentes redondos. ¿Ese era el rumoreado Harry?—. Por todo el tren están diciendo que Harry Potter está aquí. Así que eres tú, ¿no?
—Sí —respondió Harry. No era la gran cosa, pensó Michael para sí mismo. Cabello negro hecho un desastre, lentes baratos, y ojos verdes que francamente no se comparaban en nada a algo bonito. Parecía un pobre de primera, si no fuera por la ropa nueva. Ahora, cómo se dio cuenta Draco que este era Harry, el pelirrojo no lo iba a cuestionar.
—Oh, éste es Crabbe y éste Goyle —dijo el muchacho pálido haciendo un gesto hacia los dos de cuerpo más grande. —Mi acompañante Michael Severin, —Michael sintió al rubio abrazarlo del hombro con despreocupación, era al único de los cuatro que presentó con su primer nombre. Michael se sentía orgulloso de ser considerado así de especial—. Y mi nombre es Malfoy, Draco Malfoy.
Michael oyó una débil tos que claramente se notaba que era una risa escondida. Michael volteó inmediatamente e hizo una cara de asco. Un Weasley. Era lo que menos le gustaba, la familia que siempre fue comparada con la suya por el hecho de que los dos eran pelirrojos. La diferencia eran las situaciones financieras de ambos, y los cortes de cabello al igual que uno era pecoso y el otro no. Alto y de nariz grande, Michael solo podía imaginarse cuanta suciedad tenía esa nariz.
—Te parece que mi nombre es divertido, ¿no? —Dijo Draco, interfiriendo antes de que Michael hubiera dicho algo. Michael hizo una mueca, pero no dijo nada, pues Draco le advirtió antes que no dijera nada a menos que fuera necesario — No necesito preguntarte quién eres. Mi padre y mis tíos me dijeron que todos los Weasley son pelirrojos, con pecas y más hijos que los que pueden mantener.
Ahora sí, Michael soltó una risa que no escondió, obteniendo una mirada molesta de parte del otro pelirrojo en las escaleras.
—Muy pronto descubrirás que algunas familias de magos son mucho mejores que otras, Potter. No querrás hacerte amigo de los de la clase indebida. Yo puedo ayudarte en eso.
El rubio extendió la mano, soltando el hombro de su compañero, para estrechar la de Harry; pero Harry no la aceptó. Michael hizo sus manos puños, ¿cómo se atrevía este niño? Será famoso, pero era demasiado altanero, y obviamente los grandulones estaban de su lado, pues podía oír sus sonidos de sorpresa.
—Creo que puedo darme cuenta solo de cuáles son los indebidos, gracias —dijo el escabeche con frialdad.
Draco Malfoy no se ruborizó, pero un tono rosado apareció en sus pálidas mejillas. Oh, no, eso sí que no. Michael no sabía por qué se estaba molestando más y más conforme esto proseguía.
—¡Hey, Potter! —dijo al fin Michael, podía sentir que Draco no estaba feliz con su intervención, pero no se iba a aguantar. —Mi amigo está siendo amable contigo, si no fueras popular seguro ese colorado de basurero ni se te acercaría. Sería yo quien te hablaría para ser mi amigo. Ve, ese se burló antes de nosotros.
Draco desvió la mirada, y Michael podía sentir que había cometido un error.
—Ron no sabía quien era en el tren hasta que ya íbamos a medio camino—defendió el de lentes. Era admirable que hiciera eso con alguien que llevaba poco tiempo conociendo, para Michael, eso era de admirarse. —También me ofreció su comida aun sin saberlo. —mirando al de cabello platinado serio. —aceptaría la amistad de parte tuya Severin…pero no la tuya Malfoy. No me gusta la gente que trata a los demás como inferiores solo porque no son ricos, guapos, o famosos.
—Yo tendría cuidado, si fuera tú, Potter —intervino Draco con calma para que Michael no hablara más. —. A menos que seas un poco más amable, vas a ir por el mismo camino que tus padres. Ellos tampoco sabían lo que era bueno para ellos. Tú sigue con gentuza como los Weasley y ese Hagrid y terminarás como ellos.
El rostro de Ron estaba tan rojo como su pelo.
—Repite eso —dijo.
—Es hora de entrar a la sala. —escucharon a la maestra decir.
Michael tragó saliva, volteo hacia su mejor amigo solo para encontrarse con una mirada fulminante. Estaba temblando y sabía bien por qué. Al decirle a Potter sobre los prejuicios de Weasley, también había revelado los de Draco, y ahora no podía retractar sus palabras.
—Draco…
—De ahora en adelante harás lo que yo te diga. Te recompensaré por eso. Pero, si fallas, me las pagarás. —Dijo Draco como si no hubiera amenazado a su amigo de la infancia. Michael sabía bien que él era capaz de muchas cosas crueles, y rogaba que no le hiciera nada ahora por este error. Nunca le tocó cosas muy malas, pero si lo había visto maldecir a niños que lo hartaban en fiestas formales.
Sabía que de ahora en adelante las cosas serían mas difíciles y estar en el lado bueno de Draco iba a complicarse. Toda la felicidad de haber entrado a la escuela con su amigo había caído a los suelos, no podía dejar de pensar en el error que cometió. La defensa no había servido para demostrar lo valiosa que consideraba su amistad, pero para dejar en claro que cosas no debía hacer. Su mente estaba en otro lado, ni si quiera estaba concentrado en sus alrededores.
Errores, múltiples habían sido cometidos en su vida. Su familia no había sido muy amorosa, su padre habiendo dejado a su madre entes de que él naciera. Los cambios de emociones en su madre cada tiempo, maldiciéndolo por nacer y parecerse a su progenitor, llorando y diciendo cuanto amaba a su hijo, siendo alegre ante la sociedad. Solo para que un día no aguantara mas y la mujer se suicidara. Quedó al cuidado de su tío que lo amaba como si fuera su hijo propio. Y Draco, su único amigo. Ellos dos eran el único calor que le quedaba. Saber que podría haber destruido esa amistad lo estaba atormentando.
Su nombre fue llamado y como un zombi caminó hacia la silla donde le pusieron el sombrero seleccionador. Fue extraño como esa cosa lo regresó al presente cuando escuchó un grito.
—SLYTHERIN
Parpadeando un par de veces corrió hacia la mesa donde Draco le señalaba. Sentado justo a lado del rubio suspiró en alivio. No era hora de pensar en el pasado.
—Bien, viniste tal como predije. —dijo Draco como si hubiera sido su culpa que estuvieran en la misma casa.
—Estoy feliz de que estaré contigo Draco. —admitió Michael sonriendo.
—A mi también me alegra. Ahora come, no te desmayes como lo hacías antes. —la sonrisa de Draco calmó a Michael. Al menos Draco no lo odiaba, y quizás las cosas no serían tan malas como él pensó.

Continuará

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